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sábado, 31 de julio de 2010

MARIANO ANTONIO MOLAS - NEGOCIACION BELGRANO-CABAÑAS) / Fuente: DESCRIPCIÓN HISTÓRICA DE LA ANTIGUA PROVINCIA DEL PARAGUAY


NEGOCIACION BELGRANO-CABAÑAS
Autor:
MARIANO ANTONIO MOLAS
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
.
NEGOCIACION BELGRANO-CABAÑAS

Belgrano que se vio en el mayor conflicto, envuelto entre tres fuegos y expuesto también a caer prisionero, ser enteramente destrozado o rendirse a discreción, tomó el partido de ofrecer capitulaciones; al efecto, mandó un parlamentario que fue don José Alberto Echevarría (paraguayo y tío materno de Machaín) al general don Manuel Cabañas, requiriendo la cesación de hostilidad, y prometiendo retirarse con el resto de su ejército y armas que le quedaban, al otro lado del Paraná, dejando así evacuada la provincia de toda invasión. El general paraguayo contestó a Belgrano por el oficio que sigue:
Campo de batalla de Tacuarí, marzo 9 de 1811.
"Habiéndose presentado el parlamentario don José Alberto Echevarría, proponiendo de parte del señor general del ejército de Buenos Aires, que respecto a que sólo había venido no a hostilizar la Provincia del Paraguay, sino a auxiliarla, de que han resultado varias hostilidades, se retiraría al otro lado del Paraná con su ejército, y dejaría la provincia evacuada de toda invasión; he resuelto yo el Comandante en jefe de las tropas del Paraguay, convenir, en que siempre y cuando se convenga no haber más hostilidades de armas, conceder la proposición hecha por el parlamentario; bajo de dicho seguro principiará a marchar desde mañana 10 del corriente. – Dios guarde al señor general muchos años. – Manuel Atanacio Cabañas".
El general don Manuel Belgrano contestó lo siguiente:
"Me conformo en todas sus partes, con cuanto usted me significa en su oficio de este día; y al efecto daré principio a mi marcha mañana, pero si usted gusta que adelantemos más la negociación para que la Provincia se persuada de que mi objeto no ha sido conquistarla, sino facilitarle medios para sus adelantamientos, felicidad y comunicaciones con la capital, sírvase decírmelo, y le haré mis proposiciones – Dios guarde a usted muchos años. Marzo 9 de 1811."
Quiso el general Cabañas oír las proposiciones que Belgrano ofrecía hacerle, y le comunicó a este que gustaría se las hiciese, en cuya virtud le trasmitió las siguientes:
"Ya que usted gusta imponerse de las proposiciones que he meditado hacerle, en virtud de las altas facultades de que estoy revestido, como representante de la Excelentísima Junta de la provincia de Buenos Aires, para que se convenza la del Paraguay, de que el objeto de mi venida, no ha sido a conquistarla sino a auxiliarla, para que valiéndose los hijos de ella de las fuerzas de mi mando, recobrasen sus derechos, que por todos títulos les corresponden; que nombrasen sus diputados al Congreso general, a fin de resolver el modo de conservar la monarquía española en estos dominios de Su Majestad el señor don Fernando 7º, si la España se pierde enteramente; hallándose hoy reducida al triste recinto de Cádiz y la Isla de León; e igualmente concederle la franquicia de un comercio liberal de sus producciones, inclusa la del tabaco, y otras gracias para sus mayores adelantamientos y ventajas; deseoso además de evitar para siempre la efusión de sangre entre hermanos, parientes y paisanos, que tan infelizmente hemos experimentado – hago las siguientes proposiciones:
1º Habrá desde hoy paz, unión, entera confianza, franco y liberal comercio de todos los frutos de las provincias, incluso el tabaco, con las demás del Río de la Plata, y particularmente con la capital de Buenos Aires.
2º Respecto a que la falta de unión que ha habido hasta ahora, consiste en que la Provincia ignora el deplorable estado de la España, como el que las antedichas provincias del Río de la Plata, están ya unidas, y en obediencia a la capital, y que sólo ella falta con su diputado, y la ciudad de Montevideo; podrán ir tres o cuatro individuos, que ella misma nombre, a la capital, a cerciorarse por si mismos, para que instruidos de la casi total pérdida de la España, elija el diputado que le corresponde, se una, y guarde el orden de dependencia determinado por la voluntad soberana.
3º Elegido el diputado, deberá la ciudad de la Asunción formar su Junta de gobierno, según previene el reglamento de 10 de febrero último, que acompaño en la Gaceta de Buenos Aires del 14, siendo su presidente, el gobernador don Bernardo Velazco.
4º Para que se cerciore más la provincia del Paraguay, de que no he venido a conquistarla, sino a auxiliarla; sin embargo de que nada se me dice de los ganados que he consumido, pertenecientes a aquellos vecinos, y de las caballadas, que acaso se habrán perdido por mi ejército, también correspondientes a los mismos; me ofrezco a volver las mismas especies, o su equivalente en dinero, según convenio que celebremos.
5º Pido que no se siga perjuicio alguno a las familias de esta provincia, que siendo de la causa sagrada de la Patria y del amado Fernando 7º, se han constituido a vivir con el ejército auxiliador de mi mando, ni se les tenga en menos.
6º Respecto a que los prisioneros hechos por usted y en Paraguarí, así oficiales como soldados, son verdaderos hijos de la Patria y sus defensores, lo que tanto interesa a la provincia del Paraguay, siendo la puerta Buenos Aires, por donde pueda ser invadida por los franceses, pido que se les de libertad, para que vayan a sus Regimientos, y se me entreguen las armas con el mismo fin.
7º En atención a que cesan ya todas las hostilidades, pido a usted se ponga en libertad a mi oficial parlamentario don Ignacio Warnes.
8º Que igual favor merezcan todos los prisioneros que se hallan en Borbón, y demás presidios, por haber sido de la causa de la Excelentísima Junta de las Provincias del Río de la Plata.
Usted se servirá resolver sobre cuanto dejo significado, y manifestarme su contestación a donde juzgare oportuno; mientras, tengo el honor de ser con el mayor respeto, su afectísimo servidor – Manuel Belgrano – Tacuarí, marzo 10 de 1811. – Señor general don Manuel Cabañas.
Remitidas a don Manuel Cabañas las antecedentes proposiciones, se retiró Belgrano de Tacuarí, como lo había prometido; pasó el Paraná en el paso de Candelaria, en cuyo pueblo pasó a descansar y aguardar la contestación y resolución del general Cabañas. Este, que no tenía facultad, ni estaba autorizado para celebrar ni ajustar tratados ni convenciones con Belgrano, sino apenas para concederle su retirada libre, le contestó en los términos siguientes:
Campo de batalla de Tacuarí, marzo 10 de 1811.
"He recibido su papel de hoy día de la fecha, al que contesto diciendo, que mi autoridad es limitada, y por lo mismo no puedo resolverle a punto fijo ninguna de las proposiciones que en él se contienen; y sólo digo que mi patria merece se le dé satisfacción por tantos males que ha sufrido en sus hijos, habiendo dado la leche a los ajenos y a cuantos la gustan. También ha dado auxilios de armas y tropas al Río de a Plata, las repetidas veces que lo ha pedido; pero no ha tenido las resultas favorables a su mérito; y lejos de algún respeto se le compensa con un ejército auxiliador que jamás ha pedido, y aun dado caso que así fuera, sería con la intención de algún favor, y no como el que ha resultado. Por dichas razones soy de sentir que el gobierno de Buenos Aires diera una satisfacción arreglada, de manera que prevalezcan las leyes y costumbres que han guardado nuestros mayores, cuya honra debemos respetar según ley divina los que profesamos el nombre cristiano. Yo creo firmemente que en adelante según su palabra y autoridad no propenderá a otra cosa usted, ni ningún individuo del gobierno. Mi limitada inteligencia zozobrada en la piedad, que naturalmente poseo, me hizo faltar ayer al pedido de las haciendas, y demás haberes, en que hemos sido perjudicados todos los individuos del Ejército, cuya justicia clama al cielo, y Dios quiera que usted no tenga que responder a ello en el Tribunal Supremo; y así es que sería yo de dictamen que en lo que existiese, se hiciese restitución, para que no fuera tan gravosa ni repugnante la satisfacción que usted promete. También me contraigo sucintamente en cuanto a lo que pide en los artículos 5º y 6º, asegurándole tendrá todo, buen suceso, siempre que se sepulte toda invasión particular y general entre las dos provincias, cuyo proceder no dudo suavizará la justicia que algunos merecen. Quedo deseoso de que usted a continuación del papel de ayer, de mi condescendencia a su parlamento, ponga el suyo, y firmado me lo devuelva original, en cuyo proceder tendré gran prueba de su generosidad, la misma que ofrece a usted, el que con el mayor respeto tiene el honor de llamarse su mejor servidor. – Dios guarde a usted muchos años. – Manuel Atanasio Cabañas. – Al señor general don Manuel Belgrano".
Este oficio tan mal concebido, ridículo y chabacano, manifiesta con demasiada evidencia la suma insuficiencia de su autor. Lo recibió Belgrano estando ya en el pueblo de Candelaria, a donde fueron a verle y tratar con él, el Capellán de nuestro Ejército, don José Agustín Molas, y el capitán don Antonio Tomás Yegros, con otros más. Los dos primeros enviados por el general Cabañas, a recibir una cantidad de pesos que reclamaban el pueblo de Santiago y el de San Ignacio, como injustamente despojados de ella, por un tal Francisco Ramos, que seguía al ejército invasor. Don Manuel Belgrano, logró la ocasión de instruir a los referidos oficiales, y por medio de éstos al mismo general Cabañas y a don Fulgencio Yegros, el más empeñado y acérrimo defensor del partido realista, quien prendió contra todo derecho de la guerra y de gentes a don Ignacio Warnes, oficial parlamentario enviado con pliegos desde la orilla opuesta del Paraná, al gobernador Velazco.
Habiéndose retirado Belgrano a la otra banda del Paraná, fueron conducidos a la Asunción los prisioneros, donde los tuvo Velazco en un barco en medio río, mientras que se preparaban dos o tres buques, para conducirlos a la ciudad de Montevideo, a disposición de aquel gobierno, como se ejecutó. El conductor de ellos fue un gallego llamado don Carlos Genovés, capitán miliciano, que sin más mérito que el de haber sido escribiente pendolista del gobernador don Lázaro Rivera, antecesor de Velazco, obtuvo el grado de capitán de milicias. El general Cabañas después de haber prometido al general Belgrano y asegurándole que tendrían buen suceso sus proposiciones quinta y sexta, a saber, que no se les seguiría perjuicio alguno a las familias de los individuos que siendo de la causa sagrada de la patria, se constituyeron a vivir en el ejército auxiliador; y que se diese libertad a los prisioneros tomados en Paraguarí y en Tacuarí, para que volviesen a incorporarse en sus regimientos, ni aún interpuso su mediación con Velazco a favor de éstos.
El gobernador Velazco, que ya se consideraba un señor absoluto y árbitro de nuestros destinos, y que en su lisonjera y engañosa proclama de 4 de febrero anterior, había tratado de rebeldes a Belgrano, y a todos los que se habían declarado adictos a la libertad de la América, ordenando además a los jefes de las villas y de campaña, que redoblen su vigilancia, continuando sus rondas y patrullas, para que no se introduzcan personas sospechosas, y papeles seductivos; y se los envíen a los que los oculten – miró con alto desprecio las proposiciones de Belgrano y la promesa de Cabañas, apresurando la remisión de los prisioneros a Montevideo, a cargo de don Carlos Genovés, a quien enviaba con poderes para pedir armas y dinero y a combinar el plan de oposición abierta a la Junta de Buenos Aires. Con esta comisión marchó Genovés.
El gobernador Velazco, ingrato al favor que le habían hecho los paraguayos, en restituirle el gobierno de la Provincia, que por su vergonzosa fuga del ejército en Paraguarí (después de haber prometido en el Congreso de 24 de julio del año anterior, que se sacrificaría por nosotros), lo había perdido, licenció a éste en Tacuarí, sin paga alguna; voló a Misiones con sus adheridos aduladores y lisonjeros, no a otro fin que al de divertirse, y hacerse tributar los honores del triunfo, que no los merecía. Algunos días se mantuvo en el pueblo de Santa María en regocijos y fiestas, no a su costa, sino a expensas de aquel vecindario pobre, y volvió a la Asunción. Como él se había investido del alto carácter de legítimo representante del señor don Fernando VII, en el Paraguay, condecoró a don Fulgencio Yegros, con el grado de teniente coronel, y le nombró gobernador de Misiones, en cuya virtud quedó éste con alguna tropa en el pueblo de Itapúa.
Autor: MARIANO ANTONIO MOLAS
Tercera edición,
EDICIONES NIZZA
Asunción - Paraguay, 1957.
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