LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY
Y EL IMPERIO DEL BRASIL.
Y EL IMPERIO DEL BRASIL.
Autor: ANTONIO RAMOS
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
Publicación conjunta de
CONSELHO FEDERAL DE CULYURA
E DO
INSTITUTO HISTÓRICO E GEOGRÁFICO BRASILEIRO
Rio de Janeiro - Brasil (1976)
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DATOS DEL AUTOR Y SU OBRA
ANTONIO RAMOS se dedicó a la historia y, con especialidad, a la del Paraguay durante el período de la dictadura de José Gaspar de Francia y a las relaciones diplomáticas con el Brasil.
Comenzó a escribir en El Liberal y El Diario. En 1934, publicó en las columnas de este último “El Dr. Francia, el Chaco Paraguayo y Bolivia”; “La Tierra de los Mbayáes estuvo siempre bajo la dependencia del Paraguay”; El Fuerte de Borbón, hoy Olimpo, fue fundado, poseído y defendido por el Paraguay”. En 1935, en El Liberal, publicó “La Muerte del Dictador Francia”, y otra vez en El Diario, en 1936, “Francia y Artigas”; “El Segundo Consulado y Artigas” y “El Congreso de 1823”. En la revista Pareceres vio la luz pública “El Dr. Francia y las relaciones comerciales con la Gran Bretaña”, en 1936.
El valor de estos trabajos se halla en el acopio de documentos, editos e inéditos, que el autor pudo hallar en el Archivo Nacional de la Asunción, del cual fue director, más aún, en la selección acertada de los sucesos historiados y en la interpretación racional y humana de los hombres y de los acontecimientos. Ha publicado, además, “Correa Da Cámara en Asunción”, editado en Buenos Aires, en opúsculo, en 1942.
R. Antonio Ramos es oriundo de San Juan Bautista de las Misiones. Nació en el año 1907. Cursó estudios en el Colegio Nacional y en la Facultad de Derecho de la Asunción, en la que obtuvo diploma de doctor. Se dedicó también a la cátedra y al periodismo. Fue profesor de historia y geografía y director de La Democracia, en 1937. Desempeñó, asimismo, la secretaría de la delegación del Paraguay a la Conferencia de Paz del Chaco y la subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores. A los trabajos antes citados deben ser agregados los aparecidos en la Revista de Historia de Buenos Aires, entre los que se cuenta “Un Canciller del Imperio pide la libertad de Bonpland” y “Juan Andrés Gelly”, conferencia leída en 1944 en el salón de actos públicos del Archivo Nacional. Fue, además, colaborador del Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas de Buenos Aires.
R. Antonio Ramos fue académico de número del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas y del Instituto de Numismática y Antigüedades del Paraguay, miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de la Argentina y del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.
Su libro, La política del Brasil en el Paraguay bajo la dictadura de Francia, editado en Buenos Aires, en 1944, constituye el análisis de un aspecto todavía no bien conocido en la historia de nuestro país, desde el punto de vista de sus relaciones con otras naciones hermanas.
Sobre el libro que nos ocupa: “La Independencia del Paraguay y el Imperio del Brasil”, editado en 1976, escribió José Antonio Soares de Souza, miembro del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño: “A cincuenta años de historia de nuestro continente dedicó el Dr. R. Antonio Ramos este libro, fruto de mucho estudio y bien orientada investigación. Es copiosa y auténtica la documentación que cita y transcribe con propiedad y corrección.
La historia que nos ofrece, por tanto, es digna de ser leída y meditada. Es minuciosa, sin duda, pues se basa en un sinnúmero de documentos de la época y en bastante bibliografía, pero, por eso mismo, reveladora. La presencia de nuestro pasado, en aquello que aún es vivo, aclaró con objetiva certeza, y consiguió su intento, dándonos, en cuadros sucesivos, la historia de la independencia del Paraguay y de su reconocimiento, señalando con justicia el papel del Imperio en esta última fase”.
Comenzó a escribir en El Liberal y El Diario. En 1934, publicó en las columnas de este último “El Dr. Francia, el Chaco Paraguayo y Bolivia”; “La Tierra de los Mbayáes estuvo siempre bajo la dependencia del Paraguay”; El Fuerte de Borbón, hoy Olimpo, fue fundado, poseído y defendido por el Paraguay”. En 1935, en El Liberal, publicó “La Muerte del Dictador Francia”, y otra vez en El Diario, en 1936, “Francia y Artigas”; “El Segundo Consulado y Artigas” y “El Congreso de 1823”. En la revista Pareceres vio la luz pública “El Dr. Francia y las relaciones comerciales con la Gran Bretaña”, en 1936.
El valor de estos trabajos se halla en el acopio de documentos, editos e inéditos, que el autor pudo hallar en el Archivo Nacional de la Asunción, del cual fue director, más aún, en la selección acertada de los sucesos historiados y en la interpretación racional y humana de los hombres y de los acontecimientos. Ha publicado, además, “Correa Da Cámara en Asunción”, editado en Buenos Aires, en opúsculo, en 1942.
R. Antonio Ramos es oriundo de San Juan Bautista de las Misiones. Nació en el año 1907. Cursó estudios en el Colegio Nacional y en la Facultad de Derecho de la Asunción, en la que obtuvo diploma de doctor. Se dedicó también a la cátedra y al periodismo. Fue profesor de historia y geografía y director de La Democracia, en 1937. Desempeñó, asimismo, la secretaría de la delegación del Paraguay a la Conferencia de Paz del Chaco y la subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores. A los trabajos antes citados deben ser agregados los aparecidos en la Revista de Historia de Buenos Aires, entre los que se cuenta “Un Canciller del Imperio pide la libertad de Bonpland” y “Juan Andrés Gelly”, conferencia leída en 1944 en el salón de actos públicos del Archivo Nacional. Fue, además, colaborador del Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas de Buenos Aires.
R. Antonio Ramos fue académico de número del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas y del Instituto de Numismática y Antigüedades del Paraguay, miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de la Argentina y del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.
Su libro, La política del Brasil en el Paraguay bajo la dictadura de Francia, editado en Buenos Aires, en 1944, constituye el análisis de un aspecto todavía no bien conocido en la historia de nuestro país, desde el punto de vista de sus relaciones con otras naciones hermanas.
Sobre el libro que nos ocupa: “La Independencia del Paraguay y el Imperio del Brasil”, editado en 1976, escribió José Antonio Soares de Souza, miembro del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño: “A cincuenta años de historia de nuestro continente dedicó el Dr. R. Antonio Ramos este libro, fruto de mucho estudio y bien orientada investigación. Es copiosa y auténtica la documentación que cita y transcribe con propiedad y corrección.
La historia que nos ofrece, por tanto, es digna de ser leída y meditada. Es minuciosa, sin duda, pues se basa en un sinnúmero de documentos de la época y en bastante bibliografía, pero, por eso mismo, reveladora. La presencia de nuestro pasado, en aquello que aún es vivo, aclaró con objetiva certeza, y consiguió su intento, dándonos, en cuadros sucesivos, la historia de la independencia del Paraguay y de su reconocimiento, señalando con justicia el papel del Imperio en esta última fase”.
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LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY
Y EL IMPERIO DEL BRASIL
Y EL IMPERIO DEL BRASIL
HIPERVINCULOS
Primera y Segunda Partes (574 Kb.)
Tercera y Cuarta Partes (458 Kb.)
Quinta Parte (502 Kb.)
Sexta Parte (561 Kb.)
CONTENIDO DEL LIBRO
Prólogo por José Antonio Soares de Souza
Primera Parte – La política de Portugal y la independencia del Paraguay
CAPITULO I – La Corte de Lisboa en América
CAPITULO II – El Paraguay y el auxilio portugués
CAPITULO III – La independencia paraguaya
Segunda Parte – La independencia del Paraguay y Buenos Aires
CAPITULO IV – Congreso de 1811
CAPITULO V – Tratado con Buenos Aires
CAPITULO VI – Controversia con la capital del plata
CAPITULO VII – Congreso de 1813
Tercera Parte – La independencia del Paraguay y Rosas
CAPITULO VIII – Congreso de 1842
CAPITULO IX – Comunicación a la Confederación Argentina
CAPITULO X – Las razones secretísimas
CAPITULO XI – Presidencia de Carlos Antonio López
Cuarta Parte – La independencia del Paraguay y el Brasil
CAPITULO XII – Misión Pimenta Bueno
CAPITULO XIII – El reconocimiento de la independencia
CAPITULO XIV – La protesta de Rosas
CAPITULO XV – La polémica
CAPITULO XVI – El Paraguayo Independiente
Quinta Parte – Gestiones del Imperio del Brasil para el reconocimiento de la independencia del Paraguay
CAPITULO XVII – La circular del 24 de noviembre
** EN EUROPA
CAPITULO XVIII – Misión del vizconde de Abrantes
CAPITULO XIX – Reconocimiento de Portugal y Austria
CAPITULO XX – Representaciones en Inglaterra y Francia
CAPITULO XXI – Representaciones en España y Ciudades Hanseáticas
CAPITULO XXII – Reconocimiento de los Países Bajos y representaciones en Bélgica y otros Estados
** EN AMÉRICA
CAPITULO XXIII – Reconocimiento de Bolivia y Chile
CAPITULO XXIV – Reconocimiento del Uruguay
CAPITULO XXV – Reconocimiento de Venezuela y Colombia
CAPITULO XXVI – Representaciones en Perú y Estados Unidos de América
Sexta Parte – El ocaso de Rosas
CAPITULO XXVII – Alianza con el Brasil
CAPITULO XXVIII – Capitulación de Oribe
CAPITULO XXIX – El Paraguay y el tratado del 29 de mayo
CAPITULO XXX – Tratado del 21 de noviembre
CAPITULO XXXI – Reconocimiento de la independencia por la Confederación Argentina
CAPITULO XXXII – Reconocimiento de la independencia por Inglaterra, Francia, Cerdeña, los Estados Unidos de América.
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PRÓLOGO
** Hace casi veinte años que conozco al Dr. R. Antonio Ramos. Fue nuestro amigo común Walter Alexander de Azevedo, quien me presentó en enero de 1946. Desde entonces he seguido de cerca los trabajos del ilustre historiador y, a veces, investigábamos juntos en el Archivo Histórico de ltamarati y en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. Gran parte del material utilizado en este libro él lo obtuvo, con un trabajo meticuloso y paciente, al cual yo asistí sin interrupción no sólo por meses sino por años.
** El estudio en común durante todo ese tiempo, de determinados temas y épocas de nuestra historia, me dio la oportunidad de conocerle no sólo como historiador, erudito y equilibrado, sino también como incansable e inteligente investigador. Era natural así que además de mi admiración le consagrase particular estima, considerándolo uno de los buenos amigos y compañero de trabajo. A esos lazos de una ya vieja amistad y no a méritos, que no tengo, debo, ciertamente, el honroso encargo de escribir el prefacio de La Independencia del Paraguay y el Imperio del Brasil.
** El Dr. Ramos no necesitaba, sin embargo, de introducciones y prefacios escritos por mí para sus libros, pues es autor sobradamente conocido, tanto en el Paraguay y Brasil como en otros países de América. Su primer libro: LA POLÍTICA DEL BRASIL EN EL PARAGUAY, publicado en Buenos Aires por la Editorial Ayacucho, en 1944, lo consagró definitivamente como historiador y tuvo, aquí en el Brasil, merecida repercusión. El 9 de enero de 1958 el Dr. Ramos fue electo Miembro Correspondiente del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño.
** Varios trabajos publicó el Dr. Ramos e innúmeras las conferencias que pronunció. Mencionarlos uno a uno sería alargar el prefacio, eludiendo lo principal que es la presentación de este libro, obra importantísima, por ser la primera reconstrucción histórica de la independencia de la República del Paraguay, en la que se incluye el reconocimiento de esa independencia, como parte principal de ese proceso.
** Una vez declarada la independencia del Paraguay, su consolidación fue obra exclusiva del Dr. Francia. La política de aislamiento que adoptó, no tuvo, otro objetivo que liberar a la provincia no sólo de la tutela de España, incapaz entonces de reconquistarla, sino también de Buenos Aires, en su tentativa de atraer hacia sí, como centro que fue del antiguo virreinato, a las provincias que se separaban. Justamente las dos primeras partes de este libro se refieren a la liberación del Paraguay, con las victorias de Paraguarí y Tacuarí, a la destitución del gobernador Velasco y, finalmente, al Congreso general del 17 de junio de 1811, que resolvió crear una junta Gubernativa y declarar que la provincia del Paraguay se gobernaría por sí misma, independiente de Buenos Aires. Desde entonces el Paraguay siguió la inspiración o la dirección segura del Dr. Francia, en el sentido de hacer efectiva la independencia de la provincia.
** La independencia y su consolidación fueron dos etapas relativamente fáciles en relación a la última, o sea, al reconocimiento de la independencia. Se ha visto que el Dr. Ramos les dedicó solamente dos partes de las seis en que dividió su libro. Las otras cuatro partes se refieren al reconocimiento y a la ayuda importante del Imperio del Brasil en esta última fase.
** Mientras vivió el Dr. Francia nadie dudó de la independencia del Paraguay, al menos oficialmente. El Imperio la reconoció indirectamente con la misión de Correa da Cámara, y, directamente, en la nota del marqués, entonces vizconde, de Inhambupe, del 17 de marzo de 1826, dirigida al ministro paraguayo Benítez. Todos respetaban al Supremo, inclusive el general Rosas, gobernador de Buenos Aires, quien, dos años después de la muerte del Dr. Francia, hizo insertar en su Gazeta Mercantil, del 7 de marzo de 1842, el artículo que decía: «Durante las dos épocas de la administración de Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes jamás se ha escrito en esta Provincia contra el Paraguay, ni contra el Dictador Dr. D. José Gaspar de Francia, ni contra su política».
** Ahora bien, toda la política del Dr. Francia estaba dirigida en el sentido de fortalecer la independencia conquistada en 1811. Si el ilustre Restaurador, que no era otro sino el propio general Rosas, nada escribió contra la política del Dr. Francia, sería de presumir que estuviese de acuerdo con la independencia del Paraguay y su consolidación, objetivos principales, sino únicos, de la política del Dictador.
** Tal no ocurrió, sin embargo. El silencio de Rosas no significaba asentimiento, pero sí desaprobación. Tanto era así que, mucho antes de la muerte del Dr. Francia y de haberse publicado el artículo citado en la Gazeta Mercantil, él afirmaba en carta a Estanislao López, fechada el 21 de julio de 1836: «La Provincia del Paraguay, aunque está de hecho separada de nosotros por la influencia y caprichos de Francia, pertenece de derecho a la Confederación de la República, y nosotros debemos por nuestra parte en cuanto podamos conducirnos con ella bajo de este concepto para que jamás se nos pueda disputar el derecho con argumentos tomados de nuestros propios y libres procedimientos». (Correspondencia entre Rosas, Quiroga ry López, p. 373, Librería Hachette S.A., Buenos Aires, 1958).
** Rosas era coherente con sus puntos de vista. Muerto el Dr. Francia, tanto el Brasil como Inglaterra intentaron abrir comunicaciones con el Paraguay por los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay. Rosas no lo consintió. No permitió al Brasil por tratarse de la navegación de ríos interiores, privativa de la Confederación. Reservadamente se agregó que la negativa se justificaba, además, porque se refería a un pedido para el viaje de diplomáticos acreditados en el Paraguay, considerado como provincia por la Confederación y, por lo tanto, parte integrante del territorio argentino. Los fundamentos de la negativa para el ministro inglés Mandeville habrían sido, más o menos, los mismos. El comerciante inglés Hugues para ir a Asunción, en 1841, por los ríos Paraná y Paraguay, tuvo que viajar en barco argentino, con bandera argentina. Y Gordon, de la Legación de Gran Bretaña en Río de Janeiro, al año siguiente, cruzó el Uruguay y el territorio correntino, protegido por el general Rivera, para llegar a Itapúa y de ahí a Asunción.
** Por la manera que llegaron los dos ingleses al Paraguay, los Cónsules desconfiaron de las intenciones de Rosas. Formularon entonces varias preguntas, a las cuales los ingleses respondieron con franqueza. De esas respuestas concluyeron los Cónsules que la independencia de la República, si bien consolidada en el interior, era, en el exterior impugnada por el gobernador de Buenos Aires.
** Convocóse un nuevo Congreso que se reunió en noviembre de 1842, en la ciudad de Asunción. Ese Congreso además de ratificar la independencia autorizó a los Cónsules que la ratificación llevada a cabo se comunicase a los gobiernos vecinos, especialmente al de la Confederación Argentina.
** A ese Congreso siguió la misión a Buenos Aires de Andrés Gill con el objeto de entregar al general Rosas una nota de los Cónsules, en la que solicitaban el reconocimiento de la independencia del Paraguay por la Confederación Argentina. Rosas se negó a atender la representación paraguaya por considerar a la República una provincia argentina.
** El Supremo Gobierno no se conformó con la negativa rosista. Al año siguiente envió otra misión con la jefatura de Manuel Peña. En esta misión figuraba como adicto Francisco Solano López, hijo mayor del Cónsul Carlos Antonio López. Rosas persistió en su punto de vista de considerar al Paraguay una provincia y, como tal, incapaz de gobernarse por sí misma.
** La misión de Andrés Gill además del objeto principal tenía otro, el de hacer llegar a las manos del gobierno brasileño una nota dando cuenta de las resoluciones del Congreso, reunido en Asunción en noviembre de 1842, y solicitando el reconocimiento de la República. Esta nota no fue entregada al ministro brasileño en Buenos Aires, Duarte da Ponte Ribeiro, sino al ministro argentino D. Felipe Arana, que la remitió al general D. Tomás Guido, representante de Rosas en Río de Janeiro, quien, a su vez, la entregó al ministro de Negocios Extranjeros, Honorio Hermeto Carneiro Leão.
** La respuesta del Brasil no fue inmediata. Sólo en octubre de 1843, durante el ministerio de Paulino José Soares de Souza, se resolvió la ida de José Antonio Pimenta Bueno al Paraguay, en el carácter de encargado de negocios, dándosele como misión principal el reconocimiento de la independencia de la República.
** En setiembre de 1844, Pimenta Bueno cumplía sus instrucciones, reconociendo aquella independencia. Este acto vino a agravar aún más las relaciones del Brasil con Rosas. Además de las quejas nacidas del no reconocimiento del bloqueo de Montevideo por el ministro Sinimbu, el general Guido agregó ahora la del reconocimiento de la independencia del Paraguay. Al año siguiente, el ministro brasileño Antonio Paulino Limpo de Abreu al contra protestar contra la protesta argentina por el reconocimiento de la independencia paraguaya, esclarecía los motivos que llevaron al Imperio a tal decisión. Entre estos motivos, figuraba como primordial, el derecho que asistía al Paraguay a una independencia no cuestionada por más de 30 años! Fue nuevamente Limpo de Abreu, quien, en noviembre de 1845, ordenó a las legaciones brasileñas en Europa y América para que procurasen sondar las posibilidades del reconocimiento de la independencia del Paraguay de parte de los gobiernos ante los cuales estaban acreditados.
** Hasta 1850 la inseguridad persistió en las cuestiones del Río de la Plata. Montevideo continuaba asediada por los ejércitos argentinos, bajo el comando del general Oribe. En el Paraguay el presidente López vacilaba, sin saber qué rumbo seguir, pues la política brasileña, si bien clara y firme en cuanto a la independencia de las Repúblicas del Uruguay y Paraguay, era indecisa cuando se trataba de afrontar a Rosas.
** Mas, en 1850, el ministro Paulino José Soares de Souza, que volvió al ministerio en 1849, decidió que el Imperio saliese de la posición en que se había colocado ante la política agresiva del general Rosas. En setiembre de 1850 rompió con el general Guido, representante de la Confederación. Por intermedio del encargado de negocios en Asunción, Pedro de Alcántara Bellegarde consiguió firmar un tratado con la República del Paraguay.
** Son expresivas dos cartas del presidente López al ministro Paulino, escritas antes de concluido el tratado. La del 6 de setiembre de 1850, decía:
** «Primero que todo, agradezco a V.E. la amistosa expresión de sus sentimientos, y simpatía por la causa de mi Patria, y por las consideraciones con que me honra en su estimable de 22 de julio pp.
** «V.E. en conformidad á la política de sus antecesores, reconoce la comunión de intereses, y la conveniencia de ligar los destinos del Brasil, y del Paraguay; pero Dios no permite que los Gobiernos del Imperio, y de la República arriben del actual equívoco de una amistad sin garantía, ni vínculo.
** «La tranquilidad que hasta hoy ha disfrutado mi Patria, se ve amenazada de una próxima tormenta que le tiene armada el intratable enemigo de la nacionalidad paraguaya.
** «En esta lucha, el Paraguay se encuentra solo; y tiene que ser fuerte en la Capital, y en sus vastas fronteras: no cuenta sino con sus propios medios, y esos pueden ser apurados por el perpetuo bloqueo de los puertos de la República: pero está resuelta á sepultarse en sus ruinas, primero, que doblar una rodilla al feroz salteador que quiere sojuzgarla. Cualesquiera que sean las interioridades de esta crisis, podrán aleccionar a los que presentemente no dan mucha importancia á la fuerza de las cosas. V.E. sabe que el momento perdido en política, ya no vuelve.
** «Felizmente para el Brasil se halla V. E. al frente de los Negocios extranjeros, ahora que ha tenido lugar el desenlace de la que se llamaba cuestión del Plata, y lo tendrán las diferencias del Gabinete brasilero, con el Gobierno argentino».
** La llamada cuestión del Plata no tuvo, entonces, su desenlace, ni el gabinete brasileño consiguió entenderse con el gobierno argentino.
** En noviembre, anteviviendo ya la efectividad de la alianza con el Imperio, volvía López a escribir, el día 19:
** «Me ha sido grandemente satisfactoria la apreciada de V.E. de 11 de Octubre pp., y en su mérito quedo dispuesto á tratar con el Illmo. Sor. Encargado de Negocios de S. M. el Emperador del Brasil, concurriendo cuanto pudiere para facilitar, y apresurar nuestras comunicaciones.
** «V. E. me ha presentado el farol que necesitaba para conocer mi horizonte, y me ha despejado el camino, que no dejaba de presentarme dificultades mas ó menos serias. Cuento en que V.E. no extrañará esta franqueza.
** «Soy grato á V.E. por sus importantes providencias, y explicaciones satisfactorias sobre el incidente desagradable ocurrido en el contestado territorio fluvial, volviendo las cosas al estado anterior, hasta un arreglo amigable de límites.
** «Todavía no me ha enviado el Señor Bellegarde la correspondencia impresa con que me ha favorecido el bueno, y fino afecto de V.E., y dándome desde luego por entregado de ella, le doy expresivas gracias por este importante obsequio, y por las interesantes noticias que se ha servido comunicarme.
** “La amistad, y la correspondencia de V.E. son para mí prendas de inmenso valor: quiera pues V.E. continuar favoreciéndome con sus comunicaciones, la vez que le permitan sus grandes atenciones, con la franqueza y lisura que interesa la libertad de una correspondencia amistosa”
** El tratado firmado en Asunción el 25 de diciembre de 1850, entre el Brasil y el Paraguay, facilitó el entendimiento, que se verificó a partir de marzo de 1851, entre el Imperio y el general- Urquiza.
** De ahí en adelante la llamada cuestión del Plata tuvo un rápido desarrollo. En octubre de 1851, Montevideo se liberó de los ejércitos de Rosas. Y en febrero de 1852 caía el poderío del general Rosas ante los ejércitos liados, en Monte Caseros. Separado el dictador porteño del escenario político del Río de la Plata fue fácil obtener el reconocimiento de la independencia del Paraguay de parte de aquellas naciones que, en consideración a Rosas, no lo habían hecho hasta entonces.
** A esos cincuenta años de historia de nuestro continente dedicó el Dr. R. Antonio Ramos este libro, fruto de mucho estudio y bien orientada investigación. Es copiosa y auténtica la documentación que cita y transcribe con propiedad y corrección.
** La historia que nos ofrece, por tanto, es digna de ser leída y meditada. Es minuciosa, sin duda, pues se basa en un sin número de documentos de la época y en bastante bibliografía, pero, por eso mismo, reveladora. La presencia de nuestro pasado, en aquello que aún es vivo, aclaró con objetiva certeza, y consiguió su intento, dándonos, en cuadros sucesivos, la historia de la independencia del Paraguay y de su reconocimiento, señalando con justicia el papel del Imperio en esta última fase.
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** Hace casi veinte años que conozco al Dr. R. Antonio Ramos. Fue nuestro amigo común Walter Alexander de Azevedo, quien me presentó en enero de 1946. Desde entonces he seguido de cerca los trabajos del ilustre historiador y, a veces, investigábamos juntos en el Archivo Histórico de ltamarati y en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. Gran parte del material utilizado en este libro él lo obtuvo, con un trabajo meticuloso y paciente, al cual yo asistí sin interrupción no sólo por meses sino por años.
** El estudio en común durante todo ese tiempo, de determinados temas y épocas de nuestra historia, me dio la oportunidad de conocerle no sólo como historiador, erudito y equilibrado, sino también como incansable e inteligente investigador. Era natural así que además de mi admiración le consagrase particular estima, considerándolo uno de los buenos amigos y compañero de trabajo. A esos lazos de una ya vieja amistad y no a méritos, que no tengo, debo, ciertamente, el honroso encargo de escribir el prefacio de La Independencia del Paraguay y el Imperio del Brasil.
** El Dr. Ramos no necesitaba, sin embargo, de introducciones y prefacios escritos por mí para sus libros, pues es autor sobradamente conocido, tanto en el Paraguay y Brasil como en otros países de América. Su primer libro: LA POLÍTICA DEL BRASIL EN EL PARAGUAY, publicado en Buenos Aires por la Editorial Ayacucho, en 1944, lo consagró definitivamente como historiador y tuvo, aquí en el Brasil, merecida repercusión. El 9 de enero de 1958 el Dr. Ramos fue electo Miembro Correspondiente del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño.
** Varios trabajos publicó el Dr. Ramos e innúmeras las conferencias que pronunció. Mencionarlos uno a uno sería alargar el prefacio, eludiendo lo principal que es la presentación de este libro, obra importantísima, por ser la primera reconstrucción histórica de la independencia de la República del Paraguay, en la que se incluye el reconocimiento de esa independencia, como parte principal de ese proceso.
** Una vez declarada la independencia del Paraguay, su consolidación fue obra exclusiva del Dr. Francia. La política de aislamiento que adoptó, no tuvo, otro objetivo que liberar a la provincia no sólo de la tutela de España, incapaz entonces de reconquistarla, sino también de Buenos Aires, en su tentativa de atraer hacia sí, como centro que fue del antiguo virreinato, a las provincias que se separaban. Justamente las dos primeras partes de este libro se refieren a la liberación del Paraguay, con las victorias de Paraguarí y Tacuarí, a la destitución del gobernador Velasco y, finalmente, al Congreso general del 17 de junio de 1811, que resolvió crear una junta Gubernativa y declarar que la provincia del Paraguay se gobernaría por sí misma, independiente de Buenos Aires. Desde entonces el Paraguay siguió la inspiración o la dirección segura del Dr. Francia, en el sentido de hacer efectiva la independencia de la provincia.
** La independencia y su consolidación fueron dos etapas relativamente fáciles en relación a la última, o sea, al reconocimiento de la independencia. Se ha visto que el Dr. Ramos les dedicó solamente dos partes de las seis en que dividió su libro. Las otras cuatro partes se refieren al reconocimiento y a la ayuda importante del Imperio del Brasil en esta última fase.
** Mientras vivió el Dr. Francia nadie dudó de la independencia del Paraguay, al menos oficialmente. El Imperio la reconoció indirectamente con la misión de Correa da Cámara, y, directamente, en la nota del marqués, entonces vizconde, de Inhambupe, del 17 de marzo de 1826, dirigida al ministro paraguayo Benítez. Todos respetaban al Supremo, inclusive el general Rosas, gobernador de Buenos Aires, quien, dos años después de la muerte del Dr. Francia, hizo insertar en su Gazeta Mercantil, del 7 de marzo de 1842, el artículo que decía: «Durante las dos épocas de la administración de Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes jamás se ha escrito en esta Provincia contra el Paraguay, ni contra el Dictador Dr. D. José Gaspar de Francia, ni contra su política».
** Ahora bien, toda la política del Dr. Francia estaba dirigida en el sentido de fortalecer la independencia conquistada en 1811. Si el ilustre Restaurador, que no era otro sino el propio general Rosas, nada escribió contra la política del Dr. Francia, sería de presumir que estuviese de acuerdo con la independencia del Paraguay y su consolidación, objetivos principales, sino únicos, de la política del Dictador.
** Tal no ocurrió, sin embargo. El silencio de Rosas no significaba asentimiento, pero sí desaprobación. Tanto era así que, mucho antes de la muerte del Dr. Francia y de haberse publicado el artículo citado en la Gazeta Mercantil, él afirmaba en carta a Estanislao López, fechada el 21 de julio de 1836: «La Provincia del Paraguay, aunque está de hecho separada de nosotros por la influencia y caprichos de Francia, pertenece de derecho a la Confederación de la República, y nosotros debemos por nuestra parte en cuanto podamos conducirnos con ella bajo de este concepto para que jamás se nos pueda disputar el derecho con argumentos tomados de nuestros propios y libres procedimientos». (Correspondencia entre Rosas, Quiroga ry López, p. 373, Librería Hachette S.A., Buenos Aires, 1958).
** Rosas era coherente con sus puntos de vista. Muerto el Dr. Francia, tanto el Brasil como Inglaterra intentaron abrir comunicaciones con el Paraguay por los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay. Rosas no lo consintió. No permitió al Brasil por tratarse de la navegación de ríos interiores, privativa de la Confederación. Reservadamente se agregó que la negativa se justificaba, además, porque se refería a un pedido para el viaje de diplomáticos acreditados en el Paraguay, considerado como provincia por la Confederación y, por lo tanto, parte integrante del territorio argentino. Los fundamentos de la negativa para el ministro inglés Mandeville habrían sido, más o menos, los mismos. El comerciante inglés Hugues para ir a Asunción, en 1841, por los ríos Paraná y Paraguay, tuvo que viajar en barco argentino, con bandera argentina. Y Gordon, de la Legación de Gran Bretaña en Río de Janeiro, al año siguiente, cruzó el Uruguay y el territorio correntino, protegido por el general Rivera, para llegar a Itapúa y de ahí a Asunción.
** Por la manera que llegaron los dos ingleses al Paraguay, los Cónsules desconfiaron de las intenciones de Rosas. Formularon entonces varias preguntas, a las cuales los ingleses respondieron con franqueza. De esas respuestas concluyeron los Cónsules que la independencia de la República, si bien consolidada en el interior, era, en el exterior impugnada por el gobernador de Buenos Aires.
** Convocóse un nuevo Congreso que se reunió en noviembre de 1842, en la ciudad de Asunción. Ese Congreso además de ratificar la independencia autorizó a los Cónsules que la ratificación llevada a cabo se comunicase a los gobiernos vecinos, especialmente al de la Confederación Argentina.
** A ese Congreso siguió la misión a Buenos Aires de Andrés Gill con el objeto de entregar al general Rosas una nota de los Cónsules, en la que solicitaban el reconocimiento de la independencia del Paraguay por la Confederación Argentina. Rosas se negó a atender la representación paraguaya por considerar a la República una provincia argentina.
** El Supremo Gobierno no se conformó con la negativa rosista. Al año siguiente envió otra misión con la jefatura de Manuel Peña. En esta misión figuraba como adicto Francisco Solano López, hijo mayor del Cónsul Carlos Antonio López. Rosas persistió en su punto de vista de considerar al Paraguay una provincia y, como tal, incapaz de gobernarse por sí misma.
** La misión de Andrés Gill además del objeto principal tenía otro, el de hacer llegar a las manos del gobierno brasileño una nota dando cuenta de las resoluciones del Congreso, reunido en Asunción en noviembre de 1842, y solicitando el reconocimiento de la República. Esta nota no fue entregada al ministro brasileño en Buenos Aires, Duarte da Ponte Ribeiro, sino al ministro argentino D. Felipe Arana, que la remitió al general D. Tomás Guido, representante de Rosas en Río de Janeiro, quien, a su vez, la entregó al ministro de Negocios Extranjeros, Honorio Hermeto Carneiro Leão.
** La respuesta del Brasil no fue inmediata. Sólo en octubre de 1843, durante el ministerio de Paulino José Soares de Souza, se resolvió la ida de José Antonio Pimenta Bueno al Paraguay, en el carácter de encargado de negocios, dándosele como misión principal el reconocimiento de la independencia de la República.
** En setiembre de 1844, Pimenta Bueno cumplía sus instrucciones, reconociendo aquella independencia. Este acto vino a agravar aún más las relaciones del Brasil con Rosas. Además de las quejas nacidas del no reconocimiento del bloqueo de Montevideo por el ministro Sinimbu, el general Guido agregó ahora la del reconocimiento de la independencia del Paraguay. Al año siguiente, el ministro brasileño Antonio Paulino Limpo de Abreu al contra protestar contra la protesta argentina por el reconocimiento de la independencia paraguaya, esclarecía los motivos que llevaron al Imperio a tal decisión. Entre estos motivos, figuraba como primordial, el derecho que asistía al Paraguay a una independencia no cuestionada por más de 30 años! Fue nuevamente Limpo de Abreu, quien, en noviembre de 1845, ordenó a las legaciones brasileñas en Europa y América para que procurasen sondar las posibilidades del reconocimiento de la independencia del Paraguay de parte de los gobiernos ante los cuales estaban acreditados.
** Hasta 1850 la inseguridad persistió en las cuestiones del Río de la Plata. Montevideo continuaba asediada por los ejércitos argentinos, bajo el comando del general Oribe. En el Paraguay el presidente López vacilaba, sin saber qué rumbo seguir, pues la política brasileña, si bien clara y firme en cuanto a la independencia de las Repúblicas del Uruguay y Paraguay, era indecisa cuando se trataba de afrontar a Rosas.
** Mas, en 1850, el ministro Paulino José Soares de Souza, que volvió al ministerio en 1849, decidió que el Imperio saliese de la posición en que se había colocado ante la política agresiva del general Rosas. En setiembre de 1850 rompió con el general Guido, representante de la Confederación. Por intermedio del encargado de negocios en Asunción, Pedro de Alcántara Bellegarde consiguió firmar un tratado con la República del Paraguay.
** Son expresivas dos cartas del presidente López al ministro Paulino, escritas antes de concluido el tratado. La del 6 de setiembre de 1850, decía:
** «Primero que todo, agradezco a V.E. la amistosa expresión de sus sentimientos, y simpatía por la causa de mi Patria, y por las consideraciones con que me honra en su estimable de 22 de julio pp.
** «V.E. en conformidad á la política de sus antecesores, reconoce la comunión de intereses, y la conveniencia de ligar los destinos del Brasil, y del Paraguay; pero Dios no permite que los Gobiernos del Imperio, y de la República arriben del actual equívoco de una amistad sin garantía, ni vínculo.
** «La tranquilidad que hasta hoy ha disfrutado mi Patria, se ve amenazada de una próxima tormenta que le tiene armada el intratable enemigo de la nacionalidad paraguaya.
** «En esta lucha, el Paraguay se encuentra solo; y tiene que ser fuerte en la Capital, y en sus vastas fronteras: no cuenta sino con sus propios medios, y esos pueden ser apurados por el perpetuo bloqueo de los puertos de la República: pero está resuelta á sepultarse en sus ruinas, primero, que doblar una rodilla al feroz salteador que quiere sojuzgarla. Cualesquiera que sean las interioridades de esta crisis, podrán aleccionar a los que presentemente no dan mucha importancia á la fuerza de las cosas. V.E. sabe que el momento perdido en política, ya no vuelve.
** «Felizmente para el Brasil se halla V. E. al frente de los Negocios extranjeros, ahora que ha tenido lugar el desenlace de la que se llamaba cuestión del Plata, y lo tendrán las diferencias del Gabinete brasilero, con el Gobierno argentino».
** La llamada cuestión del Plata no tuvo, entonces, su desenlace, ni el gabinete brasileño consiguió entenderse con el gobierno argentino.
** En noviembre, anteviviendo ya la efectividad de la alianza con el Imperio, volvía López a escribir, el día 19:
** «Me ha sido grandemente satisfactoria la apreciada de V.E. de 11 de Octubre pp., y en su mérito quedo dispuesto á tratar con el Illmo. Sor. Encargado de Negocios de S. M. el Emperador del Brasil, concurriendo cuanto pudiere para facilitar, y apresurar nuestras comunicaciones.
** «V. E. me ha presentado el farol que necesitaba para conocer mi horizonte, y me ha despejado el camino, que no dejaba de presentarme dificultades mas ó menos serias. Cuento en que V.E. no extrañará esta franqueza.
** «Soy grato á V.E. por sus importantes providencias, y explicaciones satisfactorias sobre el incidente desagradable ocurrido en el contestado territorio fluvial, volviendo las cosas al estado anterior, hasta un arreglo amigable de límites.
** «Todavía no me ha enviado el Señor Bellegarde la correspondencia impresa con que me ha favorecido el bueno, y fino afecto de V.E., y dándome desde luego por entregado de ella, le doy expresivas gracias por este importante obsequio, y por las interesantes noticias que se ha servido comunicarme.
** “La amistad, y la correspondencia de V.E. son para mí prendas de inmenso valor: quiera pues V.E. continuar favoreciéndome con sus comunicaciones, la vez que le permitan sus grandes atenciones, con la franqueza y lisura que interesa la libertad de una correspondencia amistosa”
** El tratado firmado en Asunción el 25 de diciembre de 1850, entre el Brasil y el Paraguay, facilitó el entendimiento, que se verificó a partir de marzo de 1851, entre el Imperio y el general- Urquiza.
** De ahí en adelante la llamada cuestión del Plata tuvo un rápido desarrollo. En octubre de 1851, Montevideo se liberó de los ejércitos de Rosas. Y en febrero de 1852 caía el poderío del general Rosas ante los ejércitos liados, en Monte Caseros. Separado el dictador porteño del escenario político del Río de la Plata fue fácil obtener el reconocimiento de la independencia del Paraguay de parte de aquellas naciones que, en consideración a Rosas, no lo habían hecho hasta entonces.
** A esos cincuenta años de historia de nuestro continente dedicó el Dr. R. Antonio Ramos este libro, fruto de mucho estudio y bien orientada investigación. Es copiosa y auténtica la documentación que cita y transcribe con propiedad y corrección.
** La historia que nos ofrece, por tanto, es digna de ser leída y meditada. Es minuciosa, sin duda, pues se basa en un sin número de documentos de la época y en bastante bibliografía, pero, por eso mismo, reveladora. La presencia de nuestro pasado, en aquello que aún es vivo, aclaró con objetiva certeza, y consiguió su intento, dándonos, en cuadros sucesivos, la historia de la independencia del Paraguay y de su reconocimiento, señalando con justicia el papel del Imperio en esta última fase.
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Niterói, 5 de diciembre de 1965.
JOSÉ ANTONIO SOARES DE SOUZA
del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño.
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