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jueves, 6 de enero de 2011

ANGE-FRANÇOIS CASABIANCA - UNA GUERRA DESCONOCIDA: LA CAMPAÑA DEL CHACO BOREAL (1932-1935) - TOMO II / Texto: EJÉRCITO PARAGUAYO DESDE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA HASTA LA GUERRA DEL CHACO/ Editorial El Lector, 1999




UNA GUERRA DESCONOCIDA:
LA CAMPAÑA DEL CHACO BOREAL
(1932-1935) - TOMO II
Traducción para este volumen
CRISTINA BOSELLI - JORGE ENCISO-
CYNTHIA FATECHA - ANGELA FERREIRA
(Bajo la coordinación de CRISTINA BOSELLI)



ANGE-FRANÇOIS CASABIANCA 1999,
Editorial El Lector
Telefax: 498 384 (Asunción)
Diseño de Tapa: Ca'avo-Goiriz
Compaginación y Armado de Página: Fátima Benítez
Tirada: 1.000 ejemplares
ISBN 99925-51-24-0
Hecho el Depósito que marca la Ley 94
Impreso en el Paraguay - Printed in Paraguay
Asunción, 1999 (386 páginas)



"UNA GUERRA DESCONOCIDA: LA CAMPAÑA DEL CHACO BOREAL (1932-1935) VOLUMEN II"
ANGE-FRANÇOIS CASABIANCA
En este segundo volumen de su monumental tesis escrita para el doctorado en Historia Contemporánea del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad de París III, que se publicará en siete tomos en total, el historiador francés Ange-François Casabianca realiza un pormenorizado estudio de la historia de los ejércitos de Paraguay y Bolivia, desde su creación, hasta llegar a los albores del conflicto chaqueño.
Pero si en el Capítulo VII (que abre este volumen) traza una concienzuda y medular historia del ejército boliviano de 170 páginas, es al ejército paraguayo al que, a lo largo de dos capítulos, el VIII y el IX, dedica mayor atención, desplegando su historia en más de 250 páginas.
Además de narrarnos el proceso de su creación, se detiene en un pormenorizado análisis, campaña por campaña y acción por acción, de la guerra del 70, en el capítulo VIII, antes de desarrollar, en el capítulo siguiente, el último de este tomo, el proceso de renacimiento de nuestro ejército y la preparación hasta llegar a las vísperas de la Guerra del Chaco. Esta obra del profesor Casabianca es notable no sólo por su volumen, sino por tratarse de un estudio que va más allá de la simple exposición de los acontecimientos de orden militar: realiza un análisis exhaustivo no sólo de las causas y consecuencias del conflicto, sino también de sus facetas desde el punto de vista ideológico, político, diplomático, social, económico, financiero y demográfico. Eso, dentro de un siempre extraordinario rigor científico y, sobre todo, un notable equilibrio y serenidad.

ÍNDICE
CAPITULO VII : Historia del ejército boliviano y su preparación para la guerra del Chaco // - De la colonia a la independencia // - Nacimiento del ejército // - Primera invasión peruana (1828) // - Campaña de la Confederación (1835-1839) // - Segunda invasión peruana (1841-1842) // - De tratado de Puno a la guerra del Pacífico (1842-1879) // - La guerra del Pacífico (1879-1880) // - Campaña del Acre (1899-1903) // - Reforma de la era Montes y misiones militares extranjeras // - Implantación de la aviación // - De 1920 a la guerra del Chaco
CAPITULO VIII : Historia del ejército paraguayo desde su origen hasta la guerra de la Triple Alianza // - De la Colonia a la Independencia // - Nacimiento del ejército // - Período de la dictadura // - Obra de Francisco Solano López // - La guerra de la Triple Alianza
a) Primicias, medios comprometidos y planes
b) Fase ofensiva de los paraguayos
1° Campaña de Mato Grosso
2° Campaña de Corrientes
3° Combate del Riachuelo
4° Campaña de Rio Grande do Sul
c) Fase defensiva de los paraguayos
1° Futuro teatro de operaciones
2° Reagrupamiento de los aliados
3° Desembarco aliado (4/1866)
4° Primavera y verano de 1866
5° Entrevista de Yataity Corá
6° Otoño e invierno de 1866
7° Combate de 1867
8° Forzamiento de Humaitá (2/1868)
9° Conjura contra López
10° Caída de Humaitá (7/1868)
11° Campaña de Pikysyry (1868)
12° Rodeo por el Chaco y caída de Asunción
13° Campaña de las Cordilleras
14° Último acto del drama
CAPITULO IX : El ejército paraguayo de la guerra de la Triple Alianza a la guerra del Chaco // - Postguerra y renacimiento del ejército // - Estabilización y enderezamiento (1924/26) // - Implantación de la aviación // - Intensificación del esfuerzo y crisis de 1928 // - De 1928 a la guerra del Chaco


CAPITULO IX

EL EJÉRCITO PARAGUAYO DESDE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA
HASTA LA GUERRA DEL CHACO


POSTGUERRA Y RENACIMIENTO DEL EJÉRCITO

El Paraguay saldrá de la guerra de la Triple Alianza con un territorio arrasado y en ruinas, cuyo suelo no había sido cultivado durante meses. Su población, evaluada en 1864 en cerca de 800.000 almas igualmente repartidas entre los dos sexos, había sufrido pérdidas irreparables, no tanto debido a las operaciones militares como al "genocidio" llevado a cabo en su contra por el ejército brasileño bajo las órdenes del Conde d'Eu. Sabemos que el francés Chartrain evaluó a los sobrevivientes de la tormenta en 221.079 personas, de las cuales 106.254 mujeres, 86.079 niños de ambos sexos y 28.746 hombres, estos últimos principalmente personas mayores, inválidos o ciudadanos extranjeros, lo que conducirá a un porcentaje de pérdidas de 72.50% de la población.
El brasileño Chiavenatto (157) llega a cifras y tasas más elevadas, con un total de 194.000 sobrevivientes repartidos en 180.000 mujeres y 14.000 hombres, dividiéndose éstos en 9.800 niños de menos de doce años y 4.200 mayores de los cuales la mitad no tenía 20 años. Lo que proporcionaría un total de 386.000 hombres y 220.000 mujeres abatidos o muertos de hambre y equivaldría al 95.50% de la población masculina, 55% de la femenina y 75,50% de la población global.
La guerra será seguida de la ocupación total del territorio, esencialmente por el ejército brasileño, pues el contingente argentino no tardará en ser repatriado. El Conde d'Eu transmitirá el 16 de abril de 1870 en Humaitá, la comandancia de las tropas a Cámara, nombrado entretanto Barón de Pelotas, y volverá al Brasil. Los últimos ocupantes no dejarán Asunción hasta el 22 de junio de 1876, luego de la firma del último de los tratados de paz con el Paraguay. Financieramente sostenida por el vencido, la ocupación brasileña será muy rigurosa y quisquillosa. El ejército intervendrá en todo dentro de la vida política de un país que no tardará en conocer la violencia entre los raros partidarios de Solano López dejados en libertad, con los antiguos exiliados o "Legionarios" que reivindicarán el poder absoluto. Es así, entre otros ejemplos, que cuando el nuevo presidente electo, Facundo Machaín, declarará el 20 de setiembre de 1870, sólo dos días luego de su elección, la caducidad del "triunvirato" colocado bajo presión de los aliados un año antes, los brasileños ocuparán militarmente la "Casa de Gobierno" y destituirán al nuevo presidente a quien reemplazará Cirilo Antonio Rivarola, antiguo combatiente del ejército de López a quien abandonará en 1867 para unirse a sus adversarios.
En el campo que estamos tratando, el militar, el ocupante no ocultará jamás su voluntad de oponerse a todo reconocimiento de una fuerza armada paraguaya, llegando hasta desarmar totalmente luego de arrasar la fortaleza de Humaitá, de la que poco quedaba, luego de que sufriera el impacto de más de 20.000 granadas de las aliados durante la guerra y reservando la misma suerte a la acería de Ybycuí luego de haberla desmantelado desde su captura en la primavera de 1869. Ellos se limitarán a tolerar, para ser ayudados en el mantenimiento del orden, la existencia de una fuerza de policía de algunos centenares de hombres.
El único resultado positivo de la ocupación del Brasil será que, aunque su ejército no hará nada por oponerse a una anarquía creciente, evitará con su sola presencia la toma del poder por un "caudillo", lo que evitará al Paraguay caer en los desbordes que conocerán sus vecinos de Bolivia.
Por otra parte, es cierto que esta presencia permitirá el retorno pacífico de los prisioneros de guerra y evitará como lo hemos dicho, a sus principales jefes, los generales Caballero y Delgado o a los coroneles Genes, Hermosa y Quintana, el juicio por "alta traición" que deseaba infligirles el "triunvirato".
Con respecto a los prisioneros de guerra, agregaremos que el apaciguamiento de su fidelidad hacia Solano López no tardará en ganar sus espíritus y que a algunos de sus representantes de alto rango se les confiarán funciones oficiales o puestos importantes.
Es así que Caballero será enviado en misión a Europa a su retorno del cautiverio y que el "legionario" Juan Bautista Gill, electo presidente en 1874 y asesinado 3 años más tarde, tendrá como secretario y hombre de confianza al Coronel Genes, héroe de los ataques y abordajes de los acorazados imperiales. A su retorno de Europa en 1873, Caballero se dedicará enteramente a la acción política creando el partido "colorado" y será Ministro del Interior en 1878, luego presidente de 1880 a 1886. Será reemplazado en la magistratura suprema por el General Patricio Escobar, otro antiguo miembro del ejército de López.
Se puede situar el renacimiento del ejército paraguayo en el período que parte de 1880 y en el que el partido "colorado" se hará cargo del poder asumiéndolo en forma continuada hasta 1904.
Poca cosa será hecha para el efecto en los primeros tiempos pues al país aún le faltaban hombres y, sus gobernantes, enfrascados en la "Primera Reconstrucción", debían afrontar problemas mucho más urgentes e importantes. Sin embargo, la presidencia de Caballero verá la construcción de nuevos cuarteles, hospitales reservados a los militares, la creación de "colonias" explotadas por los militares y la reinstalación de un pequeño contingente en el lejano puesto de Fuerte Olimpo, abandonado desde la guerra de la Triple Alianza. En 1888, un navío paraguayo se apoderará sin resistencia de Puerto Pacheco, edificado por el hombre de negocios boliviano Suárez Arana sobre el Río Paraguay, en los alrededores de Bahía Negra donde el Paraguay tendrá también un destacamento de tropas.
No poseemos ninguna información, a falta de documentación sobre el trabajo de reconstitución del ejército entre 1880 y el final de la primera década del siglo XX, sino que a partir de los últimos años del siglo precedente y a fin de suministrar un marco válido a este ejército, el Paraguay enviará a sus mejores elementos a prepararse para sus puestos en el ejército chileno. Algunos de los participantes dejarán su nombre escrito en la historia militar, como los futuros generales o coroneles Manuel Rojas, comandante en jefe en 1931, Manlio Schenoni que será comandante en jefe, luego ministro de guerra y de la marina después de haber organizado y dirigido la Escuela Militar; Adolfo Chirife, que será igualmente ministro de guerra y de la marina antes de conducir a su país a una sangrienta guerra civil o Eugenio Garay, futuro ministro de guerra y de la marina y luego comandante de división en la guerra del Chaco. Luego de haber servido de 1897 a 1904, estos cuatro militares irán a proseguir su preparación en Alemania, donde de 1904 a 1908 serán afectados al 8° regimiento de infantería de Coblenza. Por otra parte, los dirigentes "colorados" de la época Procederán a la recuperación de la red telegráfica en la parte oriental del país y confiarán al italiano Andrea Scala, la reorganización del arsenal de Asunción.
A la primera era “colorada” sucederá la del partido “liberal” que gobernará también sin interrupción hasta 1936.
Se sabe que su presencia en el poder puede dividirse en tres grandes etapas, desde la anarquía a un estado de sitio prácticamente permanente entre 1905 y 1912, de alternancia entre crisis políticas y sublevamientos armados que desembocaran en la guerra civil entre 1912 y 1923, finalmente, la época de la estabilización seguida de una reforma bajo el impulso de Eusebio Ayala a partir de 1924. Los sublevamientos de 1908 y 1910 y las luchas fratricidas de 1912 y 1922-23, de las que ya se habló anteriormente, tendrán consecuencias por demás nefastas para el desarrollo del ejército.
A inicios del siglo actual, éste no contaba más que con 1 batallón de línea y 1 escuadrón de caballería que formaban la escolta presidencial, ambos acantonados en Asunción, y las pequeñas guarniciones de los puestos del Alto Paraguay, re ocupadas en la época de Caballero.
También podemos decir que el ejército paraguayo realmente comenzará a tomar cuerpo con la llegada a la presidencia, en 1906, del antiguo "legionario” Benigno Ferreira. Aunque no contaba más que con 1500 oficiales y soldados dirigidos por jefes que debían sus rangos más a su sumisión hacia el poder establecido que a sus propios meritos, Ferreira no dudará en dotarlo de un Estado Mayor General, calcado del de la Prusia imperial, y de armamentos modernos. Enviará a Europa en 1908 al Mayor Duarte que, debido a que el ejército paraguayo estaba entonces totalmente germanizado en sus armas, métodos y hasta en su tenida, en Alemania procederá a la adquisición de 5000 fusiles y 4 baterías Krupp de 105 mm, habiendo estas últimas causado serios daños probablemente debidos a la falta de preparación de los artilleros paraguayos más que a los vicios de fabricación.
Pero el principal mérito de Ferreira será el de haber creado, en 1906, una Escuela Militar, instalada en Asunción, que tendrá no obstante una breve existencia pues será suprimida en 1908, luego de la rebelión fomentada por el mayor Jara con el apoyo de un cierto número de "cadetes" que regresaban de Chile.
El esfuerzo de organización emprendido al inicio de la segunda década del siglo XX y continuo, a pesar de las vicisitudes conocidas por el ejército, conducirá a la división del territorio en cuatro zonas o regiones militares, instaladas en los cuatro rincones del país: la 1ra. y la más importante al norte, en Concepción; la segunda en el centro, en Paraguarí para poner a Asunción y al gobierno al resguardo de toda tentativa de sedición; la tercera en el sudoeste, en Humaitá y luego en Pilar; la cuarta en el sudeste, en Encarnación, y una quinta zona teniendo como sede a Villa Hayes que se agregó luego. La defensa nacional será reforzada con la creación en 1909 de una Guardia Nacional y de un Cuerpo de Voluntarios. Al año siguiente se dará un nuevo paso con una ley del 23 de diciembre que completará el decreto de aplicación del 14 de febrero de 1913, instituyendo el servicio militar obligatorio para todos los ciudadanos de 17 a 45 años residentes en la capital, las sedes de las zonas militares y las ciudades de Villarrica y Caazapá.
Esta medida no tendrá sin embargo al menos en un primer momento, el alcance que deseaba proporcionarle la legislación, pues numerosas comisiones militares deberán ser enviadas a los centro del interior para verificar la aplicación de la ley.
Esta reticencia de la población a cumplir con sus obligaciones militares podría explicar que en 1908, en la primera rebelión del Mayor Jara, que reincidirá en 1910 y luego en 1912, el ejército no pasará de 2000 hombres, principalmente repartidos entre Concepción, Asunción y Paraguarí.
Sin embargo, en 1912, Jara llegará a concentrar entre Villarrica y Encarnación para marchar a la capital, 2000 hombres encuadrados en su mayoría por oficiales de carrera y hará frente a 5000 "leales" comandados por el General Patricio Escobar y el Teniente Coronel Chirife. El fracaso de Jara en mayo, en el combate de Paraguarí en el cual encontrará la muerte, traerá la depuración en gran escala de los oficiales que habían tomado partido por él, lo que reducirá los cuadros de un ejército que se había elevado a 3000 hombres, a 1 coronel, 4 tenientes coroneles y 40 mayores u oficiales subalternos, lo cual era manifiestamente insuficiente para satisfacer las necesidades.
La misma insuficiencia encontraremos en el armamento de este ejército, pues la primera guerra mundial no le permitirá proceder ni a su renovación ni a su aumento. En 1920, disponía como artillería sólo de los cañones comprados a Krupp doce años antes, y su armamento individual se limitaba a 3500 viejos fusiles españoles llamados por los soldados "mata-paraguayos" debido a que eran propensos a estallar cuando eran utilizados.
Estas insuficiencias no impedirán que el ejército, a iniciativa de su Estado Mayor, proceda desde la primavera de 1914, a un primer reconocimiento del territorio del Chaco entre los grados 56° y 59° de longitud oeste y hacerlo en diferentes ocasiones, especialmente en 1918 y 1919 en la zona del Pilcomayo donde instalará sus dos primeros fortines que recibirán los nombres de Dorado Nuevo y Gral. Bruguéz. Teniendo en cuenta el estado de preparación en el que se encontraba entonces el ejército, será necesario para él realizar mucho más que una primera toma de conciencia del problema que comenzaba a nacer en Bolivia, como una etapa de preparación para un eventual conflicto con esta última. Más aún porque poco después, sufrirá las consecuencias de la guerra civil de 1922-1923, en la que los oficiales de carrera tomarán de nuevo, en su gran mayoría, la posición de insurrectos.
Hemos dicho más adelante que la guerra civil traerá una represión moderada, en el sentido de que ningún rebelde será condenado a la pena capital, pero sin embargo traerá la exclusión del ejército de los coroneles Chirife y Brizuela, 4 mayores y 34 oficiales subalternos. Todos elementos altamente calificados de los cuales algunos, luego de la amnistía y de obtener su reintegración en el grado, se distinguieron en la guerra del Chaco donde Brizuela comandará el III cuerpo de ejército. Por otra parte, la guerra civil traerá la supresión de las lra., 2da. y 5ta, zonas militares que habían sido centros motores de la sublevación.
(157) Chiavenatto, op. cit., 149-151

PERÍODO DE ESTABILIZACIÓN Y REFORMA (1924-1931)

Un primer esfuerzo de organización había sido hecho, poco antes de la guerra civil, por el General Schenoni que, a partir de diciembre 1922, asumirá la doble tarea de comandante en jefe y de ministro de guerra y marina. El promoverá en ese mismo año; la creación en Asunción de una unidad de ametralladoras pesadas, de una compañía de zapadores y de una Inspección de las Fuerzas del "Chaco Norte".
Anteriormente, se había hecho un esfuerzo para la formación de los cuadros con el renacimiento, en 1916, de la Escuela Militar bajo el nombre de "Colegio Militar Mariscal Francisco Solano López", lo que prueba que el ostracismo hacia la persona de este último estaba ya alejado de los espíritus.
Instalado en Capiatá, Schenoni se ocupará de la dirección de la reapertura en 1923, cuando será reemplazado por el Mayor Estigarribia, futuro comandante en jefe en el Chaco. De 1918 a 1932, pues será cerrado al estallar la guerra, el "Colegio Militar" verá la formación de diez y siete promociones con un total de 289 alumnos para el ejército de tierra y 10 promociones con un total de 63 alumnos para la marina (158), en las que figuran la mayoría de los jefes que se distinguirán en el Chaco. La evolución de la situación en este territorio acarreará además la creación por decreto del 27 de setiembre de 1927 de una "Escuela de Aspirantes" confiada al mayor de artillería, Camilo Recalde, que producirá entre 1928 y 1932 seis promociones con un total de 144 sub-tenientes de reserva (159); continuando su actividad durante la guerra del Chaco verá salir otras trece promociones, un millar de otros elementos del mismo grado, que serán afectados a las tropas de campaña o al estado mayor.
Poco antes, un decreto del 8 de abril de 1927 había creado para la aviación una Escuela Militar de donde saldrán, de 1928 a 1930, 11 alumnos pilotos y 11 oficiales-mecánicos. Finalmente, la Escuela de Guerra será creada por decreto del 10 de agosto de 1929, quedando su dirección asegurada a partir de 1931 por una misión militar argentina que también se encargará de la escuela de aviación militar (160).
Antes de enfrascarnos sobre la evolución orgánica en el curso de los años de la estabilización y reforma del ejército del Paraguay, examinaremos el intenso esfuerzo de reforma de sus cuadros que llevará a cabo en el curso de estos años con el concurso de misiones extranjeras y con el envío de sus mejores elementos a realizar pasantías en los grandes ejércitos extranjeros de la época.
(158) Cnel. Luis Vittone. "La guerra del Chaco" Tomo I, p. 24-29 sin indicación del lugar ni fecha de publicación.
(159) Vittone, op. cit., p. 46-49
(160) Vittone, op. cit., p. 42-43

LAS MISIONES MILITARES EXTRANJERAS

Hasta 1914, mientras el ejército paraguayo será profundamente germanizado, apelará a Alemania para ayudarlo en su perfeccionamiento. Es así que una correspondencia a su departamento dirigida por el representante francés en Asunción, el Sr. Bélin en fecha del 6 de abril de 1913, nos hace saber que había contratado a título privado, pero para misiones que no detalla, dos tenientes alemanes: Richard Knaut, que será afectado a la I zona militar y Heinrich Knobloch a la II zona. En enero de 1914, esta vez sobre un plan oficial, el Paraguay solicitará una misión militar alemana. Comandada por el Capitán de infantería Von Scheinitz, ella estaba formada por el Teniente Von der Decken para la Infantería, el Teniente Irmer para la Caballería, el capitán Furbringer y el teniente Krempel para la Artillería; el Teniente Brever para Ingeniería y el Teniente Belgold para las armas automáticas, algunos de ellos habiendo pertenecido anteriormente a las misiones que su país mantenía en Argentina, Brasil y Chile.
La misión alemana en el Paraguay se embarcará en Bremen el 4 de marzo de 1914 y será llamada de regreso el 5 de agosto siguiente con el advenimiento de la guerra mundial, por lo cual no tendrá prácticamente ninguna posibilidad de aportar la menor ayuda al ejército paraguayo.
La importancia del papel jugado por Francia en la primera guerra mundial y su parte preponderante en la victoria de los Aliados, hará que el Paraguay piense en el ejército de ese país para ayudarlo en su esfuerzo para la reforma militar paraguaya.
El general Schenoni llegará a un acuerdo con las autoridades francesas para el envío de una misión de siete miembros provenientes de diferentes cuerpos que llegará al Paraguay en 1926 y permanecerá hasta 1930.
Incorporada el 7 de junio de 1926 al ejército paraguayo y dirigida por el Teniente Coronel de infantería Joseph Coulet, esta misión contará además con el Capitán Roulin, luego el Capitán Detelin para la Caballería, el Capitán Raoul Langlois para la Artillería, el Capitán Louis Moulin para Ingeniería, el Capitán de Intendencia Charles Bellin, el Capitán de Aviación Louis Fromont y el Subteniente mecánico de aviación Louis Pommier, todos promovidos al grado superior "Honoris Causa" en el ejército paraguayo (161). Ella será acompañada por el material de artillería y 27 aviones llegados en piezas separadas y vueltos a ser ensamblados aquí por Pommier que realizarán su primer vuelo por los cielos de Asunción el 14 de mayo de 1927 en ocasión de la fiesta nacional(162).
Debido a su composición, la misión militar francesa estará en posición, con gran satisfacción de los paraguayos, de abordar todos los campos de la actividad militar. Se la verá entonces preparar los nuevos reglamentos de instrucción para las tres armas que reemplazarán a los de origen alemán, en plena vigencia hasta ese momento, substituir como unidad de base el grupo de combate por el pelotón simple y perfeccionar los métodos de infantería, desarrollar la artillería, organizar sobre el plan de guerra los diferentes servicios anexos y de intendencia, formar pilotos y mecánicos de aviación así como operadores de radio destinados a la marina (163).
Por otra parte, se inclinará muy especialmente hacia el perfeccionamiento de los alumnos salidos de la Escuela Militar y de la Escuela de Aspirantes para la creación de un "Centro de Perfeccionamiento Militar" y hacia la organización, en Asunción y Paraguarí, de sesiones regulares en las que, por grupos que no pasaban de 15 personas y en los que todos los oficiales de carrera deberán obligatoriamente participar, los oficiales de reserva podrán aprovechar la experiencia adquirida en la guerra mundial por parte de sus profesores que les harán participar de ejercicios en pleno campo, les formarán en el servicio del Estado Mayor, en el arte de la fortificación en campaña y en las tácticas defensivas adoptadas en la batalla de Verdún. También la misión militar francesa deberá el ejército paraguayo la adopción del mortero Stokes Brand, arma que revolucionará la táctica de combate de su infantería y será, en los primeros meses de la guerra del Chaco, un factor de sorpresa para un adversario que ignoraba su existencia.
Una segunda misión militar francesa, igualmente de siete miembros, será enviada al Paraguay en abril de 1938 y por lo tanto luego de la guerra del Chaco. Comandada por el Teniente Coronel Petit, ella estará formada por los jefes de escuadrón Angenot, para la Caballería, y de Clermont para la Artillería y los comandantes de administración o de intendencia Barbier, Février, Mangin y Vignoles.
Esta misión se dividirá luego del fracaso francés en 1940; Petit y Angenot volverán inmediatamente a las fuerzas francesas libres, mientras que Barbier, Clermont, Février, Mangin y Vignoles quedarán en Asunción hasta el desembarco americano en África del Norte en 1942, luego del cual volverán al ejército del General Giraud.
Entre las dos misiones francesas, el Paraguay obtendrá, en 1931, la ayuda de una misión militar argentina encargada, como hemos visto, de la puesta en marcha de la Escuela de Guerra y del desarrollo de la Aviación. Dirigida por el Teniente Coronel Abraham Schweitzer, esta misión estará conformada por el Teniente Coronel Milán Quiroga, los mayores Lanus y Campero, el Capitán Souville y el Teniente Badaro.
El inicio de la guerra, un año más tarde, hará que una única promoción de 10 miembros pueda seguir los cursos de esta misión, cuyo papel será modificado. Ella asumirá entonces, debido a las circunstancias, el doble papel de consejero militar de la alta comandancia paraguaya y de órgano de observación y de transmisión del Estado Mayor Argentino el que, aunque Buenos Aires optó por la neutralidad en el conflicto, seguirá siempre muy de cerca la evolución de la situación militar.
(161) Cap. de Corbeta Juan Speratti: "Historia de la Armada Nacional (Périodo 1925-1937", Esc. Técnica Salesiana, As. 1972, p. 24-26
(162) Henri Pitaud: "Les francais au Paraguay", Ediciones Biére, Burdeos y París 1955, p. 130
(163) Zook: op. cit., p. 68

LOS BECARIOS EN EL EXTRANJERO

Una vez que las circunstancias lo permitirán y por lo tanto luego del conflicto europeo, el gobierno de Paraguay retomará aunque a un nivel más elevado, su política inaugurada a finales del siglo XIX, de enviar al extranjero los mejores elementos de su cuerpo de oficiales. Esta política ya no tenderá sólo a la búsqueda de una formación, ya que los que se beneficiaban de ella podrán ser considerados como poseedores de una excelente formación, y no se limitará a los países vecinos, pues el perfeccionamiento buscado se realizará en los principales ejércitos victoriosos en la primera guerra mundial.
Francia será elegida en primer lugar para recibir a los becarios paraguayos de los cuales el más prestigioso será José Félix Estigarribia, futuro comandante en jefe en el Chaco y Mariscal. Luego de haberse formado en Chile en 1911 en el regimiento de Infantería "Buin", luego como sabemos de haber dirigido en 1923 el "Colegio Militar" que llevaba el nombre de su ilustre predecesor en el mariscalato, Estigarribia, entonces Mayor, será enviado a Francia en 1924.
Luego de pasantías en el 26° regimiento de Infantería de Nancy y en el 8º de Artillería de Metz, seguirá los recursos de la escuela de guerra de 1925 a 1927 y, a su retorno a Asunción, será nombrado Jefe del Estado Mayor General. Su sucesor en este puesto en 1930, Juan Bautista Ayala, será como mayor el que recibirá la formación más completa en Francia, pues servirá sucesivamente en el 158° regimiento de Infantería de Estrasburgo en 1926, en el 28° Dragones y en el 9° de Ingeniería de Le Mans y en el 61° de Artillería en Metz, antes de entrar a la Escuela Superior de Guerra de París en 1927.
El Mayor Delgado, antiguo estudiante en Chile y que comandará el III cuerpo de ejército en el Chaco, seguirá cursos en la Escuela Superior de Guerra de 1930 a 1932. El Mayor Carlos José Fernández, futuro comandante del 1er. cuerpo de ejército del Chaco, servirá en 1926 en el 94° regimiento de Infantería de Bar-le-Duc, antes de ir a seguir los cursos de la Escuela de Guerra de Turín en 1927-1928, mientras que el Mayor Gaudioso Núñez que lo precederá en la dirección del 1er. cuerpo de ejército, irá a Francia de 1926 a 1929 y servirá en diferentes unidades militares.
El Mayor Arturo Bray, voluntario en el ejército británico del cual saldrá como teniente durante la guerra mundial, será enviado a seguir cursos en el Centro de Estudios de Infantería de Versalles en 1927-1928. Luego de la guerra del Chaco, seis tenientes coroneles veteranos de la misma, Francisco Chávez, Leandro González, Amancio Pampliega, Alfredo Ramos, Luis Santiviago y Jorge Thompson serán enviados a Francia a finales de 1937 a perfeccionar sus estudios y allí se encontrarán con otros doce estudiantes paraguayos. Ramos y Santiviago seguirán los cursos de la Escuela Superior de Guerra de París, Pampliega los de la Escuela de Artillería de Fontainebleau, Chávez en la de Ingeniería de Versalles y Thompson en la de Intendencia, mientras que González será alumno de la Escuela de Guerra de Bruselas.
Italia recibirá en la Escuela de Guerra de Turín al Mayor Recalde en 1930, Bélgica en la de Bruselas al Mayor Irrazábal de 1930 a 1932. Finalmente, el oficial de marina e ingeniero naval José Bozzano, será enviado de 1920 a 1925 a los Estados Unidos para especializarse allí en técnicas de construcción naval y aeronáutica y será nombrado, a su retorno, Director de los Arsenales de Guerra y de la Marina.
El envío de estudiantes a los ejércitos de América del Sur será igualmente llevado a cabo entre las dos guerras mundiales, pero a un nivel más reducido que anteriormente y con el objeto de iniciarlos en las técnicas modernas más que en el perfeccionamiento, pues los beneficiarios serán principalmente los que luego irán a realizar perfeccionamiento en Europa. Los más conocidos de estos becarios serán, todos para Chile, los capitanes Recalde, que irá en misión de estudios e Irrazábal, enviado al 2do. regimiento de caballería "General Baquedano", luego a la Escuela de Aplicación de Caballería de 1923-1925, el Capitán Delgado a la Escuela de Aplicación de la Infantería de 1923-1926, los capitanes de caballería Ortiz Cabral y Federico Smith a la Escuela de Aplicación de sus armas en 1930-1931, el Teniente Caballero Irala que pasará dos años en el regimiento de Ingeniería "Aconcagua" y será el fundador de tal arma en el Paraguay.
Igualmente hay que agregar un número de becarios en el ejército chileno, todos los candidatos paraguayos al Cuerpo de Intendencia, comenzando por el Teniente Sampson Harrison, que reorganizará la administración militar de su país a su retorno de una beca efectuada de 1923 a 1926 y que será comandante de esa repartición durante la guerra del Chaco(164).
Los becarios enviados a la Argentina provendrán todos de la Escuela Naval de Asunción o de la Escuela de Mecánicos de la Marina, en número de 30 entre 1924-1932, de los cuales 7 seguirán los cursos de la Escuela Naval Argentina (165), especialmente el Oficial de Marina Manuel Aponte, creador de la Escuela de Mecánica y del Cuerpo Aero-Naval de hidroaviones, que será director del Departamento de la Marina Nacional en el Ministerio de Guerra y Marina a su retorno de la beca.
La política inaugurada en 1923 de envío de los mejores elementos de su ejército como becarios en los grandes ejércitos de la época permitirá al Paraguay disponer, cuando estalle la guerra del Chaco, de un cuerpo de oficiales perfectamente preparado ante los problemas que presentará el conflicto.
La evolución del ejército del Paraguay en los años siguientes a la guerra civil de 1922-1923 se realizará en función de dos datos fundamentales: la revelación que había tenido hacia 1920 de la existencia del problema del Chaco y en un segundo lugar, la decisión que tomará en 1924 de penetrar en ese territorio y establecerse allí de manera estable.
Esta evolución ha sido objeto de estudio profundo del General Marcial Samaniego (166), que constituye nuestra principal fuente de información.
La guerra civil de 1922-1923 dejará al país dividido con una situación económica y financiera muy grave y un ejército casi totalmente desintegrado, habiendo perdido la mayor parte de su material y de sus equipos. Ella arrastrará además la suspensión de la ocupación militar en el Chaco, iniciada luego de una misión de reconocimiento efectuada en este territorio en 1921 por el Capitán Juan B. Ayala que, al año siguiente, condujo al Ministerio de Guerra y Marina a transferir allí las tropas de la II zona militar de Paraguarí y de la III de Villa Hayes, transferencia que no impedirá el estallido de la guerra civil. La desmovilización y la depuración que seguirán a esta última, harán que el ejército sea reducido a tres batallones de Infantería respectivamente instalados en Concepción, Asunción y Paraguarí, tres escuadrones de Caballería acantonados en Cerro Torin, Paraguarí y San Ignacio de las Misiones, un pequeño regimiento "Acá Verá" de la escolta presidencial y la II batería de Artillería que mantendrá su guarnición en el "pueblo" de Cangó, hoy Gral. Artigas. No es necesario agregar que todas estas unidades estaban reducidas al mínimo de efectivos y pobremente equipadas.
Al general Schenoni se le otorgará, en diciembre de 1923, el cargo de Ministro de Guerra y Marina, además del de Jefe de las Tropas leales victoriosas que ya poseía.
El gobierno le encargará por decreto del 20 de abril de 1923 reconstruir el ejército levantando unidades verdaderamente operativas. Esta reconstrucción se hará con el concurso de militares de carrera tanto del reclutamiento como de los antiguos voluntarios movilizados, con excepción de los comandantes de las I, III y IV zonas militares, separadas del ejército por haber sido "cabezas" de la insurrección y oficiales que se habían adherido a este levantamiento.
Schenoni comenzará por repartir las fuerzas terrestres en cuatro grandes categorías: infantería, destacamento de guarda fronteriza del Chaco, caballería y artillería, a las que se agregarán bajo su jurisdicción una flota de guerra formada por la nave-escuela "Adolfo Riquelme" y los pequeños "Triunfo" y "Coronel Martínez", así como los arsenales de guerra y marina y tres establecimientos militares de formación (Escuela Militar, Escuela de Aviación, Escuela de Enfermeros y Camilleros). Luego basará su organización sobre una unidad operativa que llamará "destacamento de campaña". Tres de esas unidades serán creadas, cada una comprendiendo tres batallones de infantería, un escuadrón de caballería, una batería de artillería, un destacamento sanitario, una sección de intendencia y una unidad de transmisiones.
El destacamento de guardia fronteriza del Chaco será erigido como unidad autónoma, encargada de la protección de puestos de Fuerte Olimpo y Bahía Negra en el norte del territorio y de los fortines General Bruguez y General Delgado instalados en la región del río Pilcomayo.
Sobre estas nuevas bases, el ejército paraguayo contará entonces, hacia 1924, con 91 oficiales y 2154 suboficiales y soldados para sus fuerzas terrestres, efectivo muy insuficiente en lo que concierne a sus cuadros, y 39 oficiales y 227 suboficiales y marineros para las navales.
Pero Schenoni establecerá, en julio de 1924, un plan mantenido en riguroso secreto que tenía en vista formar un ejército de 4000 hombres que, a sus ojos, constituirá el marco necesario para la movilización de una fuerza total de 24 a 30.000 hombres (167).
Para este efecto, un decreto del 16 de octubre siguiente transformará los tres "destacamentos de campaña" en cuatro regimientos de infantería, debiendo coexistir con unidades "no-enmarcadas" que eran los elementos de infantería que formaban la guarnición, la Compañía de Ametralladoras pesadas recientemente creada en Asunción y que contaba con 50 hombres, las guarniciones de Puerto Pinasco de 75 hombres y de Fuerte Olimpo de 17 y los dos pelotones de servicios de la aviación instalados en Campo Grande (Asunción).
Según el decreto, el regimiento de infantería estaría conformado por 2 batallones de infantería de 2 compañías de fusileros, un pelotón de caballería y una compañía de ametralladoras pesadas por batallón, una sección de lanzallamas, un escuadrón de caballería de tres pelotones de lanceros y un pelotón de ametralladoras, una batería de artillería de cuatro piezas, un destacamento de transmisiones con dos puestos radiotelegráficos, una sección sanitaria y una sección de intendencia. Por razones de presupuesto, de falta de material y de insuficiencia de oficiales, sólo serán constituidos 3 regimientos, enumerados del 1 al 3, en lugar de los 4 previstos. El primer RI tendrá su base en Concepción y estará formado de los 1ro. y 2do. batallones; el 1ro. en Bahía Negra para llevar a cabo las misiones anteriormente atribuidas al "Destacamento de Guardia Fronteriza del Chaco" que será suprimido, el 2do. en Concepción con la infantería y los servicios mientras que los diferentes pelotones de caballería agrupados en el 1er. escuadrón se instalarán en San Estanislao.
El segundo RI tendrá su base en Asunción y estará formado por los III y V batallones, el III en Villa Hayes y en el sector del río Pilcomayo, el V en la capital para la infantería y en Paraguarí para los otros elementos.
El tercer RI tendrá su base en Encarnación y, a falta de oficiales como para asegurar el total de sus efectivos, será limitado al IV batallón de sólo dos compañías de fusileros, las secciones sanitaria y de intendencia, todas instaladas en Encarnación y el 3er. escuadrón de caballería que tendrá su base en San Ignacio. El cuarto RI sólo será formado dos años más tarde, en 1926
(164) Coronel DEM Alfredo Ramos; "Semblanzas Militares", Criterio Ediciones, Asunción 1987, tomo I, passim.
(165) Speratti: op. cit., p. 23-24
(166) General de Div. Marcial Samaniego: "Situación de las Fuerzas Armadas de la Nación en el Decenio de la Pre-Guerra del Chaco", boletín N° 1 de 1984-85 de la Academia de Historia Militar del Paraguay, Estudio Gráfico, Asunción 1985, passim.
(167) Zook, op. cit., p. 67

NACIMIENTO DE LA AVIACIÓN NACIONAL

Si la Argentina será la 1ra, nación sudamericana en crear, en 1910, una Escuela de Aviación Militar, el primer avión que sobrevolará el cielo del Paraguay será, en 1912, el piloteado por el francés Paillette quien, en esta ocasión dará su bautismo de aire al Presidente Schaerer. Esto decidirá, el mismo año, al mayor Chirife que era entonces Ministro de Guerra y Marina, de dotar también a su país de una Escuela de Aviación. Se lo encargará a Silvio Pettirossi, hijo de emigrantes italianos nacido en Asunción en 1887, y le concederá una beca, destinada a permitirle ir a Europa para aprender a pilotear y proceder igualmente a la adquisición, en Francia, de un biplano Farman y dos monoplanos Blériot de 50 HP, así como de las piezas de repuesto necesarias que constituirán el embrión de la futura aviación paraguaya.
Llegado a Francia a finales de 1912, Pettirossi se inscribirá en la Escuela de Pilotaje creada en Reims por el Sr. Perdussim y tendrá entre sus instructores al futuro as francés de guerra, Védrines. Recibido en febrero de 1913 luego del examen de piloto con el diploma N° 1128 del Aero Club de Francia, Asunción lo nombrará subteniente destacado en servicio. Visitará luego los principales aeródromos franceses e italianos, efectuará cierto número de vuelos en territorio francés para formarse en la acrobacia aérea, hará los pedidos de equipamiento que le habían sido confiados y volverá a partir en marzo de 1914 hacia América del Sur con el francés Maurice Bequet, mecánico de formación pero además piloto diplomado, que contratará para ayudarlo en su tarea de organización de la escuela de aviación. Los dos hombres desembarcarán en abril en Buenos Aires al mismo tiempo que un monoplano comprado de Perdussim y que será montado aquí por Bequet. Con este avión Pettirossi participará en cierto número de exhibiciones acrobáticas aéreas en el Brasil y en el Uruguay, antes de ir a Chile para recibir el Farman y los dos Blériot comprados en Francia y que serán montados aquí por Bequet. Problemas mecánicos impedirán a Pettirossi llegar por aire a Asunción donde, por primera vez, el Paraguay verá la fabricación local de una hélice, lo que le permitirá efectuar, el 6 de diciembre de 1914 su primer vuelo sobre Asunción y San Lorenzo del Campo Grande. Esta actuación le valdrá ser premiado por el Aero Club del Paraguay, que acababa de ser creado, con la suma de 8000 pesos oro para comprar un avión destinado a la Escuela Militar que será bautizado "Paraguay".
Lastimosamente Pettirossi no podrá ejecutar esta tarea, pues se matará el 17 de octubre de 1916 durante una prueba de acrobacia aérea en Argentina. Su muerte será un duelo nacional para el país y al retorno de su cuerpo a Asunción se le rendirán honores militares (168).
Los acontecimientos de los que acabamos de hablar ampliamente harán que la escuela de aviación militar, aunque oficialmente creada por decreto del 22 de febrero de 1923, comience realmente a tomar cuerpo a partir de 1926 bajo el impulso del Capitán-piloto Fromont y del Teniente-mecánico Pommier de la Misión Militar Francesa, que en el curso de su estadía en el Paraguay formarán 35 pilotos y 40 mecánicos, los primeros elementos del nuevo ejército del aire, instalado en Puerto Sajonia, en las afueras de Asunción. Esta arma funcionará en un primer momento con material únicamente francés llegado en el barco que transportaba a la Misión Militar Francesa y ensamblado aquí.
Se trataba de 27 aparatos, de los cuales 3 biplanos de motor rotativo Gnome y Rhóne de 80 CV, 2 monoplanos Morane-Saulnier 135 con motor rotativo Clerget de 120 CV y tres monoplanos Morane Saulnier 139 con motor rotativo Clerget de 130 CV que servirán para el aprendizaje de los pilotos, así como para su iniciación en técnicas de observación, de bombardeo y de combate aéreo.
El ejército paraguayo del aire estará muy satisfecho con la calidad del material suministrado por Francia, pues le solicitará luego, en 1926 y 1927, siete aviones de caza Wibault con motor Lorraine de 45 CV y siete aviones biplanos de reconocimiento y de bombardeo Potez 27 igualmente equipados con motores Lorraine que serán instalados en las bases de los alrededores de Asunción.
Desde estas bases, se dedicarán a un importante trabajo de reconocimiento del dispositivo y de las comunicaciones de los bolivianos en el Chaco, antes de entrar en acción en dos escuadrillas cuando estalle la guerra.
Desde el inicio de ésta, el aviador argentino Vicente Almonacid, voluntario en 1914-1918 en la aviación francesa donde servirá a las órdenes del coronel Happe y será promovido a capitán luego de haber participado en el primer bombardeo nocturno sobre Alemania, estará nuevamente como voluntario en el ejército del Paraguay y recibirá el comando de su aviación.
La posición geográfica del Paraguay interesará desde el comienzo, las compañías aéreas europeas buscarán implantarse en América del Sur para proceder allí al transporte de pasajeros y carga. La predisposición de Almonacid y del aviador francés Paul Vacher permitirá a la sociedad francesa Aéropostale, perteneciente al hombre de negocios Bouilloux-Lafont, ya instalada en la Argentina, firmar con la administración de correos de Asunción el primer contrato de transporte de correos con el Paraguay y la Aéropostale creará una filial local para asegurar el transporte entre Asunción y Buenos Aires con sus aviones Latécoére.
Por otra parte, el interés del mundo de la aviación por el Paraguay le valdrá ser visitado por los más grandes nombres del espacio aéreo, el Conde de Vaulx, compañero de Santos Dumont, Costes y Le Brix venidos desde Buenos Aires con el "Point d'Interrogation" luego de haber atravesado el Atlántico, y los pilotos más prestigiosos de la Aéropostale, Mermoz y Marcel Reine, Guillaumet y SaintExupéry. Estos verán en el Paraguay el lugar ideal para establecer el pivot de las relaciones aéreas entre Europa y América del Sur. Pero el advenimiento de la guerra del Chaco impedirá éste proyecto que sólo hubiera podido beneficiar al Paraguay.

(168) Mayor Leandro Aponte: "Pettirossi -Un sudamericano insuperado", Imprenta La Humanidad, Asunción 1960, passim.
(169) Pitaud, op. cit., p. 149-151 (No encontrado en el texto!)

INTENSIFICACIÓN DEL ESFUERZO MILITAR

A partir de 1925, el Paraguay presidido por Eligio Ayala, emprenderá un esfuerzo considerable para dotar al ejército, cuya organización se había mejorado sensiblemente con la acción de la misión militar francesa, de los equipos que siempre había tenido en cantidad insuficiente desde la guerra de la Triple Alianza.
Este esfuerzo para el equipamiento del que hemos hablado en el capítulo anterior, acarreará de 1926 a 1932 un gasto global evaluado en 4.703.733 dólares americanos o 211.321.843 pesos de la época, de los cuales, 2 millones de dólares para los años 1926 y 1927 durante los cuales se solicitarán los pedidos de 24 cañones Schneider de 75 mm, de 7 cazas Wibault y de 7 bombarderos Potez para la aviación, recibidos en 1928 como las dos cañoneras "Humaitá" y "Paraguay", solicitadas a los astilleros navales de Génova por un precio global de 300.000 libras esterlinas y enviada en mayo de 1931.
Esta política de armamento acarreará igualmente la compra de 7.500 Mausers belgas de la armería de Hersthal en 1929, 2.000 fusiles automáticos Madsen y, en visperas de la guerra bajo la presidencia de Guggiari, 24 morteros Stokes-Brandt por el precio de 67.581 dólares americanos (170).
El refuerzo en la organización del ejército continuará. Schenoni elaborará en 1925 un plan que aceptará Eligio Ayala y que preveía la formación, a partir de los destacamentos de campaña y reagrupando todas las unidades existentes, de cuatro "grupos de combate" de 5.820 hombres cada uno, dotados de elementos de las tres armas y de aviación. Este plan se beneficiará de una ampliación de las dotaciones presupuestarias para el ejercicio 1925/1926, lo que permitirá al ejército aumentar sus efectivos, aumentar su implantación en el Chaco donde establecerá conexiones telegráficas entre el interior y las bases de Concepción y Villa Hayes y crear, por decreto del 15 de febrero de 1925, un Servicio General de Administración y de Intendencia Militar. Los efectivos de los regimientos de infantería serán aumentados hasta 1245 hombres para el 1er. RI, a una cifra ligeramente inferior para el 2do. que será transferido de Asunción a Paraguarí, mientras que los del 3ero, quedarán sin cambios a falta de poderles asegurar el marco necesario.
Por otra parte, los efectivos de la marina pasarán a 26 oficiales y 111 suboficiales y marineros para el personal de embarque y 7 oficiales y 161 suboficiales y marineros para el personal de tierra.
Un decreto del 16 de febrero de 1926 agrupará en Paraguarí los 3 escuadrones de San Estanislao, Paraguarí y San Ignacio, para formar el 1er. regimiento de Caballería "Valois Rivarola", formado por 22 oficiales, 35 suboficiales y 350 jinetes que constituían 3 escuadrones y una sección montada de ametralladoras cuyo comando será confiado al mayor Irrazábal, a su retorno de una larga beca de perfeccionamiento en Chile.
Las 1ra. y 2da, baterías de Artillería serán igualmente retiradas de los regimientos de infantería a los que pertenecían para formar un grupo. La compañía, de ametralladoras pesadas y la guarnición de Fuerte Olimpo perderán su autonomía, la primera siendo transferida de Asunción a Paraguarí e integrada al II/5to. RI y la segunda pasando bajo la autoridad del 1er. RI. Los destacamentos del Chaco Austral, es decir del sector del río Pilcomayo, serán separados del III/2do. RI que operaba en el mismo sector antes que, en junio de 1927, todas las unidades del Chaco con excepción de la guarnición de Villa Hayes se encuentren bajo un único Comando unido a la 5ta. región militar de Villa Hayes y teniendo autoridad sobre las tropas de Bahía Negra, Fuerte Olimpo, Puerto Casado, Nanawa y fortines del sector del río Pilcomayo.
Hacia 1926, los efectivos del ejército de tierra paraguayo se elevarán a 3517 hombres, es decir 3 generales, 210 oficiales superiores y subalternos y 3304 suboficiales y soldados.
Una reforma más importante será el resultado de un decreto del 28 de diciembre de 1927 y de una resolución ministerial del 17 de febrero siguiente. El primero, concerniendo sólo a la infantería, confirmará el agrupamiento del ejército en regimientos, decidirá que éstos agreguen a su número de orden un título tomado de la historia nacional y fijará las dotaciones previstas en tiempos de paz y en caso de guerra para cada regimiento. La segunda, de alcance más general, otorgará poder al ministerio de guerra y marina para repartir el personal militar en función de las necesidades propias a la jurisdicción territorial del regimiento. Los cuatro regimientos que ya existían pasarán a ser el "Dos de Mayo" para el 1er. RI de 613 hombres en Concepción que cubría los fortines desde Puerto Pinasco a Nanawa, el "Ytororó" de 855 hombres para el 2do. RI en Campo Grande (Asunción) que cubría los sectores del Confuso y del río Pilcomayo, el "Corrales" para el 3er. RI de 667 hombres con base en Puerto Guaraní y que supervisaba el sector de Bahía Negra-Fuerte Olimpo-Puerto Casado, el "Curupayty" para el 4to. RI de 247 hombres instalado en Encarnación. Podemos constatar que debido a la tensión que se intensificada en el Chaco, toda la infantería paraguaya a excepción del 4to. RI "Curupayty" estaba distribuida en ese territorio.
La misma razón acarreará la creación, por decreto del 24 de agosto de 1928, de nuevos regimientos, el 5to. RI "Gral. Díaz" de dos batallones y una compañía fuera de rango unida al efectivo de guerra de 1001 hombres y enviada a Bahía Negra, y el 6to. RI "Boquerón" en Villa Hayes con la enviada    estructura pero solamente con 604 hombres.
Esta razón conducirá luego al ministerio de guerra y marina a elevar el efectivo del regimiento de Infantería a 1001 hombres para los enumerados 1 y 2; 971 hombres para aquellos 3,4 y 6 y a llevar al 1er. RC "Valois Rivarola" a cuatro escuadrones montados y dos secciones de ametralladoras con un total de 1641 hombres. En fin, el Estado Mayor General será transferido en noviembre de 1928 de Asunción a Concepción y comenzará el envío al Chaco de refuerzos de infantería y camiones.
(170) Zook, op. cit., p. 67

LA CRISIS DE 1928 Y SUS CONSECUENCIAS

La tensión siempre latente en el Chaco alcanzará una sensible intensidad con el ataque paraguayo, el 25 de febrero de 1927, del fortín boliviano Sorpresa que causará la muerte del subteniente Rojas Silva en las filas de los atacantes. Ella alcanzará su punto culminante cuando, el 5 de diciembre de 1928, el Mayor Rafael Franco y las tropas del 5to. RI "Gral. Díaz" se apoderarán en el norte del Fortín Vanguardia, habiendo Franco realizado esta maniobra sin el acuerdo de su gobierno, que lo alejará del ejército.
Aparte del 5to. RI "Gral. Díaz", el Paraguay sólo disponía en esa época en el Chaco, sin haberse terminado el movimiento de sus tropas, de 677 hombres del 3er. RI "Corrales" (V y VI batallones) repartido sobre la línea Bahía Negra-Fuerte Olimpo-Puerto Casado en el sector norte, de los 613 hombres del 1er. RI "Dos de Mayo" (I y II batallones) en el centro, en los fortines de los alrededores de Nanawa y Puerto Pinasco y de los 835 del 2do. RI "Ytororó" (III y IV batallones) sobre el río Pilcomayo y Confuso al sur, efectivos netamente insuficientes para hacer frente al grueso de las fuerzas bolivianas estimado en 7000 hombres por el estado mayor paraguayo, que en represalia por el ataque del Fortín Vanguardia, se apoderarán de los fortines paraguayos de Boquerón y Mariscal López. Ante el giro que tomaban las cosas, las autoridades de Asunción decretarán, el 16 de diciembre, la movilización de los reservistas de 18 a 24 años, creará el puesto de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas que será otorgado al general de división Patricio Escobar que será asistido por el Teniente Coronel Estigarribia, nombrándose Inspector General del Ejército al viejo General de Brigada Manuel Rojas.
La movilización confirmará ser un fracaso total que pondrá en evidencia las debilidades de la organización del ejército en materia de agrupamiento, de equipamiento y de encaminamiento de los reservistas que, por otro lado, sólo serán 7 a 8000 en responder al llamado en lugar de los 30.000 esperados.
Esto decidirá a Escobar a contemporizar en lugar de reaccionar ante las represalias bolivianas y a prever, en caso de ataque generalizado por parte de los bolivianos, una técnica defensiva con la cual la protección del territorio nacional se realizaría a una distancia de 10 a 15 kilómetros al oeste de la orilla del río Paraguay, sobre la línea que va de Bahía Negra a Villa Hayes y Puerto Galileo sobre el Pilcomayo y reposaría esencialmente sobre los hombres a caballo del 1er. RC "Valois Rivarola" que será transferido a Riacho Negro, frente a Concepción, recibiendo la increíble misión de tener que explorar el Chaco hasta Villamontes, es decir de punta a punta.
La intervención de una comisión neutral restablecerá en el Chaco el "Statu-quo-ante" y traerá consigo un cierto número de medidas restrictivas en la organización paraguaya.
Un decreto del 9 de enero de 1929 pondrá fin a la movilización, otro del 19 de junio suprimirá el puesto de Comandante en Jefe, el 6to. RI "Boquerón" será también suprimido y sus elementos derivados al 3er. RI "Corrales", y los cinco regimientos que continuarán existiendo se verán reducidos al efectivo de los tiempos de paz. Como lo escribirá el americano Zook, luego de Vanguardia, el Paraguay vivirá "en clima de guerra" (171).
Escobar, desde la toma del Comando, solicitará, aunque en vano, la creación de seis nuevos regimientos. A pesar del riesgo de ver la situación del Chaco volverse de pronto explosiva, el gobierno se limitará en un primer momento a la formación, por decreto del 13 de setiembre de 1929, en ese territorio, de un Comando del sector norte, instalado en Pto. Casado y disponiendo de los 4to. RI "Curupayty" y 5to. RI "Gral. Díaz; que será confiada al Teniente Coronel José Sánchez con la misión de custoriar el sector de Bahía Negra-Puerto Pinasco y que vendrá a reforzar un escuadrón del "Valois Rivarola".
La realización de vías de comunicación emprendida en el Chaco traerá por otro lado la instalación en Paraguarí de una nueva compañía de zapadores de la cual saldrá el 1er. Regimiento de Ingeniería "General Aquino".
Las autoridades de Asunción terminarán por rendirse ante las razones del inspector general de su ejército, el General Manuel Rojas, que a instancias de Escobar no cesaba de reclamar el aumento de efectivos y de dotaciones de materiales. Un decreto del 30 de junio de 1930 hará pasar al regimiento de infantería de 2 a 3 batallones, hará reaparecer al 6to. RI "Boquerón", creará dos nuevos regimientos de infantería, los 7° RI "24 de Mayo" y el 8° RI "Piribebuy", dará el nombre de "General Bruguez" al 1er. grupo de artillería de montaña, transformará la compañía de zapadores de Paraguarí en 1er. batallón "General Aquino" y rebautizará "Tacuary" y "Capitán Cabral" al "Adolfo Riquelme" y al "Triunfo". Un decreto ulterior, del 17 de junio de 1931, creará para resguardo del sector central del Chaco, la 1ra. división de infantería (1° DI) con los tres RI: 1er. "Dos de Mayo", 2do. "Ytororó", 4to. "Curupayty" y el 1er. batallón de zapadores "General Aquino" cuya comandancia será del sucesor de Rojas en la Inspección General del Ejército, Estigarribia, que será promovido a coronel en esta ocasión y tendrá igualmente autoridad sobre las tropas de Bahía Negra y Villa Hayes, lo que le otorgará la comandancia del conjunto de tropas instaladas en el Chaco. El 16 de julio siguiente, el escuadrón del "Valois Rivarola" instalado en Riacho Negro y el que fuera afectado al 4to. RI "Curupayty" serán agrupados para formar el 2do, regimiento de Caballería "Coronel Toledo", que será confiado al Mayor Tranquilino Ortiz Cabral e inmediatamente enviado a Puerto Casado para reforzar el primer DI.
Schenoni que, había retomado el Ministerio de Guerra y Marina en 1929 luego de haber realizado la compra de materiales en Europa aprobada por Eligio Ayala, encargará en 1931 a su nuevo Jefe de Estado Mayor General, el Teniente Coronel Juan B. Ayala, diplomado de la Escuela de Guerra Francesa, establecer un profundo plan de exploración del Chaco y consolidar la posición del Paraguay en ese territorio. Ayala se consagrará con entusiasmo a esta tarea que traerá consigo la ejecución, en el Chaco, de un vasto programa de conexiones terrestres y radiotelegráficas entre los fortines y las bases, construcción de depósitos de víveres y municiones, reservorios de agua potable y de cuarteles, ya detallado anteriormente, siendo el único punto de su programa que no fuera llevado a cabo por razones de presupuesto el que contemplaba la construcción de una vía férrea Villa Hayes-Nanawa que habría facilitado ampliamente el transporte de las tropas.
El jefe del Estado Mayor General presentará además un plan de adquisición de materiales de guerra permitiendo la puesta en marcha de 4 divisiones de infantería y una de caballería con un total de 45.000 hombres así como de organización de la retaguardia, pero por razones de presupuesto este plan será progresivamente reducido a 20.000, luego a 15.000 y finalmente a 10.000 hombres antes de terminar "guardado en el cajón".
Hasta el estallido de la guerra, las unidades de infantería paraguaya contarán con los mismos efectivos que en tiempos de paz. 700 hombres para un regimiento de dos batallones, una compañía de ametralladoras pesadas de cuatro piezas, una sección de morteros de tres piezas y las secciones de sanidad e intendencia, estando constituido cada batallón de dos compañías de fusileros dotadas de 12 fusiles-ametralladoras.
El regimiento de caballería contará con 350 hombres, formando 2 escuadrones de hombres a caballo dotados de 4 fusiles-ametralladoras, un escuadrón de ametralladoras pesadas de 4 piezas y un mortero y las secciones sanitaria y de intendencia. El único grupo de artillería contará con 150 hombres para sus dos baterías de 4 piezas cada una. Finalmente, el único batallón de ingeniería existente sólo contará con 75 hombres repartidos en 3 compañías, una de pontoneros, una de peones camineros y una ferroviaria pero estas compañías serán rápidamente aumentadas al doble en efectivos con el objeto de transformar el batallón en regimiento. Sobre estas bases, el ejército de tierra y las fuerzas navales del Paraguay aumentarán en junio de 1932 a 300 oficiales y 4300 suboficiales y soldados (172).
Es en esta misma época que un destacamento boliviano que operaba en el Chaco Central, alcanzará el vasto casco de agua llamado "Gran Lago" bautizado "Laguna Pitiantuta” por los paraguayos y sacara su pequeña guarnición. Este será el origen de una guerra que no sorprenderá el Estado Mayor de Asunción pues sabía que era ineludible luego del problema del Fortín Vanguardia.
Luego del ataque de la Laguna Pitiantuta, el Paraguay no tenía en el Chaco para hacer inmediatamente frente más que suprimir de la 1ra. DI (Coronel Estigarribia), creada el año anterior y no disponiendo más que de dos de los tres regimientos que le habían sido afectados, el 2do. RI "Ytororó" (Mayor José Vera) y el 4to. RI "Curupayty" (Mayor José A. Ortiz). Las disposiciones tomadas por el Teniente Coronel Juan B. Ayala permitirán reforzarla, en los días que seguirán, con el 2do. RC "Coronel Toledo" (Mayor Ortiz Cabral) enviado de Paraguarí y con el 1er. batallón de ingeniería "General Aquino" (Capitán Basiliano Caballero Irala), que se encontraba en Isla Poi y por lo tanto en el sitio. Las mismas disposiciones permitirán, con el arribo de los movilizados, poner rápidamente en pie otras 2 divisiones de infantería, la 2da. DI (Teniente Coronel Gaudioso Núñez) en Concepción con el 1er. RI "Dos de Mayo" (Mayor Paulino Antola) para cubrir la zona de Nanawa, el 3er. RI "Corrales" (Mayor José D. Melgarejo) y el 1er. RC "Valois Rivarola" (Teniente Coronel Manuel García de Zúñiga) proveniente de Paraguarí por una parte y, por la otra, el 3er. DI (Teniente Coronel José J. Sánchez) en Bahía Negra con el 5to. RI "General Díaz" (Teniente Coronel Félix Cabrera) que mantenía la guarnición de Bahía Negra, el 8° RI "Piribebuy" (Mayor Mario López Decoud) y el 3er. RC "Coronel Mongelós" (Mayor Federico Smith) que será constituida en un tiempo récord; todas estas diferentes unidades siendo comandadas por oficiales que jugarán un importante papel en la guerra.
Además, el Paraguay podía igualmente disponer en forma inmediata del 1er. Grupo de Artillería "General Bruguez" instalado en Concepción, de dos escuadrillas de aviones Potez y Whibault concentradas en los alrededores de Asunción, y del conjunto de su Marina de Guerra que comprendía un batallón de fusileros-marineros más tarde transformado en 1er. regimiento de infantería de marina "Riachuelo", una compañía de ametralladoras afectada a la defensa costera, la cañonera "Tacuarí" y los avisos "Capitán Cabral" y "Teniente Herreros", a los que vinieron a agregarse las cañoneras "Humaitá" y "Paraguay" y dos hidroaviones comprados en Italia y recibidos en mayo de 1931.
El conjunto de estas fuerzas alcanzará un total de un poco más de 10.000 hombres suficientes para oponerse a los 7000 bolivianos que operaban en el Chaco en primera línea.
(171) Zook, op. cit., p. 67
(172) Mayor Antonio González: "La guerra del Chaco", Sáo Paulo 1941, sin indicación de editor, p. 17.

PREPARACIÓN DE LA GUERRA

Es casi un hecho que el Paraguay al igual que Bolivia no considerarán, durante años, la posibilidad de recurrir a las armas por la posesión del Chaco. Por otra parte, es no obstante cierto que Bolivia se preparará para esta eventualidad antes que el Paraguay. Pero estas dos verdades no nos impedirán seguir integralmente la tesis de numerosos autores paraguayos, especialmente el Mayor Antonio E. González a quien debemos uno de los mejores estudios de la guerra del Chaco (173), tesis que retomará el norteamericano Zook, para quien el Paraguay entrará en esta guerra sin la menor reparación previa.
El esfuerzo de organización de su ejército, cumplido por la misión militar francesa de 1926 a 1930 y luego por su homóloga argentina; el de equipamiento, a partir de 1926 bajo la presidencia de Eligio Ayala y luego bajo la presidencia de Guggiari hasta el momento de la guerra, son algunos los argumentos que se pueden contraponer a esta tesis de falta de preparación. Es por esto que nosotros estimamos que el Paraguay ira a las armas preparado para un conflicto, del que hemos dicho que las altas autoridades militares lo juzgaban un hecho desde 1926 y que si esta preparación no hubiera existido, no hubiera podido, a pesar del valor de sus soldados y de la competencia de sus jefes, obtener los triunfos que serán suyos desde el inicio de las hostilidades. En lo que a nosotros concierne, el único punto de incertidumbre es saber si su preparación para la guerra será superior o inferior a la de su adversario.
Como lo hemos hecho con respecto a este último, examinaremos el estado de preparación del Paraguay desde el cuádruple punto de vista del territorio en el que su ejército deberá combatir, de los hombres con los que estará formado, de los medios puestos a su disposición y/o de los planes considerados por el Estado Mayor General.
(173) Mayor Antonio González: "La guerra del Chaco", Sáo Paulo 1941, sin indicación de editor, p. 17.

EL TERRITORIO

El sector en el cual actuará el ejército paraguayo en los primeros meses de la guerra, será la zona de 250 a 300 kilómetros de extensión partiendo de la orilla del río Paraguay en dirección oeste, que ha sido descripta bajo el nombre de "zona fluvial oriental" en nuestra presentación del Chaco. Se trata de una inmensa llanura de 100 a 200 metros de altitud, sembrada de bosquecillos o “islas” y de vastos palmares, rica en pasturas y en plantación de quebracho que hacen de ella una región ganadera cuyo subsuelo está provisto de agua fresca y sabrosa proveniente de fuertes lluvias anuales como de esteros, lagunas y arroyos formados por el río Paraguay en el momento de las crecidas.
En el borde oriental de esta zona, existían poblaciones más o menos importantes entre las que, desde el punto de vista estratégico, las principales eran, de norte a sur, Bahía Negra, Puerto Casado, Villa Hayes. Ellas constituían otras tantas bases de partida hacia el interior del Chaco, desde Bahía Negra hacia los fortines Galpón al noroeste y Coronel Bogado al suroeste; desde Puerto Casado hacia los fortines Toledo y Corrales al oeste y Falcón y Boquerón al suroeste; desde Villa Hayes y sus antenas avanzadas de los fortines General Bruguez y General Delgado hacia el norte-nordeste y Nanawa.
El Chaco oriental disponía en esa época de una red de 1500 kms de caminos principales, construidos por el ejército bajo impulso de Estigarribia y de Juan B. Ayala o de las empresas privadas de la zona.
Al norte, los de 60 y 40 km respectivamente uniendo Bahía Negra con los fortines Galpón y Coronel Bogado y el de 150 km que iba de Fuerte Olimpo al fortín Mayor Torres.
En el centro, el de 300 km que partía de Concepción alcanzando en los bordes de la zona desértica del Chaco Central, la misión evangélica de Nanawa.
Al sur, el camino de 350 km que iba de Villa Hayes al Fortín General Delgado y a Nanawa concluyendo en el Fortín Falcón (174).
Esta red interna, la mayoría de las veces formada por vías inaccesibles a los vehículos, era completada por un conjunto de vías férreas, todas construidas por sociedades extranjeras instaladas en el Chaco. La vía férrea principal, de la que ya hemos hablado, era la de la compañía argentina Carlos Casado Ltda., teniendo su punto de partida en Puerto Casado y un recorrido de 160 kilómetros en dirección oeste, la cual, en el km 145, se encontraba con la ruta transversal proveniente de Isla Poí en dirección a los fortines Boquerón, Toledo y Corrales y a las colonias mennonitas. La línea de Puerto Casado jugará un papel de gran importancia en el transporte de los refuerzos, del reabastecimiento y en la evacuación de los heridos y prisioneros en el curso de los dos primeros años de la guerra. Las otras vías férreas del Chaco, de longitud menor y partiendo respectivamente de Puerto Pinasco, Puerto Sastre y Puerto Guaraní, serán igualmente utilizadas durante la guerra.
La futura zona de combate en la cual, como hemos visto, la 1ra. DI de Estigarribia estaba instalada antes de las hostilidades, se encontraba, en línea recta, de Asunción y de Concepción, que serán los principales centros de concentración de los convocados, no más que a unos 300 y 200 kilómetros hasta el puerto de desembarque elegido y podía entonces ser alcanzada vía fluvial en unas 36 horas desde la capital y en menor tiempo desde Concepción.
Del Río Paraguay al punto de encuentro en el Chaco, entre los cuales el principal será Isla Poí, el soldado paraguayo tendrá todavía unos 150 kilómetros a recorrer, efectuados a menudo por vía férrea pero también a tracción animal, medios que serán utilizados para el transporte de municiones y de víveres durante la batalla de Boquerón.
El acceso al Chaco será pues mucho más fácil para el ejército paraguayo que para el boliviano. Recordemos que este último, para llegar a él, tendrá primeramente que pasar por lo que en un principio eran simples caminos de mulas, un recorrido topográficamente difícil que varía entre 750 y 120 kilómetros para alcanzar el límite oriental del Chaco, luego 200 a 300 kilómetros para alcanzar el teatro de operaciones. Así, el traslado desde el punto de movilización al frente exigirá 60 a 90 días para el soldado boliviano contra sólo 10 a 30 días para el soldado paraguayo, ventaja de la que sabrá sacar provecho el Estado Mayor Paraguayo.
Otra ventaja para el Paraguay residirá, al menos en los dos primeros años de la lucha, en el hecho de que los soldados operarán en región llana, en condiciones naturales y con un clima al cual estaban habituados. No ocurrirá evidentemente lo mismo con el soldado de raza aymará o quechua que será trasladado de la altura y el frío de la alta meseta del Altiplano al fuerte calor de las llanuras bajas.
(174) González, op. cit., p. 25-26

LOS HOMBRES

El pueblo paraguayo constituye un grupo étnico que, luego del acertado mestizaje, ha sido siempre más homogéneo que el formado por el pueblo boliviano, fuertemente impregnado, en el momento de la guerra del Chaco, de una diferenciación entre las clases sociales. Diferenciación prácticamente inexistente en el Paraguay, lo que le permitirá a su ejército formar un cuerpo netamente más "democrático" que el de su adversario. Este carácter democrático ya se había manifestado durante la guerra de la Triple Alianza donde, entre otros ejemplos, un hombre como Caballero la iniciará como simple soldado y la terminará como general.
Por naturaleza, el paraguayo es poco militarista, pues es profundamente individualista pero, proviniendo de una raza guerrera, puede fácilmente transformarse en militar. Resistente, fuerte para el trabajo y sobrio pues generalmente proviene de un medio rural, a veces tal vez le faltará cultura en el sentido propio de la palabra pero, en ningún caso, inteligencia natural ni espíritu de iniciativa, cualidades que demostrará en la guerra del Chaco como lo había hecho en la de la Triple Alianza.
Por otra parte, el hecho de pertenecer a una nacionalidad bien definida que se ha visto fortificada con el correr de los siglos, nacionalidad de la que se siente orgulloso con justicia, determinará en él un patriotismo feroz que, al igual que sus precursores, lo hará adherirse sin restricción a la defensa de la patria cuando ésta se vea amenazada. De tal modo que cualquiera que fuese su rango en la jerarquía, el combatiente paraguayo del Chaco se revelará como un soldado sin par, lo que constituye una tradición en su historia nacional.
Desde su arribo a la cabeza del Estado Mayor General, nos dice el Mayor González (175), el Teniente Coronel Juan B. Ayala hará proceder a un estudio profundo del potencial humano con el cual podía contar en caso de acontecimientos irreversibles.
Este estudio alcanzará a un total de cerca de 150.000 hombres, con exactitud 148.000 que se repartían en la siguiente forma:
- 300 oficiales activos, 150 para el ejército de tierra, 80 para la marina y 70 para los servicios auxiliares, ninguno de ellos contando con diploma del Estado Mayor, los dos tercios provenientes de la Escuela Militar y el último tercio de los cuerpos de tropa;
- 300 oficiales en retiro o de reserva, 100 de ellos recibidos en la Escuela Militar o proveniente de cuerpos de tropa, los demás de los cursos acelerados o de tres meses de la Escuela de Aspirantes;
- 200 suboficiales de los cuales el 60% poseía poca instrucción o era analfabeto, todos formados en los cuerpos de tropa o en la policía sin una real preparación;
- 4000 conscriptos, bajo bandera en 1931;
- 25 000 reservistas;
- 120 000 hombres en edad militar y por lo tanto movilizables, de los que una gran parte será formado luego de la visita de incorporación.
Este cuadro, tal vez voluntariamente oscurecido por el autor, no nos parece totalmente creíble. La afirmación según la cual ni un oficial activo era diplomado del Estado Mayor es contradictoria con las indicaciones del párrafo que hemos consagrado al envío al extranjero de becarios con miras a perfeccionar sus conocimientos profesionales.
Es indudable que, entre los oficiales en actividad en 1931, al menos el Coronel Estigarribia, los tenientes coroneles Juan B. Ayala, Delgado y Recalde, los mayores Carlos José Fernández e Irrazábal habían seguido, en Bruselas, París o Turín, los cursos de la escuela superior de guerra, lo que automáticamente les daba, al menos en lo que concierne a Francia, el título de diplomado del Estado Mayor. Por otra parte, la Misión Militar Argentina había organizado una Escuela Superior de Guerra que sólo existirá un año, pero de la que se puede lógicamente pensar que se consagrará a la preparación, a un nivel elevado, de los cuadros y que lo mismo sucedía en las sesiones regulares a las cuales todos los oficiales de carrera debían participar, en el "Centro de Perfeccionamiento Militar" de la Misión Militar francesa.
La guerra demostrará además que la formación de los oficiales paraguayos, activos o de reserva, a todo nivel, estaba lejos de ser superficial, pues, el manejo de los hombres no se improvisa.
Durante la guerra en la que participarán más de 120 000 de esos conciudadanos, el Estado Mayor Paraguayo pondrá en funcionamiento las nuevas grandes unidades siguientes:
- 3 Cuerpos de Ejército, I,II y III a los cuales se agregará hacia el final, un Cuerpo de Ejército de Reserva;
- 6 divisiones de infantería enumeradas del IV al IX;
- 13 regimientos de infantería; 9° "Ytá Ybaté", 10° "Sauce", 11° "Abay", 12° "Rubio Ñú", 13° "Tuyutí", 14° "Cerro Corá", 15° "Lomas Valentinas", 16° "Mcal. López", 17° "Yataity Corá", 18° "Pitiantuta", 19° "Gral. Escobar", 20° "Acá Yuasá", "Batallón 40";
- 7 regimientos de caballería: 4° "Acá Carayá", 5° "Acá Verá", 6° "Gral. Bernardino Caballero", 7° "Gral. San Martín", 8° "Gral. Duarte", 9° "Capitán Bado", 10° "Coronel Oviedo";
- 3 grupos de artillería: 2° "Gral. Roa", 3° "Cnel. Hermosa", 4° "Mayor Alberto Zayas";
- 3 regimientos de ingeniería: 2° "Gral. Genes", 3° "Tte. Pereira", 4° "Aquidabán", que se agregarán al batallón de zapadores transformado desde el inicio de la guerra en el primer regimiento "Gral. Aquino"; (176)
- 2 escuadrillas de aviación, una de caza y la otra de reconocimiento y bombardeo; 
- 1 regimiento de fusileros-marineros, el 1° "Riachuelo".
A la cifra citada más arriba de 120 000 participantes paraguayos en la guerra se agregará cierto número de extranjeros, todos voluntarios contrariamente a lo que sucederá en el ejército boliviano, donde los combatientes de nacionalidad extranjera serán casi todos oficiales, sobre todo chilenos comprometidos por contrato. Los voluntarios extranjeros del ejército paraguayo más numerosos serán los argentinos, oficiales retirados o de reserva como Almonacid, ciudadanos argentinos que vivían en Paraguay o civiles provenientes de la provincia limítrofe de Entre Ríos. Estos últimos, excelentes jinetes de profesión, serán ante todo incorporados al 40 RC "Acá Carayá" en su mayoría, luego agrupados en el seno de una nueva gran unidad de caballería, el 7° RC al cual se le dará en su honor el nombre de "Gral. San Martín" y cuyo comandante será uno de sus compatriotas, el Mayor Domingo Aguirre. Se puede igualmente citar entre los voluntarios al hombre de Estado uruguayo, Luis Alberto de Herrera con cuyo nombre se llamará a un fortín y a una calle de Asunción o al norteamericano Philip De Ronde, coronel retirado del ejército de los Estados Unidos y único voluntario de este país a nuestro conocimiento, cónsul del Paraguay en Nueva York durante 25 años, nombrado teniente coronel HC y comandante segundo del 4° RC paraguayo "Acá Carayá" que ha dejado un libro sobre los recuerdos de campaña (177) y al diplomático chileno Gonzalo Montt Rivas que estará a la cabeza de una batería en la batalla de Nanawa.
Finalmente, el Paraguay tendrá en sus filas a rusos blancos a los cuales nos hemos referido evocando la actividad en el Chaco de su representante más prestigioso, el General de División HC Juan Belaief, ex combatiente al lado de Denikine y de Wrangel de la guerra civil rusa, la que terminará como General de Brigada e Inspector General de la artillería blanca. Belaief estará en Paraguay a fines de 1924.
Schenoni lo incorporará inmediatamente manteniéndole el grado, al mismo tiempo que a otros once antiguos oficiales y técnicos de origen ruso y lo enviará al Chaco con la misión de ganarse a los indios salvajes para la causa del Paraguay, explorar la región que era entonces prácticamente desconocida y descubrir los fortines bolivianos avanzados.
Seguidamente, con el Capitán Emil Serebriakof y el Subteniente Aleksandre von Eckstein, también rusos, Belaief se lanzará a la exploración del Chaco Central dónde a comienzos de 1.931, descubrirá un importante manto de agua llamado "Gran Lago", más tarde bautizado "Laguna Pitiantuta". (178). Cuando la guerra estallará, Belaief invitará a los hombres de la pequeña colonia blanca de Asunción en edad de portar armas para servir a la causa del país que los había acogido. Su llamado será escuchado por 24 de ellos que llegarán a ser oficiales y varios darán su vida por el Paraguay.

(175) González, op. cit., p. 16-17
(176) José Carlos Marcet: "Antecedentes, desarrollo y resultados de la guerra del Chaco", Ediciones Comuneros, Asunción 1974, p. 77-88.
(177) Cnel. Philip De Ronde; "Paraguay, una pequeña nación valiente", GP Putnam's Sons, N. York 1935.
(178) Coronel H.C. Alexandre von Eckstein: "Pitiantuta", Publicaciones de las FF AA. de la Nación, Asunción, 1986.

LOS MEDIOS

Hemos visto anteriormente que, durante largo tiempo, todas las dotaciones del ejército paraguayo no bastarán para cubrir las necesidades del servicio en tiempo de paz. Es así que durante años, la artillería se limitará a 6 cañones Vickers y 6 cañones Krupp modelo 1907 de 75 mm que serán sin embargo transportados al Chaco y allí terminarán una carrera de cerca de 30 años, y la infantería no contará más que con 12.000 fusiles "mata paraguayos". Pero este estado de cosas será remediado por el intenso esfuerzo realizado a partir de 1926 y continuado hasta la guerra, con miras a dotar al ejército de un armamento suficiente para poder afrontar cualquier eventualidad.
Entre 1926 y el ataque a Pitiantuta, sólo en lo que respecta a materiales de armamento, el Paraguay recibirá del exterior 17.363 fusiles y carabinas Mauser 1927 de 7,65 mm, seguidos de otros 10.000 luego del inicio de las hostilidades, 506 ametralladoras y fusiles ametralladoras daneses Madsen de 7,65 mm., 32 ametralladoras pesadas Colt de 7,65 mm., 37 ametralladoras Colt de defensa anti-aérea, 100 ametralladoras Maxims, 304 revólveres Browning de 9 mm, producidos por la fábrica belga de Herstal, 24 morteros Stokes-Brandt, 24 cañones Schneider de 75 mm y 8 de 105 mm, 37.574.000 cartuchos para armas individuales y 9800 granadas de mortero, 2 cañoneros y 3 "chatas", 8 aviones de caza Wibault, 7 Potez de reconocimiento y bombardeo, 3 aviones de la escuela Morane-Saulnier y 2 hidroaviones Savoia y Cant con sus morteros de recambio, material de transmisiones y de fotografías aérea, a los que se debe agregar 70 camiones y 75 carros de transporte montados o fabricados en el país (179). A este armamento de importancia nada despreciable, se agregará en el curso de la guerra nuevas adquisiciones del exterior ante las cuales la Argentina cerrará los ojos, a pesar de su posición neutral, y los materiales capturados a los bolivianos en el campo de batalla y reparados en los talleres de los arsenales para seguir funcionando.
Los materiales capturados se elevarán a 25.000 fusiles, 250 ametralladoras pesadas, 1400 ametralladoras livianas, 600 fusiles-ametralladoras, 75 morteros y alrededor de 20 millones de cartuchos y 15.000 granadas de mortero (180), lo que permitirá renovar una parte importante del stock.
Como ya lo hemos hecho para la armada boliviana, examinaremos lo que pasará en el momento de la guerra para su adversario y las dos grandes categorías de medios con los que éste contará, por una parte los materiales y por la otra los servicios auxiliares.

(179) General Marcial Samaniego: "Las fuerzas armadas de la Nación en el decenio de la preguerra del Chaco a la Victoria de Boquerón", Imprenta militar de las FF AA., Asunción, 1979, P.100-108

ARMAMENTO INDIVIDUAL

Los oficiales serán dotados en ciertos casos de pistolas Mauser, Colt o Browning y en otros de revólveres Smith & Wesson, cada uno recibiendo además, una pistola de alarma.
La tropa se repartirá 2500 Mauser chilenos 1895 de 7 mm. y 1500 Mauser 1907 que serán atribuidos a la guarnición de Bahía Negra y que equiparán igualmente a los 4to. y 5to. RC "Acá Carayá" y "Acá Verá" antes de ser rápidamente puestos fuera de uso y retirados, 11.000 Mauser modelo 1927 de cañón largo de la fábrica de armas de Oviedo y 7.500 Mauser modelo 1930 fabricados por Herstal, estas dos categorías de Mauser, de excelente funcionamiento.

ARMAS AUTOMÁTICAS

Los oficiales utilizarán principalmente la pistola-ametralladora Steyr-Solothurn S 1-100. Las ametralladoras, en número de 425 al inicio de la guerra, serán de 8 tipos diferentes, Colt MG 38, Vickers, Vickers Maxim y Maxim chilena para las pesadas, Madsen, Vickers Berthier y Brno para las ligeras, Schmeisser VPK para los fusiles ametralladoras.
Las más corrientes serán las ametralladoras danesas Madsen 1926 con 250 piezas y las Colt MG 38 con 32, a las cuales se debe agregar 24 morteros Stokes-Brandt modelo 1929 de 81 mm, todos en perfecto estado.
Como ya lo hemos dicho a propósito del ejército boliviano, la bala "dum-dum" sólo hará una breve aparición durante las hostilidades, pues los dos campos renunciarán voluntariamente a su utilización.

ARTILLERÍA

El ejército paraguayo debutará en la guerra con 14 cañones Vickers modelo 1907 de 75 mm. desprovistos de mira, lo que les volvía no aptos para el servicio, un cañón Vickers modelo 1907 de 76 mm. para la marina, 7 cañones Krupp modelo 1907 de 75 mm. sin lente pero utilizables y, en perfecto estado, 24 cañones Schneider modelo 1927 de 75 mm., 8 Schneider modelo 1927 de 105 mm., 6 Armstrong de 76 mm. y cañones antiaéreos Semak cuyo número ignoramos.
Los cañones Schneider formarán tres grupos de dos baterías cada uno y constituirán la artillería de los tres cuerpos del ejército, los seis Vickers de montaña un quinto grupo, los Krupp un grupo autónomo que será utilizado en función de las necesidades del momento, mientras que de los 8 Vickers de marina, 5 de ellos constituirán la fuerza de defensa del punto estratégico de Bahía Negra, los tres restantes siendo montados sobre los "avisos" "Tacuary" y "Capitán Cabral", mientras que los 6 Armstrong asegurarán la defensa de Fuerte Olimpo.

LANZALLAMAS Y TANQUES

No nos ha sido posible verificar si el ejército paraguayo dispondrá en el curso de la campaña de uno o de otro de estos medios de combate. Recordamos, por otra parte que, lo mismo que su adversario, se abstendrá de recurrir al empleo del gas químico.

MUNICIONES

El ejército dispondrá al inicio de 70.000 cartuchos para Mauser chileno 1895, 1.000.000 para Mauser 1907, 23.500.000 para los otros fusiles y las diferentes categorías de ametralladoras, 9800 granadas para los cañones Schneider, 4400 para los Krupp y los Armstrong, 2000 para los Vickers y 2400 granadas de mortero (181).

DIVISIÓN MILITAR DEL TERRITORIO

La relativa proximidad del teatro de operaciones en los primeros años de la guerra, hará que el Paraguay no siga el ejemplo de Bolivia que, como hemos visto, dividirá su territorio en tres zonas sometidas, cada una, a la autoridad militar.
El Paraguay será, una vez declarada la movilización, dividido en dos zonas que, por otra parte, correspondían a su aspecto geográfico. Por un lado, del Río Paraguay hacia el este, una "Zona Interior" donde se encontraban la totalidad de los departamentos que formaban entonces la república, cuyas capitales serán otros tantos centros de movilización pero que, por lo demás, continuarán dependiendo de la autoridad civil.
Por otro lado, del Río Paraguay hacia el oeste y consecuentemente englobando sólo el Chaco, una "Zona de Operaciones", poco poblada además de las tropas que allí se encontraban y que serán enviadas, zona que estará bajo la autoridad única del Comandante del Ejército en Campaña. Conviene señalar de paso que, contrariamente a Bolivia donde el presidente Salamanca chocará desde el principio con sus comandantes del Chaco debido a una tendencia bastante fuerte de interferir en sus responsabilidades, la cohabitación del poder civil con la autoridad militar funcionará en el Paraguay de manera satisfactoria durante toda la guerra, pues los dos responsables sabrán situarse en sus esferas de acción respectiva.
Por su comprensión y coordinación de la política de guerra y de la estrategia superior, la acción del binomio Eusebio Ayala- José Félix Estigarribia recordará la del binomio Bismarck-Von Moltke en la guerra franco-prusiana de 1870-1871.
Siendo Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en virtud de la Constitución, el Presidente Eusebio Ayala, a pesar de inclinarse hacia una solución negociada del conflicto, dejará las manos libres en el plano militar al Comandante del Ejército en Campaña. Su principal preocupación, además de aquellas relacionadas con la política extranjera, será entonces organizar la "Zona Interior" con el objeto de asegurar no sólo la vida de la población civil sino además las necesidades de todo orden de su ejército. Poco antes de la llegada de Eusebio Ayala a la presidencia, el 26 de julio de 1932, una "Dirección General de Economía y Abastecimiento" había sido creada con
la misión de movilizar las múltiples y dispersas fuerzas económicas del país y de mantener y, si fuera posible, elevar, a pesar de la falta de mano ocupada por la movilización, el nivel de productividad especialmente en el campo de la agricultura y de la ganadería.
Esta primera medida de carácter estrictamente económico, será seguida, igualmente en julio, de la reconstitución pues ya había existido en el momento de la movilización de 1928, de una "Junta Nacional de Aprovisionamiento" que será un nudo vital entre la Dirección de la Economía y el soldado del frente, luego de la creación de un "Consejo General de Economía y Abastecimiento".
Dotado de los más importantes poderes pues éstos cubrían el abastecimiento, el comercio, la ganadería, el transporte, los talleres, la contabilidad y la tesorería del país, este organismo será encargado de la coordinación de los diferentes esfuerzos emprendidos para asegurar el suministro regular de combustible al ejército, de armas, de vestimenta, de alimentos y de medicamentos, lo que facilitará ampliamente la tarea de la Intendencia General Militar. Finalmente, Eusebio Ayala creará una "Junta Nacional de Auxilios" cuyo objetivo será estar pendiente de la suerte de las familias de los movilizados, especialmente aquellas que la ausencia del jefe de la familia había reducido a la miseria y que el 31 de diciembre de 1933 alcanzaban el número de 6579. La actividad de la "Junta de Auxilios" y la generosidad individual permitirán otorgar en víveres, vestimenta y recursos pecuniarios a estos desfavorecidos entre setiembre de 1932 y enero de 1936 más de 8.000.000 de pesos de la época.
El mejor ejemplo de los resultados económicos de la política de guerra de Eusebio Ayala nos es suministrado por los arsenales de guerra y marina, instalados en las afueras de Asunción y dirigidos por el Capitán de Corbeta José Bozzano.
Sus 9000 obreros, trabajando 24 horas sobre 24 en tres equipos y 7 días a la semana, a los cuales se agregaban 2000 auxiliares, fabricarán las cureñas de cañones, los chasis camiones, 300.000 granadas de mano, granadas para mortero, bombas para los aviones Potez e incluso una decena de morteros, repararán las armas descompuestas, formarán millares de choferes sin olvidar la adaptación a las necesidades de la guerra en lo que respecta a carrocerías para 2308 vehículos civiles que serán requisados.
Es así que sólo la fabricación en el curso de la guerra de 300.000 granadas de mano, alcanzará a 3.600.000 pesos más o menos, mientras que la compra en el exterior de la misma cantidad de granadas se situará en alrededor de 90.000.000 de pesos (182).

(181) Ríos, op. cit., p. 126-127
(182) Seiferheld, op. cit., anteriormente, p. 190-221, passim.

DIRECCIÓN DE ETAPAS

No parece que, por razones de proximidad al teatro de operaciones como hemos dicho anteriormente, el ejército paraguayo haya tenido necesidad de organizar, al menos en la "Zona Interior", un verdadero servicio de etapas. En efecto, el civil convocado por la movilización general, limitada primeramente a 10.000 civiles ya instruidos para poder tener en cuenta las posibilidades del momento para armarlos, tendrá un proceso de incorporación bastante flexible, llevado a cabo por el Teniente Coronel Juan B. Ayala y el Estado Mayor General, a partir de las conclusiones sobre la desastrosa movilización general de 1928.
El convocado se acercará primeramente por sus propios medios y a menudo a caballo o a pie, a un centro de su departamento cuya indicación le había sido notificada en su domicilio, donde será recibido por los delegados designados para el efecto por la autoridad militar.
Estos delegados encaminarán a los movilizados por grupos que irán de 20 a 200 personas según la importancia del reclutamiento local, a la estación ferroviaria o al puerto fluvial más próximo, que los conducirá al centro de agrupamiento del cual dependían. El Estado Mayor General había previsto 8 centros de agrupamiento: Puerto Casado, Puerto Pinasco y Villa Hayes en el Chaco; Concepción, Paraguarí, Villarrica, Pilar y Encarnación en la zona oriental, disponiendo todos ellos de carpas, cocinas, reservorios de agua potable, instalaciones higiénicas y oficinas.
En los principales de ellos, por uno de los cuales el movilizado debía obligatoriamente pasar, Puerto Casado, Puerto Pinasco, Concepción y Asunción, será instalado en el jardín zoológico o en el estadio de fútbol, el mismo pasará la revisión médica para determinar su aptitud o no para servir pues, en el primer caso, será vacunado contra la viruela y el tifus antes de recibir un uniforme verde-olivo, sombrero del mismo color de alas anchas al que la guerra del Chaco hará famoso, una frazada de algodón y un par de borceguíes de cuero que muchos de ellos calzarán por primera vez en su vida.
Para los hombres de la tropa, la destinación a una unidad de combate o a los servicios auxiliares será hecha por una comisión militar en función de las declaraciones del interesado; la comisión no buscará verificarlas sabiendo que el soldado no mentiría sobre ellos pues él debería luego justificarse ante sus camaradas y jefes.
Entre la llegada del movilizado al centro departamental y su destinación correrán más o menos quince días, ocho de los cuales pasados en el centro de agrupamiento donde seguirá, además, un breve ciclo de instrucción militar teórico y práctica. Luego se producirá el embarque hacia el Chaco y la llegada a Puerto Casado, de donde se dirigirá hacia el interior, al cuartel general del ejército en campaña instalado en el punto de agua Isla Poí, llamado entonces Villa Militar, para recibir sus armas antes de unirse a su unidad. Esta última parte del trayecto se hará generalmente por vía férrea de Puerto Casado hasta Punta Rieles, en el km 145 de la línea, y de allí en camión o a pie hasta alcanzar Villa Militar, a unos cuarenta kilómetros al sudoeste de Punta Rieles.
El Servicio de Etapas existirá verdaderamente en el Chaco en Puerto Casado, con una dirección general comandada por un mayor asistido por 50 oficiales de administración y en Villa Militar con una inspección general dependiente del Comandante del Chaco, siendo comandada por un teniente coronel y dividida en 10 secciones dirigidas por otros tantos oficiales administrativos.
Desde el principio de la guerra, la Dirección General de Etapas procederá a la instalación de cuatro estaciones de etapa. La más importante de estas estaciones será la del Fortín Coronel Martínez, al sur de Punta Rieles, con un teniente coronel jefe de guardia y 38 oficiales de administración. Las otras tres estaciones serán las de Casanillo, entre Punta Rieles y Villa Militar, Pozo Azul en la misma zona y Pozo Colorado, 30 kilómetros al oeste del Fortín Orihuela sobre la ruta a Nanawa.
A las estaciones se agregarán un depósito principal en Puerto Casado, administrado por 34 oficiales de administración, y un depósito de menor importancia en el km. 220 (183).

(183) "Gran Enciclopedia Fotográfica de la Guerra del Chaco", obra colectiva publicada en ocasión del 50° aniversario de la guerra, Asunción, sin indicación de editor, p. 162-163.

TRANSPORTES

Hasta la guerra, la parte más habitada del Paraguay, la zona oriental, prácticamente ignorará el tráfico de ruta a falta de vías verdaderamente accesibles a los vehículos de cuatro ruedas, si bien es cierto que allí los camiones y automóviles privados serán poco numerosos y generalmente de modelo antiguo.
El transporte de mercaderías como de personas se hacía esencialmente por carretas, por vía fluvial y, accesoriamente, por vía férrea. La zona poseía dos de ellas solamente, las dos estrechas, una de 35 kilómetros uniendo al norte de Concepción a Horqueta y la otra del "Central Paraguayo", la más importante con sus 370 kilómetros de largo, creada en la época de Carlos A. López, yendo de Asunción a Encarnación y pasando por las principales aglomeraciones del interior.
El "Central Paraguayo" será ampliamente utilizado en el curso de la movilización, y durante la guerra transportará a más de 500.000 soldados paraguayos y 60.000 prisioneros bolivianos, entendiendo estas cifras que cada soldado o prisionero hará más de un viaje en un sentido como en el otro.
La situación del transporte por ruta era mejor en el Chaco, pues el ejército, bajo el impulso de los teniente coroneles Estigarribia y Juan B. Ayala y las compañías extranjeras allí instaladas habían construido caminos, el primero para unir sus puntos fortificados, las segundas para las necesidades de sus explotaciones agrícolas o forestales.
Pero se trataba, en todos los casos, de caminos de tierra apisonada y sin revestimiento que se prestaban más al paso de carros tirados por bueyes que al de vehículos con motor. El ejército del Chaco no disponía de estos últimos más que en pequeñas proporciones: para el regimiento, un único camión que servía sobre todo para el transporte de los medios de la intendencia o de la sección sanitaria; para la división, dos camiones. Por otra parte, si el Chaco estaba dotado de algunas vías férreas entre las cuales la principal era la de Carlos Casado Ltda., partiendo de Puerto Casado, todas estas vías eran propiedad de sociedades extranjeras.
Finalmente, el transporte fluvial entre la zona oriental y el Chaco estaba igualmente en manos de empresas extranjeras, especialmente la argentina Mihanovich Ltda. que prácticamente contaba con el monopolio de la navegación sobre el río Paraguay además de sus tierras en el Chaco, donde se dedicaba a la ganadería y a la explotación del quebracho.
Todo estaba para ser organizado entonces en lo que concierne a los transportes y Juan B. Ayala y sus colaboradores del Estado Mayor General se consagrarán plenamente a ello.
La necesidad de asegurar el envío al Chaco de los movilizados y del abastecimiento necesario y luego dirigirlos enseguida al teatro de operaciones era la primera urgencia a resolver. Ella estaba, como acabamos de verlo, subordinada a la buena voluntad de las sociedades extranjeras. Antes de decidir expropiarlas o nacionalizarlas, como lo solicitará una parte de la prensa nacional, el gobierno juzgará preferible tratar con ellas, teniendo en cuenta que eran en su mayoría argentinas y que el gobierno de Buenos Aires se mostraba abiertamente favorable a la causa del Paraguay.
Esto conducirá a una serie de acuerdos de transporte en el Chaco con las compañías Mihanovich y Casado Ltda. y tendrá como resultado permitir, a un ritmo de 3 o 4 viajes cotidianos por la línea de Puerto Casado que tendrá un papel de primer plano en la movilización, el transporte hacia el frente de mil hombres por día. El transporte fluvial de estos hombres será confiado a la marina de guerra, que además de sus propias naves, podrá disponer en virtud de los acuerdos, de una decena de navíos mercantes que habían sido objeto de un préstamo al Estado paraguayo de parte de sus propietarios extranjeros, pero que navegaran siempre bajo comando y bandera paraguayos. En razón de su lentitud y de su insuficiente espacio, los navíos mercantes serán sobre todo destinados por la marina nacional al transporte de equipamientos, víveres y ganado, rara vez al de personas, transporte que será llevado a cabo con escolta de "chatas" armadas de la marina guerra El transporte de hombres será sobre todo efectuado por las modernas cañoneras "Paraguay" y "Humaitá", que embarcaran a 1200 hombres por viaje y efectuarán el trayecto Puerto Sajonia, Puerto Casado en 36 horas, mientras que el mismo recorrido necesitaba 10 horas más para los navíos mercantes (184).
Si agregamos un día y medio para el transporte fluvial y medio día para alcanzar el interior del Chaco por vía férrea, al promedio de 15 días entre la incorporación del movilizado y su partida desde el centro de agrupamiento, llegamos a un total de 17 días necesarios para que el soldado paraguayo llegue a la zona de combate, mientras que se necesitarán 90 días para el soldado boliviano, es decir cinco veces más.
Esta ventaja tendrá una gran importancia en la evolución de los acontecimientos en el curso de los primeros meses de la guerra.
Otra urgencia que Juan B. Ayala tendrá que resolver será la constitución de un parque de vehículos de transporte. Como en Bolivia, ante todo procederá a la requisición de aquellos destinados al transporte público que sólo serán 62, luego los pertenecientes a los particulares, mientras se esperaba recibir los camiones que serán comprados en el exterior, sobre todo en la Argentina. Los vehículos requisados serán transformados en vehículos blindados y equipados en los talleres de los arsenales, que a un ritmo de cinco unidades por hora, reacondicionarán 2308 vehículos, en su mayoría inmediatamente enviados al Chaco.
Los mismos talleres extenderán su actividad a la construcción de carrocerías de repuesto para los camiones y de carros de campaña de cuatro ruedas que podían transportar una carga de 3 toneladas, copiados de aquellos utilizados por los colonos mennonitas para sus trabajos. Si la mula y el carro tirado por bueyes serán aún utilizados al inicio de las operaciones, ellos serán rápidamente reemplazados por camiones capaces de transportar 3 a 5 toneladas a una velocidad horaria de 20 km; el carro continuará siendo utilizado como auxiliar y sobre todo en épocas de lluvias que volvían a las rutas intransitables para los vehículos.
Un primer refuerzo de 50 camiones cuyo blindaje será realizado en los arsenales, llegará de la Argentina en Setiembre de 1932. Será seguido de la adquisición de camiones Chevrolet y sobre todo Ford, esta vez blindados, que serán enviados desde su recepción al Chaco y transportados por el ferrocarril de Puerto Casado a su lugar de servicio, asegurando a lo largo de toda la guerra, transportes de todo tipo así como la evacuación de miles de heridos, enfermos o prisioneros. Si no contamos con cifras precisas sobre la importancia que el parque automotriz tendrá durante la guerra, podemos sin embargo tener una idea indicando que, sólo los navíos mercantes "Holanda", "San Francisco" y "Dayman" transportarán al Chaco en 1933 y 1934, 1580 camiones, al mismo tiempo que 331.000 toneladas de víveres y armamentos y, en un sentido o en otro, 43.000 pasajeros (185).
El aumento del parque automotriz creará una necesidad siempre creciente de choferes y mecánicos. Su formación estará a cargo de la dirección de arsenales de guerra y marina de donde saldrán miles de nuevos choferes. El papel jugado por los choferes en la guerra les valdrá merecidamente el nombre de "Choferes del Chaco", otorgado a una de las principales arterias de Asunción.

(184) Speratti: op. cit., p. 69-70.
(185) Speratti, op. cit., p. 56-57

SUBSISTENCIA

La actividad de la Dirección General de Economía y Abastecimiento, creada el 26 de julio de 1932 y de sus tres secciones, "Economía Nacional", cubriendo la agricultura, la ganadería y las industrias; "Aprovisionamiento", encargada de compras de medios de transporte; "Juntas de Campaña", estableciendo planes de producción interna, permitirá, gracias al trabajo de las mujeres, niños y hombres mayores que reemplazarán la mano de obra movilizada, mantener la producción agrícola a su nivel de los tiempos de paz y aún aumentarla en cierto sectores. Este será el caso del algodón, cuya cosecha pasará de 2.771.000 en 1933 a 7.992.000 kg. en 1935, así como la del trigo, cuyos excedentes serán exportados en procura de divisas que serán utilizadas para las compras en el exterior destinadas al ejército. Las necesidades de éste en combustible para camiones y aviones serán ampliamente cubiertas por la Argentina del Presidente Justo, que proveerá además el fuel-oil y el kerosén necesarios.
Para sintetizar, en el plano de la guerra, los resultados de la economía paraguaya de la época, podemos decir que ella estará siempre lista para proveer a los combatientes de armas, municiones y abastecimiento.
Desde el principio, el soldado recibirá una ración diaria que comprenderá: 700 g de carne fresca o congelada, 70 g de maíz, 80 g de porotos, 50 g de harina, 50 g de arroz, 60 g de azúcar, 30 g de sal, 30 g de yerba mate, 30 g de jabón y 300 g de galletas de fabricación nacional. En comparación, el soldado boliviano, será menos favorecido recibiendo 300 g de carne fresca, 80 g de carne seca, 300 g de cereales, 200 g de pan o harina, 50 de azúcar, 30 de sal y 5 de yerba mate o de café (186). A pesar de su sobriedad, el indio boliviano siempre encontrará insuficiente su ración y acosará al cocinero de su unidad pidiendo en un español mal hablado: “Yo repete, yo repete”, lo que le valdrá ser comúnmente llamado con el vocablo “repete” por sus compañeros de armas criollos o mestizos.

INTENDENCIA

Sabemos que el servicio de intendencia será por mucho tiempo rudimentario en el ejército paraguayo y que la misión militar francesa será la primera que tratará de organizarlo. Esto acarreará la creación, en el seno del Estado Mayor General, de un Departamento de Administración Militar que formará la 5ta. oficina, luego una Intendencia de Destacamentos del Chaco. El Departamento de Administración Militar será luego la Intendencia General de Guerra cuya misión será organizar todos los servicios del ejército, las compras, al interior o al exterior del país, de víveres, equipamiento, combustibles, lubricantes, materiales de guerra y materiales de comunicación destinados al ejército y la creación de depósitos.
Desde el inicio de la guerra, y a lo largo de su desarrollo, la Intendencia General de Guerra actuará en estrecha colaboración con la sección "Aprovisionamiento" de la Dirección General de Economía para todo lo concerniente a víveres y equipos destinados al Chaco. Su personal de carrera bastante reducido será reforzado por los oficiales de administración de reserva movilizados, por los agentes contadores del Estado, y aún por estudiantes de la Escuela Nacional de Comercio del último curso.
La Dirección de la Intendencia General de Guerra será confiada al Intendente Militar Sampson Harrison, formado en la armada chilena, que creará un cuerpo perfectamente estructurado y eficaz. Agregará a sus funciones el cargo de servicios generales del ejército en operaciones.
En el marco de sus funciones, Harrison instalará en el cuartel general de Villa Militar un Servicio General de Intendencia confiado a un Intendente General y prolongará su organización, a un nivel más restringido, siendo así los cuerpos de ejército, las divisiones y los regimientos dotados de compañías de intendencia.
El Servicio General de Intendencia comprenderá secciones especializadas en el control de víveres y forrajes enviados por los agricultores del interior, oficinas encargadas de los que iban al Chaco o volvían de él y, lo que jamás había existido antes, talleres de costura y de zapatería que fabricarán las vestimentas militares y los calzados por millares. Harrison obtendrá además, para satisfacer las necesidades del ejército, la disposición luego de su requisición, de un cierto número de pequeñas industrias especializadas, principalmente en herramientas y construcción.
Su organización de partida consistirá en un depósito central, instalado en Villa Militar, donde serán recibidos los envíos y luego repartidos en función de las necesidades entre los depósitos anexos establecidos en Villa Hayes, en los km 180 y 262 y en la orilla del Río Negro.      

(186) Seiferheld, op. cit., p. 254

ARREGLO Y MANTENIMIENTO DE VÍAS Y CONSTRUCCIONES

Sólo se harán en el Chaco, pues en la zona oriental continuarán siendo realizados por la administración civil, a pesar de la reducción de efectivos luego de la movilización.
En el Chaco continuarán siendo confiados al cuerpo de Ingeniería. Su primera unidad, que será el 1er. regimiento "Gral. Genes", será creada en 1930 en Villa Hayes con un único batallón de 10 oficiales y 77 soldados enviados en agosto del mismo año a la región de Isla Poí. A pesar de la precariedad de los medios de los que disponía, este batallón esquelético llegará, en pocos meses, a construir o instalar construcciones para oficiales, campamentos para la tropa, cocinas de campaña, caballerizas, polígonos de tiro, reservorios de agua potable y a erigir, frente al fortín, un muro de protección de 50 m de largo por 25 de ancho y 1 a 3 m de profundidad.
Poco antes de la guerra, será encargado de reforzar la protección del Fortín Boquerón con un cerco de alambre de púa de 6 kilómetros de extensión y de 5 metros de altura, además de una serie de fosos.
En la guerra serán creados cuatro regimientos de ingeniería con un millar de efectivos por unidad: Su actividad será extremamente diversificada, tratándose especialmente de la apertura a machetazos de caminos o picadas de aproximación al adversario o de desplazamiento lateral en el interior de las líneas; la perforación de pozos, la instalación de obras de defensa, de puestos de comando, de depósitos de municiones, de sitios para armas automáticas, de refugios antiaéreos, sin olvidar el abastecimiento de agua de las unidades en acción.
En la medida en que las circunstancias lo permitirán, la ingeniería participará igualmente en tareas relativas a la Dirección de Comunicaciones que terminará por contar con más de 3100 hombres para mejorar, reforzar y explorar las vías de comunicación más utilizadas creando otras nuevas. Esto, aún continuando con la instalación de fortificaciones, de trincheras y de pistas de aterrizaje en las zonas conquistadas, construcción de puentes sobre los ríos para facilitar el tránsito de vehículos y de nuevas rutas de terraplén. Estas nuevas rutas, todas dirigidas hacia el oeste como la de Villa Militar-Nanawa realizada en 45 días, o la de Fortín Carayá-Platanillos de 100 km cuya construcción tomará tres meses, permitirán el acceso de los vehículos motorizados a las cercanías de la línea de combate.
Por otra parte, el cumplimiento de estas diferentes tareas no impedirá a los zapadores intervenir en numerosas oportunidades en los combates (187).

ARSENALES

Ya se ha hecho alusión al papel de los arsenales en la guerra. El Capitán de Corbeta José Bozzano, ingeniero naval formado en los Estados Unidos, tendrá a su cargo la dirección de los mismos. El potencial de fabricación del cual dispondrá será reforzado por el de los talleres privados especializados, entre los cuales el más importante será el astillero naval San Isidro que, además de su personal, pondrá sus propios navíos a disposición del país como un préstamo temporal.
Ocho mil ingenieros y obreros en total, como ya lo hemos dicho, participarán en el esfuerzo de guerra del Paraguay. Este personal cumplirá las tareas más diversas, tanto para las necesidades del frente como para las de la retaguardia.
Repartido en veinticuatro secciones especializadas y con la ayuda de técnicos nacionales y extranjeros, asegurará al mantenimiento y la reparación de máquinas, navíos e instrumentos de precisión, extenderá su fabricación a explosivos, calderas, camas para hospitales, embarcaciones de poco arqueo y, como sabemos, tendrá a su cargo la formación de choferes y mecánicos.
Con el objeto de limitar las pérdidas de tiempo en la ejecución de las prestaciones requeridas por el ejército, Bozzano instalará en el Chaco mismo, bajo la dirección del Capitán de Fragata Schoeling, un pequeño arsenal que podrá ejecutar en el sitio la mayor parte de los trabajos de mantenimientos y reparación (188).

(187) Teniente Coronel Basiliano Caballero Irala; "Acción de nuestros zapadores durante la guerra del Chaco", Edic. Comuneros, E. Rolón, As. 1981, passim.
(188) Speratti: op, cit., p. 77-83

TRANSMISIONES

Las transmisiones se limitarán hasta la guerra a una red telefónica y telegráfica que unía a partir de 1925 Concepción con Puerto Casado, Bahía Negra y Fortín Orihuela extendida más tarde a otros fortines principales bajo las órdenes del Teniente Coronel Juan B. Ayala y, a nivel de regimiento, a la sección de transmisiones dotada de dos puestos: emisor-receptor.
Una vez más, todo deberá ser organizado. La presencia entre los movilizados de numerosos agentes de la administración de correos y telégrafos, pondrá al ejército en condiciones de crear una dirección de transmisiones en cada cuerpo y, en las divisiones, una sección especializada asegurando la unión entre las unidades de infantería y artillería. Ella permitirá además la instalación en el Estado Mayor del Comando del Ejército en Campaña de un organismo especialmente encargado de las claves y el descifrado de las mismas. El Paraguay será poderosamente ayudado por la Argentina en la organización de sus transmisiones. Desde el inicio de las hostilidades, el servicio criptográfico argentino procederá al descifrado sistemático de los mensajes codificados bolivianos que serán inmediatamente retransmitidos al Estado Mayor Paraguayo y, a menudo, completados con notas de orientación o directivas sobre la conducta a adoptar, establecidas por el Estado Mayor Argentino. Por otra parte, el ejército argentino pondrá inmediatamente a disposición del paraguayo especialistas para ayudar a la creación de su propio servicio de clave y descifrado (189).
La enseñanza de estos especialistas será ciertamente provechosa pues, a su vez, el servicio paraguayo no tardará en descubrir el misterio de las claves de los bolivianos, que tomarán bastante tiempo antes de darse cuenta de ello.
Para guardar mejor el secreto sobre las operaciones, Estigarribia decretará por decisión del 28 de mayo de 1933 que todas las comunicaciones oficiales o privadas, por cable o por teléfono, y que todos los mensajes directos o cifrados que emanaban del ejército o recibidos por él deberían ser hechos en adelante empleando la lengua guaraní.
Esta disposición facilitará mucho la comprensión entre los soldados y sus jefes, pues todos los paraguayos conocen el guaraní aunque no conozcan el español. Por el contrario, ella volverá muy difícil la tarea a los servicios de escucha bolivianos, entre quienes el guaraní era prácticamente desconocido (190).

(189) Carlos Pastore: "Relación histórica y sociológica de episodios de la guerra del Chaco", Criterio Edic., Asunc. 1987, p. 8
(190) Pastore: op. cit., p. 61 y 71

SERVICIO DE SANIDAD

Hasta la guerra, el Servicio de Sanidad se limitará a un sólo Hospital militar, en Asunción, mitad en ruinas, con personal reducido, sin verdaderos medios ni materiales y disponiendo sólo de dos ambulancias rudimentarias (191).
En el Chaco, los regimientos sólo contaban con una pequeña sección sanitaria, compuesta sobre todo de enfermeros igualmente desprovistos de los medios esenciales. Sin embargo, su organización estaba prevista por la misión militar francesa que la había calcado del ejército del cual provenía. Ella previa dotar al regimiento de cuatro médicos y de una ambulancia quirúrgica lo que, para la única división de tres regimientos creada antes de la guerra, representaba un mínimo de doce médicos y tres ambulancias. Si aplicamos las dotaciones reglamentarias a los tres cuerpos de ejército de tres divisiones cada uno que participarán en la guerra, se alcanza, además del personal sanitario a un total de 108 médicos de los que el ejército debía disponer a partir de su entrada en campaña. Lo que resultaba materialmente imposible pues, en esa época, el país sólo contaba en todo su territorio con 194 médicos nacionales de los cuales 24 de edad avanzada y un cierto número de ellos en un estado de salud que los hacía no aptos para servir, y 25 médicos de nacionalidad extranjera, a los que el acceso al frente estaba en principio vedado. Estos últimos terminarán sin embargo por ser admitidos, igual que los médicos nacionales que ejercían en el extranjero y que vendrán como voluntarios.
Por las razones que acabamos de exponer, la reglamentación oficial será pues abandonada y reemplazada por una nueva organización en la que todo deberá ser creado. Esta organización será obra de dos eminentes médicos, los doctores Cándido Vasconcellos, futuro Jefe del Servicio de Sanidad del Chaco y Juan Francisco Recalde.    La insuficiencia de médicos será cubierta reemplazándolos por enfermeros en los batallones, por estudiantes de últimos curso de medicina en los regimientos, previendo en principio un sólo médico por división (192).
Los enfermeros y camilleros de carrera, cuyo número era muy limitado, recibirán el refuerzo de los reformados y de los enfermeros voluntarios pertenecientes a hospitales civiles, en el primer caso, jóvenes que aún no alcanzaban la edad de incorporarse y hombres que ya la habían pasado, en el segundo. Estas medidas permitirán, por ejemplo, dotar inmediatamente a la II DI, que se formará desde agosto de 1932 en Concepción con dos regimientos de infantería (1er. "Dos de Mayo" y 3ero. "Corrales") y un grupo de artillería (1er. "Gral. Bruguez) de un cuerpo sanitario de 2 cirujanos, 20 médicos diplomados o auxiliares, 11 farmacéuticos y biólogos, 8 dentistas, 3 veterinarios, 43 enfermeros, 134 camilleros y 2 ambulancias de campaña (193).
Pero esta dotación durará poco tiempo pues, con la formación de nuevas grandes unidades, la mayoría de sus componentes serán progresivamente retirados para unirse a estas nuevas unidades. Tanto es así que el efectivo médico de las unidades de primera línea será siempre insuficiente para asegurar, sobre todo en zonas desérticas, los primeros auxilios a los heridos y enfermos para los cuales se tendrá además, en razón de la insuficiencia de camiones y ambulancias, el problema de su evacuación.
Las largas esperas provocadas por las frecuente indisponibilidad de medios de transporte, pues las distancias alcanzaban centenas de kilómetros que estos últimos deberán recorrer para alcanzar la vía férrea de Puerto Casado serán en muchos casos la causa de agravamiento del estado de salud de los pacientes evacuados hacia el interior. Una estadística oficial del Hospital Militar de Asunción nos indica que 130.000 evacuaciones del frente serán realizadas de las que 104.000 o sea 75% se trataba de enfermos y 34.398 o sea 25% de heridos graves y que 17.107 soldados o el 12% de evacuados, morirán en los diferentes hospitales de la capital (194). Es posible pensar que al menos una parte de esos decesos pudiera ser imputada a las interminables horas de espera en el frío glacial o en el intenso calor del Chaco, como a las que se requerirán para atravesar el territorio.
Los hospitales paraguayos del Chaco se dividirán en tres categorías: hospitales del frente, hospitales de evacuación y hospitales de etapa, todos instalados en tiendas en los primeros momentos.
Los hospitales del frente, entre los cuales los primeros serán el de Villa Militar, Trébol dotado de 100 camas, Isla Poí y Benjamín Aceval serán establecidos en los alrededores de las zonas de combate con el objeto de administrar lo antes posible cuidados de primeros auxilios a los heridos y contarán cada uno, como mínimo, con un médico, dos cirujanos, dos estudiantes de medicina y un enfermero jefe. El elevado número de heridos en los primeros combates, sobre todo en el Fortín Boquerón donde será más de 110, llevará rápidamente al servicio de sanidad a crear nuevas unidades sanitarias con el objeto de descongestionar los hospitales del frente y permitir a los practicantes realizar un trabajo más calmo.
Estas nuevas unidades serán los hospitales de evacuación, de los cuales el primero será el de Casanillo abierto en el momento de la batalla de Boquerón, que serán igualmente instalados cerca de las zonas de combate con un personal idéntico al de hospital del frente y a los que serán dirigidos los heridos menos graves y susceptibles de ser evacuados más rápidamente.
Con el alargamiento de las líneas de comunicación, resultado de la progresión terrestre de las tropas, será necesario crear nuevos hospitales del frente y de evacuación, y prever cerca de cada servicio de etapa, una antena que constituirá el hospital de etapa.
Desde los hospitales del frente y de evacuación, los heridos graves serán evacuados en camiones en la medida de las disponibilidades de estos últimos sobre el km 145 de la vía férrea por la cual llegarán a Puerto Casado y, las urgencias, a partir de 1933 por medio de un avión sanitario Breda adquirido con este objetivo.
Llegados hasta las orillas del río Paraguay, los heridos y enfermos serán hospitalizados en el hospital regional de Puerto Casado o más a frecuentemente embarcados en el navío-hospital "Cuyabá" para ser dirigidos hacia uno de los tres hospitales regionales, Concepción, Salvador o Asunción, a los cuales se agregará durante la guerra un hospital de 100 camas construido en Filadelfia por la comunidad menonita. El centro de hospitalización y tratamiento más importante será el de Asunción que, además del hospital militar central, dispondrá del hospital civil "San Lorenzo" dotado de un banco de sangre, del hospital "María Auxiliadora" y de un cierto número de centros instalados en las iglesias o en las escuelas, todos bien equipados luego de la compra de materiales gracias a la generosidad pública.
No poseemos datos en cifras de las principales causas de deceso sobrevenidas en el frente, pero la abundante literatura generada por la guerra nos permite estimar que las pérdidas en combate y por lo tanto debidas al fuego, serán probablemente menores que las de otras causas. Además de las esperas interminables bajo todo tipo de clima antes de poder atravesar el Chaco que ya hemos mencionado, lo cual acarreará complicaciones pulmonares mortales, debemos citar insolaciones provocadas por un calor oscilante entre 38 y 40 grados, disentería, gangrenas debidas a la falta de medicamentos para combatirlas.
Pero la causa principal de los decesos sobre todo en los dieciocho meses de la guerra en la que el alargamiento considerable de las líneas de comunicación tendrá como corolario la insuficiencia de abastecimiento por falta de transportes, será el agotamiento psicológico de numerosos soldados por falta de alimentos y aún más de agua potable. El Chaco, al que el periodista británico Julian Duguid calificará con justicia de “Infierno verde”, probará que era el "campo de desolación" del cual hablaban los españoles de la conquista.

(191) Antonio E. González: op. cit., p. 18
(192) Prof. Pedro de Felice: "La atención de los heridos en el Chaco y en la región oriental durante la guerra con Bolivia", Historia Militar del Paraguay, boletín N° 11984-85 de la Academia de la Historia Militar del Paraguay Estudio Gráfico, Asunción 1985, p. 89-91.
(193) Sergio E. Recalde: "1932-1935, La sanidad militar en la guerra del Chaco", Talleres Graf. ORBIS, As. 1981, p. 104-107
(194) De Felice: op. cit., p. 104

OTROS SERVICIOS

El comandante del ejército paraguayo contará en sus filas con un Maestre General del Cuartel situado bajo la autoridad directa del comandante de las tropas y del cual dependía la administración general y los transportes. Este puesto ya había existido en el ejército francés en la época de la monarquía, siendo el Maestre General del Cuartel responsable de la tesorería de los cuerpos.
No pensamos que el Estado Mayor Paraguayo se haya inspirado en este precedente sino más bien de la época en la que la organización del ejército era un calco de la germánica, donde el Maestre General del Cuartel estaba en tercer rango de jerarquía luego del emperador y el jefe del "Oberkommando".
La justicia militar será ejercida en primera instancia por los tribunales de instrucción de los cuerpos del ejército y, en instancia apelativa, por el tribunal militar de apelación o el auditor general de guerra según el caso a ser juzgado.
El comandante en jefe del Chaco tendrá además, bajo su dependencia directa, al Primer Regimiento del Tren encargado de los transportes, el Servicio de Códigos y Cifras, el Servicio Topográfico, la Capellanía General, el Servicio Veterinario y de Remonta y el Depósito de agrupamiento de ganado de Puerto Pinasco.

EL PLAN

Seguimos con dificultad la afirmación de ciertos autores según la cual el Paraguay entrara a la guerra del Chaco “a tientas”, es decir sin el menor plan; lo que nos parece impensable pues estaba expectante ante el estallido de la guerra con Bolivia desde la decisión de ésta en 1924 de internarse en el Chaco de establecerse allí de manera estable, aún pudiendo admitirse que su falta de recursos financieros le hacía llevarlo a cabo más moderadamente de lo que hubiera deseado. Por otra parte, estos autores omiten, conscientemente, las numerosas hipótesis de trabajo efectuadas antes de la guerra, las cuales vamos a tratar, por no hablar más que de un plan de guerra entre los cuales el mejor, lo sabemos por experiencia, no puede ser más que aquél que establecerá en el momento de las hostilidades el Estado Mayor luego de un profundo estudio del teatro de operaciones y de la situación respectiva de los beligerantes.
El esfuerzo considerable del gobierno a partir de 1925 para aumentar el ejército, el de mejoramiento de los cuadros previo envío de los mejores elementos como becarios a los grandes ejércitos extranjeros, la política ininterrumpida de compra de materiales, son algunos de los elementos que nos incitan a pensar que, estos diferentes esfuerzos fueron acompañados a un nivel superior por el establecimiento de un mínimo de medidas previstas para mantener la presencia del Paraguay en el Chaco; lo que nos parece lógico y que de hecho se realizará como lo prueban los estudios realizados en esta materia por los Generales Escobar y Schenoni en un primer momento y el Teniente Coronel Juan B. Ayala más tarde.

PLANES ESCOBAR Y SCHENONI

La primera previsión que conocemos con respecto a las medidas de defensa del Chaco, ha sido establecida en agosto de 1924 por el General de División Patricio Escobar que será nombrado Comandante en Jefe en 1928 en el momento del problema del Fortín Vanguardia y por el Coronel Manuel Rojas, que ocupará la misma función cuando estalle la guerra del Chaco.
Verdaderamente no se puede calificar este estudio de un plan en el sentido literal del término, pues ha sido ejecutado teniendo en cuenta la organización del ejército sin tratar la estrategia ni la táctica a ser adoptadas.
Pero tiene el mérito de mencionar por primera vez las condiciones óptimas en las que el ejército debería afrontar una guerra con Bolivia. El mismo prevé, en efecto, que los 4000 hombres de las tres armas, formando cuatro brigadas que representaban el ejército de la época, debían llegar a ser el esqueleto de un cuerpo más importante que, por efecto de la movilización recibirían en un primer momento el refuerzo de 780 oficiales y 11.600 suboficiales y soldados, los que serían repartidos entre las cuatro regiones militares existentes. Escobar y Rojas proponían además, para acentuar el esfuerzo de la preparación de la guerra, la creación de un estado mayor general, escuelas de aspirantes de reserva, de suboficiales y de administración militar y el compromiso por contrato limitado de oficiales extranjeros especializados en diferentes técnicas.
Al año siguiente, en 1925, el General Schenoni, ministro de guerra, realizará un estudio de la misma, naturaleza de los que hemos hablado anteriormente. Si bien este documento permanecerá, al igual que el primero, como "letra muerta" por razones de presupuesto, sin embargo preverá la actuación de cuatro grupos de combate, cada uno de cuatro regimientos desde las distintas direcciones operacionales que tenían por bases a Bahía Negra, Puerto Guaraní-Fuerte Olimpo, Puerto Casado y Villa Hayes y terminar la campaña en el fortín boliviano Ballivián con 50.100 hombres.
La parte relativa a las necesidades de material del ejército para llegar a esto será, no obstante, aprobada en el Consejo de Ministros y traerá consigo el programa de compras que ya conocemos.
A pesar del abandono de las medidas militares consideradas por Schenoni, durante su ministerio comenzará el más importante esfuerzo para poner en estado de defensa al Chaco. Este se basará en la construcción de las líneas de fortines Pitiantuta Coronel Bogado-Galpón al norte y General Caballero-Mcal. López-Nanawa-Falcón Boquerón-Corrales al sur; la apertura de 700 kilómetros de nuevas vías de comunicación, la extensión de redes telefónicas y telegráficas a los principales fortines y la edificación de cuarteles en Paraguarí, Asunción, Concepción y Bahía Negra.
Todas las disposiciones que acabamos de resumir no tendían sin embargo a tomar la iniciativa en la guerra, sino a preservar lo ya adquirido. Pues el Estado Mayor del Paraguay basándose en la diferencia de población entre su país y Bolivia y sobre una convicción errónea de la superioridad en lo que respecta a organización del ejército boliviano luego de la estadía del general alemán Kundt en Bolivia quedará bastante tiempo convencido de la imposibilidad de afrontar favorablemente a este adversario, lo que será desmentido por los hechos, juzgando en consecuencia preferible no incurrir en la responsabilidad de la guerra tomando la iniciativa.
Sin embargo, será después de la desastrosa movilización de 1928 que el estado mayor paraguayo comenzará a considerar la elección de una estrategia en el Chaco. Esta le será impuesta por el poder civil para el cual las preocupaciones diplomáticas deberán estar antes que las militares. Recordemos que una nota del estado mayor del 2 de enero de 1929 que será aprobada por el jefe de la misión militar francesa considerará, teniendo en cuenta las deficiencias en la preparación del ejército reveladas por la reciente movilización, establecer la defensa del "territorio nacional" que ella limitaba sólo a la zona oriental, a lo largo de una línea instalada entre 10 y 15 kilómetros al oeste del río Paraguay y yendo de Bahía Negra a Villa Hayes, de donde ella se bifurcaba en ángulo recto hacia el oeste para alcanzar el Río Pilcomayo a Puerto Galileo.
Esto implicaba abandonar la defensa de las colonias mennonitas a pesar del importante papel que ellas tenían en el aprovisionamiento de los contingentes del Chaco. Por otra parte, la misma nota preveía no dejar más allá de la línea elegida sino pequeños destacamentos de cobertura encargados de observar los movimientos de los bolivianos y no teniendo que proceder sino para casos de rápidas incursiones en campo enemigo.
Esta concepción de la defensa del territorio procedía igualmente del complejo de inferioridad con respecto al ejército boliviano que a pesar de todo no era compartido por todo el mundo. Se sabe que se enfrentará a una fuerte oposición de parte de ciertos altos jefes militares y por parte de una opinión más sensibilizada ante el problema del Chaco. Uno de sus violentos detractores será al decir de sus "Memorias", desde el principio, el Teniente Coronel Estigarribia que era jefe del estado mayor general en 1929.
Estigarribia, buen conocedor del Chaco, estimaba que la decisión tomada no haría más que permitir al adversario boliviano alcanzar sin mayores dificultades la orilla oriental del río Paraguay, lo que significaba su objetivo deseado. Contrariamente a esto, él estimaba que convenía ante todo impedir la reunión de los diferentes coroneles lanzados hacia este objetivo, lo que no podía ser hecho más que a la mayor distancia posible del río y, de preferencia, en los alrededores de Nanawa, por lo tanto a 300 kilómetros al oeste de Concepción. Su opinión era entonces de tomar la ofensiva en forma preventiva y obrar ya por las líneas interiores, ya a partir de una posición central para interponerse entre dos o varias columnas adversarias y destruirlas poco a poco o simultáneamente. Estigarribia no se extenderá sin embargo sobre los medios ni la organización logística de los que se debía disponer para conseguir la meta que él indicaba.
También el Teniente Coronel paraguayo Antonio E. González, autor de una obra sobre la preparación del Paraguay para la guerra (195) estima que las concepciones estratégicas de Estigarribia no irán más allá de una expresión verbal, pues el Teniente Coronel Juan B. Ayala que lo sucederá en la dirección del estado mayor no encontrará rastros de ellas en los informes que heredará al hacerse cargo de sus nuevas funciones.

ACCIÓN DEL TENIENTE CORONEL JUAN B. AYALA

Nombrado para el puesto de jefe del estado mayor el 31 de diciembre de 1930, Ayala recibirá del General Schenoni, ministro de guerra, la orden que debía mantenerse secreta “de explorar el Chaco en todos los campos para iniciar un periodo de actividades que no debería finalizar".
Esto significaba claramente reunir todos los datos políticos extranjeros y nacionales, industriales y comerciales, económicos y financieros que pudieran permitir el establecimiento de un plan de campaña y prever igualmente los planes de adquisición de materiales y de organización logística que tal decisión acarrearía.
El Teniente Coronel Juan B. Ayala antiguo becario de la Escuela Superior de Guerra de París donde seguirá las enseñanzas del General Giraud, se consagrará a esta tarea con un pequeño equipo competente y bien compenetrado. Se pondrá a trabajar sin preocuparse demasiado de la pequeña parte de la opinión pública que se oponía a la guerra, de las reticencias del gobierno que seguían esperando llegar a una solución pacífica y de las dudas del comandante del ejército, el General de Brigada Manuel Rojas, hombre de edad avanzada y por lo tanto poco predispuesto a la aventura que, por otra parte, no había puesto jamás los pies en el chaco.
Su trabajo desembocará en el establecimiento de tres documentos enumerados del 1 al 3 que nosotros llamaremos planes aunque ellas no correspondan a verdaderos planes de guerra, pues contienen y proveen todos los elementos necesarios para el establecimiento, en el momento dado, del plan de guerra, del que hemos dicho que debe ser determinado sólo cuando se inicien las hostilidades.

PLAN N° 1

Basado en cierto número de principios y de deducciones de gran interés, este plan establecido en los primeros meses de 1931 estudia las posibles direcciones del ataque adversario y la actitud que debería tener el ejército paraguayo en cada uno de los casos previstos.
Parte del principio de que la preparación de un plan de defensa debe, en primer lugar, tener en cuenta las intenciones del adversario, aún siendo difícil, en una guerra, prever de antemano todas las posibilidades de acción y que los problemas deberán ser resueltos a medida que ellos se presenten en función de las circunstancias y las posibilidades de cada adversario.
Este plan estima que Bolivia optará por la ofensiva, debido a sus pretensiones sobre el Chaco, a su aspiración a un puerto libre sobre el río Paraguay y al refuerzo de material de su ejército.
Admitiendo la ofensiva, el problema es entonces imaginar cuales serán las probables zonas de invasión.
La imposibilidad de llevar efectivos y materiales en número importante fuera de los caminos actualmente conocidos hace que estas zonas se delimiten geográficamente de manera muy clara y son, de sur a norte, las de Asunción, Concepción, Puerto Casado y Bahía Negra. Asunción, objetivo preferido del presidente boliviano Salamanca, exigirá para su ejército medios de transportes enormes y los conduciría al embudo de esteros que forman al sudeste los ríos Paraguay y Pilcomayo. El ejército boliviano estará entonces obligado a actuar frontalmente con frágiles fuerzas móviles y reservar su masa principal para un ataque contra los flancos o la retaguardia paraguaya.
Este ataque le obligaría a prolongar previamente hacia el sudeste la vía férrea de Puerto Pinasco para poder realizar una maniobra envolvente y construir nuevos caminos para efectuar la misma sobre los flancos, exigencias que hacían poco probable un ataque hacia Asunción. Hacia Concepción, éste era realizable en tiempo normal, pero imposible en época de lluvias.
Si a pesar de todo éste era realizado, el ejército paraguayo debería afrontar primeramente una fuerza móvil de apertura y concentrar su masa a lo largo de la vía férrea de Puerto Pinasco, lanzando en un segundo momento, con los refuerzos llegados desde Asunción, una acción conjunta de doble envolvimiento, o al menos, caer sobre la retaguardia del adversario y amenazar sus líneas de comunicación. Esto sólo sería posible prolongando la vía férrea de Puerto Pinasco en dirección a Nanawa y construyendo caminos de unión entre esta vía férrea y la actual ruta que unía Concepción con Nanawa.
Todas las contrariedades indicadas llevan a considerar las hipótesis Asunción y Concepción menos probables que las de Puerto Casado y Bahía Negra. Cabeza de línea de una vía férrea estratégica y punto de salida de una importante región agrícola y ganadera, Puerto Casado era a todas luces el objetivo que el comando boliviano debería elegir primeramente. Los autores del plan fundamentan esta opinión sobre la perturbación que un avance boliviano en esta zona acarrearía a la movilización de las reservas paraguayas para la cual Puerto Casado era la principal vía de acceso al Chaco; sobre la actividad de exploración de los bolivianos en el sector y sobre su proyecto de crear desde su fortín Suárez Arana, un camino hacia los esteros de Fuerte Olimpo. El Paraguay debía entonces imperativamente defender sus posiciones actuales y llevar a cabo en el Chaco un verdadero combate efectuando movimientos sobre los cuales resultaba difícil anticipar, pero que debían inexorablemente estar unidos en su concepción y en su ejecución a las dos vías férreas existentes.
En consecuencia, para obtener éxito era necesario prolongar la de Puerto Casado hasta Fortín Toledo y la de Puerto Pinasco hacia Campo Esperanza o entonces, según el caso, la septentrional de Puerto Sastre hacia los esteros de Fuerte Olimpo y Fortín Toledo.
Un avance sobre Bahía Negra parecía casi seguro, pues los bolivianos tenían pretensiones sobre esta desembocadura fluvial cerca de la cual habían instalado Puerto Pacheco, del cual el Paraguay se había apoderado en 1888, y disponían en la zona de su V DI manteniendo sus fortines septentrionales. Era necesario entonces que Bahía Negra fuera igualmente puesta en posición de defenderse y prever en consecuencia el refuerzo de su guarnición y la situación simultánea más al sur en Fuerte Olimpo, de al menos un batallón de infantería para servir de reserva exterior.
En conclusión, el plan declara que las hipótesis más reales eran que el adversario tendería su esfuerzo a la vez hacia Bahía Negra y hacia Puerto Casado y emplearía su caballería para proteger su avance mediante acciones de hostigamiento más al sur en dirección a Concepción y Puerto Rosario. Este avance sería afrontado en las condiciones previstas, defensivamente en Bahía Negra que sólo era un teatro de operaciones secundario y ofensivamente con la masa operacional reunida de antemano en Puerto Casado y que debería actuar en colaboración con los defensores de los fortines, sobre los ejes de Puerto Casado-Fortín Boquerón o Concepción-Nanawa. Se recomendaba a esta masa no iniciar, en principio, batallas frontales y maniobrar contra los flancos y la retaguardia del adversario.
Se puede constatar que este Plan n° 1 prevé con exactitud los acontecimientos futuros, con excepción del avance hacia Bahía Negra, cuya realización era prácticamente imposible debido a las condiciones geográficas y climáticas que parecen ser ignoradas por los autores y sobre las cuales volveremos.
Basado sobre los principios fundamentales de la estrategia que son: reagrupar las fuerzas para constituir una masa operacional y orientar esta masa en la dirección más ventajosa, tendrá una consecuencia inmediata con la decisión del estado mayor de crear en el Chaco esta masa operacional en la primera DI en Puerto Casado y de repartirla en función de las acciones a prever.
Los tres regimientos de infantería que formaban el 1er. DI "Dos de Mayo", el 3ro. "Corrales" y el 4to. "Curupayty", serán instalados cerca de las vías férreas de Puerto Casado y Puerto Pinasco, para poder actuar sobre Nanawa así como en defensa de su base y el 1er. RC "Valois Rivarola" del otro lado del río, en San Salvador, Puerto Max y Coronel Risso entre Puerto Casado y Concepción con el ferrocarril de Puerto Pinasco como eje de las operaciones.

PLAN Nº 2

Este plan de mediados de 1931 constituye la respuesta por escrito del Teniente Coronel Juan B. Ayala a una solicitud del Ministro de Guerra, Raúl Casal Ribeiro, sobre las medidas de defensa tomadas en el Chaco en caso de ataque por sorpresa por parte del ejército boliviano
El plan retoma de manera más concreta y profunda las disposiciones previstas por el plan N° 1 e insiste en la necesidad de prever una actitud defensiva en el norte del territorio y agrupar la fuerza operacional en el centro.
A los ojos del Estado Mayor, el espíritu ofensivo de sus tropas no es suficiente para compensar la superioridad de su adversario en materiales, lo que les obliga casi invariablemente a optar por la estrategia en el plano defensivo y por la táctica en el plano ofensivo.
Reteniendo el sector de Puerto Casado como el más importante, este sector debía disponer para su defensa de tropas de cobertura, de medios de maniobra y de una fuerza principal con la cual se iniciará la batalla que decidirá la suerte del Chaco.
Las tropas de cobertura están constituidas por un regimiento de caballería de dos escuadrones, en vías de formación. Con base en Isla Poí, deberá cubrir los fortines Boquerón, Corrales, y Toledo y prepararse para una serie de resistencias sucesivas antes de reunirse en el campo de batalla que será elegido por el Alto Comando. Los elementos movibles de maniobra son suministrados por el 1er. RC "Valois Rivarola" que será instalado en el km. 160 de la vía férrea de Puerto Casado o en cualquier otro lugar que no presentará problemas para su abastecimiento, a partir del cual estaría en posición de alcanzar su zona de actividades futuras sin pérdida de tiempo.
Desde el inicio de las hostilidades, debería asegurar la cobertura de las colonias mennonitas y del flanco derecho de la 1ra. DI, y tendría por misión crear una amenaza permanente contra las líneas de retaguardia del adversario y no atacar a fondo hasta el día de la batalla decisiva.
La fuerza principal es la infantería de la 1ra. DI, que se concentrará en un punto desde donde ella podrá ejercer en las mejores condiciones, la defensiva estratégica como la ofensiva táctica. Para la defensa, destinará a uno de sus regimientos que se resguardará detrás de sólidas fortificaciones y, con los otros dos, atacará uno de los flancos del adversario y, de ser posible, su línea de comunicación.
Para llegar allí, se necesitará utilizar como efectivo de guerra al primer RI "Dos de Mayo", proporcionar a los tres regimientos un apoyo de artillería y organizar la protección de las líneas de comunicación.
Estas medidas permitirían contrarrestar a los efectivos bolivianos reunidos entre su fortín Arce y el río Pilcomayo, cuya importancia es conocida por el autor en el momento de redactar el documento.
Un aumento de las tropas bolivianas a 12 o 15.000 hombres por ejemplo, obligaría a la fuerza principal paraguaya a tener que maniobrar con el objeto de atraer al adversario hacia el punto elegido para el lanzamiento de un ataque que se realizaría en colaboración con la II DI en vías de formación.
Ayala juzga que debido a la independencia que le proporciona su alejamiento geográfico, el sector norte se debe limitar a la defensiva activa. Conviene, desde entonces prever con suficiente tiempo sus dotaciones en hombres y en medios y, en consecuencia, llevar sus efectivos de tiempos de paz a tres batallones de infantería y reforzarlos con la artillería moderna. Este sector será apoyado en la defensa de sus costas fluviales por la marina de guerra, que deberá igualmente realizar cierto número de demostraciones tendientes a atraer el mayor número de las fuerzas adversas hacia el norte.
Por otra parte, para distraer a estas últimas de las operaciones realizadas en otros sectores e intensificar el desastre que ellas encontrarán a la hora señalada, Ayala planea constituir unidades autónomas que, en colaboración con la marina actuarían en el  interior de las líneas enemigas en los sectores de Puerto Casado, del curso superior del río Confuso y de Bahía Negra y cuyos objetivos finales serían los fortines bolivianos de Vitriones y Vanguardia y Puerto Suárez.
Examinando la situación actual del enemigo, Ayala llega a la conclusión de que si su ejército cuenta con seis divisiones de infantería en tiempos de paz, en el Chaco sólo existe una división, la V DI que opera en la zona del Pilcomayo y pequeños destacamentos esparcidos, lo que para él es insuficiente para poder pensar en una ofensiva.
Por otra parte, la movilización a través de Bolivia necesitaría al menos dos meses antes de que ella pudiese concentrar y organizar en el Chaco una masa suficiente para atacar. Si el ejército boliviano tiene sobre el paraguayo la ventaja de un material más importante, sus puntos débiles residen en la falta de cohesión entre sus elementos constitutivos y en la gran extensión de sus líneas de comunicación, pues una guerra en el Chaco será una guerra de comunicaciones.
Para concluir, Ayala estima que el plan de guerra más apropiado será el que establecerá el comandante en jefe al inicio de las hostilidades, luego de haber estudiado cuidadosamente el teatro de operaciones y la situación respectiva de los beligerantes.
Debido al hecho de que se deberá combatir en un desierto inhóspito y que la capacidad de transporte del ejército paraguayo es aleatoria al momento de su respuesta, no puede presentar sino hipótesis, las más posibles entre las que pueden ser presentadas. Pero él mantiene su opinión según la cual el Paraguay debe adoptar la defensiva estratégica y la ofensiva táctica y, desde el inicio de las hostilidades, movilizar todas sus fuerzas y estudiar con el mayor cuidado la zona hacia la cual dirigirá su masa de maniobra principal.
Las indicaciones del Plan n° 2 de Ayala que, más que otra cosa, eran previsiones para el futuro, serán retomadas por el alto comando en su instrucción número 2 del 29 de julio de 1932, establecida entonces luego del inicio de las hostilidades, por la cual declara que "la intención del alto comando es buscar la batalla con la totalidad de nuestras fuerzas (1ra. y 2da. DI, y 1er. 3er. RC) en la dirección en la que se encuentra el grueso del ejército enemigo. De acuerdo con esta idea directriz, es de gran importancia que la primera DI evite envolverse en una acción aislada, contra fuerzas que, sabemos, son superiores".
Esta decisión será confirmada, dos días más tarde a Estigarribia que realizaría el ataque al Fortín Boquerón caído entretanto en manos bolivianas, mientras que la 2da. DI aún no había sido reagrupada.

PLAN N° 3

Se trata de un documento escrito de 14 páginas elaborado en los primeros meses de 1932. El mismo aporta datos más completos con respecto a los planes n° l y n° 2 sobre el probable teatro de operaciones, la organización y las intenciones del enemigo, pero ninguna modificación en lo que concierne a la estrategia o a la táctica a adoptar y continúa predicando la adopción, en materia de organización del ejército, de una fuerza móvil en el ala izquierda de su dispositivo de defensa, del agrupamiento de su masa principal en el centro y de una actitud defensiva en el ala derecha.
Un conflicto armado con Bolivia resultaría esencialmente de un objetivo político, que es la supremacía sobre el Chaco Boreal. Las operaciones acarreadas_por este objetivo se desarrollarán en la zona cercana a la línea de los fortines de los dos ejércitos con el objeto de alcanzar las orillas del río Paraguay para Bolivia y los contrafuertes orientales de los Andes, para el Paraguay.
Las bases de retaguardia de este último estarán sobre el río Paraguay las bolivianas mucho más alejadas, distantes en línea recta alrededor de 800 kilómetros.
La vida comienza a ser difícil de soportar a partir del río Paraguay, aún cuando las fuerzas paraguayas cuentan actualmente con todos los ríos y arroyos que confluyen con él desde el oeste, pues sus aguas son saladas. El combate se llevará a cabo en una inmensa llanura salitrosa en su mayor parte y recubierta de palmeras y montículos que se extiende hasta el río Parapití al norte, a la montaña de Charagua, en el centro y al sur, hasta el Pilcomayo que desciende del macizó andino en el noroeste y se une al río Paraguay.
Las condiciones de vida son mejores en la región del río Pilcomayo que limita a la Argentina pero la viabilidad es igual a la de las otras dos zonas debido a frecuentes desbordes del río Pilcomayo provocados por el deshielo de los Andes. En el plano práctico, las condiciones generales del Chaco traerán consigo un tipo de combate particular, pues la eficacia de las armas livianas sólo es efectiva a media distancia y raramente alcanza los 1000 metros. La guerra será entonces de movimientos, de combates móviles y de ataques por sorpresa no sólo para aniquilar al adversario, sino además para apoderarse de sus depósitos de víveres y de agua potable y de sus comunicaciones.
Bolivia no se encontrará ciertamente en ventaja en el Chaco y no encontrara allí el medio favorable para sus tropas, pues descender desde las cimas hasta los esteros y desiertos sin tener efectivos en número suficiente para emprender una guerra es una empresa casi imposible. Por el contrario y por múltiples razones, su Altiplano puede ser considerado como invencible.
Según las informaciones obtenidas, el teatro de operaciones sería dividido en tres sectores. Al norte, un sector secundario formado por la línea Fuerte Olimpo-Bahía Negra; en el centro, el sector principal entre la vía férrea de Puerto Casado y el camino que va de Concepción a Nanawa por el Fortín Orihuela; al sur, entre los ríos Confuso y Pilcomayo, otro sector de importancia secundaria.
Al inicio de las hostilidades, los bolivianos deberían atacar primero al norte para tentar la captura de los fortines Patria y Galpón, antes de salir entre Fortín Patria y Bahía Negra y asaltar el último.
El sector del centro, que es a la vez el más importante y el más extendido, ofrece la desventaja de contar con malos caminos que las grandes lluvias transforman en lodo y esteros y de ser un desierto sin agua en el período de sequía.
Es probable que, desde el inicio, los bolivianos busquen apoderarse de Nanawa con el objeto de asegurar la cobertura y la protección de sus líneas de comunicaciones y puede que traten igualmente de tomar el Fortín Boquerón con miras a echar mano sobre la principal vía férrea del Chaco. Luego mantendrían Nanawa y Boquerón con los destacamentos de cobertura con el objeto de proteger la movilización y la concentración de sus fuerzas, lo que valía también para el ejército paraguayo. Pero de una manera general, si los dos beligerantes procederán correctamente y de manera idéntica sobre el plan operacional, los bolivianos siempre estarán en desventaja debido a la precariedad de sus uniones con su base de Fortín Muñoz y con el resto del país.
La lucha en los montículos y esteros del sector central será terrible y sin resultados susceptibles de decidir la suerte de la guerra además del caso de agotamiento de uno u otro campo.
En el sector meridional, es muy posible ver al adversario lanzar un destacamento de caballería muy al norte del río Pilcomayo con el objeto de explorar la región. Luego de haber estimado lo que debería ser el plan de los bolivianos, Ayala se inclinará sobre lo que serían las operaciones paraguayas. Recuerda que el plan general de guerra definido por el Jefe del Ejército en Campaña, luego del estudio de las diferentes hipótesis sobre los proyectos del adversario, no debe ser considerado como definitivo. En lo que concierne a la concentración de tropas, la composición de grandes unidades y la localización de reservas generales, este plan debe poder adaptarse en todo momento a las variaciones que podría traer aparejado el desarrollo de las primeras operaciones y las particularidades de su teatro de ejecución.
En el Chaco, al principio, la línea de separación entre los dos campos deberá ser aquella sobre la cual se realizará la concentración de tropas y se instalarán las posiciones de defensa de los elementos de cobertura. Luego será necesario, durante las primeras maniobras de campaña, acumular fuerzas en puntos bien determinados para poder caer sobre el adversario con la superioridad de medios. Esto implica poder desplazar rápidamente las grandes masas y cambiarlas de dirección de ataque sin ser impedido por los obstáculos naturales. Puede que el terreno del Chaco sea favorable al ejército paraguayo o que no lo sea. En el primer caso, será necesario tomar la ofensiva en la dirección elegida con el máximo de las fuerzas que puede consentir la configuración del terreno y los medios de transportes de los que se dispone. En caso contrario, habrá que estabilizar el frente principal y buscar la superioridad numérica, disminuyendo severamente los efectivos de los sectores secundarios luego, cuando esta superioridad sea obtenida, llegar a la victoria atacando con vigor luego de una activa preparación. Si al inicio los bolivianos tenían superioridad numérica a lo largo de la línea de separación y si la falta de caminos y de medios de transporte hacía difícil la concentración del ejército paraguayo, era preferible que este último adoptase primeramente una actitud de defensiva activa hasta que el despliegue estratégico de sus fuerzas estuviera terminado y luego pasar a la ofensiva.
Ayala termina indicando que para realizar sin obstáculos la movilización, la concentración y el despliegue estratégico de las fuerzas paraguayas, así como la formación de los servicios de retaguardia y constitución de nuevas unidades de reserva estratégica, es prioridad de primer orden aumentar los efectivos de tropa de cobertura instaladas en los cuatro puntos estratégicos de Bahía Negra, Fuerte Olimpo, Fortín Boquerón y Nanawa. En su opinión, estos efectivos deberían alcanzar a 2500 infantes y 4 cañones en Bahía Negra con un elemento de reserva en fuerte Olimpo, 2500 infantes y 4 cañones en el Fortin Boquerón y en Nanawa y 500 a 600 hombres a caballo en los fortines meridionales General Aquino y General Caballero lo que implica aumentar a 10.000 hombres el actual efectivo de paz que se eleva a 4711 hombres (196).

(196) General de Brigada Juan B. Ayala: "Planes de Operaciones en la guerra del Chaco", sin indic. del editor, Asunción 1969, p. 44-62

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