LA REVOLUCIÓN PARAGUAYA DE LA INDEPENDENCIA
RELATO Y BIOGRAFÍA DE LOS PROCERES
1811-SESQUICENTENARIO-1961
Introducción, comentarios y notas de
Editorial Asunción
Impreso en Argentina, 1961
**/**
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I. - LA REVOLUCIÓN DE MAYO
· La Iniciación de la Revolución / El Congreso del 24 de julio / Preparativos bélicos
CAPÍTULO II. - LA EXPEDICIÓN DE BELGRANO
· El Paraguay ante la invasión / Batalla de Paraguarí / Victoria de Tacuarí / Negociación con el jefe porteño
CAPÍTULO III. - PREPARATIVOS REVOLUCIONARIOS
· Descontento en la Provincia / Cavallero e Iturbe en Asunción / Trabajos subversivos en el mes de abril
CAPÍTULO IV. - EL MOVIMIENTO DEL 14 Y 15 DE MAYO
· Del Plan de la Revolución / La Misión Abreu / Se descubre la Conspiración / Los Cuarteles / La Noche del 14 / La Alarma en la ciudad / Intimación de los revolucionarios a Velasco / Los motivos o causas del Movimiento / La mañana del 15: Las tropas y el pueblo en las calles
CAPÍTULO V. - EL NUEVO GOBIERNO
· Nuevas exigencias del Cuartel / Elección de los Diputados Adjuntos / Bando del 17 de mayo / La Revolución en Itapúa y Corrientes / Fulgencio Yegros en Asunción
CAPÍTULO VI. - EL CONGRESO DEL 17 DE JUNIO
· La carta de Carlos Genovés / La destitución de Velasco / La Asamblea / El Discurso del Gobierno / Voto de Mariano Antonio Molas
CAPÍTULO VII. - GOBIERNO DE LA PRIMERA JUNTA
· La Nota del 20 de julio / Crisis interna / El Tratado del 12 de octubre / La obra de la Primera Junta / El Congreso de octubre de 1813. El Primer Consulado
BIOGRAFÍA DE LOS PROCERES
· FULGENCIO YEGROS
· JOSÉ GASPAR DE FRANCIA
· PEDRO JUAN CAVALLERO
· MARIANO ANTONIO MOLAS
· VICENTE IGNACIO ITURBE
· FERNANDO DE LA MORA
· ANTONIOTHOMÁS YEGROS
· JUAN BAUTISTA RIVAROLA
· MANUEL ATANASIO CAVAÑAS
· FRAY FERNANDO CAVALLERO
· MAURICIO JOSÉ TROCHE
· FRANCISCO XAVIER BOGARÍN
· JOSÉ AGUSTÍN MOLAS
BIBLIOGRAFÍAS PRINCIPALES
**/**
INTRODUCCIÓN
En volumen breve y sencillo presentamos a nuestros conciudadanos un relato de la revolución del 14 y 15 de Mayo y la biografía de sus principales autores.
La mejor forma de honrar a los que nos dieron patria es saber de sus hechos, conocer sus ideas. Sólo así podremos ser fieles a sus mandatos y llevar al Paraguay a los grandes destinos por ellos soñados.
En realidad poco o nada se ha estudiado de aquel movimiento y generalmente todo lo que sobre él se escribe o se dice, no sale de los lugares comunes, de las frases manidas, de los errores estereotipados. Pero apenas se adentra uno firmemente en él, apenas se exploran los documentos y se interpretan los hechos, surge en forma irreprimible un sentimiento de admiración para los hombres de Mayo.
Se siente, se palpa lo que llamamos la grandeza de la revolución. Fue grande porque los próceres supieron salvan a la Provincia de graves peligros. Por un lado estaban los españolistas, los antiguos mandatarios que deseaban mantener al Paraguay bajo su cetro de hierro. En segundo término estaban los hombres de Buenos Aires que querían seguir con el dominio de la capital sobre todo el interior del Virreinato. Y en tercer lugar se presentó el vecino portugués en actitudes ambiguas y sospechosas.
Frente a todos esos peligros y esas ambiciones los paraguayos actuaron así: derrotaron, acaudillando al pueblo en armas, a los porteños y les obligaron a cambiar de política, a usar la razón en vez de la fuerza. A los españolistas que pretendían usufructuar las victorias y los sacrificios del pueblo les quitaron el mando. A los portugueses los contuvieron en forma serena pero firme.
En resumen salvaron al país de todos los peligros externos y dieron nacimiento a una patria libre y soberana.
Cabe destacar que toda la transformación la cumplieron en forma pacífica y que no hubo derramamiento de sangre.
En el proceso revolucionario nuestros próceres lanzaron ideas grandes, nobles y generosas como la de la confederación. Sus ideas, sus ideales, estuvieron impregnados del más hondo sentimiento continental. Sus autores probaron que eran no sólo grandes paraguayos, sino también grandes americanos.
Estas breves reflexiones surgen del examen del proceso revolucionario. Creemos que todo el que lo estudie con ánimo desapasionado llegará a idénticas conclusiones.
Las aspiraciones de los editores de este volumen quedarán ampliamente satisfechas si la lectura del mismo despierta en las nuevas generaciones en este año del sesquicentenario la admiración y la devoción hacia los fundadores, hacia los padres de nuestra nacionalidad.
JULIO CÉSAR CHAVES - Enero de 1961.
**/**
CAPÍTULO PRIMERO
LA REVOLUCIÓN DE MAYO
I. LA INICIACIÓN DE LA REVOLUCIÓN
El 25 de mayo de 1810 comenzó la revolución de la independencia en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata que integraba el Paraguay como una de sus Intendencias. Ese día fue derrocado el último virrey de estas regiones, don Baltasar Hidalgo de Cisneros y fue constituida una Junta presidida por el coronel don Cornelio de Saavedra, jefe hasta entonces del regimiento de patricios. Alma de la Junta eran dos fogosos revolucionarios, Juan José Castelli y Mariano Moreno.
El nuevo gobierno desarrolló una extraordinaria actividad para implantar el nuevo sistema y aplastar la reacción españolista que amenazó a la revolución en todo el Plata. Una de sus primeras medidas fue el envíode circulares a todas las autoridades del interior, pidiendo la designación de diputados al congreso que debía reunirse en la capital para fijar el régimen definitivo de gobierno.
Era muy importante la posición de la Intendencia del Paraguay, pues se trataba de la unidad más homogénea y poderosa de las que integraban el Virreinato. Trató desde el primer momento la Junta de Buenos Aires de atraer a su causa al Paraguay. Para conducir sus pliegos a Asunción eligió a un destacado paraguayo, el coronel de las milicias de costa abajo don José de Espínola y Peña. Espínola había tenido una larga actuación en su provincia natal, habiendo sido lugarteniente del penúltimo de los gobernadores, don Lázaro de Rivera. No era hombre querido por sus compatriotas, y por eso se consideró, casi unánimemente, como muy desacertada la elección. Su conducta posterior ratificó plenamente esta opinión.
Llegado a la Villa del Pilar convocó al cabildo y le obligó a reconocer y a jurar a la Junta de Buenos Aires. Provocó al mismo tiempo gran alarma en ese punto y en toda la campaña, pues habló imprudentemente de reclutamientos y de envíos de tropas al Plata. Pasó luego a Asunción donde arribó el 21 de junio poniendo en manos de las autoridades los pliegos que se le habían entregado.
En una conversación privada manifestó Espínola que había sido designado comandante de armas de la Provincia y que tenía instrucciones secretas de los prohombres porteños para deponer al gobernador Velasco. Esta afirmación, vastamente difundida, aumentó la desconfianza y el recelo de la población.
Grande fue la alarma entre la gente del gobierno que veía extenderse en el Paraguay la idea revolucionaria y germinar los ideales de los comuneros. Se prepararon para combatir en todos los terrenos a la Junta de Buenos Aires. Se reunieron en el Cabildo los miembros de este cuerpo y el gobernador; consideraron que era de tal trascendencia la cuestión planteada en las notas de la Junta porteña, que se hacía necesario "explorar" la voluntad de la provincia. A tal efecto se convocó una junta general o cabildo abierto.
Aumentaba entretanto la alarma provocada por las declaraciones de Espínola. Muchos vecinos de la campaña abandonaron sus casas y se retiraron de los pueblos temiendo ser reclutados y enviados al Plata (Del Paraguay se habían despachado al Plata en años anteriores contingentes de tropas a Buenos Aires, la Banda Oriental y el Alto Perú. Varias de esos contingentes sufrieron contratiempos y padecimientos y por eso había en la Provincia una gran resistencia a que sus soldados saliesen fuera de ella.). Velasco tuvo que dar un manifiesto desmintiendo la versión y los rumores alarmistas y pidiendo a los paraguayos desechar "el vano temor".
La situación de Espínola causante de la alarma se hacía insostenible. Como medida de precaución el gobernador le ordenó que marchase confinado a Villa Real de la Concepción. Lejos de cumplir esta orden huyó hacia el Sur; pese a haber sido tenazmente perseguido consiguió abandonar el territorio paraguayo. Llegado a Buenos Aires, aconsejó al gobierno el envío de una expedición conquistadora, asegurando a la junta que tenía muchos partidarios en el Paraguay.
Diversa fue la reacción que provocó en Asunción la noticia de la destitución del Virrey Cisneros. Las altas autoridades provinciales, singularmente los miembros del Cabildo, se decidieron desde el primer momento a enfrentar a los revolucionarios. Tenían ellos información exacta de lo sucedido en la capital porteña, no solo por cartas provenientes de esta ciudad, sino también de Montevideo, punto que se comunicaba con la capital asuncena directamente por vía de las Misiones. El gobernador, el obispo y los cabildantes no vieron en la revolución del 25 de mayo sino un alzamiento frente a la Metrópoli y sus legítimos representantes. Si ellos aceptaban la remoción de Cisneros, decretaban la suya. A más, temían al pueblo paraguayo que mantenía vivo el recuerdo de la revolución de los comuneros, (La revolución de los comuneros encabezada por José de Antequera y Castro y Fernando de Mompox se prolongó de 1719 a 1735. Los comuneros sostuvieron que todo poder o mando deriva del pueblo.) precursora de la independencia americana.
En cambio la revolución recibió favorable acogida en el elemento criollo. Muchos de éstos estaban unidos con los hombres de Buenos Aires por vínculos de amistad y de negocios. Desde el primer momento, la revolución tuvo ardientes partidarios en Asunción, en Villa Real de la Concepción y en otras poblaciones.
Otro sector importante era el de los criollos, partidarios en principio de la independencia, pero que recelaban de los designios de Buenos Aires. Graves cuestiones políticas y económicas separaban al Paraguay de su capital. Vejámenes pasados y conflictos presentes llenaban de recelo el alma provincial. Los criollos paraguayos que veían con alborozo la nueva de la revolución presentían sin embargo que podían caer bajo un despotismo aún mucho más duro que el de España. Y estaban decididos a no mudar de amo: el antiguo o ninguno. Adoptaron por eso una posición de expectativa viendo venir con serenidad los acontecimientos.
Debe considerarse también que no existía aquí el principal caldo de cultivo de todas las subversiones: un gobierno tiránico y deshonesto. Velasco había sido uno de los mejores gobernadores de los últimos tiempos. Era hombre justo, probo, bueno (Los gobernantes anteriores a Velasco, Joaquín de Alós y Lázaro de Ribera, fueron muy resistidos y combatidos por los vecinos). Can toda razón el pueblo paraguayo lo quería.
En seguida que se recibieron las comunicaciones de la junta de Buenos Aires se reunió el cabildo bajo la presidencia del gobernador, resolviéndose convocar a un congreso general. Sin demora diose orden a las Villas para que enviasen sus respectivos representantes y se citó por medio de esquelas al obispo, a los miembros del cabildo eclesiástico y a los vecinos de distinción de la capital y campaña.
II. EL CONGRESO DEL 24 DE JULIO
En el Real Colegio Seminario de San Carlos se reunió el día 24 de julio el congreso provincial. Se dio comienzo al acto con la lectura del manifiesto del cabildo asunceno que hizo una reseña de los sucesos y dio cuenta de los documentos recibidos de la Junta de Buenos Aires. Inmediatamente se anunció que el día 10 de julio había llegado un correo general -vía Uruguay - Misiones- trayendo la noticia de que el Consejo de la Regencia (1) era obedecido en toda España y que era pésima la situación del ejército invasor de Napoleón. También se había recibido un oficio original del gobernador de Cádiz al obispo del Paraguay acompañado de una proclama de la Junta Superior de Cádiz a la América Española.
Sostenía el cabildo en su manifiesto que si la Junta de Buenos Aires había suspendido el reconocimiento del Consejo de la Regencia por falta de aviso oficial, el Paraguay que lo había recibido, debía acatar dicho Consejo sin pérdida de tiempo.
Hablaba también el cabildo de "una potencia que observaba los momentos de tragarse esta preciosa y codiciada Provincia", la cual había acumulado sus tropas a orillas del río Uruguay y terminaba aconsejando que como medida precaucional se armasen 6.000 hombres. La alusión del cabildo iba dirigida al vecino portugués que efectivamente había acumulado tropas en las fronteras de Misiones. Pero el objetivo principal del ejército a levantarse no era el de defenderse de los portugueses sino de Buenos Aires. Sabíase ya en Asunción de la expedición dirigida contra Córdoba y el Alto Perú y se esperaha una similar contra el Paraguay (5).
Según testigos presenciales nadie pudo en la asamblea emitir libremente su opinión. Los partidarios de la independencia tuvieron que permanecer callados. En medio de aclamaciones el congreso votó: primero, que inmediatamente y sin disolverse esta Junta se proceda al reconocimiento y solemne jura del Supremo Consejo de Regencia; segundo, que se guarde armoniosa correspondencia y fraternal amistad con la Junta provisional de Buenos Aires suspendiendo todo reconocimiento de superioridad en ella hasta tanto Su Majestad resuelva lo que sea de su soberano agrado; tercero, en atención de estar acechando la potencia vecina, según manifiesta la misma Junta de Buenos Aires, se disponga en la mayor brevedad la reunión de una junta de guerra para tratar y poner en ejecución los medios de defensa; cuarto, que se comunique estas resoluciones al Consejo de Regencia y a la Junta Provisional de Buenos Aires.
El mismo día se procedió al reconocimiento y jura del Consejo de Regencia con la solemnidad de rigor.
Velasco comenzó de inmediato los preparativos para la defensa de la Provincia. La junta de guerra presidida por el fue integrada por el coronel Pedro Gracia, los tenientes coroneles José Antonio Zavala y Gregorio Tadeo de la Cerda, el sargento mayor Manuel Atanasio Cavañas, el ayudante Juan de la Cuesta y todos los miembros del cabildo, contándose entre estos últimos los más acérrimos partidarios del régimen.
Comenzó el reclutamiento y la recolección de armas. El gobernador lanzó una proclama anunciando a los paraguayos que había llegado el momento de estar listos para responder al llamado de la patria. Se formó un cuerpo de urbanos; se recogieron armas y se destacaron delegados a la campaña para preparar la movilización.
Las autoridades asuncenas comunicaron por nota a la Junta de Buenos Aires las resoluciones del congreso del 24 de julio. En la capital porteña corrían las versiones más contradictorias sobre la posición paraguaya. Al principio la Junta decretó la apertura de los puertos al comercio paraguayo, pero al saber lo resuelto en el congreso de julio adoptó una serie de medidas agresivas: prohibió toda comunicación entre el Paraguay y Montevideo (3), ciudad a la cual culpó de la resistencia paraguaya; prohibió la entrada o salida de buques, efectos, personas, correspondencia con destino al Paraguay. Era el bloqueo.
Al mismo tiempo destacó en comisión confidencial al Paraguay al capitán Juan Francisco Arias; le encargó que se pusiese en contacto con los principales paraguayos y les manifestase cuál era el verdadero objetivo de la Junta: mantener ilesos los derechos del rey Fernando VII (4).
Arias desde Corrientes dirigió sendas notas a dos jefes de la provincia: el coronel Zavala y Delgadillo y el comandante Fulgencio Yegros. Sus misivas no alcanzaron efecto alguno.
(1). Como se sabe el Rey de España estaba cautivo en poder de Napoleón quien hizo nombrar a su hermano José como monarca español. El pueblo español lo resistió heroicamente. Se formó un gobierno interino y provisorio: fue el Consejo de la Regencia que se instaló en la Isla de León. En Buenos Aires se hizo la revolución del 25 de Mayo sosteniendo que el trono estaba acéfalo, que no había ningún gobierno provisorio y que los pueblos de América tenían derecho a formar el suyo.
(2). La Junta había despachado con destino a Córdoba, Tucumán y el Alto Perú una expedición "auxiliadora" de los pueblos para asegurar su libre decisión. Su verdadero objetivo era reprimir cualquier resistencia y anular a los mandatarios españolistas del interior.
(3). La ciudad de Montevideo se negó a reconocer a la junta de Buenos Aires y acataba, como el Paraguay, al Consejo de Regencia. Las autoridades de Montevideo trataron en toda forma de sostener y proteger a los gobernantes del Paraguay.
(4) La Junta de Buenos Aires y casi todas las juntas que se formaron en el continente reconocían los derechos de Fernando VII, pero en el fondo trabajaban por una independencia absoluta de España.
III. PREPARATIVOS BÉLICOS
Se aceleraban los preparativos de resistencia en el Paraguay. Se suspendió todo tráfico fluvial, se ocuparon los pasos del río Paraná; el colegio seminario de la capital fue convertido en cuartel. Velasco delegó el mando en el coronel Pedro Gracia, y marchó a las Misiones con el objeto de recoger armas y preparar la defensa. Desde el pueblo de Quiindy dirigió una circular a las autoridades anunciando que los paraguayos tendrían en él "el primer capitán y el mejor compañero".
Pero los partidarios de la Junta revolucionaria se mostraban cada vez más activos. Criticaban duramente las resoluciones del congreso del 24 de julio y hacían circular noticias y versiones favorables a Buenos Aires. Un grupo de españolistas pidió en Asunción que se censurase la correspondencia para descubrir a los sediciosos.
Al saberse en Asunción que los barcos eran detenidos en los puertos del Sur, cundió la indignación; el gobierno -ejercido interinamente por el coronel Gracia- organizó una expedición para asegurar por la fuerza la libre navegación y liberar unos barcos que habían quedado detenidos en Corrientes. La formaron cuatro buques mayores y otros menores, y una fuerza de trescientos soldados. Iba como comandante de la expedición el coronel Zavala y Delgadillo.
La flota se presentó frente a Corrientes. Zavala pasó una nota al teniente gobernador Galván afirmando que Asunción -madre de las ciudades del Plata- había sido insultada con la detención de sus barcos y exigió completa satisfacción. Acordó un perentorio plazo de una hora para la entrega de los barcos detenidos, sus embarcaciones y tripulaciones. Galván consintió que dos barcos paraguayos siguiesen río arriba.
No hubo otra alteración del orden que el desembarco de la flota paraguaya de unos miñones (El cuerpo de miñones era el encargado de la custodia y vigilancia del gobernador Velasco. Los miñones eran mal vistos por los criollos) catalanes que anduvieron por las calles de la capital correntina profiriendo amenazas.
El éxito alcanzado por la expedición envalentonó al régimen españolista de Asunción.
Proseguían con toda actividad los trabajos de los partidarios de la revolución. En setiembre fue descubierto un grupo cuyo plan era apresar al gobernador, al obispo y los principales capitulares imponiéndoles la pena de muerte. Fueron detenidos y confinados al lejano Fuerte de Borbón un padre franciscano llamado Baca, los señores Santiago Aráoz y Narciso de Echagüe y varios más.
En Villa Concepción se reunía una peña revolucionaria encabezada por los curas José Fermín Sarmiento y Nicolás Ibarbals; los integrantes de este grupo no ocultaban su simpatía a la causa de Buenos Aires y criticaban abiertamente al gobierno de Velasco.
Se mantenía por otra parte una activa correspondencia entre los revolucionarios de la capital porteña y sus partidarios del Paraguay (Como enlace entre los revolucionarios porteños y los paraguayos actuaba el naviero don José de María, quién con un barco llamado Monserrat hacía constantes viajes entre Buenos Aires, Asunción y Concepción).
BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL
MARIANO ANTONIO MOLAS. - Descripción histórica de la antigua Provincia del Paraguay.
PEDRO SOMELLERA. - Notas a la introducción que ha puesto el doctor Rengger a su ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay.
BLAS GARAY. - La revolución de la independencia del Paraguay.
FULGENCIO R. MORENO. - Estudio sobre la independencia del Paraguay.
CECILIO BÁEZ. - Historia diplomática del Paraguay.
FRANCISCO WISNER. - El dictador del Paraguay Dr. José Gaspar de Francia.
JULIO CÉSAR CHAVES. - El supremo dictador.
JULIO CÉSAR CHAVES. - Un relato de la revolución del 14 y 15 de Mayo de 1811, en "El Diario", 15-V-1938.
JULIO CÉSAR CHAVES. - Historia de las relaciones entre Buenos Ayres y el Paraguay.
JUSTO PASTOR BENÍTEZ. - La vida solitaria del Dr. José Gaspar de Francia dictador del Paraguay.
BENJAMÍN VELILLA. - La casa de la Independencia, en "La Tribuna", 20-VI-1960.
BENJAMÍN VELILLA. - Antecedentes de la Independencia, en Boletín del Círculo de Jefes y Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas de la Nación.
EFRAÍM CARDOZO. - Paraguay Independiente.
EFRAÍM CARDOZO. - Una entrevista inédita en Tacuarí, en Historia Paraguaya, Vol. I.
BENJAMÍN VARGAS PEÑA. - Vencer o Morir.
BENJAMÍN VARGAS PEÑA. - Paraguay-Argentina.
CARLOS ZUBIZARRETA. - Cien vidas paraguayas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario