EL PARAGUAY BAJO EL NACIONALISMO (1936-1947)
Obra de JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ
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en la GALERÍA DE LETRAS del
COLECCIÓN
LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, Nº 11
© Editorial El Lector
Director Editorial: Pablo León Burián
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
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Diseño Gráfico: César Peralta G.
Corrección: Nidia Campos
Portada: Afiche Propagandístico del Gobierno del General Higinio Morínigo.
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El Lector II: San Martín c/ Austria.
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Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay
2010 (120 páginas).
CONTENIDO - PRÓLOGO
CARACTERÍSTICA DEL PERÍODO : Una mirada sobre las épocas / Economía y sociedad en transición / El malestar liberal
LOS COMANDANTES DERROCAN AL LIBERALISMO : El golpe de estado / El plebiscito del ejército libertador / López en el Panteón de los Héroes / Política partidaria / Mundo del trabajo y reforma agraria
SEUDO-RESTAURACIÓN CONSITUCIONAL : Golpe depone a Franco, nombra a Paiva / Regencia y pacto militar liberal
EL HÉROE PRESIDENTE : Nuevo orden cívico militar / La suma de los tres poderes / El legado jurídico
EL ORDEN MILITAR SIN HÉROE : Celebridad sin gloria / La revolución nacionalista / El reflujo autoritario / La primavera democrática / Gloria y fatalidad el 13 de enero / Economía política del nacionalismo
EPÍLOGO - ANEXOS
* PROCLAMA DEL EJÉRCITO LIBERTADOR - ¡PARAGUAYOS! - Asunción, febrero 17 de 1936. Teniente Coronel, Dn. F.W. SMITH Teniente Coronel, Dn. CAMILO RECALDE.
* PROCLAMA DEL EJÉRCITO LIBERTADOR - ¡PARAGUAYOS! - Asunción, febrero 17 de 1936. Teniente Coronel, Dn. F.W. SMITH Teniente Coronel, Dn. CAMILO RECALDE.
EL AUTOR - FUENTES CONSULTADAS
PRÓLOGO
En este volumen de la Gran Historia del Paraguay, el destacado sociólogo paraguayo doctor José Carlos Rodríguez, nos presenta un análisis de largo plazo sobre los años inmediatamente posteriores a la contienda chaqueña.
Inicia la obra con un análisis sobre el contexto en el cual se desenvolvió el período inmediatamente anterior para luego analizar el surgimiento de un nuevo poder político en el ámbito paraguayo, el ejército. Ese ejército que volvió victorioso de los cañadones chaqueños y que se alió con los sectores políticos antiliberales para instaurar una nueva etapa política en el Paraguay.
Dicha etapa es de la que se ocupa el doctor Rodríguez analizando los distintos elementos tanto a nivel local como internacional al igual que el apoyo de sectores de los más diversos a los nuevos poderes reales que asumieron el control de la república paraguaya.
El libro recorre amenamente los diversos elementos que hacen a este período desde el símbolo cambio de lugar de las reuniones y manifestaciones públicas en la capital, desde el monumento de la Constitución al entonces recién inaugurado Panteón de los Héroes, la disputa con el clero arquidiocesano por la inauguración de dicho monumento, así como la aparición de la preocupación social en las políticas del estado.
Así mismo analiza detalladamente el surgimiento del liderazgo del general José Félix Estigarribia y el modo mediante el cual dicho general logró acumular la suma de todos los poderes como ninguna persona lo había hecho hasta entonces. Tras el trágico final de Estigarribia, el autor describe detalladamente el legado de dicho gobierno así como las peculiaridades del régimen instaurado por otro general, en este caso Higinio Morínigo, quien tuvo a los sectores conservadores y a la iglesia como sus principales aliados.
Cabe señalar que este libro debe ser leído para comprender a cabalidad el desarrollo político paraguayo en la segunda mitad del siglo XX, pues fue en este período en el cual se configuraron políticamente las fuerzas que se disputarían durante varias décadas el control de la república y los actores de estos acontecimientos tendrían una decisiva influencia en los años siguientes.
Se debe agradecer al autor por la brillante síntesis realizada sobre el período estudiado y por sobre todo por los novedosos enfoques con que analizó una de las tantas etapas de la historia paraguaya que fueron ninguneadas y sobre la cual hay mucho que estudiar y analizar aún.
CARACTERÍSTICA DEL PERÍODO
Referida al lapso de este tiempo (1936-1947), el título elegido por los editores, Paraguay bajo el Nacionalismo, deber ser entendido como El Paraguay gobernado por las Fuerzas Armadas Nacionalistas, ya que no se refiere exclusivamente al predominio de la ideología nacionalista.
Una primera característica de este tiempo es, sin duda, el inicio del Nacionalismo como ideología predominante de Estado. El Paraguay seguirá bajo el nacionalismo por muchos años más. Hasta nuestros días, ésta sigue siendo la ideología dominante. Pero el inicio del predominio cultural nacionalista no es la única característica de esta época, sino apenas su aspecto ideológico.
Una segunda característica de la época es su institucionalidad política. Durante el llamado periodo liberal, el príncipe del Estado, la institución gobernante había sido el partido político (sea el partido Liberal o el partido Colorado). En cambio, durante el lapso que acá estudiamos, en lugar del partido político, el gobierno del Estado fue capturado y administrado por las Fuerzas Armadas. Habiendo ganado la Guerra del Chaco, con ella ganaron prestigio, poder y la voluntad de gobernar al país. El Paraguay bajo el Nacionalismo se cierra con la guerra de 1947 porque dejó a las Fuerzas Armadas diezmadas por la derrota y las deserciones de los rebeldes. Los ganadores quedaron subordinados al partido Colorado.
La tercera característica que define al tiempo estudiado, es el nuevo estatuto internacional. Durante el tiempo del Paraguay bajo el Nacionalismo el país cambió de órbita en la arena mundial, Paraguay se desplazó desde el vínculo privilegiado con Argentina, hacia el vínculo principal con Norteamérica y Brasil. Cultural, económica y políticamente el Paraguay había sido dependiente de las decisiones y los procesos del país porteño, única salida al exterior. Se decía que, cuando Buenos Aires estornudaba, Asunción se resfriaba. En el periodo estudiado tomó lugar el predominio de la diplomacia de los Aliados, en la II Guerra Mundial y de la Doctrina de la Seguridad Nacional, propuesta por los Estados Unidos en la Guerra Fría.
Una cuarta característica puede ser considerada la más importante. Desde este tiempo, el Estado intervino más activamente en la regulación económica. Mundialmente la economía capitalista de mercado, después de la crisis del '30, se había transformado en economía mixta. Un proceso cuyo paradigma teórico se asocia al pensamiento económico de John Maynard Keynes. Localmente el Estado intervino más activa y permanentemente en el crédito, la moneda y la banca central así como en otros ámbitos.
Se intervino en la formación de capital social, carreteras sobre todo, cuestiones sobre las cuales poco o nada había hecho el Estado liberal. Se intervino en el mercado de la tierra rural o Reforma Agraria, buscando el bienestar de la población nativa y no sólo la venida de los inmigrantes. Se intervino en el mercado laboral, para disolver las formas pre-capitalistas de dependencia, semi-esclavitud por deudas de los obreros mensú. Se intervino para fijar por ley salarios mínimos y modalidad de remuneración laboral, cuando antes el trabajo sólo se había regulaba por la oferta y la demanda plasmada a veces en los Pliegos de Condiciones firmados entre patrones y las Sociedades de Resistencia. Con todas estas medidas, se relativizó la libertad de contratación y el derecho a la propiedad privada.
UNA MIRADA SOBRE LAS ÉPOCAS
El régimen liberal, iniciado con la debacle de la guerra del '70, terminó con otra guerra, la guerra del Chaco. Resulta paradójico que el apogeo del régimen, su mayor obra, la victoria en la guerra del Chaco, sea también una causa de su caída. Nunca había sido más eficiente el régimen liberal que en sus últimos años, y sin embargo, estaba siendo cada vez menos liberal y menos aceptado.
Desde el punto de vista económico, el Paraguay había estabilizado sus finanzas, superando la crónica inestabilidad de la moneda y de los bancos. Había emprendido una guerra internacional que ganó sin más recursos que los del tesoro nacional. Las Fuerzas Armadas fueron constituidas, entrenadas y equipadas habiendo sido casi inexistentes hasta los primeros años del 1920. Se había establecido el sufragio secreto, las leyes electorales y, por primera vez, en 1928, hubo una primera elección semi-competitiva para presidente de la República, con un candidato opositor.
Las libertades se habían expandido después de los años 20. Cada grupo parlamentario tenía su periódico, los sindica-tos también. En diferentes ciudades se editaban opiniones y noticias. Había tenido lugar un fortalecimiento económico del campesino. Finalmente parecía rendir frutos el constitucionalismo decimonónico. Pero las promesas incumplidas de la democracia liberal se acumulaban en forma irritante, al mismo tiempo que la creencia en los principios liberales y democráticos se debilitaba. Al final, el liberalismo atentó contra su propia obra, cancelando libertades adquiridas, con ello alentó a las fuerzas que después se revelarán contra él. Eso congeniaba con el espíritu del tiempo, en el cual la democracia se había derrumbado como proyecto político en los países emergentes de Europa continental, Rusia, Alemania e Italia.
El crepúsculo de régimen liberal tiene un gran narrador en Eligio Ayala, muerto en 1930, quizás el mejor protagonista de su tiempo. Como ministro, Ayala había dominado un decenio de la política económica (1920-1930), creó las finanzas que hicieron posible la victoria en la guerra del Chaco. Fue presidente de la República, pensador y estadista. Había ganado una guerra civil (1921-22) sin declarar Estado de Sitio, haciendo alianza con los sindicatos marítimos para defender la Capital de la "criminal sedición burguesa", como decían los obreros del río. Su visión del pasado, presente y del futuro enlaza dos épocas, la conformada por el país cívico liberal que se terminaba, y la siguiente, por el país militar nacionalista que estaba adviniendo. En uno de sus escritos, La Política Agraria, Ayala dice que, "En el orden político hay todavía mucho por hacer, porque algo se ha hecho ya... En el orden económico todo está por hacer, nada se ha hecho todavía. Al contrario, todo se ha deshecho, desordenado, dislocado... En lo económico nos aproximamos al principio, iniciamos la organización de la producción agraria".
Sobre el pasado más remoto de López y Francia, Eligio Ayala arrojó esa mirada liberal que iba a morir muy pronto: "En la época de las dictaduras, el Estado suplía la iniciativa privada, prescribía los productos a cultivarse y su cantidad. Los decretos de un déspota sin el más remoto presentimiento de ciencia económica decidían la plantación de naranjos, de algodón, el número de liños de mandioca o de maíz a sembrarse (...) Sin embargo, los pobres agricultores semidesnudos, carecían de arados y cultivaban la tierra con estacas y con las uñas (...) El estímulo del interés privado fue sustituido por el látigo, por feroces apaleamientos, por crueldades sanguinarias, el terror impuso la esclavitud y una especie de comunismo salvaje como régimen económico de producción".
Sobre el pasado más cercano, de fines del XIX (1880-1830), Ayala criticaba a los propósitos liberales de fin del siglo XIX: "Y resolvieron vender las fértiles y valiosas tierras fiscales a precios exiguos; resolvieron destrozar, desperdiciar, arrojar, lo que constituía el fundamento mismo de la economía nacional, la más valiosa posesión de la nación (... ) Las leyes de colonización y del hogar iniciaron la reacción, una nueva intervención del Estado en la economía agraria (. ..) La venta de las tierras fiscales fue prohibida y se esbozó tímida e imperfectamente un sistema positivo de protección de la clase agraria productora" (...) "La experiencia, el imperio mismo de la realidad neutralizaron en el Paraguay también, tanto el paternalismo despótico, como el vago y equívoco liberalismo negativo en la producción agraria" (...) "la iniciativa privada en el Paraguay es impotente e inepta para realizar por sí sola el bienestar y la armonía social" (...) "El estado, por medio de una adecuada e inteligente política agraria, debe asistir a la iniciativa privada, debe condicionar el bienestar y la cultura de la población rural".
En lo político, las cosas no ocurrieron como él lo esperaba, los actores en los cuales él confiaba, no fueron sus protagonistas: "En el orden político avanzamos hacia el fin" pensaba Ayala, porque se habían ido fortaleciendo la prensa, el parlamento, los procesos electorales, los tribunales. Pero estos procesos no fueron completados, ni continuados, sino interrumpidos, con la irrupción del nuevo gobernante, las Fuerzas Armadas. En el orden ideológico, su mirada tampoco será adoptada por la posteridad. Los que él llamaba déspotas, serán venerados como los héroes y su obra será reivindicada como el ideal de la nación.
En el orden económico, las cosas ocurrirían en la dirección que comprendió Eligio Ayala, aunque con un impulso más limitado. Ya que no tendrá lugar la intervención del Estado en base al propio esfuerzo nacional, sino en base a nuevos vínculos internacionales asimétricos, que no estimularon los cambios internos necesarios para conformar mercados más eficientes y mayor productividad.
La simbiosis entre la diplomacia norteamericana de la guerra fría y las dictaduras militares o cívico-militares locales, no permitió la emergencia de una ciudadanía capaz de ejercer control, exigir universalidad de los derechos e integridad en las políticas de desarrollo. No se conformó la fuerza de la opinión ni el poder de procesos comiciales libres. Tampoco se estableció el imperio de la ley ni una magistratura íntegra y autónoma. La reforma agraria se hará, de todas formas, pero junto al nuevo negociado de tierras fiscales.
El nuevo programa de Estado, aplicado por los gobiernos militares, prefigurado por Ayala, tuvo resultados más modestos que los previstos por su visión. Se desarrollaría junto a la regresión política en el respeto a los derechos humanos y a libertades, con modesto éxito económico. Pero tuvo lugar un cambio de época como previno Eligio Ayala.
ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN TRANSICIÓN
Los conglomerados sociales habían cambiado en las dos últimas décadas del liberalismo. Si bien no hubo crecimiento sino un estancamiento de las exportaciones en pesos oro, entre 1918 y 1935, había crecido la importancia económica del campesino productor agrícola, desde el punto de vista comercial y exportador en relación al peso económico de los latifundistas.
En 1918 el comercio exportador era en primer lugar ganadero (4,2 millones de exportación ganadera), en segundo lugar forestal (3,7 millones) y en tercer lugar agrícola (2,4 millones). En 1935 la exportación era en primer lugar agrícola (3,8 millones de exportación agrícola), en segundo lugar forestal (3,3 millones) y en tercer lugar, ganadera (2,1 millones). La ganadería y los obrajes forestales eran latifundistas, mientras la agricultura, minifundista.
Fortalecido económicamente el campesino, eso contrastaba con su ínfima incidencia cultural y política. La mayor parte de los mismos ni figuraban en el registro de las personas. No tenía propiedad. De un millón de habitantes solo el 5% eran propietarios. Y culturalmente, los campesinos monolingües guaraní-parlantes eran muy poco considerados. Al contrario, los caudillos ganaderos, que estaban perdiendo su peso económico y social, mantenían una gran influencia política y cultural en los partidos tradicionales y en el gobierno.
Una exitosa política estatista de guerra, un campesinado fortalecido por un manejo eficiente de la moneda y un ejército victorioso, estos hijos del liberalismo, se levantaron contra su progenitor, como excombatientes anti-partido, nacionalistas y revolucionarios durante el decline del pensamiento liberal de ese tiempo. Y si al contrario, en Paraguay no pudo prevalecer un proceso de democratización, es porque las libertades en Paraguay se habían desarrollado poco en forma muy parcial, y estaban en proceso de regresión, el ejército era demasiado poderoso y la discordia entre partidos, demasiado enconada.
Los gobernantes liberales radicales, también habían capturado el poder a través de la fuerza, en la revolución del 1921 al 22. Pero, la gran diferencia entre 1922 y 1936 es que aquella revolución se había levantado en el nombre de la Constitución y de las instituciones democráticas, sin tematizar la cuestión social. La revolución del 36 se levantó en contra de la democracia, aunque a favor del cambio social.
Los cambios ideológicos, los cambios en la sociedad civil y en la función estatal, influyeron en la rebelión y luego en la forma autoritaria que adquirió. El entorno mundial cumplió un papel determinante, porque el autoritarismo posterior a 1936 estuvo inmediatamente alentado y financiado por los poderes mundiales, que apostaban por dictaduras afines a sus intereses diplomáticos.
CUADRO I
COMPOSICIÓN DE LAS EXPORTACIONES ENTRE 1918 Y 1935
(En millones de pesos oro)
AÑOS – 1918 - 1935
Ganadera - 4,2 - 2,1
Forestal - 3,7 - 3,3
Agrícola - 2,4 - 3,8
Resto - 1,1 - 2,1
TOTAL - 11,4 - 11,4
Entre 1918 y 1935 las exportaciones provenientes de la agricultura (tabaco y algodón) tuvieron más crecimiento y peso relativo que las provenientes de la ganadería y de la explotación forestal. Pero el campesino no había incrementado su prestigio social. La sociedad que estaba muy influida por los empresarios latifundistas. La guerra dio importancia a los reclamos de los agricultores que se expresaron dentro del ejército.
EL MALESTAR LIBERAL
La crisis mundial del 30 había llegado al Paraguay con un año de atraso, en 1931. Tuvo lugar en las vísperas de la guerra de Chaco, que estallará el año siguiente. El país ya velaba sus armas, pero, sin información, la ciudadanía imaginaba errores y hacia falsas acusaciones contra el gobierno ante el peligro de guerra cuando la economía paraguaya se estaba preparando y estaba destinada a financiar los costos del conflictos. Lo que no había era mecanismos legales de alternancia electoral, las votaciones se hacían con candidatos únicos oficialistas; sin medios de concurrencia aceptados por las partes, así era cada vez más insatisfactoria la mera tolerancia política.
El gobierno liberal había visto claro el próximo estallido de la guerra internacional así como el aislamiento internacional del país. Contra un país tres veces mayor y más poblado, el Paraguay era visto internacionalmente como el seguro perdedor y no tenía una buena diplomacia. Había sido declarado 'Estado agresor' por la Liga de las Naciones y, salvo el respaldo Argentino, no contaba sino consigo mismo. Esto había llevado al gobierno a realizar una política económica de rigor, a sacrificar el consumo. Se estaban estimulando las exportaciones y se restringían las importaciones para ahorrar divisas que eran necesarios para el equipamiento bélico. El esfuerzo de guerra no había sido ni comprendido ni compartido por sus contemporáneos.
A diferencia de la guerra grande (1865-70) en la cual se peleaba defendiendo la tierra habitada; en términos militares, demográficos, sociales y culturales, el Chaco nunca había sido conquistado ni poblado por el imperio español, y apenas había sido ocupado por la república. De ahí que el propio gobierno enardeciera la actitud de patriotismo y de nacionalismo. Había que alentar el ánimo de combate y al mismo tiempo aplacarlo, porque la probabilidad de éxito dependía de postergar la guerra hasta que mejoren el parque de guerra, los vínculos internacionales y las finanzas públicas.
Repetidamente tratado de entreguista, el gobierno fue también considerado belicista, o guerrerista, como denunciaba la izquierda. En Montevideo se habían reunido sindicalistas del Paraguay y de Bolivia para declararle "guerra a la guerra". Una propuesta pacifista de éxito nulo. La consigna apoyada por el Cominter (Comisión de la III Internacional Comunista), proponía, en caso de conflicto, la insurrección general contra el capitalismo y sus gobiernos, así como la formación de los Co-mités Anti-guerreros que transformen la guerra internacional en revoluciones nacionales. Inspirados en una sensación de derrumbe del capitalismo ante la crisis mundial, los gremios obreros había emprendido un conato de rebelión en el mes de enero del 31, la que se cumplió en febrero. Durante esas pocas horas, en Encarnación se declaró la "Comuna de Encarnación", protagonizada por Obdulio Barthe, Facundo Duarte y Humber-to Amábile. En las pocas horas, y antes de emprender la fuga, los rebeldes declararon que las fábricas serían para los obreros y que las tierras serían para los trabajadores y los campesinos. La revuelta no tuvo heridos, salvo el fuego amigo y no letal contra de uno de los complotados.
Ante las huelgas de Asunción y la rebeldía encarnacena, el gobierno había respondido con el Decreto 39.436, Ley de Defensa Social. Prohibió el funcionamiento de la mayor parte de los gremios, la federación de sindicatos del río, Liga de Obreros Marítimos, el gremio de los Albañiles, los Ebanistas, los Pintores, los Zapateros, los Ferroviarios, los Carpinteros de Rivera (astilleros). En lugar de vérselas con sus responsables y apelar a la justicia, el gobierno de José P Guggiari había decretado el Estado de Sitio, apresado a los gremialistas y cancelado los acuerdos obrero-patronales vigentes. Fueron deportados dirigentes obreros y se clausuraron los locales sindicales.
El 20 de Marzo de 1931 Rafael Franco había intentado un golpe de Estado y fue enviado al exilio. La intentona no pasó a mayores, pero señalaba el propósito que después tomó cuerpo. El 23 de octubre junto a Adriano Irala, de la Liga Nacional Independiente, sectores disidentes del liberalismo, colorados, sindicalistas y comunistas realizaron manifestaciones pidiendo la defensa del Chaco y el cambio el gobierno. "Subimos a cañonazos y nos quieren sacar a pedradas", habría dicho a José P. Guggiari. Las manifestaciones terminaron siendo ametralladas frente a la casa de gobierno. Esta represión se va a inscribir en la memoria colectiva antiliberal como el gran acto que desmiente el compromiso democrático que daba prestigio a los liberales.
El período de guerra fue una etapa de cambio del planteo de los gremios sindicales, en los cuales la Cominter de la III Internacional Comunista tenía influencia. De una posición internacionalista anti-guerrera los sindicatos pasaron a una posición de defensa del verde olivo como aglutinante nacional. El núcleo del movimiento obrero era el sindicalismo del río. La economía respiraba por el río y no podía prescindir de su movimiento. Sus gremios podían obtener apoyo internacional de los camaradas muy organizados de Argentina y Uruguay. Su peso se había acrecentado después que, apoyando a los radicales, habían defendido la capital y ganado la guerra civil del '22, que dio origen al predominio radical.
En ese tiempo una profunda mutación ideológica del entonces Partido Nacional Republicano. El Nuevo Ideario Colorado de 1934, redactado por Natalicio González y Bernardino Caballero había recibido la influencia del fascismo europeo. El partido colorado abandonó el liberalismo político. "A la concepción liberal de la libertad, se opone la idea fecunda del orden como fundamento del Nuevo Estado... A la idea de la igualdad se opone el ideal de justicia social que deber estructurar el Nuevo Estado... El Estado liberal se halla instrumentado a las Grandes Empresas y el objeto de su política es el bien exclusivo de la plutocracia. El nuevo Estado debe independizarse del dominio del capital privado... A la sociedad liberal, estática, atomista, utilitaria, que convierte al pueblo en masa y provoca la creación de clases antagónicas, oponemos la Nueva Sociedad, dinámica, creadora, solidaria fundada en la ética social".
CUADRO II
ESTADO DE SITIO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL LIBERALISMO
Años- Días de Estado de Sitio - % de días de Estado de Sitio
1929 – 199 - 55%
1930 – 195 - 53%
1931 – 319 - 87%
1932 – 211 - 58%
1933 – 365 - 100%
1935 – 365 - 100%
Los últimos años del liberalismo, el país había pasado el 60% de los días en Estado de Sitio. Durante la guerra, había sido el 100% de tiempo. Se acumulaban conflictos, porque, con libertad de opinión, el ciudadano votaba, pero no elegía al gobernante.
EPÍLOGO
Paraguay sólo pudo superar su opresión al recibir otra vez el influjo heterónomo de la diplomacia norteamericana y mundial, 42 años más tarde, cuando se logró la democratización que había sido cancelada. Mientras hubo guerra fría, el Paraguay no fue más que un guardia de frontera anticomunista, sin derecho a la autodeterminación interna ni externa. Un país pobre, miliciano, así como en tiempos del imperio español había sido un guardián de fronteras del imperio español en contra de las rebeliones indígenas y contra el lusitano.
Estable, sumiso, atrasado, rural, incondicionalmente pro-norteamericano, pro-brasilero y anticomunista, la nueva sujeción tuvo algunas recompensas. Los préstamos y el asesoramiento técnico de la primera potencia del mundo favorecieron la modernización local. La población, a pesar de proseguir con la secular tendencia al exilio económico, se expandió a través de la apertura de caminos hacia el este y hacia el oeste. El nacionalismo cumplió uno de los sueños de sus adversarios liberales: lograr un desarrollo rural basado en labradores inmigrantes. Eso ocurrió con la venida masiva de brasileros, que poblaron la margen derecha del Paraná, y desarrollaron la producción masiva de soja sin resguardo de la ecología ni protección a la población nativa. Sin embargo, lejos de ser un país próspero, como otros que vendieron su alma al vencedor por necesidad o por ambición, el Paraguay permaneció siendo en parte un país lejano, pobre, ignorante, corrupto y olvidado. Con un saldo pobre en industrias, en igualdad, en modernidad, en integridad, en ciudades modernas, en educación, en libertades, en respeto a los derechos humanos. La revolución nacionalista, o nacionalista militar, no congeló el curso de la historia, pero tampoco resolvió los problemas que la impulsaron.
Una conquista cultural del '36, sin marcha atrás, fue el debilitamiento de la discriminación contra la cultura popular y el imaginario aristocratizante, que tanto se imputó a los liberales. El poder militar y luego militar colorado fue anti-elitistas, el populismo suavizó la discriminación social contra el campe-sino y en general contra la población sin escolaridad y guaraní parlante monolingüe.
Desde la estratégica platea del tiempo transcurrido, puede verse que, como lo plantean algunos de sus más lúcidos exponentes (Frutos), el Partido Colorado en realidad apenas pudo gobernar a causa de la dictadura heredada o sostenida. Cuando el Partido Colorado llegó a prevalecer (1947-1954) -el tiempo en que las FF. AA. estaban debilitadas por la guerra civil, que fue una guerra militar- el partido que gobernaba al fusil tenía inmensa dificultad con su propia institución partidaria y, por ende, para auto-determinarse y gobernar siguiendo sus propias normas y a sus propias jefaturas. Estos años de prevalencia colorada fueron años de inestabilidad política, indisciplina cívica y militar: una sucesión de presidentes auto-impuestos sin legalidad y depuestos con golpes de estado: Juan Manuel Frutos, Natalicio González, Raimundo Rolón, Felipe Molas López, Federico Chaves, Romero Pereira. Cuando el gobierno colorado logró estabilidad, sólo la consiguió sometido al dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) 34 años más tarde, cuando el dictador fue derrocado por las Fuerzas Armadas, recién entonces, el Partido Colorado pudo realmente gobernar, con una administración del Estado colorada, estable y digna; no solo para los correligionarios sino para toda la ciudadanía, basado en la mayoría obtenida en elecciones libres, limpias y competitivas. Eso lo consiguió con la democracia, después que, otra vez, las Fuerzas Armadas, con aliento de la Embajada Americana, impulsaran la democratización del Paraguay.
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DIARIOS: EL PAÍS; EL DIARIO, LA NACION, LA HORA; LA TRIBUNA; LA DEMOCRACIA; EL TIEMPO (Disponible entre el 1936-1947) Biblioteca Nacional
LEGISLACIÓN: GACETA OFICIAL; REGISTRO OFICIAL, (Perio-do 1936-1947) Biblioteca Nacional
ARTÍCULOS PUBLICADOS EN ABC COLOR:
ANALIZARÁN ETAPAS MENOS CONOCIDAS
El próximo domingo aparecerá el volumen número 11 de la serie: “El Paraguay bajo el nacionalismo, 1936-1947”, del sociólogo José Carlos Rodríguez.
Esa es, sin lugar a dudas, una de las etapas menos conocidas de nuestra historia. En esa era se forjó el nacionalismo y ocurrió aquello de que los militares comenzaron a tener, de manera directa, una fuerte injerencia política.
Justamente en 1936, un golpe militar derribó al gobierno liberal de Eusebio Ayala e instaló en el poder al coronel Rafael Franco, quien en ese momento se hallaba exiliado en Montevideo.
El golpe había sido encabezado por el coronel Federico Weddel Smith.
El gobierno del coronel Franco caería un año y pocos meses después, derribado por los propios militares que lo habían instalado en el poder. Tras él vendría un periodo de transición “civil” con la presidencia de Félix Paiva (tutelado, sin embargo, por las fuerzas armadas) y posteriormente el régimen del general José Félix Estigarribia (trunco por su muerte en un accidente de aviación) y luego la larga dictadura del general Higinio Morínigo, que duraría desde 1940 hasta 1948.
13 de Junio de 2010
EL NACIONALISMO EN NUESTRO PAÍS, TEMA DE PRÓXIMO LIBRO
Al respecto de “El Paraguay bajo el nacionalismo 1936-1947”, el historiador Herib Caballero Campos, autor del prólogo de la obra, señala que este libro debe ser leído para comprender a cabalidad el desarrollo político paraguayo en la segunda mitad del siglo XX, “pues fue en este periodo en el cual se configuraron políticamente las fuerzas que se disputarían durante varias décadas el control de la república y los actores de estos acontecimientos tendrían una decisiva influencia en los años siguientes”.
“Se debe agradecer al autor –dice Caballero Campos– por la brillante síntesis realizada sobre el periodo estudiado y por sobre todo por los novedosos enfoques con que analizó una de las tantas etapas de la historia paraguaya que fueron ninguneadas y sobre la cual hay mucho que estudiar y analizar aún”.
Por su parte, el autor, José Carlos Rodríguez, dice en el inicio del libro que la etapa analizada, que va desde 1936 hasta 1947, debe ser entendida como el Paraguay gobernado por las Fuerzas Armadas Nacionalistas, ya que no se refiere exclusivamente al predominio de la ideología nacionalista.
Rodríguez puntualiza como una primera característica de este tiempo el inicio del nacionalismo como ideología predominante de Estado, que sigue incluso hasta nuestros días. El Paraguay seguirá bajo el nacionalismo por muchos años más.
HASTA NUESTROS DÍAS.
Una segunda característica de la época señalada por el prestigioso sociólogo es “su institucionalidad política”. Al respecto, José Carlos Rodríguez expresa que durante el llamado periodo liberal la institución gobernante había sido el partido político (sea el Partido Liberal o el Partido Colorado). En cambio –agrega–, “durante el lapso que acá estudiamos, en lugar del partido político, el gobierno del Estado fue capturado y administrado por las Fuerzas Armadas. Habiendo ganado la Guerra del Chaco, con ella ganaron prestigio, poder y la voluntad de gobernar al país”.
El Paraguay bajo el nacionalismo se cierra con la guerra de 1947 porque dejó a las Fuerzas Armadas diezmadas por la derrota y las deserciones de los rebeldes.
José Carlos Rodríguez nació en Asunción en 1948. Casado con Valeria, es padre de cuatro hijos, Alide, Carlos, Sofía y Alejando y abuelo de dos nietas, Kiomi y Hanae.
Publicó sobre temas de sociología, historia, política y psicología. Psicólogo clínico y sociólogo, realizó estudios en Asunción, en la Universidad Católica de Asunción; en FLACSO, Buenos Aires y en la Escuela Superior de Altos Estudios de París, donde obtuvo su DEA (masterado) y su doctorado. Es profesor en la Universidad Católica de Asunción, trabaja como terapeuta, es asesor del Senado y del Ministerio de Hacienda. Fue coordinador de la investigación de la Comisión de Verdad y Justicia (Anive Haguã Oiko, informe final), sobre la violación de derechos humanos en tiempos del autoritarismo y el periodo ulterior. Hizo periodismo y militancia política sindical en tiempos del autoritarismo.
14 de Junio de 2010
Fuente: EL NACIONALISMO EN NUESTRO PAÍS
APARECERÁ UNA OBRA SOBRE POSGUERRA CHAQUEÑA
La Gran Historia del Paraguay, la colección bibliográfica editada por El Lector y distribuida por ABC Color, pondrá mañana a consideración del público el libro número once de los veinte que la componen. Se trata de “El Paraguay bajo el nacionalismo 1936-1947”, de José Carlos Rodríguez.
Esta obra trata sobre la crucial etapa que se inicia inmediatamente después de la Guerra del Chaco, más precisamente con el alzamiento militar del 17 de febrero de 1936 encabezado por el coronel Federico Weddel Smith, que pondría al frente del Poder Ejecutivo al coronel Rafael Franco, héroe de la guerra y líder del sector denominado entonces franquismo y que en 1951 se convertiría en Partido Revolucionario Febrerista.
El golpe militar fue acompañado por un variopinto grupo civil de políticos de diversa extracción ideológica. Hay que tener en cuenta que aquellos eran tiempos de preeminencia de los sistemas totalitarios europeos, el fascismo, el nazismo y el comunismo.
José Carlos Rodríguez, sociólogo y escritor, analiza con detenimiento y con rigor histórico todo el proceso que se inicia en 1936 y culmina posteriormente en 1947 (aunque el tiempo tomado para el análisis es al solo efecto un corte cronológico).
La irrupción del coronel Franco en el poder significa también la fuerte preeminencia militar en el gobierno, ya de una forma directa, cuando anteriormente los militares eran utilizados por los políticos en sus fines conspiraticios.
El gobierno de Franco cayó en agosto de 1937 por obra también de los militares, que eligieron un sucesor civil: el doctor Félix Paiva, respetado catedrático universitario. Paiva hizo una transición hasta que asumiera constitucionalmente el general José Félix Estigarribia, el militar de mayor ascendencia en la época gracias a que había sido conductor del ejército que venció en el Chaco.
Estigarribia había sido apoyado por los comandos militares y contó también con el respaldo del sector joven del Partido Liberal, que impuso su criterio a los antiguos líderes partidarios a quienes no les hacía ninguna gracia que un militar (así fuera Estigarribia) fuera presidente de la República.
La idea era que el Ejecutivo fuera ocupado por una persona con ascendencia y que pudiera poner “mano dura” ante el caos y la anarquía que reinaba en el país. A poco de asumir, Estigarribia se hace dictador mediante lo que posteriormente se llamaría en política un “autogolpe” y promulga la Constitución de 1940, de corte autoritario.
Su muerte, en una tragedia aérea ocurrida en la localidad de Altos, frustra el experimento de Estigarribia.
Nuevamente los militares deciden la sucesión y en una reunión que pasó a la leyenda por las características que tuvo, los comandos castrenses (sin ninguna participación civil) eligieron presidente de la República al general Higinio Morínigo, que se convertiría en el más largo del siglo XX antes de la llegada de Alfredo Stroessner. Morínigo gobernó el país desde 1940 hasta junio de 1948, cuando fue defenestrado estando ya electo su sucesor, Juan Natalicio González.
El gobierno del general Morínigo tuvo características peculiares.
Al mismo se refiere José Carlos Rodríguez, en esta parte de la entrevista sostenida por ABC Color con este autor, cuyo libro saldrá a la venta mañana domingo con el ejemplar de nuestro diario.
–¿Qué caracterizó al régimen del general Higinio Morínigo?
MORÍNIGO TIENE TRES ETAPAS.
MORÍNIGO TIENE TRES ETAPAS.
1. La etapa sin y contra los partidos, que llevó a la disolución del Partido Liberal (según Amancio Pampliega quería disolver el Partido Colorado).
2. La etapa con dos partidos, Colorado y Febrerista, que fue la llamada primavera democrática, en realidad un régimen de libertad total sin democracia institucional.
LA ÚLTIMA.
3. Etapa en que apoyó el copamiento colorado del ejército. Esta última etapa, que según la historiografía norteamericana fue apoyada por Truman, tuvo como resultado la más sangrienta guerra civil de nuestra historia, la llamada revolución del 47, y la hegemonía autoritaria del coloradismo.
18 de Junio de 2010
Edición digital : www.abc.com.py
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