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miércoles, 22 de junio de 2011

OSCAR PINEDA - CRONOLOGÍA BÁSICA DE LA INDEPENDENCIA PARAGUAYA - LA CASA DE LOS GOBERNADORES / Editorial DON BOSCO, 2011



CRONOLOGÍA BÁSICA DE LA INDEPENDENCIA PARAGUAYA


Editorial DON BOSCO

Director: EDGAR RUIZ DÍAZ



Asunción – Paraguay

2011 (80 páginas)




PRESENTACIÓN
Oscar Pineda, un apasionado por la historia, no podría dejar pasar un acontecimiento tan significativo como el segundo centenario de nuestro querido Paraguay sin antes dejarnos este valioso documento que contiene los datos históricos más reveladores desde algunos años antes, durante y después de la gesta emancipadora que dio origen a la nación guaraní.
Esta obra, que inicialmente fue pensada para complementar su libro "CRONOLOGÍA BÁSICA DE LA HISTORIA PARAGUAYA", ha tomado cuerpo para convertirse en un libro distinto que tiene la peculiaridad de tomar un segmento importante de nuestra historia para acompañarnos a revivir los precisos momentos del alumbramiento de la nueva nación libre y soberana que entonces emergió, y que luego nos dejaron en herencia los próceres de la independencia.
La riqueza de este libro radica en su practicidad. Los hechos son citados cronológicamente a modo de titulares de diarios, lo que hace aún más interesante su lectura y ayuda al lector a relacionar más rápidamente los sucesos históricos y a comprender el contexto en el que se desarrollaron. La secuencia de los hechos va teniendo un notable incremento en detalles a medida que se aproximan los meses y días previos a la noche de la revolución hasta llegar al 14 y 15 de mayo de 1811, donde el autor reconstruye esos memorables días narrando los episodios acaecidos, hora tras hora.
El ordenamiento cronológico de la historia de nuestra independencia, tal como nos lo presenta Oscar Pineda en esta obra, es concebido como una herramienta eficaz en manos del historiador y el pedagogo, y como información de conocimiento general para todo público. Al primero quizás le sirva como "ayuda memoria" o mapa orientador. El pedagogo podrá sacar provecho del material para estimular a los estudiantes, adolescentes y jóvenes anhelantes de ideales y sedientos de prototipos hacia donde proyectar su personalidad.
Este libro se impone como un vademécum necesario para todo ciudadano paraguayo que quiera llevar consigo el retrato de nuestro nacimiento como nación, y nos ayuda a transmitir a las generaciones venideras el patriotismo heredado de nuestros antepasados, que habiendo transcurrido doscientos años, sigue palpitando en el corazón de cada paraguayo amante de su tierra y de su cultura.
EDGAR RUIZ DÍAZ
Gerente Editorial Don Bosco


CRONOLOGÍA BÁSICA DE LA INDEPENDENCIA PARAGUAYA

1805 - 1811 - Gobernación de Bernardo de Velazco y Huidobro.
1806 - 1807 - Invasiones inglesas al Río de la Plata.
1806 - Zarpa de Buena Esperanza en África, una flota inglesa de invasión. Toma rumbo al Río de la Plata. - 27 de Junio: Buenos Aires es ocupada por las fuerzas inglesas. - El virrey Rafael de Sobremonte y Núñez del Castillo, III Marqués de Sobremonte, huye con las cajas reales a Córdoba. - 12 de Agosto: Los contingentes rioplatenses recuperan Buenos Aires. - Agosto /Diciembre: Contingentes paraguayos, el primero compuesto por 534 hombres y el siguiente con 314 hombres, parten hacia el sur para defender el Río de la Plata. Los colores distintivos de las tropas paraguayas son el blanco, rojo y azul. Los vecinos de Asunción hacen un importante donativo consistente en 15.000 pesos en provisiones y fletes para la defensa del Plata.
1807 - Invasiones inglesas al Río de la Plata - Enero: Batalla de Buceo. - 3 de Febrero: Montevideo cae en poder de los ingleses. - Los vecinos de Asunción hacen un segundo donativo consistente en casi 8.000 pesos en efectivo. - Bernardo de Velazco parte para el Río de la Plata. En el tiempo de su ausencia se suceden dos gobernadores interinos. - Los ingleses son rechazados a la puerta de Buenos Aires. - El contingente paraguayo participa activamente en algunos de los más fieros combates. - Los ingleses son expulsados definitivamente de la zona de Montevideo y Buenos Aires - 24 de Diciembre: Asume como décimo virrey del Rio de la Plata Santiago de Liniers.
1808 - En España, tras el motín de Aranjuez, abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Presionado por Napoleón Bonaparte, Carlos IV y Fernando VII secuestrados en Bayona, Francia, abdican en favor del emperador francés. El 2 de mayo se produce el levantamiento español en Madrid, que constituye el principio de la resistencia armada contra el poder francés que domina la península. - Napoleón nombra a su hermano José como rey de España, quien reinará hasta 1813 con el nombre de José I.
1809 -19 de Junio: Bernardo de Velazco vuelve al Paraguay luego de estar más de un año en la sede del Virreinato. - 24 de Mayo: Es nombrado el undécimo virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros.
1810 - 21 de Mayo: El pueblo exige Cabildo abierto en Buenos Aires. El virrey concede el permiso para el día siguiente. - 22 de Mayo: Comienza a sesionar el Cabildo abierto en Buenos Aires. - 25 de mayo: Derrocamiento del Virrey del Río de la Plata Baltazar Hidalgo de Cisneros. Constitución de una Junta presidida por el Coronel Cornelio de Saavedra. Independencia de la Argentina. - 27 de Mayo: La Junta Provisional envía circulares a las provincias del virreinato exhortándoles a reconocer el nuevo gobierno y a enviar sus diputados a la antigua capital del virreinato. - 29 de Mayo: El Cabildo de Buenos Aires envía nuevo exhorto a las provincias. - 12 de Junio: Llega a Asunción el chasque especial con la información de los hechos ocurridos en Buenos Aires. - 21 de Junio: Arriba a Asunción, luego de pasar por Villa de Pilar, el coronel José Espínola y Peña, enviado por Buenos Aires al Paraguay con la misión de lograr el sometimiento de la intendencia. La misión fracasa principalmente por el triste recuerdo que se tiene de él y por su actuación prepotente y manipuladora. - 28 de Junio: Velazco publica un manifiesto donde convoca a una junta general para el 4 de julio. - 2 de Julio: El gobernador Velazco, ante la conmoción suscitada por la visita indeseada del Coronel Espínola y Peña, publica un bando que tiene como objetivo tranquilizar a la población. En la misma fecha se publica también la postergación de la junta general para el 24 de julio. - 10 de Julio: Llega a Asunción un correo, vía Uruguay, que dice que el Consejo de la Regencia era obedecido en toda España y que la situación de las tropas de ocupación napoleónicas eran pésimas. - Velazco ordena el arresto de Espínola y Peña y éste ante la agitación en su contra, huye apresuradamente hacia el sur y consigue, luego de algunos incidentes, llegar a la Argentina. En Buenos Aires aconseja la invasión del Paraguay. - 17 de Julio: Ante la insistencia de Buenos Aires, Velazco y el Cabildo informan a la Junta que han decidido celebrar un Congreso para tratar los últimos acontecimientos. - 24 de Julio: Congreso o Cabildo abierto (Junta general) que se reúne en el Real Colegio Seminario de San Carlos en Asunción con 214 delegados, para tratar la independencia argentina. Resuelve reconocer el Consejo de Regencia Español y guardar armonía y amistad con la Junta de Buenos Aires. - Según el Dr. Somellera, el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia sostiene en dicho Congreso que el poder español ha caducado en América. - 30 de Julio: Velazco da a conocer a la población de las decisiones del Congreso e insta a la misma a prepararse a defender la provincia con las armas si fuera necesario. - 3 de Agosto: Al conocer las disposiciones del Congreso, Buenos Aires decide bloquear el comercio paraguayo y someter la provincia a la fuerza. - 8 de Agosto: Bando donde se prohíbe malgastar la pólvora en fuegos artificiales y que ahorren las municiones de armas de fuego. Se implanta una multa para los que infrinjan el toque de queda. - 9 de Agosto: A pesar de las disposiciones ya tomadas, la Junta de Buenos Aires envía una penúltima nota al Paraguay donde lo invita amenazadora mente a plegarse a su poder. Un delegado de Buenos Aires llega a Ñeembucú y allí se convence de que el Paraguay no se va a someter por las buenas al poder de la Junta. - 18 de Agosto: Velazco publica una circular donde despoja al Coronel Espínola y Peña de toda autoridad en la provincia y prohíbe cualquier tipo de comunicación con el aludido. - 19 de Agosto: Ultimátum de la Junta de Buenos Aires a las autoridades de la provincia del Paraguay. - 31 de Agosto: Es designado por el Consejo de Regencia, el décimo segundo virrey del Río de la Plata, Francisco Xavier de Ello, que ya no es reconocido por la Junta que gobierna en Buenos Aires, por lo que se instala en Montevideo. - El ejército argentino del norte se apresta a invadir el Paraguay. - Se conforma en Paraguay la Junta de Guerra presidida por Bernardo de Velazco en su cargo de brigadier y como segundos a los coroneles Antonio Zavala y Delgadillo y Gregorio Tadeo de la Cerda. Más atrás aparece el mayor Manuel Atanasio Cabañas. - Los paraguayos se presentan en los cuarteles para alistarse y pelear para contener la invasión. El Colegio Seminario es convertido en cuartel. Son ocupados los pasos sobre el Paraná. Velasco parte a Misiones con el objeto de requisar armas y preparar las defensas en el sur. - Corrientes detiene algunos barcos que se dirigían a Asunción - 8 de Setiembre: Se recibe en Asunción la información de que las ciudades peruanas dependientes de la Audiencia de Charcas no reconocen a la Junta de Buenos Aires. - 21 de Setiembre: Una flotilla paraguaya, al mando de José Antonio Zabala parte de Asunción para liberar los barcos tomados por Corrientes. - 22 de Setiembre: la Junta de Buenos Aires nombra al Gral. Manuel Belgrano comandante del ejército argentino encargado de invadir el Paraguay. - 27 de Setiembre: la Junta de Buenos Aires nombra al paraguayo Juan Francisco Agüero para que trate de convencer a los habitantes de la provincia rebelde a someterse a su poder. - Los correntinos son expulsados de la zona comprendida entre el Arroyo Hondo y el Paraná. - 30 de Setiembre: La flotilla paraguaya se presenta ante Corrientes y luego de arduas negociaciones libera las embarcaciones retenidas. -10 de Octubre: Todos los navíos están de vuelta en Asunción. - Octubre: Fray Fernando Caballero llega de Buenos Aires con ideas claramente emancipadoras. - 5 de Noviembre: José María Aguirre es arrestado en Villa Real de Concepción acusado de haber dicho públicamente palabras ofensivas en contra del gobernador y los españoles "que saquean el erario público" : Este hecho está considerado como uno de los primeros actos conspiraticios contra el poder español en la etapa inmediata anterior a la independencia. - El ejército paraguayo, por aquel entonces mantiene dos puntos de concentración de fuerzas: En Barrero Grande para las tropas provenientes del norte y en Yaguarón para las del sur. - 29 de Noviembre: El Gral. Manuel Belgrano envía delegados para tratar de ganar la simpatía de los habitantes de las Misiones. - 4 de Diciembre: El ejército de Belgrano llega hasta el Paraná frente a la isla de Apipé. Ese mismo día, Velazco sale de Asunción y se encamina a Yaguarón. Quedan como administradores de la Provincia los alcaldes Bernardo de Haedo, Antonio de Recalde y el regidor José Carísimo. - 6 de Diciembre: Belgrano envía una nota a las autoridades paraguayas instándolas al someterse a Buenos Aires. - 8 de Diciembre: Velazco decide esperar al ejército argentino en Yaguarón. - 12 de Diciembre: Pequeña incursión paraguaya en territorio dominado por Belgrano. - 15 de Diciembre: Belgrano ingresa en Candelaria, antigua capital de los pueblos jesuíticos, sin ninguna resistencia. - 17 de Diciembre: Belgrano decide traspasar el Paraná y lanza amenazas a quienes piensen en resistírsele. - 18 de Diciembre: Velazco publica un bando donde hace constar su firme propósito de resistir por la fuerza al ejército porteño de Belgrano. - En horas de la madrugada el ejército argentino traspasa el Paraná. Al amanecer están firmemente instalados en la otra orilla. - 19 de Diciembre: Se libran escaramuzas entre las fuerzas argentinas y un pequeño destacamento fronterizo paraguayo a la altura de Campichuelo. Sorteado este obstáculo las fuerzas porteñas se internan en territorio paraguayo. Los campesinos huyen a su paso dejando la tierra desierta, las cosechas recogidas y los establos sin animales. - Velazco mantiene correspondencia con Don Diego de Souza, Capitán Gral. de Rio Grande del Sur. Espera recibir apoyo material y moral de la princesa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, Rey de España y esposa de Juan VI de Portugal. - 23 de Diciembre: Juan Manuel Grance, administrador de Yaguarón se presenta en el punto de concentración del ejército en dicho pueblo y comienza a propalar entre algunos oficiales propaganda a favor de los porteños. - 30 de Diciembre: Belgrano, desde su cuartel general de Tacuary, dicta un reglamento para el gobierno de los antiguos pueblos jesuíticos.



LA CASA DE LOS GOBERNADORES

La Casa de los Gobernadores, símbolo del poder español en Paraguay, era un caserón ubicado en el espacio verde comúnmente conocido como Plaza de Armas de la ciudad de Asunción y que se encuentra enfrente al Centro Cultural de la República El Cabildo. Una primera parte de la Casa de Gobierno fue levantada por los jesuitas a mediados del siglo XVIII que lo querían usar como Casa de Retiro pero cuando éstos fueron expulsados en 1767 la propiedad pasó a manos de la corona. Los gobernadores de turno comenzaron a agregarles otras partes a lo que ya estaba hecho y así se terminó de construir en 1781 y tuvo sus primeras refacciones de importancia allá por 1805. Era una construcción importante, de una sola planta, en forma cuadrangular con aproximadamente 50 metros por cada lado y con un patio interior donde abundaban los naranjos. Toda la construcción se hallaba asentada sobre una especie de plataforma que sobresalía más de medio metro sobre el nivel de la calle y que cubría una superficie de 2.500 metros cuadrados. Su frente, que miraba a la bahía, y sus costados estaban rodeados de un imponente corredor que protegía del sol en el tórrido verano paraguayo y encima de la puerta principal destacaba de modo especial el escudo de armas de los reyes de España en relieve.
Fue allí donde Velazco fue intimado por los próceres de mayo la madrugada del 15 de agosto de 1811 y donde apuntaron los cañones libertarios al asomar el alba. La casona fue la residencia y oficina de gobierno de los últimos gobernadores que tuvo el Paraguay colonial y también lo fue de los primeros que tuvo el Paraguay independiente. El Supremo Dictador de la República, Rodríguez de Francia, vivió allí el cuarto de siglo que con mano férrea gobernó el Paraguay y le agregó algunos retoques a su fachada entre las que se encuentra el haber cambiado las columnas de madera de urundey, por otras de material. Cuenta la leyenda que a través de uno de los ventanales el Dictador observaba detenidamente cada una de las ejecuciones que tenía lugar al pie de un naranjo que se ubicaba a pocos metros del frente de la casona y que fuera mudo testigo de los tantos fusilamientos de esa tenebrosa era.
En época de Don Carlos Antonio López, la residencia y escritorio presidencial se trasladó a otro edificio que fue levantado enfrente y entonces la antigua casona pasó a ser oficina de correos y de otras reparticiones gubernamentales. Una nueva refacción se llevó a cabo en 1855 lo que le permitió seguir siendo usufructuado normalmente para las funciones públicas. Casi con seguridad durante la ocupación militar aliada, tras la Guerra de la Triple Alianza, sufrió del saqueo de los vencedores. Aparte de eso, que evidentemente tuvo que surtir efecto en la construcción, se mantuvo casi intacto hasta la entrada del siglo XX cuando al finalizar la primera década fue demolida y removida hasta en sus cimientos para agregarse el terreno a la plaza que hoy en día vemos en el lugar.
Todas las imágenes y gráficos que aquí observamos de la Casa de los Gobernadores fueron elaboradas, arregladas y cedidas gentilmente por el Cap. Jaime Enrique Grau Paoli, miembro de número de la Academia Paraguaya de la Historia.

 


BIBLIOGRAFÍA GENERAL

AYALA QUEIROLO, VÍCTOR - Historia de la Cultura en el Paraguay - Asunción
BÁEZ, CECILIO - Historia Colonial del Paraguay y el Río de la Plata - Carlos Schauman Editor
BENÍTEZ, JUSTO PASTOR - La vida solitaria del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, Dictador del Paraguay - 2da. Edición - Asunción 1984
BENÍTEZ, LUÍS G - Manual de Historia Paraguaya - Comuneros Benítez, Luís G - Historia Cultural - Reseña de su evolución en el Paraguay - Comuneros
CARDOZO, EFRAÍN - Breve Historia del Paraguay - 2da. Edición - Servilibro 2009
CARDOZO, EFRAÍN - Apuntes de Historia Cultural del Paraguay - 6ta. Edición Biblioteca de Estudios Paraguayos 1998
CARDOZO, EFRAÍN -Afinidades entre el Paraguay y la Banda Oriental en 1811 - Biblioteca Bicentenario - Servilibro -Asunción 2009
CARDOZO, EFRAÍN - La Proclamación de la República del Paraguay en 1813 - Biblioteca Bicentenario - Servilibro - Asunción 2009
CARDOZO, EFRAÍN - Tensiones en la ideología de la Revolución emancipadora - Biblioteca Bicentenario - Servilibro - Asunción 2009
CARDOZO, EFRAÍN- Historia del Paraguay Independiente- Servilibro 2009
CHÁVEZ, JULIO CÉSAR - La Revolución Paraguaya de la Independencia - Intercontinental Editora 2010
CHÁVEZ, JULIO CÉSAR - Compendio de Historia Paraguaya - Carlos Schauman Editor 1988
CHÁVEZ, JULIO CÉSAR - El Supremo Dictador - Carlos Schauman Editor -Asunción 1985
GARAY, BLAS - La Revolución de la Independencia del Paraguay - Biblioteca Bicentenario - Servilibro 2009
GARAY, BLAS - La Junta Superior Gubernativa - Biblioteca Bicentenario - Servilibro 2009
GARAY, BLAS - El Primer Consulado - Biblioteca Bicentenario - Servilibro 2009
PINEDA, OSCAR - Cronología Básica de la Historia Paraguaya - Editorial Don Bosco 2da. Edición 2010
VARIOS AUTORES - Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia - Volumen XLVIII - Academia Paraguaya de la Historia - Asunción 2008
VARIOS AUTORES - Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia - Volumen L - Academia Paraguaya de la Historia - Asunción 2010
VARIOS AUTORES - Homenaje al Bicentenario de la Independencia - Tomo 1 - Academia Paraguaya de la Historia - Asunción 2010
VARIOS AUTORES - Homenaje al Bicentenario de la Independencia - Tomo 2 - Academia Paraguaya de la Historia - Asunción 2010
VARIOS AUTORES - Colección La Gran Historia del Paraguay - El Lector - Abc color - 2010
VERÓN, LUIS - La Independencia y su circunstancia - Los nombres de una gesta - Una gesta familiar - Artículos aparecidos en el diario ABC color - Editorial Azeta.
WIKIPEDIA, la enciclopedia libre
COLECCIÓN JAIME ENRIQUE GRAU PAOLI (Gráficos sobre la Casa de los Gobernadores)
ARCHIVO NACIONAL DE ASUNCIÓN (Notas y bandos del Cuartel revolucionario y de la Junta Superior Gubernativa)

ÍNDICE
NOTA DEL 20 DE JULIO DE 1811
PRESENTACIÓN
CRONOLOGÍA BÁSICA DE LA INDEPENDENCIA PARAGUAYA
PRIMERA NOTA DE INTIMACIÓN DE CABALLERO A VELAZCO
ACTA DE FORMACIÓN DEL PRIMER GOBIERNO (PROVISORIO) QUE TUVO EL PARAGUAY INDEPENDIENTE
BANDO DEL 9 DE JUNIO DE 1811
LOS PRÓCERES DE MAYO
PLANO DE AZARA
LA CASA DE LA INDEPENDENCIA
LA CASA DE LOS GOBERNADORES
BIBLIOGRAFÍA GENERAL.

 



jueves, 2 de junio de 2011

IGNACIO TELESCA - CURAS, PUEBLO Y VATICANO. LA REORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA PARAGUAYA DESPUÉS DE LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA, 1870-1880 / FONDEC - CEPAG, 2006


CURAS, PUEBLO Y VATICANO
LA REORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA PARAGUAYA
DESPUÉS DE LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA, 1870-1880
FONDEC (FONDO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES)
CEPAG (CENTRO DE ESTUDIOS PARAGUAYOS ANTONIO GUASCH)
Asunción, 2006
Diagramación: MARÍA ANGÉLICA LANERI
Diseño de Portada: RICARDO RUIZ DÍAZ
Corrección: REBECA GONZÁLEZ GARCETE
Impresión: AGR
I.S.B.N.: 99925-895-8-2
Hecho el depósito que prescribe la Ley
Derechos reservados conforme a la Ley
Impreso en el Paraguay
Printed in Paraguay

CONTENIDO
PRESENTACIÓN
LISTA DE ABREVIATURAS
INTRODUCCIÓN
I- LA REORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA PARAGUAYA, 1869-1877
II- LA MISIÓN DE DI PIETRO, 1878-1879
III - CURAS Y PUEBLO EN EL PARAGUAY
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANEXOS DOCUMENTALES

PRESENTACIÓN
Una primera versión de esta obra la presenté en la Universidad de Oxford para obtener mi título de grado. La compartí con un público más amplio en el I Simposio Internacional sobre Religiones, Religiosidad y Culturas, llevado a cabo en la ciudad de Dourados, Brasil, en septiembre de 2004.
Lo que ahora presento es una traducción de la versión original, con algunos añadidos, fundamentalmente en lo que se refiere a la misión de Gregorio Benítez, cuyos manuscritos fueron publicados posteriormente gracias a la tarea mancomunada del FONDEC con la Academia de Historia. Se agrega también un amplio anexo documental, proveniente éste del Archivo Secreto Vaticano, entre otros.
Sin lugar a dudas, los archivos eclesiásticos son muy ricos para poder profundizar en una historia no sólo política e institucional, sino también, y sobre todo, social. Un uso interesante hizo ya Barbara Potthast en su libro ¿'Paraíso de Mahoma' o 'País de las mujeres'? Igualmente, el historiador francés Luc Capdeville ha trabajado las partidas matrimoniales posteriores a la guerra, descubriendo que las mujeres paraguayas sí se casaban, y muchas de ellas con miembros de las tropas brasileñas.
Sin embargo, los archivos eclesiásticos están aún casi sin explorar. El debate sobre la población previa y posterior a la guerra podría ganar mucho si alguien se tomase el trabajo de rescatar todos los libros parroquiales de bautismos, confirmaciones y defunciones. Es una labor ardua, pero necesaria. Asimismo, hoy por hoy, son los únicos archivos que se encuentran disponibles al investigador que quiera trabajar el período posterior a 1870.
Además de los archivos, una fuente inagotable son los periódicos de la época. Tanto la Universidad Católica como la Biblioteca Nacional tienen importantes colecciones. Sin embargo, el estado de conservación de los periódicos no es el ideal. En la biblioteca de la Universidad Católica se encuentran en mejor estado y pueden ser consultados, ya sea en su formato original o a través de microfichas. La Biblioteca Nacional posee una buena colección pero casi inutilizable porque al dar vuelta las páginas, éstas se destruyen. Si bien existen copias en microfilme, la máquina no funcionaba. Una tarea urgente es rescatar estos periódicos realizando ediciones facsimilares como se hizo con Eco del Paraguay, también con apoyo del FONDEO.
Aparte de la investigación en los archivos, fueron claves otras lecturas. Los trabajos de Harris Gaylord Warren, de Milda Rivarola y de Juan Carlos Herken, entre otros, fueron muy importantes para mí comprensión del Paraguay posbélico.
La idea original de esta obra era explorar el universo de la religiosidad de la gente. Mi hipótesis era que, a pesar de la magnitud de la guerra, la población permaneció arraigada en su religiosidad, ya que ésta no se pierde en un corto plazo. Mi objetivo era entonces sumergirme en la vivencia religiosa de las personas. Sin embargo, me encontré con una doble dificultad. Por un lado, me veía en la necesidad de investigar primero la religiosidad previa a la guerra y, por otro, y más importante aún, los archivos consulta-dos, tanto el del Vaticano como el de la Arquidiócesis de Asunción y el de Villarrica, desgraciadamente no me brindaron los datos que yo necesitaba encontrar.
Una vez que pasé de una historia social, o de las mentalidades, a una más de corte institucional y/o política, sobre la reorganización de la Iglesia paraguaya, me encontré con que estaba en curso un debate sobre el resurgir del catolicismo a fines del siglo XIX en América Latina, siendo su punto culminante el Primer Concilio Plenario de la América Latina, llevado a cabo en Roma en 1899. El debate no es nuevo; siempre se discute si existe alguna manera de medir algo tan íntimo como la religiosidad, o si un país es más o menos cristiano. Siempre se suele mirar a la institución eclesial como centro de referencia. Si ésta está más activa es buena señal, sino, lo contrario. Pero una postura así nos remite al universo exclusivamente eclesiástico, entendiendo por esto la formalidad de la Iglesia como institución, y no a la vivencia de la gente. Además, el servicio eclesial no cambia a corto plazo porque haya habido una reorganización del estrato clerical. Sin lugar a dudas, como vamos a ver en este libro, la misión de monseñor Di Pietro fue excelente y se pudo encarrilar una situación anómala de la Iglesia paraguaya, además de reabrir el seminario y traer congregaciones religiosas. Sin embargo, la Iglesia paraguaya no experimentó ningún resurgir. Esto último, entonces, es el tema del presente libro. Esta obra, más que un capítulo cerrado, se presenta como una puerta de entrada a otras múltiples investigaciones.
Como estaba fuera del país, los contactos epistolares y electrónicos fueron muy importantes, y le agradezco a Milda Rivarola y a Thomas Whigham el apoyo que recibí de ellos cada vez que los consultaba. Este último y Ricardo Scavone Yegros leyeron la versión original, y ambos me animaron a publicar el trabajo.
Siempre fui bien acogido en los archivos y bibliotecas. Quiero agregar a las anteriormente citadas bibliotecas, a la del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Este museo se ha convertido para muchos investigadores en un oasis, no sólo por la excelente biblioteca sino también por la calidez de la atención.
Por más de una década he formado parte de la Compañía de Jesús y esta investigación la realicé siendo jesuita. Así que mi vocación por la historia y por el Paraguay se la debo a ellos.
En la Universidad de Oxford, Alan Knight me orientó en este trabajo y Nicholas Davidson fue mi tutor de estudios. Campion Hall y su comunidad me brindaron todas las facilidades para que no sucumbiera en la tarea. A todos ellos, más que agradecido.
Quiero agradecer también al FONDEC por la posibilidad que me brinda de publicar esta investigación histórica.

LISTA DE ABREVIATURAS
AAA- Archivo Arquidiocesano de Asunción
ASV, AAEESS    - Archivio Segreto Vaticano, Affari Ecclesiastici Straordinari
ASV, ANB- Archivio Segreto Vaticano, Archivio Nunciatura in Brasile
ASV, SS - Archivio Segreto Vaticano, Segretaria di Stato
P.R.O., FO- Public Record Office, Foreign Office
R.O.  - Registro Oficial de la República del Paraguay

INTRODUCCIÓN
Débil como era, sin embargo, la Iglesia en Uruguay era mucho más fuerte que la de su vecino Paraguay, donde la Iglesia emergió de los horrores de la guerra en 1870 poco menos disminuida y desmoralizada que el resto de la población. Por las siguientes décadas, la Iglesia paraguaya que postrada y por lo general en silencio: olvidada por los conservadores, atacada ocasionalmente por los liberales y largamente ignorada por la historia (1).
La historia de la Iglesia en Paraguay necesita aún ser escrita. Salvo la obra de Margarita Durán (2), que como bien indica el título, es mínima, y la de Fidel Maíz y Hermenegildo Roa (3), que tiene ya más de cien años de ser narrada, nada aún se ha producido para cubrir este hueco. Este libro, aunque breve, quiere ser una primera aproximación a la Iglesia en el Paraguay en el período posterior a la Guerra contra la Triple Alianza (4).
Para 1870 Paraguay había sido totalmente destruido después de una inmisericorde guerra contra Brasil. Argentina y Uruguay. Todo necesitaba ser reconstruido (5). Más de la mitad de la población había muerto y aquellos que sobrevivieron eran fundamentalmente mujeres y niños (6). La guerra no dejó institución sin tocar, y desde esta poco prometedora base tenía que iniciarse una reconstrucción, aunque la vida política no haya cambiado mucho. El concepto de un Estado patrimonial permaneció casi intacto, mientras que las estructuras familiares y las relaciones de géneros tampoco experimentaron grandes cambios. Una situación similar puede observarse en la Iglesia: aunque sólo un tercio de los sacerdotes sobrevivieron a la guerra, la tragedia no cambió realmente la práctica de la religión.
Obviamente, esto último necesita una investigación meticulosa y este trabajo pretende ofrecer un punto de partida examinando la reorganización de la Iglesia paraguaya en la primera década después de la guerra, y en particular en el rol que jugó el delegado apostólico. monseñor Angelo Di Pietro.
La investigación se basa sobre fuentes que no fueron previamente utilizadas o apenas tenidas en cuenta.
Últimamente se viene hablando de un resurgimiento religioso al final del siglo diecinueve en América Latina, impulsado fundamentalmente desde el Vaticano (7). Sin embargo, el presente estudio pondría en duda dicha hipótesis al menos en el caso de Paraguay. Veremos que las problemáticas de la historia paraguaya se reflejaban también en la historia de la Iglesia. Aunque el pueblo en general seguía siendo eminentemente religioso, notaremos que esto no fue debido a una reorganización institucional, sino más bien a la manera en que la gente había aprendido a practicar su fe sin la asistencia de la institución.
En la primera sección, el estudio se centra específicamente en la reorganización institucional de la Iglesia hasta el momento en que el gobierno envía una delegación a Roma en 1877. En la siguiente sección trataré la misión de Di Pietro, resultado de la previa delegación paraguaya a Roma. Como esta historia no ha sido hasta ahora tratada minuciosamente, tendré que adoptar un estilo más narrativo. La tercera sección ya se aparta de la narrativa institucional para discutir el día a día de la vida religiosa de los habitantes del Paraguay, tanto de los sacerdotes como de la gente.
La política de la primera década de posguerra estuvo caracterizada por tres aspectos importantes: el establecimiento de un nuevo sistema político, la inestabilidad de dicho sistema y la interferencia extranjera en los asuntos inter nos del Paraguay. Asunción estuvo ocupada por las tropas brasileñas desde el 1 de enero de 1869 y, con la ayuda de exiliados paraguayos, instalaron un nuevo gobierno con una nueva Constitución siguiendo el modelo argentino. El grupo de paraguayos que formaron el nuevo gobierno se dividió en dos facciones de acuerdo a alianzas de familia. Otro grupo de paraguayos, formado por aquellos que habían luchado junto a López o habían sido enviados al exterior por el mismo López, también se las arreglaron para entrar en la arena política. La combinación de un sistema político impuesto desde arriba con conflictos internos entre la clase política paraguaya fue el caldo de cultivo ideal para una larga inestabilidad política. Ningún presidente pudo cumplir el término constitucional hasta 1886. Golpes, intentos de revoluciones y los asesinatos marcaron los diez años siguientes a la conclusión de la Guerra contra la Triple Alianza (8).

NOTAS:
1.- LYNCH: «The Catholic Church in Latin America, 1830-1930» en L. BETHELL: (ed.) The Cambridge History of  Latín America, IV, p. 569. Weak as it was, however, the Chureh in Uruguay was stronger than that in neighboring Paraguay, where the Chureh emerged from the horrors of war in 1870 hardly less diminished and demoralized than the rest of the population. For the next decades the Paraguayan Chureh lay prostrate and usually silent, neglected by conservatives, occasionally attacked by liberals and largely ignored by history.
2.- DURAN: La Iglesia en el Paraguay. Una historia mínima, Asunción, 1990.
3.- MAÍZ, Fidel y Roa, Hermenegildo: Breve reseña histórica de la Iglesia de la Santísima Asunción del Paraguay, Asunción, 1906.
4.- Los únicos trabajos en tratar este tema son los de: NÚÑEZ: «Evangelización en los 25 años de posguerra (1870-1895)», en La evangelización del Paraguay. Cuatro siglos de historia, Asunción, 1979, pp, 175-187; MELIÀ: «El fusilamiento del Obispo Palacios. Documentos vaticanos», Estudios Paraguayos, 21.1, 1983, pp. 25-50; HEYN: «Biografía y obras del padre Fidel Maíz», en MAÍZ: Etapas de mi vida, 3a ed. Asunción, 1996, pp. 217-290; y CHAKTRAIN: L'Èglise et les partis dans la vie politique du Paraguay depuis l'Indépendence, Universidad de París I, Ph.D. tesis, 1972.
5.- Cf. RIVAROLA: Obreros, utopías & revoluciones, Asunción, 1993; KLEINPENNING: Rural Paraguay, 1870-1932, Amsterdam, 1992; HERKEN: El Paraguay rural entre 7869 y 1913, Asunción, 1984; WARREN: Paraguay, and the Triple Alliance: the Postwar Decade. 1869-1878. Austin, 1978, entre otros.
6.-  De acuerdo al cónsul inglés en Buenos Aires, la población paraguaya en 1872 era 231.796: 176.000 nativos, y 55.796 extranjeros; P.R.O., Foreign Office Papers, FO 59/35, Mac Donnell al conde de Granville, Buenos Aires, 2 agosto 1872. Más detalles en POTTHAST y WHIGHAM: «The Paraguayan Rosetta Stone: New Insights into the Demographics of the Paraguayan War, 1864-1870», Latin American Research Review 34.1, 1999, pp. 182-184.
7.- IVEREIGH (ed.): The Politics of Religion in an Age of Revival, Londres, 2000.
8.- Esta situación política ya ha sido tratada por otros autores de manera exhaustiva, Cf. WARREN: Paraguay and the Triple Alliance, y Rebirth of the Paraguayan Republic: the First Colorado Era, 1878-1909, Pittsburgh, 1985; LEWIS: Political Parties and Generations in Paraguayns Liberal Era, Chapel Hill, 1993; HERKEN: El Paraguay rural entre 1869 y 1913, Asunción, 1984; CABALLERO AQUINO: La Segunda República Paraguaya, Asunción: Arte Nuevo, 1985; ABENTE: «The Liberal Republic and the Failure of Democracy in Paraguay».


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LA REORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA PARAGUAYA, 1869-1877

Después de la independencia, la Iglesia nunca tuvo en Paraguay la influencia social que tenía en otros países latinoamericanos. El Estado se arrogó para sí mismo el anterior patronato real. El doctor Francia cerró el seminario en 1820 y cuatro años más tarde suprimió las órdenes religiosas «por ser innecesarias y sin utilidad», confiscando sus pertenencias. Cuando Francia murió en 1840, sólo cuarenta y tres sacerdotes servían a las ochenta y tres parroquias que formaban la diócesis de Asunción, la única diócesis en Paraguay. El sucesor de Francia, Carlos Antonio López, reabrió el seminario y el Estado volvió a pagar los salarios de los sacerdotes, pero López controlaba la Iglesia, hasta el punto de escribir las cartas pastorales (9). Francisco Solano López continuó la política de su padre, y la Iglesia permanecía bajo el control del Estado. El último obispo de la sede de Asunción antes de 1870, Manuel Antonio Palacios, nombrado en enero de 1865, fue ejecutado por López durante la guerra en diciembre de 1868, por conspirar contra el presidente. Sin embargo, López contaba con elementos dentro de la Iglesia que estaban de su lado: dos sacerdotes, Fidel Maíz y Justo Román (10), estaban entre el jurado que sentenció a muerte al obispo Palacios (11).
El sacerdote capuchino italiano Salvador María de Nápoles (12), que era uno de los capellanes de las tropas brasileñas, caracterizaba a López -desde su parcial punto de vista- como el «Nerón americano» a quien el pueblo y el clero obedecían, y explicaba:
El capricho del Nerón Americano era la verdadera Constitución, y so pretexto de igualdad ante la ley, militarizaba el Sacerdocio, esclavizaba la Iglesia, [..] El sacerdote cargaba la espada o el fusil, vestía la camisa colorada; era en fin comisario de guerra, o fiscal de sangre en las sentencias de muerte. En el Clero, entre los Campeones no faltaron los pusilánimes y débiles, los espías y acusadores del finado Obispo, y de sus mismos hermanos!! [..] López tuvo el talento de destruir a la flor del Clero, que, sea dicho a su gloria, formaba la mayoría, y los mejores magistrados y hombres públicos, dejando en el suelo Nacional un puñado de hombres ignorantes (con pocas excepciones) y unos 25 clérigos de la misma ralea, con una sola excepción (13).
En la confusa situación de 1869, algunos sacerdotes permanecieron con López hasta el final de su lucha, mientras que otros ya intentaban reorganizar la Iglesia en Asunción. El internuncio apostólico en Brasil, monseñor Domenico Sanguigui (14), recibió una carta firmada por tres sacerdotes paraguayos-Policarpo Páez, Claudio Arrúa y Cecilio Román- en Asunción el 2 de abril de 1869, pidiéndole que nombre a alguien para tomar la responsabilidad (15). El internuncio ya sabía desde enero acerca del fusilamiento del obispo Palacios por López (16). La cabeza de facto de la Iglesia en Asunción era Fidelis de Avola, uno de los seis sacerdotes capuchinos italianos que sirvieron como capellanes en el ejército brasileño. Desgraciadamente para la Iglesia paraguaya, estos extranjeros eran los únicos corresponsales del internuncio o, al menos, los únicos a quienes él creía. Cuando los sacerdotes paraguayos comenzaron a volver a la ciudad, éstos eran enviados junto a Avola por el ministro brasileño en Paraguay para que obtuviesen las facultades necesarias para realizar su ministerio. El internuncio utilizaba a los frailes capuchinos no sólo para informarse acerca del Paraguay, sino también para juntar sugerencias sobre los posibles candidatos para la sede de Asunción. Tanto Avola como Nápoles tenían en baja estima al clero paraguayo afirmando que ninguno de sus miembros era digno de ser nombrado obispo. Nápoles le comentó a Sanguigni que «aunque ellos [los sacerdotes paraguayos] eran razonablemente decentes, carecían de sano juicio y de la inteligencia necesaria para gobernar la Iglesia en estos tiempos espinosos». Propuso además que uno de los capellanes del ejército brasileño fuera nombrado obispo de manera interina". Desde Roma querían que Sanguigni nombrara a un paraguayo como vicario apostólico, y sugirió algunos posibles candidatos: Fidel Maíz, Vicente Moreno, Cecilio Román, Manuel Antonio Corvalán. Pedro León Caballero y José Teodoro Escobar (aunque estos dos últimos ya estaban muertos). Sin embargo, hay que añadir que el internuncio estaba también bajo la presión del gobierno brasileño para que no nombrara a ningún paraguayo como vicario, ni delegara el asunto al arzobispo de Buenos Aires (desde 1865 la diócesis de Paraguay había pasado a ser sufragánea de la de Buenos Aires). Por su parte, el arzobispo de Buenos Aires sostenía que el nuevo obispo debería ser un delegado papal. Finalmente, el papa Pío IX decidió dejar la cuestión enteramente al internuncio en Río de Janeiro. Sanguigni designó a Avola como vicario apostólico foráneo (18), designación que fue aprobada por el gobierno provisional paraguayo en diciembre de 1869. Un mes más tarde, Avola tomó posesión de la sede.
En abril de 1870, Avola contaba sólo con diecisiete sacerdotes, todos ellos paraguayos, para poder enviar a las diferentes parroquias. Estos sacerdotes tenían que cubrir todo el país, por lo que casi todos ellos estaban a cargo de todo un departamento: «[...] Barrero Grande y su departamento, Vicente Moreno; Villa Rica y su departamento, Miguel de Dios Pinto; [...]» (19).
En sus inicios, el clero paraguayo aceptó silenciosamente la autoridad de Avola: el padre Duarte, quien luego se convertiría en su feroz opositor, le envió a este último una carta alabando de esta forma:
[...]  sus virtudes, su celo paternal, y su alta influencia servirá de mucho ala Iglesia del Paraguay para recobrar su antiguo esplendor y sus legítimos derechos de que fue despojada por los déspotas que han gobernado esta República (20).
Tanto el clero como el pueblo estaban exhaustos por la guerra. La totalidad de los sacerdotes se habían unido en la lucha contra la Triple Alianza, no así la mayoría de la clase política asunceña, que había estado en el lado vencedor. Es materia de especulación si la gente estaba consciente o no de esta distinción; pero en las elecciones de 1870 para formar la asamblea constituyente, encarga-da de redactar la nueva constitución, siete sacerdotes fueron elegidos: Claudio Arrúa (por Luque), Pedro Juan Aponte (por Ihacangua), J. del C. Arzamendia (por Altos), Miguel Pintos (por Villarrica), Policarpo Páez (por Pilar), Jerónimo Ortiz (por Carapeguá) y José Ignacio Acosta (por Lambaré). Los cinco primeros pertenecían al Gran Club del Pueblo y los dos últimos al Club del Pueblo (21).
En el ya citado reporte de Nápoles, se deja igualmente clara la dependencia de la Iglesia en el apoyo brasileño:
La ocupación brasileña fue al principio más bien una medida prudente y acertada, porque dio lugar a nosotros, encargados por la Nunciatura Apostólica para establecer la regular administración de los SS. Sacramentos, y la Disciplina Eclesiástica, para congregar todo lo desparramado, y ordenar aquel caos insondable. Y en verdad, no sin sacrificios y fátigas increíbles, en poco tiempo se restablecieron, según los Cánones, más de 50 Parroquias (de las 103 que tenía la Diócesis) se abrió un Seminario para Eclesiásticos, y un Colegio Nacional en grandes proporciones (22).

NOTAS:
9.- Cf. DURAN: 1990, p. 43. Sobre la época de Francia y los López Cf. COONEY: «Independence, Dictatorship, and Fray Pedro García de Panes, OFM: Last Bishop of Colonial Paraguay (+ 1838)». Archivum Franciscanum Historicum, 68, Roma, 1975, pp. 421-449: «The Destruction of the Religious Orders in Paraguay, 1810-1824» The Americas 36:2, 1979, pp. 177-198; HEYN SCHUPP: Iglesia y Estado en el Paraguay durante el gobierno de Carlos Antonio López, 1841-1862. Estudio jurídico-canónico. Asunción: Biblioteca de Estudios Paraguayos, 1987; Iglesia y Estado en el proceso de emancipación política del Paraguay (1811-1853). Asunción: Editorial Don Bosco, 1991; NOGUÉS: «El general López en Roma». Historia Paraguaya, 1969-70; La Iglesia en la época del doctor Francia. Asunción, 1988; «El Provisor Roque Antonio Céspedes Xeria», Historia Paraguaya, 1958, pp. 45-64; GAONA, El Clero en la Guerra del 70, Asunción, n.d.
10.-  Ambos sacerdotes siguieron al Mariscal López hasta Cerro Corá, pero mientras que Maíz fue llevado prisionero al Brasil, Román fue degollado por las tropas brasileñas, después de caer López. Cf. GAONA, p. 24.
11.- Cf. El dictamen formulado por estos sacerdotes en DURÁN, Margarita, Catecismo de San Alberto, pp. 3-37 del anexo.
12.- Él utilizaba la versión castellana de su nombre.
13.- Archivio Segreto Vaticano (ASV), Affari Ecclesiastici Straordinari (AAEESS), Paraguay, fascículo 135, Nápoles a Marini, Nápoles, 19 de julio de 1875, f. 79.
14.-  Fue internuncio desde 1863 hasta el 30 de enero de 1874. Hasta el arribo de monseñor Di Pietro, el delegado pontificio en Brasil tenía jurisdicción sobre el Paraguay.
15.- ASV, Archivio Nunciatura in Brasile (ANB), fascículo 293, ff. 19-20, a Sanguigni, Asunción, 2 de abril de 1869.
16.-  El proceso de ejecución y su desarrollo en el Vaticano está excelentemente tratado en MELIÀ, «El fusilamiento del Obispo Palacios. Documentos Vaticanos», Estudios Paraguayos, 21.1, 1983, pp. 25-50.
17.- Citado por MELIÀ, 1983, p. 34, a quien seguimos para el desarrollo del período 1869-70.
18.- Normalmente, el vicario apostólico foráneo era designado por el obispo como su representante en un grupo de parroquias. En este caso, Avola era un representante del internuncio con algunos poderes episcopales, tales como conferir la confirmación.
19.- ASV ANB, fascículo 293, f. 40, Avola a Sanguigni, Asunción, 21 de abril de 1870. Sin embargo, es importante no perder de vista que los nombramientos eran hechos por el Estado, como queda constancia en el Registro Oficial; el mes de septiembre de 1869 fue un mes de reorganización parroquial para el Estado: el 4 se nombra capellán de la parroquia del departamento de Tobatí al presbítero don Miguel de Dios Pintos: el 17, capellán de la parroquia de Itapé, al presbítero don Pedro Aponte; el 18, capellán de las parroquias Recoleta y Trinidad, al presbítero don Tomás Castelvi, capellán de la parroquia de San Roque, al presbítero don Claudio Arrúa, capellán de la parroquia de la Catedral, al presbítero don Policarpo Páez; el 22, capellán de la parroquia de la Villa Concepción y su departamento, al presbítero Cecilio Román; capellán de la parroquia de Barrero Grande, Caraguatay y Piribebuy, al ciudadano Manuel Vicente Moreno, el 23, capellán de las parroquias de Luque, Areguá y Limpio, al presbítero don Claudio Arrúa; el 24, capellán para la parroquia de la Villa del Pilar, al presbítero don Isidro Insaurralde, el 25, capellán de la parroquia de la Recoleta, al presbítero don Pedro Pablo Benítez; el 27, capellán de las parroquias de Yaguarón, Itá y Paraguarí, al presbítero don José María Velásquez; el 28, capellán de la parroquia de La Encarnación al presbítero don Gerónimo Becchis. Cf. RO, tomo I.
20.- Archivo Arquidiocesano de Asunción (AAA), carpeta Avola, Duarte a Avola, Asunción, 22 de enero de 1870.
21.- Cf. DECOUD, 1934.
22.-  ASV AAEESS, fascículo 135, Nápoles a Marini, Nápoles, 19 de julio de 1875, f. 79-80.

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A pesar de estos esfuerzos, ni el seminario ni el colegio duraron más de un año; y los extranjeros comenzaron a ser resentidos por el clero paraguayo. El padre Fidel Maíz, quien había servido como uno de los fiscales en los «tribunales de sangre» en donde fue ejecutado el obispo Palacios, volvió al Paraguay desde el Brasil el 5 de diciembre de 1870, habiendo justificado sus acciones bajo el comando de López ante el internuncio. Él era reconocido, tanto por amigos y enemigos, como el mejor educado entre el clero paraguayo, «el único sacerdote competente», decía Nápoles en su informe (23).
Avola y Maíz chocaron desde un inicio. El vicario foráneo no podía permitirle a Maíz volver al Paraguay como si nada hubiese pasado; Maíz había estado envuelto en la misma ejecución del anterior obispo. Sin embargo, Avola, como vicario foráneo, carecía de la autoridad para resolver dicha cuestión, aunque, yendo más allá de sus poderes, él trató de suspender a Maíz a divinis. De hecho, el 26 de diciembre el padre Fortunato José de Sousa, capellán también de las fuerzas imperiales y secretario de Avola, le escribe una nota en donde le comunica a Maíz que «estando acusado de hechos que acarrean graves censuras eclesiásticas ha de abstenerse de celebrar todo y cualquier acto del ministerio sagrado hasta ulterior resolución». De más está decir que el padre Maíz no se quedó atrás y al día siguiente contestó con otra carta, en donde manifestaba que hasta que no se le realice un juicio él seguirá ejerciendo su ministerio (24).
Avola temía la influencia de Maíz sobre el resto del clero, y con buena razón: el padre Ignacio Duarte, cura párroco de la iglesia de San Roque en Asunción, invitó a Maíz a predicar en su parroquia el 12 de febrero de 1871. Esto era en clara oposición a Avola, quien en el mes anterior había enviado una circular a los curas párrocos informándoles que el padre Maíz estaba suspendido. Este asunto generó un debate considerable en los periódicos de Asunción, y Avola comenzó a sentir claramente la oposición del clero nativo, quien trataba de forzar al gobierno para que se retracte del nombramiento de Avola. Su argumento era que el artículo 3°.- de la nueva Constitución Nacional establecía que: «la religión del Estado es la Católica, Apostólica, Romana, debiendo ser para-guayo el jefe de la Iglesia; sin embargo, el Congreso no podrá prohibir el libre ejercicio de cualquiera otra en todo el territorio de la República» (25), mientras que el artículo 102°.-, refiriéndose a los poderes del presidente, establecía que éste «ejerce los derechos del Patronato Nacional de la República en la presentación de Obispos para la Diócesis de la Nación, a propuesta interna del Senado, de acuerdo con el Senado Eclesiástico, o en su defecto, del Clero Nacional reunido» (26).
El presidente Cirilo Rivarola trató de revocar el exequátur de Avola, pero este último desconocía la medida de Rivarola hasta que el Vaticano nombrase a su sucesor (27). De hecho, Rivarola le retiró el exequátur el 10 de febrero de 1871 y para elegir a un nuevo Jefe de la Iglesia entre los miembros del clero nacional, el 21 de dicho mes convocó «a todo el clero nacional para una reunión que tendrá lugar el día 30 del próximo mes entrante ... con el fin de proponer una terna para el objeto indicado » 28
Finalmente, el clero nacional se reunió en abril de 1871 y envió al gobierno una lista con tres candidatos para el obispado: Manuel Vicente Moreno (29). Feliciano Eliseche (30) y Blas Ignacio Duarte. El decreto presidencial lo deja claro:
El Presidente de la República.
Visto el Art. 3°.- de la Constitución y estando aprobada por el Senado la terna compuesta de los Presbíteros ciudadanos Manuel Vicente Moreno, Blas Ignacio Duarte y Feliciano Eliseche, presentada por el Clero Nacional reunido a convocación del ejecutivo para la presentación del Obispo de esta Diócesis, de conformidad con lo prescrito en el artículo 102, inciso 7°.- de la Constitución, en uso del derecho de Patronato que le acuerda dicho artículo: oído el parecer del Consejo de Ministros,

NOTAS:
23.- Ibíd., f. 82. Fidel Maíz en su Etapas de mi vida narra estos años a partir de la página 75.
24.- MAÍZ, idem.
25.- DECOUD, 1934, comenta que el artículo fue objeto de una larga discusión en donde los presbíteros presentes se opusieron, a la redacción del artículo, pero éste fue sancionado por una mayoría de 28 votos contra 17 (Cf. pp. 245-6). Avola había sido nombrado antes de la redacción de la Constitución.
26.- DECOUD, 1934, aclara que en vez de «interna» debería leerse en terna, como de hecho fue la propuesta de Cayo Miltos. Este inciso fue aprobado por unanimidad, es decir que todos los sacerdotes presentes se adhirieron a la propuesta; pp. 292-3 Cf. MAÍZ, 1996, pp. 81-88.
27.- Incluso el internuncio Sanguigni le escribía a Avola desde Río de Janeiro dándole autorización para confirmar y para dispensar de impedimentos en 10 casos de primer grado, además de afirmarle que su celo, dedicación, ernpeño por la causa de la religión es merecedor de todo elogio, y apruebo sin reservas sus actos. ASV, ANB, fascículo 297, Sanguigni a Avola, Río de Janeiro, 21 de octubre de 1871.
28.-  R.O., tomo 1, p. 171.
29.-  Manuel Vicente Moreno había sido ordenado sacerdote en 1849.
30.-  Al año siguiente, el padre Eliseche fue nombrado director del Colegio Nacional de la Asunción, 23 de septiembre de 1872, R.O., tomo 1, p. 360. El apellido Eliseche en otras ocasiones se lo encuentra con `z', Eliseche. Lo mismo ocurre con otros apellidos.

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DECRETA:
Art. 1º Nómbrase al Presbítero ciudadano Manuel Vicente Moreno para asumir la administración de este Obispado mientras sea definitivamente instituido y confirmado un nuevo Diocesano, que el Gobierno propondrá dentro del más breve término a la Santa Sede Apostólica.
Art. 2°.- En este intervalo el nombrado administrador ejercerá pleno jure toda la jurisdicción temporal de la Iglesia.
Art. 3°.- Comuníquese a quienes corresponda por el órgano respectivo, publíquese y dese al R. O.
Dado en la Asunción a los veinte y dos días del mes de septiembre de mil ochocientos setenta y uno.
RIVAROLA.
José S. Decoud (31)

Aunque el presidente Rivarola haya nombrado a Moreno como administrador de la diócesis, Avola continuaba ejerciendo los poderes. Las rivalidades crecieron durante los siguiente meses, y varios sacerdotes decidieron no aceptar la autoridad de Avola. En 1872, los sacerdotes paraguayos Blas Ignacio Duarte, Elíseo Díaz Canteros, Feliciano Elizeche y José María Núñez se negaron a aceptar los nombramientos hechos por Avola (32). Sin embargo, más que problemas doctrinales, lo que estaba en juego eran cuestiones políticas. La dominación brasileña era resentida por la población en general, e incluso más por el clero paraguayo, quienes se habían opuesto a los brasileños en la guerra. Tampoco era un problema de fácil resolución para la nueva elite política. Ellos se negaron a tomar una posición definitiva respecto al exequátur. A veces apoyaron al vicario en contra de los curas «lopistas», otras veces reaccionaron en contra de la dominación extranjera en asuntos eclesiales. Podemos ver en La Regeneración, el primer periódico que apareció en Asunción después de 1869, ejemplos tanto de artículos quejándose de los sacerdotes que apoyaron a López, como de artículos apoyando al clero paraguayo en contra de los capuchinos extranjeros.
El sacerdocio fue el primer elemento del despotismo; el primer sostenedor del déspota y el primer defensor de la maldad. El que ayer alzaba sus preces al cielo pidiendo gloria y larga vida para el tirano, no puede hoy entonar los himnos inmortales de la libertad 33.
Tenemos un clero paraguayo que puede muy bien llenar las Iglesias y parroquias, a qué pues admitir a capuchinos, a esos hombres arrojadlos por malditos de todo el mundo! (34)
Mientras tanto, los sacerdotes paraguayos participaban activamente en las discusiones políticas del momento. Maíz estaba en contacto con Rivarola, quien lo apoyaba en contra de Avola. Cuando Rivarola cayó a fines de 1871, Fidel Maíz fue puesto en prisión. Luego Maíz, Jerónimo Becchis (35) y Blas Ignacio Duarte se ubicaron con Cándido Bareiro. Otros sacerdotes tuvieron que exiliarse cuando el intento de revolución que ellos apoyaban fracasó, coleo es el caso de Jerónimo Ortiz, quien tuvo que escapar a Argentina después de las revueltas de 1872-336. Al mismo tiempo que el clero paraguayo estaba envuelto en las discusiones políticas del momento, nuevos curas extranjeros llegaron al país, la mayoría de ellos expulsados de las diócesis vecinas de Argentina. Avola los fue enviando a las parroquias del interior, en donde quedó pronto en claro por qué habían sido expulsados. Pedro Antonio Cione, un sacerdote italiano, fue enviado a Capiatá, en donde fue acusado por su feligresía en enero de 1872 de golpear a una mujer en la sacristía, y dos meses más tarde «por hechos escandalosos y criminales» (39).
Cuando Cirilo Rivarola fue reemplazado al final de ese año, tanto el nuevo gobierno como parte del clero continuaron reconociendo a Avola como la cabeza de la Iglesia. En esta situación, el gobierno de Salvador Jovellanos decidió enviar a Gregorio Benítez 38 a Roma para pedir el nombramiento de Moreno como nuevo obispo de Asunción. A pesar de las protestas de Avola y del gobierno brasileño, Roma finalmente instruyó, el 1 de septiembre de 1873, al inter-nuncio Domenico Sanguigni que nombre a Moreno 39.
La misión de Benítez, sin embargo, no estuvo exenta de complicaciones. Llegó a Roma el 1 de junio de 1873 y permaneció en dicha ciudad hasta el 7 de julio. Allí se dio cuenta de que el informante del Vaticano respecto al Paraguay era el mismo internuncio de Río de Janeiro, y de éste los padres capuchinos, en especial Fidelis de Avola (40). A esto se debe la reticencia de parte del papa Pío IX en nombrar a alguien del clero nacional para vicario administrador. La razón principal era que en el Paraguay no había sacerdotes capaces de ocupar el puesto de jefe del clero.
Sobre Moreno, de manera especial, tenían bastantes reparos, ya que se había inmiscuido en política y que al ser de carácter débil sería fácilmente manejado por Fidel Maíz. La difícil situación Benítez la comentaba en una carta a José del Rosario Miranda:
Cúmpleme advertir al gobierno que el señor capuchino Fidelis de Avola que se halla provisoriamente al frente de la Iglesia Paraguaya, ha dado a la Corte Pontifical los informes más tristes sobre el clero paraguayo, presentando a todos los sacerdotes como nulidades absolutas. Que ninguno de ellos es digno de ser colocado a la cabeza de la Iglesia del país. Por mi parte, comprendo perfectamente el verdadero móvil de los informes del señor capuchino. No obstante, espero convencer a Su Santidad y a sus Ilustres consejeros de la realidad de la situación. Al efecto, me ocupo de tomar las medidas necesarias. Entretanto, es de absoluta necesidad que el Gobierno de la República no acepte ninguna proposición de parte del Internuncio residente en el Brasil o del mismo fray Fidelis. Es preciso que el gobierno sepa hacer ejecutar y respetar la Carta Fundamental de la nación. Que responda netamente que no puede tratar de un asunto que ha sido objeto de una misión especial cerca del Santo Padre y que la nación se ha visto obligada a costear. Que hasta que reciba noticias del resultado final de las negociaciones de su plenipotenciario, no podría entablar discusiones ni aceptar proposiciones de ninguna especie (41).
Gregorio Benítez, en una exquisita labor diplomática, no dejó puerta sin tocar y no dudó en recurrir incluso al padre general de los jesuitas, el padre Bex, para solicitarle la ayuda necesaria para lograr su objetivo. Es importante notar que entre las razones más importantes esgrimidas por Benítez para la pronta designación de Moreno, estaba la de la anarquía reinante en la Iglesia paraguaya entre los sacerdotes y Fidelis de Avola.
Roma aceptaba nombrar a Daniel Sosa, cura de la Catedral, pero como vicario apostólico. Finalmente, y después de un largo trabajo de pasillos, Benitez consiguió que Pío IX autorice a monseñor Domenico Sanguigni, internuncio apostólico en el Brasil, para que proceda efectuar el nombramiento de dicho sacerdote Moreno al puesto referido, ad beneplacitum Santa Sedis, confiriéndole las facultades necesarias para poder ejercer el cargo que se, le confía, en bien espiritual de los fieles de aquella Diócesis.
El 1 de septiembre de 1873 se escribe el Breve en Río de Janeiro nombrando a Moreno como administrador de la diócesis del Paraguay y el 28 de octubre Jovellanos le da el pase (42).
El 27 de noviembre del mismo año, Moreno escribió su primera carta pastoral al clero y al pueblo dándoles a conocer su nombramiento como administrador apostólico de la diócesis de tal manera que ellos puedan «recurrir a mí con vuestras necesidades espirituales» (43). Primeramente, Moreno pidió al papa que excuse de todos los defectos canónicos que pudieron haber surgido por la anterior situación y le solicitó que escuche al clero paraguayo corno fiel intérprete de sus propios intereses. En clara referencia a Avola, él declaraba:
Ay! Se le ha negado aún el derecho de existir como corporación; y lo que es más, se ha sostenido como doctrina de la Iglesia Católica, que no merece ya tener un Pastor ó Prelado de su propia nacionalidad, si no es pasados 40 años! (44)
Al mismo tiempo, el obispo Moreno reorganizó las parroquias nombrando vicarios foráneos y dándoles nuevas instrucciones (45).
Avola, finalmente, dejó el país junto con los demás sacerdotes capuchinos, con la excepción de Salvador de Nápoles, quien permaneció en su parroquia de Villarrica. Tan pronto como se enteró del nombramiento de Moreno,  Nápoles le escribió inmediatamente al nuevo administrador reconociéndole «corno superior y padre», y dejándole claro que,
[..] si yo soy del hábito seráfico, no opinaba como aquel [Avola] que lo revestía y me mandaba ¡¡no poseía en muchos puntos las mismas ideas!! Mis amigos han sido, y que creo que aún lo sean, los RR. PP Duarte, Elizeche, Aponte, Gil, Sosa, Casco, Ortiz, Insaurralde, Maíz (aunque no lo conozca) y cuantos Sacerdotes sirven a esta Iglesia Paraguaya (46).
Además, Moreno recibió -como era de esperar- el reconocimiento de todos los sacerdotes paraguayos que habían tenido problemas con Avola y el gobierno. Desde su exilio en Villa Occidental (en ese tiempo bajo control argentino), el padre Acosta le envió una carta a Moreno presentándole su obediencia y declarando que,
[..] desde un principio he sido opuesto contra la administración perversa del mercenario Avola, y de los gobiernos pasados y actuales, y me he impuesto como una ley Sagrada, de llevar siempre una sistemática oposición, y una fuerte persecución contra ellos hasta morir ó hasta conseguir que un Sacerdote paraguayo venga a regir el destino de nuestra Iglesia'.
Desgraciadamente para la Iglesia paraguaya, Moreno murió siete meses más tarde, el 30 de mayo de 1874. Antes de morir nombró a su secretario, no otro que el padre Fidel Maíz, como administrador ad interim hasta que un nuevo obispo sea designado (48). El gobierno aceptó el nombramiento el 2 de junio y el 28 de julio de dicho año convocó al clero para el 10 de septiembre con el fin de elaborar una terna y presentar al papa a quien fuera electo 49. La terna electa y aprobada por el senado estuvo conformada por Fidel Maíz, Feliciano Eliseche y Gerónimo Ortiz.
Los siguientes tres años fueron los más difíciles de toda la historia de la Iglesia en el Paraguay de posguerra. En primer lugar, había dificultades canónicas: ¿podía Moreno, siendo sólo un administrador, delegar sus funciones en Maíz? Por otro lado, estaba la duda sobre la validez del nombramiento de Maíz por el gobierno. De acuerdo a las provisiones del patronato, dicho nombramiento era totalmente válido, pero Roma se negaba a reconocer la transferencia del patronato del reino español a las nuevas repúblicas independientes, aunque de hecho sí aceptaba pragmáticamente nombramientos gubernamentales, como fue el caso de Moreno. Pero el real problema era Maíz, su responsabilidad por la ejecución del obispo Palacios estaba todavía sin resolver. Quizá, si Moreno hubiese elegido otro sacerdote paraguayo, Roma habría aceptado al nuevo administrador. Aunque el clero había nominado a Maíz para ocupar la sede, ellos no formaban una unidad homogénea-como había quedado de manifiesto en la participación en la Asamblea Constituyente de 1870-. Antiguos amigos de Maíz, tales como Duarte, Insaurralde, Becchis y Jara, comenzaron a hacerle oposición y a enviar cartas al internuncio acusándole tanto de haber presionado a Moreno a firmar cuando éste estaba en su lecho de muerte, como de perseguir a todos aquellos curas que no estaban de acuerdo con él. Uno de ellos escribía:
Como tuve el honor de anunciar a V. E. Rma, jamás me he degradado hasta el punto de adherirme al cisma desgraciadamente iniciado en mi patria por el presbítero Fidel Maíz; y si hasta cerca de la última Pascua me mantuve cerca de mi curato de Villa del Pilar, fue con la más completa independencia de este Presbítero Maíz, prelado impuesto a la fuerza y anticanónicaniente por el gobierno de mi país.
Mas en la fecha arriba apuntada, habiendo caprichosamente pretendido Maíz separárseme de la parroquia conferida legítimamente por el Rmo. Vicario Apostólico Fray Fidelis de Avola, para colocárseme en otra, obligome darme de este modo adhesión al cisma; me negué resueltamente aceptarla, por cuyo motivo, siendo en gran manera perseguido por el gobierno que pretendía encerrarme en un calabozo, me determiné a emigrar clandestinamente de mi país, hallándome ahora en Corrientes.
Doy a  saber a V E. Rma. este suceso con el objeto de manifestar mi constancia en el propósito de confesar la debida obediencia a V. E. y sobre todo al Padre Universal y Vicario de Jesucristo, de quien jamás me he apartado. Aquí espero las órdenes de V E. Rma. dispuesto a hacer de mi parte cualquier sacrificio por salvar mis esencias católicas, y cumplir con los deberes que incumben a todo sacerdote que cifra toda su gloria en el consagrarse hasta la muerte fiel a las doctrinas de la Iglesia Católica Apostólica Romana 50.

NOTAS:
34.- Ibíd.. 20 de marzo de 1870.
35.- Jerónimo Becchis fue reconocido por el gobierno de Rivarola como agente consular del rey, de Italia en Asunción, el 10 de agosto de 1871 (Cfr. R.O., tomo 1, p. 230), lo cual originará un descontento de Roma hacia Avola por dar tal autorización. El padre Becchis, de origen italiano, había llegado al Paraguay en 1855.
36.- AAA, Notas Recibidas, 1870-4, Ortiz a Avola, Corrientes, 17 de abril de 1873. José Ignacio Acosta también fue suspendido por Avola por haber participado en el levantamiento de Caballero en 1873, Cf. la carta de Acosta a Avola desde Itá, el 7 de julio de 1873, en ídem.
37.- Ibíd., Jefe Político de Capiatá a Avola, Capiatá, 16 de enero de 1872; Ferreira a Avola, Capiatá, 7 de marzo de 1872.
38.- El nombramiento de Benítez como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario es del 1 de julio de 1872, R.O., tomo I, pp. 339-340. Benítez, EN otras ocasiones, figura como Benítes.
39.- La misión de Benítez a Roma se encuentra detallada en BENÍTEZ. Gregorio, Misión en Europa (1872-1871). Asunción: FONDEC - Academia Paraguaya de la Historia, 2002. Ver también el Anexo Documental.
40.- Más claro lo deja Benítez cuando afirma: «Sin duda la observación de Su Santidad se fundaba en los informes de los capuchinos que pretenden mantener indebidamente su autoridad temporal en el Paraguay, a fin de monopolizar los principales puestos [...]». ídem, p. 448-9.
41.- Ídem, 451.
42.- R.O.. tomo I, pp. 484-485.
43.- AAA, carpeta Moreno. Moreno a la Diócesis, Asunción, 27 de noviembre de 1873.
44.- Moreno a Antonelli, Asunción, mayo de 1874, citado en MAÍZ y ROA, 1906, p. 39.
45.- AAA, carpeta Moreno, Moreno a los sacerdotes, Asunción, 3 de marzo de 1874; y 23 de marzo de 1874.
46.- AAA, Notas Recibidas 1870-1874, Nápoles a Moreno. Villa Rica, 16 de noviembre de 1873.
47.- AAA, carpeta Moreno, Acosta a Moreno, Villa Occidental, 22 de noviembre de 1873.
48.- Moreno había rehabilitado oficialmente a Maíz a través de una publicación oficial cl 23 de noviembre de 1873. Igualmente lo nombró su secretario. Cfr. MAIZ, 1996, pp. 91-92. El padre Maíz también había sido nombrado director del Colegio Nacional el 5 de marzo de 1874 en reemplazo del padre Elizeche. R.O. tomo 1, p. 517.
49.- AAA, carpeta Moreno, In Nomine Domine. Amen. R.O. tomo 1, ver anexo.
50.- ASV, ANB, fascículo 296, Insaurralde a Bruschetti, Corrientes, 16 de mayo de 1876, f. 135. Ver, además, ibid., fascículo 297, Becchis a Bruschetti, Buenos Aires, 3 de febrero de 1876, ff. 73-73; ibid., Duarte a Bruschetti, Asunción, 16 de agosto de 1875.

*/*

Los documentos consultados no ofrecen una clara explicación del porqué ellos cambiaron de posición. Maíz especula en su autobiografía que Duarte también ambicionaba convertirse en obispos (51). De hecho, cuando Aponte fue nombrado más tarde obispo, Duarte pasó a ser su secretario.
Por varios motivos, no sólo eclesiásticos, el presidente Jovellanos decidió enviar una misión especial a Europa. Higinio Uriarte, quien fue enviado a Roma, recién llega en septiembre de 18755, pero fracasó en hacer que Maíz fuera nombrado. Mientras tanto, cartas quejándose de Maíz habían llegado tanto a Río de Janeiro como a Roma. El internuncio Sanguigni había sido transferido a Portugal en enero de 1874 y se le encargó a su secretario Ferrini que hiciera las veces de nuncio hasta que el nuevo llegara. Sin embargo, Ferrini murió en febrero y otro secretario, Luis Bruschetti, lo sustituyó hasta septiembre de 1876, cuando finalmente llegó a Río de Janeiro el nuevo internuncio, César Roncetti. Todos estos cambios atrasaron y complicaron el proceso de normalización de la Iglesia paraguaya. Es más, el «consejero» en asuntos paraguayos en la Nunciatura de Río de Janeiro no era otro que Fidelis de Avola.
Cuando Uriarte retornó de Roma y su fracaso en dicha ciudad era ya conocido en Asunción, el gobierno propuso al padre Claudio Arrúa en lugar de Maíz como nuevo administrador (6 de diciembre de 1875) (55). El ministro de Relaciones Exteriores, Facundo Machaín, le reconocía a Bruschetti que en Paraguay se vivía una situación muy tensa por este tema, y que la población estaba dividida en bandos, algunos apoyando al padre Duarte y otros a Maíz, es por eso que le ruega:
encarecidamente a Monseñor, quiera acceder al pedido que le hago como Ministro, instituyendo siquiera una autoridad meramente interina, aunque más no sea que para alejar definitivamente a Maíz y sin perjuicio de seguir trabajando en nuestro común deseo para lo cual me encontraré siempre firme y decidido como Hijo fiel de nuestra santa madre la Iglesia Católica (54).
El nuncio en Río, instruido por Avola (55), una vez más ponía sobre el tapete la antigua creencia de que ningún sacerdote paraguayo era digno de ser nombrado obispo y que, por lo tanto, no aceptaba la nominación de Arrúa. La situación ya estaba convirtiéndose imposible para Maíz. Una parte del clero estaba en contra suya, e incluso una gran parte de la población se le oponía. Maíz aceptó la situación y presentó su renuncia el 27 de abril de 18765. Sosa, el secretario de Maíz, fue el responsable de mantener la administración funcionando, pero él no hizo ningún nombramientos', y en tanto que Roma no nombrase un nuevo administrador, Maíz estaba técnicamente a cargo (58).
Las cartas enviadas a Roma y a Río de Janeiro hablan de una situación de caos: sacerdotes dejando sus parroquias (y algunos dejando incluso el país, como en los casos de Insaurralde y Becchis); y la gente solicitando autorización para abrir oratorios privados con el fin de evitar a los curas fieles a Maíz. En una carta abierta al clero paraguayo, Maíz acusó a Duarte y a Becchis de estar creando «la más deplorable división en el seno de la madre Iglesia, lanzando a muchas mujeres, pobres almas, hacia el público debate de un cisma religioso, mujeres que se han dejado engañar por un falso celo religioso» (59).
Roma había instruido a Roncetti que presionase al gobierno para que aceptara a un sacerdote extranjero como administrador ad ínterin, dándole incluso un nombre concreto: Fidelis de Avola (60). Roncetti, sin embargo, decidió pedirle al arzobispo de Buenos Aires que vaya al Paraguay para resolver la cuestión.
De hecho, el obispo de Buenos Aires, monseñor Aneiros, ya estaba haciendo gestiones en Argentina para resolver la situación, como lo manifiesta la siguiente carta dirigida a Roncetti.
El Doctor Espinosa ha contestado a V E. la última en que se dignaba hablarnos del infeliz Paraguay.
No he omitido ocasión de hacer algo a favor de esta desgraciada diócesis. Me han hecho algunas promesas y aun espero resultados. Últimamente me dijeron que Maíz no estaba en la capital), aun pareciera retirado. No tengo certidumbre ni explicación de esto.
El Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de esta República Argentina a quien hablé varias veces, últimamente me dijo que le escribiera lo que me pareciese mejor hacer, aunque confidencialmente le he dicho que si el gobierno argentino protege y recomienda un comisionado que yo mande para tratar con aquel gobierno e inducirle que reconozcan al arzobispo nombrado por el Santo Padre en la erección del arzobispado de Buenos Aires, en la que se da por sufragáneo al Paraguay; podríamos tener alguna esperanza de hacer bien. Así trataríamos con aquel gobierno que se nombre legítimamente una autoridad eclesiástica y que se someta el P. Maíz. El Sr. Ministro me avisó que estaba tratando con el presidente el asunto después de mi escrito. Por tanto espero pronto alguna respuesta y tengo yo al Dr. Espinosa mi secretario con otro sacerdote para esta misión. Todo ello está ... y espero que V. E. se digne ordenarme lo que crea conveniente. Cuidaré de comunicar lo que ocurra (61).
El obispo porteño no fue, pero envió en su lugar a su secretario, el doctor Antonio Espinosa. Este último llegó a Asunción en el mes de diciembre de 1876 para discutir el asunto con el gobierno y el clero. Sin embargo, dado que la misión de Espinosa era persuadir al gobierno para que aceptara a un sacerdote extranjero como obispo, sus credenciales no fueron aceptadas por el gobierno. Espinosa se quedó hasta mayo sin ningún éxito, proveyendo un foco de continuo descontento. Al final de su estancia, él ya había sacado su conclusión: «o se nombra un vicario paraguayo, o la Iglesia paraguaya se pierde»''-, y le propuso al internuncio que se nombre a Castelvi o a Gill como administrador. También le propuso nombrar un vicario general que fuese un cura extranjero y supiese de derecho canónico. También le aclaraba que «no crea V. E. R. que al gobierno le importa el regularizar la diócesis en otra manera, más allá que por las complicaciones políticas que esto podría traerle al gobierno. El presidente es la cabeza, el hombre visible, de la francmasonería» 63. Desgraciadamente, Roncetti una vez más prefirió escuchar a sus «consejeros», Avola e Insaurralde. y declaró sin ambages; «le confieso honestamente a su excelencia que no me atrevería a señalar a ningún sacerdote paraguayo que fuera digno de tal posición» (64). De hecho, lo que Roncetti quería hacer era imponer una censura eclesiástica sobre la Iglesia paraguaya, pero la gente en Roma juzgó tal actitud como excesiva (65).
El impasse estaba siendo cada vez más largo y el gobierno ya estaba preocupándose. Espinosa le comentó a Roncetti que el interés del gobierno no estaba sólo en la cuestión religiosa per se, sino que también estaba preocupado por las complicaciones políticas a las que podría llevar al gobierno si esto no se resolvía (66). En el mes de abril de 1877, el presidente Gill fue asesinado y el vicepresidente Uriarte, quien había estado en Roma dos años antes, asumió la presidencia.
El 12 de julio de 1877, Uriarte convocó al clero nacional para que se reuniera el 12 de agosto para elegir una nueva terna. El 24 de agosto se elige a Claudio Arrúa como «jefe efectivo de la administración eclesiástica de esta Provincia». Finalmente, el 6 de septiembre, se envió una nueva misión diplomática a Roma con José del Rosario Miranda a la cabeza de la misma, la tercera en esta década.
Una vez más, Maíz presentó su renuncia, pero esta vez se la envió también a Roncetti (67).

NOTAS:
51.- Cf. MAIZ: 1996, p. 109.
52.- Jovellanos estuvo a cargo de la presidencia desde el 18 de diciembre de 1871 hasta el 25 de noviembre de 1874.
53.- ASV, ANB, fascículo 297, Machaín a Bruschetti, Asunción, 6 de diciembre de 1875.
54.- Id.. 7 de diciembre de 1875.
55.- También le solicitó informes a Insaurralde, quien le habló mal de Arrúa, de los padres Daniel Sosa, Maíz y de Gill. ASV, ANB, fascículo 297, Insaurralde a Bruschetti, Corrientes, 6 de junio de 1876.
56 «Memoria del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública», La Reforma, Asunción, 2 de julio de 1876, Maíz, 1996, p. 99.
57.- ASV, ANB, fascículo 293, Duarte a Roncetti, Asunción, 18 de septiembre (le 1876, y 28 de octubre de 1876, ff. 17-20.
58.- La casi totalidad de los documentos referidos al periodo de Maíz al frente de la Iglesia paraguaya con sus respectivos análisis se encuentran en MAIZ, 1996, y en especial en el trabajo documental que realiza HEYN, 1996. Cfr, también BALZA, 1969.
59.- MAÍZ, 1996, al Clero Nacional, Asunción, 30 de julio de 1877, p. 101. POTTHAST, 1996, nos llama la atención sobre el rol que les cupo a las mujeres en la reconstrucción de la sociedad.
60.- ASV, AAEESS, Brasile, fascículo 188, Instrucciones a Roncetti, Roma, 21 de julio de 1876, f 26.
61.- ASV, ANB, fascículo 296, Aneiros a Roncetti, Buenos Aires, 9 de agosto de 1876.
62.- ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 136, Asunción, Espinosa a Roncetti, 24 de febrero de 1877, f. 28 r.
63.- ASV, ANB, fascículo 297, Espinosa a Roncetti, Asunción, 6 de enero de 1877.
64.-ASV, AAEESS, Paraguay, fascículo 136, Roncetti a Simeoni. Río de Janeiro, 28 de marzo de 1877, f 25.
65.- Id., Roma, minuta a Roncetti, 8 de junio de 1877, ff 27-28; y 28 de diciembre de 1877, ff. 137-141.
66.- ASV, ANB, fascículo 299, Espinosa a Roncetti, 6 de enero de 1877, f. 57.
67.- MAÍZ, 1996, a Roncetti, Asunción, 25 de julio de 1877; al Ministro de Culto, 26 de julio de 1877, pp. 96-98.



lunes, 16 de mayo de 2011

JOSÉ MANUEL SILVERO ARÉVALOS - CECILIO BÁEZ (EL HOMBRE, EL PENSADOR, EL TESTIMONIO) / Editorial EL LECTOR, 2011






CECILIO BAEZ
COLECCIÓN PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA Nº 6
© Editorial EL LECTOR
Director General: PABLO LEÓN BURIÁN
Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA
Director de la Colección: HERIB CABALLERO CAMPOS
Diseño de Tapa: DENIS CONDORETTY
Corrección: RODOLFO INSAURRALDE
Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98
ISBN: 978-99953-1-133-9
El Lector I: 25 de Mayo y Antequera.
Tel.  595 21 491 966 - 493 908
El Lector II: San Martín c/ Austria.
Tel. 610 639 - 614 258/9
Esta edición consta de 15.000 ejemplares
Asunción – Paraguay 2011





CONTENIDO
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
I. EL HOMBRE
1. EL ADIÓS A UN AMIGO
2. LA FAMILIA
3. ¡POR QUÉ, CIELOS, NO MORÍ!
4. LOS RESILIENTES

II. EL PENSADOR
1. EL ORIGEN DE SU PENSAMIENTO
2. LECTURAS JUVENILES
3. SUS IDEALES
4. RELEVANCIA DEL PENSAMIENTO DE BÁEZ
5. POSITIVISMO
6. LOS GUARANÍES
7. LA CRÍTICA A BÁEZ
8. EL POLÍTICO
9. EL IDEÓLOGO
10. RECONSTRUCCIONISMO Y REGENERACIONISMO
11. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
12. OBRERO DESTACADO

III. EL TESTIMONIO
1. EL ÚLTIMO TRABAJO
2. EL ADIÓS AL VENERABLE MAESTRO
3. DR. CECILIO BÁEZ, CAAGUAZÚ

ANEXOS
FUENTES CONSULTADAS
EL AUTOR


PRÓLOGO
         Cecilio Báez es un hombre polémico y a la vez polifacético, destacado miembro de la intelectualidad paraguaya, fue uno de los primeros egresados del Colegio Nacional de la Capital. En forma aventajada egresó en la primera promoción de la entonces novel Universidad Nacional de Asunción.
         El doctor José Manuel Silvero nos presenta en tres capítulos la vida, obra y pensamiento de un personaje que se destacó notablemente en cada una de las actividades que emprendió, ya sea en la cátedra o en la política, en la prensa o en la diplomacia.
         En este sentido rescatamos la sinceridad del autor, cuando sostiene " la figura que me ha correspondido abordar es tan vasta y compleja que lo "mucho" que pueda intentar decir de ella siempre será muy "poco". Varios aspectos de su amplia producción no son desarrollados en este trabajo"
         Uno de los principales aportes de este libro es el recuento de todos los hijos de Cecilio Báez y detalles de su vida que nos traen el ser humano más allá del político.
         El volumen presenta también fotografías inéditas del propio doctor Báez como de su familia, imágenes que acercan al lector a una mejor comprensión del texto presentado por el autor y que hasta esta obra han permanecido inéditas bajo el cuidado de sus descendientes, a quienes agradecemos su prestancia y colaboración para con este proyecto editorial.
         En otro apartado importante Silvero nos explica cómo el pensamiento de Báez se entronca con el Positivismo, corriente filosófica fundada por el francés Auguste Comte. En este sentido un aporte significativo es el detalle de las lecturas de libros fundamentales en la conformación del pensamiento de Cecilio.
         Podemos afirmar con propiedad que el trabajo de José Manuel Silvero se encuadra en la biografía intelectual, la cual facilita el entendimiento sobre el modo de pensar de un personaje tan relevante a la historia como el doctor Báez.
         Este libro es el primero que se aproxima a la biografía de una figura tan descollante en el desarrollo político y cultural del Paraguay de comienzos del siglo XX, y cuya impronta quedó firme durante muchos años en la enseñanza del Derecho y las Ciencias Sociales.
         Agradecemos al doctor Silvero el esfuerzo y la reflexión realizados porque mediante este trabajo los lectores podrán conocer facetas desconocidas de la vida de Cecilio Báez. Destacamos que es la primera vez que se plantea la biografía de un hombre de quien mucho se habla pero poco se conoce. Este libro presenta una primera aproximación a un destacado intelectual, olvidado incluso por quienes se dicen sus herederos políticos.
         Exhortamos al autor a que siga por esta senda, profundizando el estudio sobre Báez y su pensamiento, en la línea de ayudarnos a conocer el ambiente intelectual que se creó en torno a su figura.
         Muchas veces observamos que existe un menosprecio hacia los pensadores paraguayos pues ni siquiera son estudiados en los programas oficiales de la enseñanza Media. Hacemos votos para que a través de esta colección la vida, la obra y el pensamiento de Cecilio Báez y de otros ilustres paraguayos sean conocidos y estudiados, con el fin de comprender la evolución de las ideas en el Paraguay y a través de la misma una nueva visión sobre nuestro pasado sea mucho más enriquecida.
HERIB CABALLERO CAMPOS
Asunción, marzo de 2011


INTRODUCCIÓN
La memoria parece grande por lo
que muestra en recuerdos, lo es mucho
más por lo que ciertamente esconde.
Niceto Alcalá-Zamora
      
Cabe como primera advertencia que la figura la cual me ha correspondido abordar es tan vasta y compleja que lo "mucho" que pueda intentar decir de ella siempre será muy "poco". Varios aspectos de su amplia producción no son desarrollados en este trabajo; sus ideas en torno a las relaciones diplomáticas, la filosofía del derecho, el arte, la religión, entre otros.
La siguiente advertencia tiene que ver con mi condición de docente de Filosofía, probablemente haya restringido la visión a la hora de escribir un texto que un historiador -dependiendo de sus intereses- lo desarrollaría de manera más emocionante. Lo digo pues, para muchos de nosotros, la Historia siempre fue presentada como una actividad rebosante de praxis maniqueísta, donde las posturas embutidas eran colocadas en hormas bien separadas.
Por eso el lector encontrará en estas páginas una serie de puntos que en principio, podrían no parecer muy relevantes; como por ejemplo, datos relacionados a los vástagos de Cecilio Báez. No obstante, es importante y enriquecedor ampliar la visión sobre cualquier autor al intentar mirar su grandeza desde perspectivas usualmente marginadas.
Vale además señalar el hecho de que todas las posturas e interpretaciones son construcciones provisorias, siempre revisables. Por ello, la admiración por la obra y la praxis política de Báez, con seguridad me habrá limitado a la hora de juzgar o criticar con más detalles, fuerza y argumentos, sus potenciales contradicciones y paradojas.
Por último, es mi deseo hacer saber que este trabajo no hubiese sido posible sin la generosidad, el concurso, la amabilidad y el trabajo incansable de Marjorie Paola Báez Ríos, quien con esmero, dedicación y absoluta entrega, honró la memoria de los Báez Allende -especialmente la de su padre Aníbal Cecilio Báez Recalde- poniendo a disposición documentos, fotos y datos de manera ordenada haciendo que el trabajo fuese más llevadero, novedoso y apasionante.
Mi agradecimiento vaya también a la señora María Graciela Ríos Vda. de Báez Recalde, por las informaciones vertidas en las muchas conversaciones que mantuvimos; así como a Amadeo Nicolás Báez Ríos, a María Graciela Báez de Ramírez y a Astrid Desirée Báez Ríos, por el entusiasmo y la fortaleza que esparcían en las horas de trabajo.
Y una mención especial merece el gesto fraterno del Arq. Hernán Báez Recalde, quien generosamente arrimó fotos y datos de muchísimo valor. A todos ellos y ellas, GRACIAS CON MAYÚSCULAS.
Asimismo, quiero agradecer a mis compañeros de trabajo de la Dirección General de Investigación Científica y Tecnológica/CEMIT de la Universidad Nacional de Asunción, ellos me han animado siempre en todos los emprendimientos y proyectos.
La buena predisposición y el apoyo constante del Prof. Ingeniero Forestal César Cardozo Román, Director General de Investigación Científica y Tecnológica de la Universidad Nacional de Asunción, a mis iniciativas e investigaciones, es un gesto que reconozco y agradezco de manera muy especial.


I. EL HOMBRE

1. EL ADIÓS A UN AMIGO

 "Cuando la desgracia es grande el dolor enmudece,
para que estalle la indignación o la cólera".
         Con estas palabras, el 18 de diciembre de 1899, Báez despedía a uno de los intelectuales más lúcidos que tuvo el Paraguay. La muerte de Blas Garay había consternado a la sociedad paraguaya y muy especialmente al grupo de jóvenes estudiosos, que de alguna u otra forma, intentaban reponerse de la tragedia que había significado la Guerra del 70.
         Su talento y exquisitez como orador y ensayista, hacían de Báez una de las figuras más notorias del entorno político, académico e intelectual de finales del XIX y la
primera mitad del siglo XX. Quizás por ello, sus palabras llegaban al gran público de manera vibrante y casi siempre cargada de afirmaciones polémicas.
         Luego de testar el grado de tristeza que inundaba a los amigos y parientes de Garay, Báez dejó en claro que sus palabras de orador no estarían adornadas de reproches ni maledicencias. Asimismo, recordaba inmediatamente que entre sollozos y suspiros se depositan en "hoyos siempre abiertos" venerados despojos de los deudos queridos.
         Báez fue uno de los intelectuales que con claridad y sin miramientos ha descrito y denunciado toda laya de crueldad, amordazamiento de la libertad y de una educación mezquina y enteramente mediocre.
         En ese sentido, reconoce la labor de Garay como ensayista, y puntualiza diciendo:
         “... al Dr. Garay le es deudor el país de un gran servicio, él ha sido el primer paraguayo que acometió la labor patriótica de escribir un ensayo de historia nacional, y con una monografía de la República de los jesuitas, revelando hechos no conocidos antes por ningún historiador americano.”

         Las últimas palabras del orador fueron de compromiso y de adherencia a la libertad y a su corolario más evidente, la Ilustración. Por ello, instaba a los intelectuales de aquel entonces a seguir la senda iniciada por Garay; a ser defensores de la causa del bien al tiempo de actuar como atletas del pensamiento para así ilustrar las conciencias de las multitudes y azotar el rostro de los sacrificadores del pueblo.
         Su intervención culminó con una aleccionadora solicitud:

         "Jóvenes compatriotas, antes que el instrumento del crimen, recoged la pluma del escritor independiente, del ilustre periodista doctor Blas Garay."

2. LA FAMILIA

         En 1862 el Paraguay estaba gobernado por Don Carlos Antonio López, siete meses antes de su muerte, el sábado 1 de febrero del mismo año, nacía en Asunción, Cecilio Báez González.
         Hijo de Nicolás Báez, primer escribiente del Paraguay, trabajó para Don Carlos Antonio López. Razón por la que Cecilio Báez llegó a conocer muchos detalles de los López. Su madre fue Faustina González, quien, según Manuel Pesoa, realizó todo el recorrido de la "Residenta". Cecilio tuvo cuatro hermanos: Otoniel, Modesta, Restituta y Benjamín.
         Por las venas de Cecilio corría, por un lado sangre de "escribiente" y por otro lado, de "político". Su abuelo paterno, de quien heredaría el primer nombre, Cecilio Ignacio Báez, fue diputado en el Congreso del 20 de junio de 1811; su amistad con el prócer Fernando de la Mora le acercó a la causa nacional.
         La familia Báez se había afincado en el país a mediados del siglo XVII. Hay registros que dan cuenta de un tal sargento mayor Gerónimo Báez, regidor y propietario.
         Con apenas ocho años de vida, el niño ya había experimentado el cambio de dos gobernantes y los avatares de una tremenda guerra que llenó de escombros y ruinas el país.
         Cuenta el nieto de Cecilio Báez -el Arq. Hernán Báez Recalde- que la niñez de aquel, a pesar del cuadro desolador, fue feliz.
         Cecilio fue un niño travieso en demasía. Acostumbraba a reunirse con sus amiguitos a cometer travesuras. Una de ésas inspiraciones del futuro presidente pasaba por blandir restos de un cabo de acero. Con golpes certeros acometidos en una piedra, él y sus gamberros compinches disfrutaban de las chispas producidas por el roce. Pero la alegría no duraría mucho tiempo, una chispa se instaló en el ojo derecho del niño dejándolo tuerto. Por ello, el rostro del intelectual se veía constantemente galano con algún tipo de gafas.
         En uno de sus libros, Báez reconoce el sacrificio de sus padres y la difícil tarea que significó la crianza de los hijos en aquellas condiciones más que difíciles.
         El escrito reza cuanto sigue:

         "In Memoriam. A la venerada memoria de nuestros padres don Nicolás Báez y doña Faustina González de Báez, que sufrieron mucho y nos libraron de la muerte durante los amargos y dilatados días de la guerra del Paraguay, insensatamente provocada por el monstruoso Tirano Solano López."
        
         En 1887, a los 25 años de edad, antes de ingresar como estudiante a la Facultad de Derecho, se une a la caazapeña María Marcelina Allende Monges, quien contaba con 19 años.
         La misma pertenecía a una familia pudiente de Caazapa. Contaba con un carácter firme como sus convicciones y solamente la Música podía reñir con su portentosa personalidad. Las reuniones y encuentros organizados por Marcelina se inundaban de hermosos valses que sonaban en una de las primeras vitrolas llegadas al Paraguay.
         Marcelina destacaba además por su exquisito gusto por las joyas, al que Cecilio correspondía con obsequios de gran valor. Sin embargo, a pesar de su exquisitez y buen gusto, sobresalía su faceta de mujer hacendosa, siempre previsora, haciendo de sostén en el aspecto económico gracias a sus ahorros en tiempos de crisis.
         A la muerte de los padres de Marcelina, Policarpo Allende y María del Rosario Monges, la gran devoción religiosa de la familia se tradujo en un gesto a tener en cuenta: la donación de sus tierras en Caazapá a sus criados y colaboradores.
         Un dato interesante es la manera en que se dirigían los hijos e hijas a Marcelina. En varias de las cartas remitidas desde distintos lugares del mundo, ellos recurrían a la expresión "Mamita;", denotando respeto y profundo cariño.
         Por su parte, Juana Bautista Allende, la "tía Juanita", como le llamaban los sobrinos y sobrinas, ayudó con cariño y esmero en la crianza de tan numerosa prole. La misma administraba una próspera tienda de telas en Caazapá, negocio de su propiedad. Allí, acostumbraban a pasar sus vacaciones los sobrinos y sobrinas.
         El miércoles 28 de junio de 1899, luego de doce años de convivencia, Cecilio Báez se casó con doña Marcelina Allende. El acto fue bendecido por el presbítero Miguel Maldonado. Fueron padrinos, Manuel Raggio y la señora Engracia Allende. Asimismo, la escritura del contrato civil se firmó el 12 de febrero de 1900.



II. EL PENSADOR

1. EL ORIGEN DE SU PENSAMIENTO

         De esa pléyade de intelectuales, la figura de Báez destacó por su aptitud para la docencia. Hugo Rodríguez Alcalá sostiene que desde muy joven se consagraría a la enseñanza, su verdadera vocación.
         Cuenta Manuel Pesoa que, junto a José de la Cruz Ayala y otros jóvenes, formó parte del primer núcleo de jóvenes estudiantes que bajo la dirección del Dr. Facundo Machaín hicieron el curso preliminar de ingreso al Colegio Nacional, incorporándose oficialmente en el año 1878.
         Se graduó con la primera remesa de bachilleres en 1882 y retiró su diploma el 10 de enero de 1888 para luego ingresar a la Escuela de Derecho y proseguir sus estudios universitarios.
         El 15 de julio de 1893, el Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción expedía los tres primeros diplomas de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, en este orden: Cecilio Báez, de 31 años; Gaspar Villamayor, de 28; y Emeterio González, de 29.
         Desde su egreso de la Facultad de Derecho, dictó cátedras en la misma durante casi cincuenta años. El 25 de marzo de 1896 fue designado profesor de Historia, en la mencionada Facultad, y de Sociología en 1900.
         Entre las responsabilidades que le cupo administrar figuran desde docente hasta el cargo más alto, el de Rector. Así, fue decano de la Facultad de Derecho en varias ocasiones y ejerció el Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción totalizando 13 años de mandato. Su primer mandato se extendió desde el 31 de agosto de 1920 al 15 de junio de 1926. El segundo, del 23 de agosto de 1929 al 04 de septiembre de 1936.
         El tercer y último periodo fue del 20 de agosto de 1937 al 18 de febrero de 1940. Finalizado su último periodo, fue nombrado "Rector Honorífico Perpetuo de la Universidad Nacional".
         Durante su gestión se autorizó el funcionamiento de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (1926) y se reformó el Plan de Estudios de la Facultad de Medicina. Asimismo, en 1936 el Poder Ejecutivo autorizó el funcionamiento de la Facultad Libre de Humanidades. Roque Vallejos advierte que Báez estaba en contra de lo que podría llamarse "el pensamiento guarará"; entendiéndose esto como una concepción confusa, improvisada, supersticiosa, anoética (mágica) de la realidad.
         Como docente, Báez confiaba a la nueva generación reparar lo perdido e instaba a que, por medio de la educación, el trabajo, por la práctica de la libertad, por el concurso del elemento extranjero, pero principalmente por la educación, dejara de ser un rebaño humano y se erija en un pueblo consciente de sus derechos y que haga imposible la vuelta de las omnímodas y embrutecedoras dictaduras. Para Báez, el pensamiento guarará y el ma’êra no tenían cabida más que en un tiempo y coyuntura donde la fuerza bruta y la mediocridad se alían.
         "Las viejas estructuras cargadas de imprecisiones y falsos saberes han convertido en cretino al pueblo y en un imbécil", repetía Báez.
         Si hurgamos en la etimología del término imbécil podemos encontrar que imbecillis es aquel que carece de apoyatura, de criterios racionales para ordenar el estado de las cosas que rodea su mundo. Es decir, aquel que carece de instrucción.
         Hugo Rodríguez Alcalá afirma que con Báez murió, en 1941, el superviviente de un Paraguay que quiso regenerarse por las ideas y las instituciones.
         La ética ocupaba un lugar preponderante en sus reflexiones y discursos.
         En ese sentido es importante rescatar la acotación de Vallejos cuando afirma que Báez odiaba la falta de Ética individual que los griegos denominaron ethos y que los latinos por boca de Cicerón semantizaron como moralis.
         Odiaba también la ausencia de ética colectiva. Al parecer, como docente, se esmeró para que sus alumnos leyeran textos fundamentales y de autores prestigiosos que en aquel entonces propiciaban debates más que enriquecedores en torno a cuestiones éticas, científico-educativas y políticas. La claridad y el compromiso ético son virtudes que el lector atento podrá notar a lo largo de sus muchos escritos.
         En el Prefacio a su obra SOCIOLOGÍA, Báez asumía que el texto no es un nuevo libro de sociología, sino un simple dictado de esta disciplina, formado con los extractos sacados de los autores consultados y con los resúmenes de sus conferencias, para ayudar a los estudiantes a rendir el examen de rito.
         Báez, sin embargo, indicaba -demostrando un conocimiento acabado de la materia- que hay una abundante bibliografía sociológica. Esa abundancia hacía que los alumnos se perdieran entre tantas posturas y corrientes. Por ello, su texto contribuyó a resumir las posturas y sobre todo, a exponer de manera preferencial la doctrina positiva, por ser la que mejor satisfacía la aspiración del espíritu moderno a la unificación del saber y la explicación científica de las cosas, en aquel momento.

2. LECTURAS JUVENILES

         En cuanto a su educación -factor clave de su liderazgo, tanto en la política como en la academia- rastrearemos parte de sus lecturas a fin de testar a cabalidad la majestuosidad de su erudición, sus principios, creencias y anhelos.
         Es probable que las primeras lecturas hayan marcado profundamente la personalidad de Báez al punto de encontrar en su actuar, elementos, virtudes y acciones muy similares a las que han desplegado los autores de los que ha bebido en su juventud.
         La lectura apasionada cala en el lugar más recóndito de todo estudiante atento y talentoso. Desde muy joven, Báez demostró pasión por los libros, por la lectura y por la operativización de sus conocimientos.
         En el Colegio Nacional aprendió a valorar y a amar los libros. Una vez que culminó sus estudios secundarios trabajó como periodista y en ese ínterin adquirió una buena cantidad de libros. Su biblioteca llegó a albergar más de tres mil títulos de todas las ramas, especialmente los de Derecho Internacional.
         Destacaba una colección detallada de publicaciones referentes al Paraguay en Latín, Portugués, Inglés, Francés y Alemán. Asimismo, contaba con una colección de mapas de la Colonia de Mouché y D'Orbigny. También albergó una gran colección de periódicos desde la época de Don Carlos: CABICHU'I. EL CÍVICO, EL CENTINELA, LA DEMOCRACIA, LA REPÚBLICA, entre otros.
         Báez era muy ordenado y cuidadoso con sus libros, no los prestaba nunca y conocía la ubicación de cada texto en su extensa biblioteca. Varias veces Báez estuvo por Europa, en todos sus viajes aprovechó para munirse de libros de Filosofía, Sociología, etc.
         En su época de estudiante del Colegio Nacional, según su propio testimonio, leyó una serie de textos a tener en cuenta; éstas son obras de los clásicos así como de los historiadores franceses.

3. SUS IDEALES

         No podemos entender los ideales de Báez sin el contexto que le arropó y determinó de alguna forma sus ideas.
         Cuando en la posguerra, su maestro de primaria le invitaba a escribir sus ideas con un trozo de carbón en un pedazo de madera, el ambiente de pobreza y desolación era tal que nadie podía imaginarse el futuro de ese niño cuya instrucción se desarrollaba bajo un frondoso árbol. La erudición y fecundidad como escritor de Báez no tendrían parangón.
         Sus escritos e intervenciones juveniles no dejan de tener un peso importante en sus posturas. Sin embargo, la matriz del pensamiento de Báez, probablemente no esté muy alejada de las propuestas del Liberalismo y del Positivismo de inicios del XIX.
         Cuenta Teresa Cañedo que al dar comienzo el siglo XIX, los países del continente sudamericano se irían independizando de la política de España bajo el estandarte ideológico del Liberalismo. De ahí que la constante sea el deseo de ruptura total, respecto de la que había sido durante tres siglos su cabeza rectora. La independencia conllevaba la desaprensión del tutelaje de España, olvido del pasado y construcción de una nueva América bajo el signo indiscutible de la libertad.
         El triunfo de la constitución de corte liberal en los países emancipados es una clara muestra del valor que se le otorgaba a la libertad, inspirada, claro está, en la Constitución de los EE.UU. Es verdad que en el Paraguay el proceso fue distinto, pero las ideas liberales se impusieron nada más culminar la Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870).
         Pero, ¿bastó a los países emancipados con tener bases jurídicas importadas para asegurar el desarrollo y el autogobierno? Los inconvenientes sobraron a la hora de intentar por primera vez la compleja tarea de crear fórmulas para el gobierno, la gestión económica y financiera, la creación de recursos, la organización social, en fin, toda una lista de cuestiones imprescindibles para la consolidación de una nueva cultura.
         Lo cierto es que los enfrentamientos ideológicos -y armados- entre liberales y conservadores, se sucedieron a lo largo y ancho del continente.
         Las ideas, muchas veces, no coincidían con la realidad compleja y cambiante. Pero, a pesar del caos y la incertidumbre, los pensadores fueron vitales a la hora de organizar los países emancipados.
         Pensadores no a la manera de Aristóteles o Hegel, sino de jóvenes preocupados por el destino de sus respectivas naciones. En el caso paraguayo, hay un nombre que se asocia al Colegio Nuestra Señora de Montserrat de Córdoba, José Gaspar Rodríguez de Francia.
         El líder indiscutible de la independencia patria, como está visto, no coqueteó en demasía con las posturas liberales. Su estrategia se centró en salvaguardar al país de los "progresistas" cuyas ideas e intereses estaban muy contaminados de paternalismo y ambición.
         Báez lo considera el fundador de la nacionalidad paraguaya. Sin embargo, dice claramente que el gobierno de Francia aterra más bien por su larga duración -de 26 años- por la falta absoluta de libertad, por la ausencia de garantías para los derechos individuales, por la incomunicación del país y por las largas prisiones que sufrían los reos del Estado. Pero no es cierto que fusiló a los personajes más conspicuos, ni a ningún otro, por el placer de asesinarlos.
         Durante el gobierno de don Carlos Antonio López, tampoco las ideas liberales fueron muy apreciadas. Cuenta el propio Báez que Juan Bautista Rivarola en el Congreso General de 1841 sugirió la idea de dotar al país de una constitución política; pero el presidente López -que lo presidía y dirigía a su arbitrio- contando con el apoyo del comandante de las tropas, don Mariano Roque Alonso, no solamente interrumpió su discurso y le impuso silencio, sino que impugnó su idea por extemporánea y peligrosa diciendo que el país no estaba preparado para regirse por un código de esa clase, y que lo que necesitaba era un gobierno fuerte.
         Luego de los gobiernos de los López y la tragedia del 70, las ideas liberales sonarán de lleno en el Paraguay. Para ser más exactos, luego de que los jóvenes intelectuales -surgidos en la Academia- hayan propiciado espacios para el debate.
         Uno de estos jóvenes fue Báez, quien desplegó en su tesis de doctorado ENSAYO SOBRE LA LIBERTAD CIVIL, gran parte de las ideas del liberalismo que luego se consolidarían en el Paraguay. No obstante, a lo largo de varias décadas, Báez fue matizando sus posturas en función a los temas, las circunstancias y las coyunturas. Pero siempre manteniendo el núcleo libertario de la misma.

4. RELEVANCIA DEL PENSAMIENTO DE BÁEZ

         Milda Rivarola sostiene que la obra de Báez es básicamente histórica. De ahí que coincida con la tradición del XIX donde la condición de historiador estaba muy consustanciada con la del político. Al parecer, el hecho de conocer de modo íntimo la Historia del Paraguay le ayudó a criticar ciertos excesos y faltas, además de esbozar una doctrina ideológica.
         La Historia en Báez tiene una importancia capital, pues, su conocimiento le reporta prestigio como docente, político y orador. Es decir, la Historia tiene en su derrotero intelectual una utilidad pública y una incidencia política gravitante. Por ello, la mayoría de los temas que Báez analizaba eran reinterpretados y argumentados desde la matriz del Liberalismo y el Positivismo que él profesaba. Esto es determinante, pues, en todas sus facetas se evidenció el influjo de su conocimiento histórico; en primer lugar, como docente, luego como político doctrinario y, por último, como moralizador.
         Víctor Cousin afirmaba que la Historia apoyada sobre los trabajos acumulados de la erudición y la crítica, interroga todos los grandes acontecimientos, las grandes épocas, para arrancarles el secreto de las leyes que gobiernan el mundo moral.
         Su adscripción a la escuela historiográfica metódica fue notoria, pues, analizando su obra, se puede advertir que la misma participa en gran medida de lo que el estudioso español Gonzalo Pasamar Alzuria expresa sobre la citada escuela. Desde la segunda mitad del XIX, el hallazgo de una específica metódica para la investigación, el conocimiento y la divulgación historiográficas se habían ido convirtiendo en el criterio central de delimitación de la incipiente disciplina.
         Una metodología que en su sentido amplio nunca se confundió en un mero repertorio de técnicas, sino que pretendía ser el hilo conductor el cual asegurase un conocimiento claramente acumulativo, cuyas indagaciones susceptibles de ser aprendidas y enseñadas, fuesen criterio de autoridad disciplinar y deontológico; garantías todas ellas que debían asegurar a la Historia un valor político y social mediante su ubicación en un lugar central en el currículo de la instrucción pública.
         Báez, en su libro CUADROS HISTÓRICOS Y DESCRIPTIVOS tensa un hilo invisible que teje sutilmente retazos de liberalismo y positivismo desde una perspectiva revisionista, con un claro interés pedagógico y deontológico (de las obligaciones).
         En varios pasajes de la prolífica obra de Báez se puede notar el contraste entre la "luz" y la "oscuridad", los pares opuestos. Podemos decir, citando a Pasamar Alzuria, que:  "el ideal de la Ilustración y del liberalismo de hacer de la Historia una forma de conocimiento que valore la identidad del presente y ayude al esbozo de la modernidad futura", fueron ideales que Báez perseguía con absoluta convicción.
         En uno de los capítulos de LA TIRANÍA EN EL PARAGUAY (en el dedicado a la instrucción pública en el Paraguay) Báez manifiesta claramente que por carecer de una buena instrucción, el pueblo paraguayo no tiene todavía costumbres democráticas: “el pueblo campesino es muy ignorante. En el Parlamento no hay ideas, y la prensa nacional no cuenta ni con un solo órgano de principios.... por falta de un público leído que le dé vida. Esta es la verdad”. Continúa diciendo que la verdad, como ciertos remedios, tiene sus amarguras; pero hay que devorarlas con resignación, si queremos suprimir los males".
         Remata su idea con tres líneas sintéticas, cargadas de liberalismo y espíritu progresista:
         "Eduquemos al pueblo por la instrucción y por los actos de buen gobierno; porque un pueblo se desmoraliza por los atentados gubernativos, se corrompe por el despotismo, y se cretiniza por la falta de instrucción".
         Por su parte, en CUADROS HISTÓRICOS Y DESCRIPTIVOS, una vez más, como siempre, deja ver su vena liberal afirmando que "la patria sin la libertad es una mistificación. Es una palabra sin sentido, ella no existe donde solo hay esclavitud o servidumbre y donde faltan las garantías de la justicia".
         La patria es para Báez la sociedad organizada sobre un territorio cualquiera para la felicidad de los asociados, y el patriotismo consiste en el culto del honor y de la libertad del hombre, en el respeto del derecho humano, en el amor de nuestros coterráneos y de los demás pueblos, en el cumplimiento de nuestros deberes y en la veneración de las glorias nacionales.
         Ahora bien, se muestra reflexivo y evita absolutizar el patriotismo en detrimento de la preciada libertad. Y lo hace a fin de argumentar, por un lado, las razones de los jóvenes que no combatieron en la contienda del 70, y, por otro lado, intentando evitar envenenar los corazones de odio y concitarse la enemistad de otros pueblos con palabras ofensivas. Finaliza: "con patriotismo y libertad, se reconstruirá la nación".

8. EL POLÍTICO

         El escritor español Azorín en su célebre obra EL POLÍTICO, nos recuerda que el fin que persigue el arte en el vestir es la elegancia. Pero la elegancia es casi una condición innata, inadquirible. No está en la maestría del sastre que nos viste; está en nosotros. Por eso, para Azorín, una persona verdaderamente elegante será aquella que vaya vestida como todo el mundo y que, a pesar de esto, tenga un sello especial, algo que es de ella y no de nadie.
         El intelectual Hugo Rodríguez Alcalá, amigo de Báez, nos ha legado una descripción muy puntillosa y acabada del mencionado maestro:
         "era un hombre erguido, de majestuosa presencia, siempre vestido de negro, la camisa blanca de pechera y cuello almidonados, tanto en invierno como en verano".
         Cuando en 1887 se esboza fundar el Partido Liberal, el joven Báez movilizó a una buena cantidad de estudiantes a la hora de la firma del acta fundacional del 10 de julio de 1887. Con el nombre de "Centro Democrático" se fundó el partido que aglutinaba a excombatientes de la guerra contra la Tríplice, a algunos dirigentes de gremios y a una numerosa e inquieta juventud. Tres años después, en 1890, cambiaría la denominación Centro Democrático por "Partido Liberal". El primer presidente fue Antonio Taboada, el periodista José de la Cruz Ayala fue el primer secretario general y como redactor del acta fundacional actuó Cecilio Báez.
         Tuvo Báez una vida política agitada y no exenta de polémicas. Fue candidato a Diputado por el XV distrito electoral en 1891; pero no pudo acceder al cargo por cuestiones de fraude. Ese mismo año, se encomendó a Báez la redacción del manifiesto de la Junta Revolucionaria que organizó el alzamiento del 18 de octubre. Ante el fracaso de la Revolución, se exilia en Formosa; allí, fomentó el periódico EL COMBATE y desde sus páginas reivindicó los principios del 18 de octubre de 1891.
         Regresó al Paraguay y ultimó los detalles de su tesis doctoral, cuyo título ENSAYO SOBRE LA LIBERTAD CIVIL, denota claramente su preocupación e interés por la política.
         Una vez conseguida la plaza de parlamentario, demostró sus dotes de orador y pensador avezado. Cuando en agosto de 1901, el gobierno de Emilio Aceval le nombró Delegado del Paraguay al Segundo Congreso Científico Latinoamericano, reunido en Montevideo, y Ministro Plenipotenciario en México, su reputación ya trascendía las fronteras. El periódico EL SIGLO, fundado por el intelectual positivista, el colombiano Salvador Camacho Roldán, se refería a Báez en estos términos:
         "Al recibirse de su título el doctor Báez fue llevado a la Representación por el partido liberal en cuyas filas milita. En el Congreso el doctor Báez se mostró patriota y el primer orador parlamentario del Paraguay con frase galana, apasionada y ademanes simpáticos."
         La participación de Báez en el Segundo Congreso Científico Latinoamericano fue notoria. Asimismo, fue muy destacado su concurso en la Segunda Conferencia Panamericana celebrada en México.
         Una de las preocupaciones de Báez fue la necesidad de incorporar el arbitraje obligatorio a las normas del Derecho Internacional. En el congreso de México, los chilenos habían peticionado que no se tratara el tema, pues, tenían cuestiones de límites pendientes con Argentina, Perú y Bolivia. Gracias a la ayuda de los norteamericanos, a la hora de preparar el programa de la conferencia, se omitió la cuestión del arbitraje. Sin embargo, el representante paraguayo pronunció su famoso discurso el 2 de diciembre de 1901.
         José Antonio Pérez escribió que en la ocasión Báez se consideró muy mortificado por aquella política tan traviesa y resolvió agitar la cuestión del arbitraje. El altivo tribuno, rompiendo con los serviles miramientos cortesanos, abogó por el derecho de los más débiles. Entonces, la tranquilidad del congreso -dice Pérez- se llenó de asombro por la audacia del delegado paraguayo, y luego concluyó por aplaudirle estruendosamente. La mayoría de los delegados, incluidos los norteamericanos, acudieron a saludarle y felicitarle por tan excelsa y valiente intervención.
         El discurso agitó todos los cables y telégrafos. Los grandes diarios norteamericanos lo comentaron favorablemente, y a este propósito recordaron que treinta años atrás "the Little Republica of  Paraguay" había asombrado al mundo en una contienda desigual.
         Báez pronunció tres conferencias más en México. En una de ellas, el poeta Juan de Dios Peza motivado por las palabras de Báez sobre la tragedia de la guerra del 70, escribió su célebre CANTO AL PARAGUAY.
         A su regreso a la Capital, la recepción fue multitudinaria. La ciudadanía lo llevó en andas y le brindó una bienvenida apoteósica en reconocimiento por su gran actuación. Pero a su vuelta, Báez se enfrentaba a varias cuestiones de gravedad. Por un lado, el dolor por la muerte de su pequeña hija Crimilda. Asimismo, debía hacer frente de nuevo a un impase electoral. Además de la polémica sostenida con Juan E. O'Leary, sobre la figura del mariscal Francisco Solano López.
         En 1901 se había decretado las elecciones en los distritos del norte para cubrir una vacancia en el Senado de la Nación. Báez era el candidato del Partido Liberal y del Partido Colorado, José Segundo Decoud. Cuenta Manuel Pesoa que la ciudad de Concepción y los pueblos de Horqueta, Belén, Lima, Tacuatí, Itacurubí del Rosario y San Estanislao presenciaron el triste espectáculo de la coacción oficial y los liberales volvieron a ser víctimas de toda clase de violencias.
         En aquella ocasión, Báez se dirigió al pleno del Congreso expresando su decepción y preocupación por la ausencia de institucionalidad.
         "Teniendo necesidad de denunciar a este Tribunal esos hechos, que me fueron comunicados por mis electores, he solicitado de él que me concediera el derecho de comparecer, tanto a ese fin, como para demostrar la nulidad de las actas de mi adversario.
         En presencia del naufragio de las instituciones, de la ruina de la libertad y de los conatos hacia la tiranía que impone el silencio, conservemos, señores Senadores, siquiera la libertad de la palabra. Esta preciosa conquista de los pueblos modernos nos servirá de consuelo en medio de nuestras grandes tribulaciones, tras la inmensa desgracia que hemos experimentado hace un poco más de treinta años."

9. EL IDEÓLOGO

         El filósofo paraguayo, Juan Santiago Dávalos redactó en el año 1967, un interesante estudio titulado CECILIO BÁEZ COMO IDEÓLOGO. El mencionado trabajo fue analizado y completado por Lorenzo Livieres Banks, quien, además de sus acertadas puntualizaciones sobre las apreciaciones de Justo Pastor Benítez.
         Para Dávalos, Báez no fue un político, tampoco un intelectual ni mucho menos científico, sino un ideólogo: un ser híbrido, una mezcla de intelectual y político, ya que combina la teoría con la acción.
         Entiende Dávalos por ideología como la falsa conciencia     , e instrumento intelectual de la praxis política y por ciencia, como saber fundado, verificable y verdadero de las cosas. Desde esta óptica, Báez nunca fue un científico; sin embargo, echaba mano de conceptos y categorías científicas con la finalidad de revestir su discurso de un cierto halo cientificista y así otorgar poder y autoridad a sus ideas.
         Cuando Dávalos se refiere al ideal racionalista-al liberalismo que tanto persiguió Báez, considera aquel que no era otra cosa que una utopía anti histórica, pues su meta, la instauración de una realidad esencial del hombre donde la racionalidad y la libertad campeen a sus anchas, simplemente no coincide con la realidad concreta del hombre.
         Asimismo, la crítica de Dávalos resulta valiosísima a la hora de analizar y puntualizar el paradigma de Báez como una propuesta que desconoce las diferencias entre infraestructuras y superestructuras socioeconómicas latinoamericanas y europeas. Además, el filósofo tritura la idea arquetípica del deber ser, esa pretensión moralizante que se evidenciaba casi en todos los textos de Báez.
         Pero lo que Dávalos no puede dejar de reconocer es la gran influencia de Báez en la Universidad Nacional y la preocupación de este por la educación del pueblo. No obstante, el filósofo considera que varios de los vicios, como el enciclopedismo y el diletantismo, son atribuibles a Báez.
         Livieres Banks, por su parte, considera que la vasta obra de Báez tuvo un solo norte: exponer un nuevo tipo de pensamiento crítico para construir una nueva realidad sociopolítica; la sociedad paraguaya liberal moderna basada en la libertad y orientada al progreso y a la felicidad de sus integrantes según la clásica formulación.
         Pero Livieres Banks, indica una serie de contradicciones en la praxis de Báez:
         1. Preconizó el análisis científico de lo dado empíricamente, pero el mismo se limitó a predicarlo, no lo practicó. No hizo ciencia sino hermenéutica histórica.
         2. Preconizó la primacía de la tarea de investigación para producir conocimientos, pero él y la institución universitaria solo difundieron y transmitieron de manera sintética y a grandes rasgos conocimientos ya firmes. Este es el origen que explica la costumbre de elaborar textos para panorámicos y sumarios para las cátedras.
         3. Preconizó la libertad de pensamiento pero difundió el suyo con extraordinaria pasión. Desconoció la realidad religiosa cultural del Paraguay.
         4. Preconizó ideales de la modernidad, pero ignoró o rechazó las posturas más novedosas, muchas de ellas, críticas al positivismo.

         En el quehacer político de Báez, Livieres Banks, presenta una lista de interrogantes a tener en cuenta:
         1. Si entendió bien la necesidad del poder político para hacer real su utopía libertaria y progresista, por qué esgrimió a ese efecto la filosofía política de Spencer, una clase de anarquismo que concibe la tendencia profunda de la historia humana, como una marcha de la sociedad política basada en status y en un gobierno que lo impone coercitivamente, a la basada en el contrato entre ciudadanos libres, con la consiguiente extinción de la coerción gubernativa, lo cual no era otra cosa sino la misma desaparición del poder político.
         2. Si buscó el poder político, ¿por qué utilizó en la tarea intelectual que le servía de medio, una forma de lenguaje tan inusual en nuestro país?
         3. Ese mensaje, que estaba dedicado al pueblo, ¿por qué es en esencia marcadamente antipopulista, no solo por el lenguaje declarativo del que se sirve, sino porque apela a una ética racionalizada, que él la cree de base científica, y exige un nivel de razonamiento en el destinatario que él mismo considera inexistente de hecho, ya que los sabía necesitado de educación?
         Livieres Banks remacha su lúcida lista de cuestionamientos con una muy clara puntualización:
         "Báez como político luchó por la libertad y como intelectual por difundir e imponer una fe bretona en la positividad comto-spenceríana, que en aquel entonces, ya estaba perimida."
         Sin embargo, Livieres Banks reivindica a Báez y lo sitúa como un intelectual crítico en acción.

10. RECONSTRUCCIONISMO Y REGENERACIONISMO

         Polemos en griego significa guerra, de ahí deriva "polémica", que podría entenderse como lo relativo a la guerra. Y la acepción encaja con el espíritu de la controversia que involucró a O'Leary y a Báez. Liliana Brezzo, historiadora argentina, se refiere al mismo en estos términos.
         (...) 1902 fue un año crucial, al saltar a la palestra una polémica -la primera sobre la guerra contra Triple Alianza- que ilustra la pasión con que se ha vivido tradicionalmente la historia en el país. Entre el 16 de octubre de aquel año y el 14 de febrero de 1903 el joven periodista Juan O'Leary, de poco más de veinte años y el prestigioso abogado Cecilio Báez mantendrán desde las páginas de los diarios LA PATRIA y EL CÍVICO una controversia historiográfica inigualada, cuyas consecuencias han sido tan rotundas que llegan hasta el presente, aunque esto último no sea necesariamente motivo de entusiasmo.
         La idea de regenerar el suelo patrio conectaba de manera perfecta con los conceptos y las categorías del positivismo en boga. Relegar y superar toda forma de opresión y eliminar todo atisbo de atraso intelectual, eran parte del programa regenerador que Báez defendió sin miramientos.
         O'Leary por su parte defendía una postura más cercana a los valores nacionales y que conectaban con la idea reconstruccionista. Reconstruir la nación luego del saqueo y la deshonra.
         Asimismo, la polémica giró en torno a la figura de Francisco Solano López, de su actuación y su responsabilidad como líder.
         La polémica duró meses, se replicó luego de décadas y se instaló como matriz para interpretar el pasado. Impregnó en el espíritu de los paraguayos gracias a los textos de historia, una dicotómica visión del pasado, glorioso para unos y trágico para otros.
         Por su parte Aníbal Orué Pozzo sostiene que sorprenden las posturas y argumentaciones desarrolladas y sostenidas durante esos meses, constituyan hoy las ideas hegemónicas a partir de las cuales se observa y se piensa gran parte del pasado del Paraguay.
         Lo cierto es que, Báez trascendió el ámbito estrictamente histórico y utilizó sus escritos como una herramienta más al servicio de sus ideales doctrinarios. Lo mismo lo hizo O'Leary.
         Por ello, resulta interesante la crítica y la renovación de la historiografía paraguaya que durante décadas estuvo inundada de intereses y de interpretaciones preconcebidas.
         Benítez se refiere a la visión de Báez en relación a la Historia y a su rol de doctrinario y pensador, expresando ideas más que iluminadoras; no compartimos algunos de sus juicios históricos demasiado concluyentes para abarcar toda la verdad.
         "Podemos diferir de la filosofía que profesaba en la cátedra, pero es forzoso convenir en que el Doctor Cecilio Báez es el más eminente doctrinario que ha actuado en el periodo de formación orgánica de nuestra democracia. Y lo es también en el orden cronológico.
         Antes de su aparición en el escenario -continúa Benítez-, las agrupaciones políticas carecieron de contenido doctrinario. Es el primero en enseñar y predicar en nuestro ambiente un sistema de política moderna, inspirado en el liberalismo inglés, con veleidades de Krausismo y muy inclinado hacia los constitucionalistas norteamericanos. Asimismo, fue desde 1887 el vocero del libre pensamiento y un fecundo profesor de positivismo que derramó sobre la opinión nacional, generosamente, los frutos de su talento. Tal es la posición del doctor Báez en el mapa de la cultura nacional", concluye Benítez.
         Por su parte, las apreciaciones de Luis María Argaña distan bastante de las vertidas por Justo P. Benítez: "Báez -dice Argaña- nunca interpretó al Paraguay; siempre le vio a través del prisma filosófico del positivismo spenceriano, ya obsoleto en ese entonces. Concebía a la nación como una ficción cultural a la cual se le podía imponer una filosofía cualquiera, en este caso el liberalismo".
         El Domingo F. Sarmiento       de 1854, incapaz de comprender la realidad argentina, es el numen de inspiración de Báez y sus secuaces, alega Argaña. En relación a su interpretación del rol del Estado, el conocido político colorado expone de manera clara y concisa las dos posturas, la regeneracionista y la reconstruccionista. Para ellos -los regeneracionistas- lo civilizador es el Estado; el "corpus-juris" lo es todo; es la fuerza transformante en lugar de ser el resultado de las fuerzas transformadoras, como debe ser. De ahí que nunca vieron el fenómeno de la cultura sino como una imposición vertical. Lo mismo lo encontramos luego en Justo Prieto y otros grandes pensadores del liberalismo; y, a nuestra manera de ver, se inspira en una concepción similar el Dr. Adriano Irala Burgos, cuando ve al Estado francista como matriz del hombre paraguayo.

11. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

         Báez ejerció provisionalmente la presidencia de la República del Paraguay en una época de mucha inestabilidad política. Según el doctor Washington Ashwell, los gobiernos se establecían y deponían a cañonazos. Juan Bautista Gaona había asumido el 17 de diciembre de 1904 gracias al triunfo logrado por la revolución y por el pacto asumido entre las dos facciones del Partido Liberal y los financistas de las operaciones revolucionarias.
         El 09 de diciembre de 1905, Gaona fue sustituido por Cecilio Báez.
         Una anécdota digna de reproducir es la relacionada a los primeros automóviles que arribaron al país en esta fecha. Comentan los herederos de Báez, que ante la presencia de los autos y la imposibilidad de cruzar la calle, el flamante Presidente de la República paraba el tránsito y con voz firme decía: "primero el hombre y luego la máquina".
         Mucho se sorprendería Báez al observar que hoy en día poco o nada podría servir su osada pedagogía vial.
         En su mensaje al Congreso Nacional (1 de abril de 1906), Báez expuso una serie de logros y "sucesos notables", varios de ellos relacionados con establecimientos de
compañías e instituciones importantes como el Banco Paraguayo.
         Sin embargo, en la primera parte de su alocución, Báez condensa la difícil situación que el país experimentaba políticamente, hablando al tiempo de abrigar un optimismo en cuanto a una utópica estabilidad.
         Normalizada la situación política, dice Báez, después de la última contienda civil y restablecido el funcionamiento regular de las instituciones, se ha abierto para el país un horizonte nuevo:
         "con el renacimiento de la confianza en las garantías acordadas por nuestras leyes a todos los intereses legítimos, nuevos capitales extranjeros han venido a sumarse a los ya existentes, mejorando sensiblemente su condición financiera, económica y social".
         Vale la pena citar la última parte del mensaje de Báez, pues, al parecer, las ideas desarrolladas, estaban muy alejadas de la política real que se venía practicando. Una
cosa es lo que se plasma en el papel -el papel lo soporta todo- y otra cosa la verdadera realidad. Báez, antes de cerrar su alocución clama por una política de conciliación entre los partidos: "El exclusivismo y la intransigencia no ha servido sino para ahondar el odio entre los ciudadanos y hacer perpetua la guerra civil", recordaba a los Diputados y Senadores. Remachaba sus ideas con un: "debemos lisonjarnos de haber desterrado de nuestra vida democrática la intolerancia política, propia de la época del caudillaje".
         Sin embargo, el defensor de la libertad, el pensador más crítico del Paraguay, el enemigo de los caudillos, de la ignorancia madre de la rancia intolerancia política, cinco años después de haber pronunciado tan bellas palabras, apoyaba decididamente a un golpista como Albino Jara. Asimismo, lejos del mensaje del 1 de abril de 1906, en el año 1938; cuando actuaba de Ministro de Relaciones Exteriores, preguntaba todas las mañanas si todavía seguía siendo ministro.
         Asimismo, el autor de EL POLÍTICO inmortaliza las palabras de Antonio Maura, pues a decir de este "las contradicciones, cuando son desvergonzadas mudanzas de significación por interés, por ambición, por una sordidez cualquiera, son tan infamantes como los motivos del cambio; pero yo os digo que si alguna vez oyese la voz de mi deber en contra de lo que hubiera con más calor toda mi vida sustentado, me consideraría indigno de vuestra estimación, y en mi conciencia me tendría por prevaricador, si no pisoteaba mis palabras anteriores y ajustaba mis actos a mis deberes".

12. OBRERO DESTACADO

         Báez, sin lugar a dudas, fue un obrero destacado. Su actuación en varios escenarios le ha granjeado admiradores y detractores. Sin embargo, los unos y los otros concuerdan a la hora de valorar su extraordinario trabajo a favor de la patria.
         A manera de recapitulación podemos recordar que formó parte del grupo de fundadores del Partido Liberal 1887, presidiéndolo en 1902.
         Como político ocupó casi todos los cargos, fue Presidente de la República, Diputado, Senador, Presidente del Superior Tribunal de Justicia y Ministro de Relaciones Exteriores durante los gobiernos de: Juan Bautista Gaona, (1904-1905); Benigno Ferreira, (1906-1908); y Félix Paiva en (1937-1939). Bajo el mandato de Albino Jara (1911) actuó como Canciller.
         Desde 1917, durante los mandatos de Manuel Franco y José Pedro Montero actuó como Ministro Plenipotenciario de la República del Paraguay ante los gobiernos de EE.UU., México, Inglaterra, Francia, Italia y España.
         Fue Presidente del Tribunal Superior de Justicia en 1915 y 1916. Ejerció la docencia en la Universidad Nacional de Asunción durante 48 años, desde 1893 hasta 1941.
         Destacado delegado paraguayo en el Primer Congreso Científico Latinoamericano en Montevideo, en 1901. Asimismo, fue designado delegado en el Congreso de Juristas en Río de Janeiro en 1914, así como de la Universidad Nacional de Asunción ante la Sorbona de París en el Congreso Universitario de Rectores en 1936 y 1937.
         Su labor como Canciller y Ministro de la Conferencia de Paz y Límites en Buenos Aires en pos de la firma de paz, es una de sus tantas acciones recordadas y valoradas por el Paraguay. El 21 de julio de 1938 conjuntamente con el Gral. José F. Estigarribia, Luis Riart y Efraím Cardozo, pusieron término a la cuestión boliviana.
         A lo largo de su vida, Báez recibió varias distinciones; por citar algunas: Hijo dilecto de la ciudad de Asunción, declarado por la Municipalidad de la Capital; Condecoración de la Medalla del Reconocimiento paraguayo otorgado por el Gobierno del Presidente Félix Paiva; Condecorado con la Orden Nacional al Mérito del Paraguay, Perú, Francia, México, Estados Unidos, Brasil, Inglaterra; entre otras. Además fue Rector Honorario y Vitalicio de la Universidad Nacional de Asunción, 1940.


III. EL TESTIMONIO

1. EL ÚLTIMO TRABAJO

         Décadas habían trascurrido desde aquel lejano tiempo en que un joven decidido había deslumbrado a un exigente auditorio con una ponencia titulada INSTRUCCION Y RELIGIÓN, en el año 1886. En 1938, la preocupación de Báez se centraba en la firma del "Tratado de Paz, Amistad y Límites" con los bolivianos. Tras años de negociaciones, por fin se habían acordado los puntos para la firma tan ansiada.
         Báez se había trasladado a Buenos Aires para el efecto en calidad de Canciller y Ministro de la Conferencia de Paz. La edad avanzada imposibilitaba a Báez sortear las numerosas escaleras del hotel donde se había hospedado. Un tropezón hizo que se fracturara la muñeca de la mano izquierda. En una carta de su hijo Teodoro a su hermana Arminda, aquél le pide a ésta, y a su madre, informes sobre el accidente. Se lamenta el hijo de Báez de lo acontecido y recuerda a la familia los cuidados que hay que prodigarle a la hora de subir y bajar las escaleras. Asimismo, expresa su preocupación por quienes le acompañan en su trajinar diario, preocupación que deja entrever un cierto descuido por parte de los demás integrantes de la comitiva hospedada en Buenos Aires.
         Lo cierto es que la herida no fue grave. Báez asistió a tan magno acontecimiento y estampó su firma en presencia del presidente argentino Roberto M. Ortiz, del canciller
boliviano Eduardo Diez de Medina y el delegado ante la Conferencia, Enrique Finot. La comitiva paraguaya estuvo integrada por los delegados ante la Conferencia general José Félix Estigarribia, Luis A. Riart y Efraím Cardozo.
         En una carta redactada por Báez a Efraím Cardozo donde aquel agradece a este por el detalle y el reconocimiento que había recibido por su actuación en la firma de paz.

"Asunción, 9 de noviembre de 1938

Señor
Dr. don Efraím Cardozo
Delegado del Paraguay a la Conferencia de Paz de Buenos Aires

He tenido el placer de recibir de Ud. una nota y un Busto mío en bronce comunicándome que este objeto es un obsequio que hace la nombrada Conferencia por mi eficiente actuación en la celebración del tratado de paz, amistad y límites con la República de Bolivia, firmado en esa ciudad el día 21 de julio del presente año.
Es ocioso confesarle que me declaro deudor a la Conferencia por el hecho de dedicarme el Busto de que se trata, a pesar de reconocer que se debe a los Honorables Miembros que la componen todo el mérito de la obra diplomática que han realizado, con la colaboración, es cierto, de los Delegados de las partes contendientes.
Al agradecerle a Ud., doctor Cardozo, por su benévola felicitación, le ruego quiera transmitir la expresión de mis simpatías a los Honorables Embajadores de la Conferencia, quienes me han dispensado un honor altamente significativo en nombre de los Gobiernos que representan.
Salúdole de mi consideración distinguida.
Cecilio Báez"

         Otra muestra de reconocimiento y simpatía hacia la labor de Báez durante las negociaciones fue la caricatura que recibió como obsequio por parte de los demás Delegados. La obra corresponde al artista Riquelme Aguirre y data de 1938.

2. EL ADIÓS AL VENERABLE MAESTRO

         Para los que sostienen que la vida dura lo que las funciones vitales permiten, Cecilio Báez fallecía un día miércoles 18 de junio de 1941. Sus restos fueron velados en el Palacio de los López con honores de ex-presidente. En el cementerio de la Recoleta, destaca una plaqueta de mármol que sintetiza su gran trabajo: UNA VIDA CONSAGRADA.
         A continuación reproducimos una carta de condolencias que de forma detallada sintetiza la obra de Báez en sus diferentes facetas.

         Dice así;

"Formosa, julio 2 de 1941
Sr. Manuel Báez Allende
Asunción

Aquí va el más hondo, largo y estrecho abrazo para ti y todos tus hermanos, junto al duelo del hogar ilustre.
Te hago mensajero igualmente ante tu señora madre y familia, de los sentimientos, inexpresables, con que este amigo de corazón del Dr. Cecilio Báez se asocia al dolor de la familia.
Habría deseado tributar mi personal homenaje al hombre troncal de la república, cuya desaparición me toma en el exilio. Sin tiempo ni reconcentración bastante para ello, el acontecimiento tiene la virtud de embargar mi ánimo con emociones altísimas que no me es posible silenciarlas de ti ni de todos los tuyos, quisiera fuese como una ofrenda íntima.
He aquí, agolpados en mi mente, tantos relieves imperecederos de la jornada del gran luchador. A despecho de cualesquiera distancias o disparidades en la visión del proceso patrio contemporáneo o histórico, percibo de pronto el vacío de aquella existencia insigne que tuvo siempre para miel calor paternal del progenitor de mi generación revolucionaria.
El ciclo memorable de batallas civiles sin cuento que se cierra con el aliento de Cecilio Báez, dentro del marco de su tierra, por la gravitación tribunicia, nos trasporta al rol señero de Cicerón en la Roma de César y Pompeyo. Así quedará esculpido, con aristas plenas de síntesis filosóficas, en la valoración definitiva de su personalidad.
Ultimo líder intelectual y popular del Paraguay de la post guerra de 1870, le cupo superar la cruzada tronchada del Dr. Facundo Machaín y de Don Juan Silvano Godoi, con la fundación primero en 1887 y el advenimiento, después en 1904 del llamado Partido Liberal, que acuñó con sus dogmas de la libertad del sufragio y de la prensa y de la ética universitaria al frente del Estado. Maestro por antonomasia de nuestra Facultad de Derecho, cuantos por allí pasamos y nos armamos para la arena del Foro o de la ágora ciudadana, recibimos de él la lección hecha libro en tantas ramas del saber o hecha cátedra en la directiva más completa de las ciencias sociales y jurídicas de los tiempos modernos.
         Ahorro espacio a esta carta confidencial e improvisada, y omito páginas de oro que debe la república al privilegiado cerebro lo mismo que a la rara probidad de su mayor tribuno de la segunda era constitucional.
         Y con la emoción de su eterna partida en mi mente y en mi corazón, te llamo a ti y a todos tus hermanos, sabiéndoos a todos tan intensos soldados de la Patria como él, y fraternalmente dilectos de mi amistad, y os digo que me fundo con vosotros en un solo sentimiento en la prueba recibida.
         Y que estas breves líneas del exilio queden en vuestras manos como una fe y una consigna, del inmortal apellido.
         Con mis pésames, extensivos a todos los tuyos, te abraza.

         Gomes Freire Esteves
         Dr. Abogado. Brandzen"


FUENTES CONSULTADAS
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Fuentes on line:


EL AUTOR
JOSÉ MANUEL SILVERO ARÉVALOS nació en San Juan Nepomuceno, en 1975. Es profesor de Lengua y Cultura Guaraní por el "Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní". Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Asunción. Diplomado en Estudios Avanzados en Filosofía, por UNIOVI (España). Diplomado en Políticas de Inclusión Social, IMF, CIRF, Universidad de Roma. Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo (España). Es socio fundador de la Sociedad Internacional de Filosofía (Intersophia) y secretario del Centro Paraguayo de Bioética (CPB).
Es autor de LECTURAS PARA UNA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN, Intersophia: España, 2003; NAMBRÉNA. ESCRITOS GUA’U DE FILOSOFÍA Y OTRAS VYRÉSAS, FONDEO: Asunción, 2009. Es compilador junto a Sergio Cáceres del libro PENSAR, DISCUTIR Y ESCRIBIR. TRES AÑOS DE FILOSOFÍA EN EL CCEJS, CCEJS: Asunción, 2010. Coautor con Luís Galeano y Domingo Rivarola de HISTORIA DEL PENSAMIENTO PARAGUAYO, El Lector-ABC: Asunción -parte de la COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY (Vol. 18, 2010) -.
Algunas de sus ponencias fueron publicadas en obras colectivas, a saber: "BIOÉTICAS", en ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA ANTE LOS RETOS DE LA BIOTECNOLOGÍA, Choza, J. y Pintos, Luz, Thémata: Sevilla, 2004; "LA ÉTICA EN LA GESTIÓN SOCIAL Y POLÍTICA", en CAMINANDO JUNTAS, VV.AA., El Foro: Asunción, 2005; "BIOÉTICA GUARANÍ" en, PENSAR EN LATINOAMÉRICA, Tudela, A. y Benítez, J., Jakembó: Asunción, 2006; "SIN COMIDA NO HAY PARAÍSO", en ACTAS DEL VI CONGRESO MUNDIAL DE BIOÉTICA, SIBI: Gijón-España, 2009; "LA UNIDAD ES EL MAL. EL LEGADO DE PIERRE CLASTRES", en ENSEÑANZAS DEL BICENTENARIO ANTE LOS DESAFÍOS GLOBALES DE HOY: REPENSADO EL CAMBIO PARA NUESTRA AMÉRICA, González de Bosio, B. y Zanardini, J., CEADUC: Asunción, 2010; "SOLIDARIDAD VS. ESTADO DE DERECHO. EL CASO DE LA GRATUIDAD EN LA SALUD PÚBLICA PARAGUAYA", en ACTAS DEL II ENCUENTRO MUNDIAL CATHOLIC THEOLOGICAL ETHICS IN THE WORLD CHURCH, Trento (Italia), 2010; "EL IMPERATIVO BIOÉTICO DE FRITZ JAHR", en ANNALI DI STUDI RELIGIOSI, Centro per le Scienze Religiose: Fundazione Bruno Kessler, Trento, 2011; "INCLUSIÓN SOCIAL" en REVISTA MERCOSUR.IT, Instituto MERCOSUR de Formación (IMEF), Montevideo, 2011.
Colabora como columnista en el diario ABC Color.
Actualmente se desempeña como Docente Investigador de Tiempo Completo de Dedicación Exclusiva en la Dirección General de Investigación Científica y Tecnológica de la Universidad Nacional de Asunción.
Además publica en su blog: http://josemanuelsilvero.blogspot.com/

ARTÍCULOS PUBLICADOS EN ABC COLOR SOBRE EL LIBRO:

LA BIOGRAFÍA DE CECILIO BÁEZ, EN UNA SERIE DE PROTAGONISTAS
Cecilio Báez es el título del libro que contiene la biografía del gran paradigma de la intelectualidad paraguaya y miembro de la célebre Generación del 900, escrito por el doctor José Manuel Silvero, que aparecerá el próximo domingo 10 de abril en el marco de la Colección Protagonistas de la Historia, publicada por la Editorial El Lector.
La obra llegará a los lectores con el ejemplar de ABC Color y será una contribución esencial para conocer no solo a una personalidad sustantiva en el devenir cultural y político de la patria, sino una época extraordinariamente rica en acontecimientos y en individualidades de gran valor histórico. 

El doctor Cecilio Báez, presidente de la República entre el 9 de diciembre de 1905 y el 25 de noviembre de 1906, fue uno de los máximos exponentes de la intelectualidad paraguaya, representante de la Generación del 900. Maestro de la juventud. 

Nació en Asunción el 1 de febrero de 1862. Hizo el ciclo secundario de su enseñanza en el Colegio Nacional y luego estudió Derecho. El 15 de julio de 1893 recibió su título de doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Fue uno de los tres primeros abogados recibidos en el Paraguay, junto con Gaspar Villamayor y Emeterio González. 

En 1896 fue designado profesor de Historia en la mencionada facultad y en 1900 enseñó también Sociología. El 10 de julio de 1887 participó en la fundación del Centro Democrático, más tarde conocido como Partido Liberal. Tras el malogrado alzamiento del 18 de octubre de 1891, se refugió, exiliado, en Formosa, Argentina. 

Regresó al país en 1892 y tuvo una activa participación en filas de su partido. Luego de la victoria liberal en la revolución de 1904 con la cual fue desalojado el Partido Colorado del poder, ocupó varios importantes cargos, entre ellos, el de presidente provisional de la República, desde el derrocamiento de su correligionario Juan B. Gaona, el 9 de diciembre de 1905, hasta la asunción constitucional de Benigno Ferreira, el 25 de noviembre de 1906.

OTROS CARGOS PÚBLICOS
También fue ministro de Relaciones Exteriores con los presidentes Juan B. Gaona (1904), Benigno Ferreira (1906) y coronel Albino Jara (1911). Asimismo, fue ministro (embajador) ante los gobiernos de México (1903) y Gran Bretaña y Francia (1919). Durante el gobierno de Félix Paiva (1937-1939) participó en las negociaciones que culminaron con el fin de la contienda del Chaco y la firma del Tratado de Paz, Amistad y Límites con Bolivia, el 21 de julio de 1938, en Buenos Aires. 

En otros ámbitos de su actividad pública, se destacó como vocero de Derecho Internacional en reuniones realizadas en México, Chile y Cuba. En el primer país nombrado, tuvo en 1902 una relevante actuación defendiendo la tesis del arbitraje obligatorio. También ocupó la presidencia de la Comisión Internacional del Congreso de Jurisconsultos de Montevideo, en 1914. 

En el ámbito local, llegó a presidente de la Corte Suprema de Justicia. Entre las distinciones internacionales que recibió se cuentan: miembro de la Sociedad de Ciencias Sociales de Filadelfia; Estados Unidos; de la Academia de Historia de La Habana, Cuba, y de la Societé Academiqué D’Histoire International, de París, Francia.
5 de Abril de 2011


CECILIO BÁEZ FUE UNO DE LOS GRANDES INTELECTUALES
El libro “Cecilio Báez” será presentado este domingo con el ejemplar de nuestro diario, en un emprendimiento de la Editorial y Librería El Lector y ABC Color. El texto es fruto de la investigación del Dr. José Manuel Silvero. Cecilio Báez fue un hombre polémico y polifacético.
El doctor Cecilio Báez, pensador, político, docente universitario, presidente de la República, fue uno de los intelectuales más importantes que dio el Paraguay. Su biografía, justamente titulada “Cecilio Báez”, escrita por el doctor José Manuel Silvero, aparecerá el próximo domingo con el ejemplar de ABC Color, en el marco de la Colección Protagonistas de la Historia, publicada por la Editorial El Lector. 

Cecilio Báez es un hombre polémico y a la vez polifacético, destacado miembro de la intelectualidad paraguaya, fue uno de los primeros egresados del Colegio Nacional de la Capital. En forma aventajada egresó en la primera promoción de la entonces novel Universidad Nacional de Asunción. 

En el prólogo de la obra, el doctor Herib Caballero, director de la Colección Protagonistas de la Historia, señala que el doctor José Manuel Silvero nos presenta en tres capítulos la vida, la obra y el pensamiento de una personalidad que se destacó notablemente en cada una de las actividades que emprendió, ya sea en la cátedra o en la política, en la prensa o en la diplomacia. 

En este sentido Caballero rescata la sinceridad del autor, cuando sostiene que “la figura que me ha correspondido abordar es tan vasta y compleja que lo ‘mucho’ que pueda intentar decir de ella siempre será muy “poco”. Varios aspectos de su amplia producción no son desarrollados en este trabajo”. 
 
Uno de los principales aportes de este libro, de acuerdo con lo señalado por el prologuista, es el recuento de todos los hijos de Cecilio Báez y detalles de su vida que nos traen el ser humano más allá del político. 

El volumen presenta también fotografías inéditas del propio doctor Báez como de su familia, imágenes que acercan al lector a una mejor comprensión del texto presentado por el autor y que hasta esta obra han permanecido inéditas bajo el cuidado de sus descendientes, a quienes agradecemos su prestancia y colaboración para con este proyecto editorial. 

Herib Caballero destaca que en otro apartado importante Silvero nos explica cómo el pensamiento de Báez se entronca con el positivismo, corriente filosófica fundada por el francés Auguste Comte. En este sentido un aporte significativo es el detalle de las lecturas de libros fundamentales en la conformación del pensamiento de Cecilio Báez. 

“Podemos afirmar con propiedad que el trabajo de José Manuel Silvero se encuadra en la biografía intelectual, la cual facilita el entendimiento sobre el modo de pensar de un personaje tan relevante a la historia como el doctor Báez”, apunta Herib Caballero. 

Resalta también que este libro es el primero que se aproxima a la biografía de una figura tan descollante en el desarrollo político y cultural del Paraguay de comienzos del siglo XX, y cuya impronta quedó firme durante muchos años en la enseñanza del Derecho y las Ciencias Sociales. 
6 de Abril de 2011

CECILIO BÁEZ FUE PARTE DE LA GRAN GENERACIÓN INTELECTUAL
El doctor Cecilio Báez fue una de las cumbres intelectuales del Paraguay y como tal perteneció al llamado Novecentismo o Generación del 900, el más brillante grupo de pensadores que dio nuestro país en todos los tiempos.
La biografía de Báez, contenida en el primer libro dedicado enteramente a él, aparecerá mañana domingo, con el ejemplar de ABC Color, en el marco de la Colección Protagonistas de la Historia, publicada por la Editorial El Lector. La obra pertenece al doctor en Filosofía José Manuel Silvero. 

La Generación del 900, incluido Cecilio Báez, contribuyó a preservar la identidad del Paraguay luego de la hecatombe que significó la Guerra contra la Triple Alianza.
Esa denominación fue acuñada en 1950 por Juan Emiliano O’Leary, uno de los “novecentistas”, cuyos miembros nacieron inmediatamente después de la Guerra del 70 (1864-1870). 

Según el profesor Raúl Amaral, el Dr. Gualberto Cardús Huerta (1878-1949) dejó indicado en 1922 el  segmento temporal que comprendía a los nacidos entre 1870 y 1880, “en la década de escombros” (como él la denominó) y que tocaba a la primera posguerra.

CIERTA ANALOGÍA
Indicaba Amaral que este movimiento guarda ciertas analogías con otros similares y de la misma época del continente y asimismo con “el 80” argentino y “el 98” español. Pero lo que debe interpretarse por “novecentismo paraguayo”, agregaba el escritor y crítico, es no solo un agrupamiento de jóvenes que en el momento de su actuación pública –en la cultura o en las letras– tenían entre 18 y 25 años de edad, sino una posición de mayor validez. 

Debe recordarse que ellos ocuparon la mayoría de los espacios entre los comienzos del 900 y las vísperas de la Guerra del Chaco, de la que participaron en la defensa intelectual de la patria. 

Se presenta, además, esta generación, asociada a la española del 98 –si bien no en todos sus aspectos– al incluir a precursores inmediatos, en el caso particular de Valle Inclán y Unamuno (1864 y 1866) y en el paraguayo de López Decoud y Domínguez (1867 y 1868), respectivamente. 

Luego vienen los del 70 al 80 ya citados por Cardús Huerta, y hasta el 85, ciñéndose a términos más amplios. Pero en la realidad ese “novecentismo” domina por más de tres décadas la vida cultural paraguaya (1899-1930) y de modo especial el proceso literario. Se advierten influencias francesas, inglesas y en menor medida españolas. 

La prosa produce el esteticismo de López Decoud y el tono poemático de Domínguez, en tanto que la poesía continuará con la herencia posromántica hasta las proximidades de 1910, sin desconocer el indudable impacto modernista. 

Dos acontecimientos de importancia deben sumársele: la inauguración de la crítica por medio del ensayo de Manuel Gondra: “En torno a Rubén Darío” (1898-1899) y los inicios de la novelística naturalista representados por el libro “Ignacia”, de José Rodríguez Alcalá (1905). Otro hecho de trascendencia lo constituyó la quiebra generacional producida a partir del 17 de octubre de 1902 con la polémica histórica entre Cecilio Báez y Juan E. O’Leary.   
9 de Abril de 2011