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viernes, 29 de octubre de 2010

LUIS VERÓN - PEQUEÑA ENCICLOPEDIA DE HISTORIAS MINÚSCULAS DEL PARAGUAY - TOMO I / Edición digital: BIBLIOTECA VIRTUAL “AUGUSTO ROA BASTOS”



“PEQUEÑA ENCICLOPEDIA DE
HISTORIAS MINÚSCULAS DEL PARAGUAY”
TOMO I
Prólogo de: JESÚS RUIZ NESTOSA
Ilustraciones de: Carlos Sosa "CALO"
y Archivo “Surucu’a”
RP ediciones,
Asunción-Paraguay 1993



Este libro lo podrá leer íntegramente en su versión digital,
en la BIBLIOTECA VIRTUAL “AUGUSTO ROA BASTOS”
del CENTRO CULTURAL DE LA REPÚBLICA “EL CABILDO”
Enlace para ingresar al libro




PRÓLOGO - AMOJONANDO LA MEMORIA
Los paraguayos sólo estamos para las cosas grandes: queremos resolver la guerra del Golfo Pérsico, la invasión de Panamá o dilucidar cuáles fueron los verdaderos alcances de los negociados del Banco Ambrosiano. Las cosas pequeñas, como ser de qué manera fue creciendo la ciudad en la que vivimos, cómo se fue transformando, de qué manera fue adquiriendo sus características distintivas -- y cómo las fue perdiendo-- esto no logra atraer nuestra atención y mucho menos despertar nuestro interés.
Sin embargo cada vez que la piqueta se ensaña con algún antiguo edificio se escuchan los amargos lamentos venidos de numerosos grupos que parecen estar preocupados por la integridad de nuestra ciudad y lo necesario que es que ella mantenga ciertos rasgos distintivos de su personalidad. Esto, por los mismos motivos que el ser humano necesita mantener su personalidad con todas sus virtudes y todas sus contradicciones.
¿Pero cómo podemos defender aquello que no conocemos? Con paciencia y, meticulosidad envidiables, Luis Verón se ha dedicado durante años a una de esas tareas “pequeñas” a las que miramos
con un gesto despectivo pero que tanto añoramos en los momentos de necesidad.
En estos tres años no ha hecho otra cosa que ir trazando un inventario de nuestra ciudad, fue rescatando nombres, fechas, datos estadísticos. En pocas palabras, fue amojonando la historia de esta ciudad, no la historia militar, no la de los golpes y contragolpes de estado, no las conspiraciones ni las asonadas. Por el contrario amojonó nuestra memoria con los datos simples, pequeños, cotidianos, quizá elementales, pero que hacen referencia a los hechos que lograron que esta ciudad adquiera una dimensión humana y se volviera habitable.
Dicen que somos un pueblo muy apegado a la historia. Yo diría que al chisme ya que con harta frecuencia nos movemos en base al “dicen que... “, pero nunca con el dato preciso y documentado, tan fácil de encontrar siempre y cuando, rompiendo la modorra de la siesta tropical, aceptamos acercarnos a algún archivo, a alguna colección de diarios, o de revistas y busquemos allí la respuesta. Es lo que ha hecho Verón. A partir de este libro habrán de caer muchas leyendas, se disiparán falsas creencias y aparecerán nuevas historias, pero con una base de certeza y bastante proximidad.
Contrariamente a lo que ocurre en los inventarios y en los trabajos de catalogación, Verón, personalmente, posee un sentido muy particular del humor, que lo vuelca, a su manera, en este trabajo, introduciendo ese elemento tan necesario y difícil de definir: ¿vitalidad, suspenso, amenidad, ritmo, o simplemente apasionamiento por lo que está haciendo?
Antes de cerrar esta breve presentación quiero emitir un juicio extra literario. Ojalá que este mapa histórico de nuestra ciudad termine cumpliendo una función real y concreta ayudando a rescatar, a través del conocimiento, lo que necesitamos que sobreviva para que nuestra personalidad no termine diluyéndose en ese concepto espantoso y equivocado de “modernidad” por el cual hemos tenido que pagar, hasta el momento, un precio demasiado alto.
JESÚS RUIZ NESTOSA - As. diciembre 93



NOTAS DEL AUTOR
Estas “historias minúsculas”, comenzaron a aparecer en la Revista Dominical del diario ABC Color, en octubre de 1990, en una página semanal llamada “ENTÉRESE”. Su publicación fue casi fortuita, pues en ese entonces realizaba otras funciones en la revista y fue por iniciativa de la señora Marilín Parini que me propuse a buscar y meter las narices en libros, periódicos antiguos, documentos y cuanta publicación pudiera servir en mi trabajo.
Hoy, estas historias mínimas se presentan al lector en formato de libro bajo el título de “PEQUEÑA ENCICLOPEDIA DE HISTORIAS MINÚSCULAS DEL PARAGUAY”. El nombre está concebido a propósito, pues el libro no aspira a ser una gran obra, sino apenas un modesto aporte a la ciudadanía, a través del cual se pretende recuperar para la memoria colectiva anécdotas curiosas y hechos casi desconocidos, mal conocidos u olvidados de nuestra historia, cosas que están allí nomás, a la vuelta de la esquina, a los pies de un monumento, en un somnoliento camino pueblerino o en algún olvidado balcón lleno de recuerdos.
Las “historias minúsculas” que componen este primer volumen fueron publicadas entre octubre de 1990 octubre de 1992 y están ilustradas con dibujos realizados por el joven y consumado artista Carlos Sosa (Caló) y material gráfico del “Archivo Surucu’á”.
** Agradezco a las personas e instituciones que colaboraron en la recolección de los materiales de información y en la posterior edición del libro, en especial a Susi y Blanca Diarte, que dedicaron esfuerzo y tiempo en la compaginación; al autor del prólogo, Jesús Ruiz Nestosa y al autor del comentario de contratapa Jorge Aguadé.
LUIS VERÓN



LUGARES

ARECAYA
A unos veinte kilómetros de Asunción, entre las localidades de Mariano Roque Alonso y Limpio, se encuentra un lugar llamado ‘Arecayá”. El origen de este nombre se remonta a tiempos de la Colonia, cuando fueron ubicados en la zona los indios de la parcialidad de ese nombre.
Los “arecayá” fueron indígenas pertenecientes a la familia lingüística guaraní, que vivían en la zona del río Jejui y se distinguían por su carácter indómito y belicoso. Desde que los conquistadores llegaron a la región, estos indígenas representaron un verdadero problema para los asentamientos coloniales, a tal punto que la fundación de “Villa Concepción del Arecaya” tuvo que ser abandonada por el constante asedio de los aborígenes.
Vencidos por los españoles, fueron reducidos y se les obligó a establecerse en las cercanías de Limpio”, donde, con el correr de los años fueron absorbidos por la población local.


EL MERCADO GUAZU
En la esquina de las calles Palma y Nuestra Señora de la Asunción funcionó -hasta la primera década del siglo- el célebre “Mercado Guazú”, un complejo edilicio cuya fachada principal, sobre la calle Palma, tenía una amplia y larga recoba.
Este edificio fue demolido durante la administración municipal del que después fue presidente de la República, don Eduardo Schaerer (este señor fue un “demoledor consuetudinario”, pues también tiró abajo la casona que fue sede del gobierno colonial depuesto en 1811). Desde entonces, el mercado se instaló provisoriamente en la plaza donde se está construyendo el estacionamiento subterráneo.
El “provisoriato” duró más de tres décadas, hasta que el mercado fue cambiado de lugar. Asunción contó con su primer mercado público hacia 1786, anteriormente la provisión de carnes se hacía a través de las “carneadas” realizadas por las familias capitalinas.


DE TAL BARCO, TAL NOMBRE
Los nombres de los barrios asuncenos, generalmente derivan de los apellidos de las personas que antiguamente fueron propietarios de los lugares donde están ubicados. Muchos de los barrios capitalinos antaño fueron quintas de fin de semana o chacras, como por ejemplo el que actualmente es el populoso barrio “San Pablo” (ex “Stroessner”) que era conocido como “Bejarano Cué”, o el caso de “Villa Morra”, ex propiedad del Dr. Francisco Morra, incluso algunos se convirtieron en ciudades, como es el caso de “Zavala-cué” (Fernando de la Mora).
El nombre del barrio “Sajonia”, no entra en esa generalidad. Tampoco se debe a que alguna familia de origen sajón haya habitado el lugar, sino al hecho -bastante curioso- que durante la “revolución de 1904, las fuerzas rebeldes artillaran el buque mercante “Sajonia” y zarparan de Buenos Aires con destino a Asunción.
Según viejos relatos, el gobierno envió al encuentro del “Sajonia” al “Villa Rica” - también convenientemente artillado- que atacó sin éxito al buque rebelde y terminó encallado en costas argentinas. La tripulación del “Sajonia” se apropió del “Villa Rica” y los dos barcos vinieron nimbo a Asunción.
Desde ese momento nació la fama del “Sajonia” y su sola mención provocaba temor entre la población que comenzó a llamarle “Vapor
Pombero”.
A mediados de agosto de 1904, el “Sajonia” forzó el paso artillado de Ita Pytá Punta y creó zozobra en la capital. Su presencia en los bajos del cementerio del “Mangrullo” (actual Parque Carlos A. López), originó el nombre del populoso barrio.




VERSIÓN PDF - GENTILEZA: BIBLIOTECA "AUGUSTO ROA BASTOS" DEL CENTRO CULTURAL DE LA REPÚBLICA "EL CABILDO"

Pequena Enciclopedia de Historias Minusculas Del Paraguay, De LUIS VERON

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