EL PARAGUAY DE LA POST GUERRA
(1879-1900)
Autor: CARLOS GÓMEZ FLORENTÍN
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
COLECCIÓN
LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 8
© Editorial El Lector
Director Editorial: Pablo León Burián
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colección: Herib Caballero Campos
Diseño de portada: Celeste Prieto
Diseño Gráfico: César Peralta G.
Corrección: Nidia Campos
Portada: Palacio de López luego del Bombardeo.
Richard F. Burton. Colección de Jaime Grau.
Fotografías del Álbum Gráfico
de la República del Paraguay 1811-1911, Buenos Aires,
Talleres Gráficos de la Compañía General de Fósforos
Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98
I.S.B.N. 978-99953-1-080-6
El Lector I: 25 de Mayo y Antequera. Tel. 491 966
El Lector 11: San Martín c/ Austria.
Tel. 610 639 - 614 258/9
www.ellector.com.py
Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay 2010
(1879-1900)
Autor: CARLOS GÓMEZ FLORENTÍN
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
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COLECCIÓN
LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 8
© Editorial El Lector
Director Editorial: Pablo León Burián
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colección: Herib Caballero Campos
Diseño de portada: Celeste Prieto
Diseño Gráfico: César Peralta G.
Corrección: Nidia Campos
Portada: Palacio de López luego del Bombardeo.
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de la República del Paraguay 1811-1911, Buenos Aires,
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Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay 2010
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CONTENIDO
PRÓLOGO / INTRODUCCIÓN
-. LA RECONSTRUCCIÓN DEL PARAGUAY DE LA POSTGUERRA: El País Devastado / El Gobierno Provisorio / La Convención Constituyente / La Presidencia de Cirilo Antonio Rivarola / El Caso de los Empréstitos / La Negociación de la Paz. Primera Parte / El Ascenso de Juan Bautista Gill / La Presidencia de Juan Bautista Gill / La Negociación de la Paz. Segunda Parte / El Fin de la Presidencia de Juan Bautista Gill
-. EL NUEVO ORDEN POLÍTICO: La Presidencia de Cándido Bareiro / La Presidencia de Bernardino Caballero / La Venta de las Tierras Públicas y de los Yerbales del Estado / Proyectos de Colonización Europea / La Presidencia de Patricio Escobar / La Fundación de los Partidos Políticos / La Hegemonía Colorada y la Nueva Dinámica del Emergente Bipartidismo.
-. LA POLÍTICA DE CONCILIACIÓN Y LOS NUEVOS GRUPOS DE PODER ECONÓMICO: El 18 de Octubre de 1891 / El Pacto Político de los Generales / Egusquiza y la Tercera Vía / La Tercera Vía en Crisis
-. LA NUEVA DINÁMICA ECONÓMICA: El Paraguay Social del 1900 / La Mujer de la Postguerra
-. CONCLUSIÓN
-. EL AUTOR
-. FUENTES CONSULTADAS: Fuentes Primarias / Fuentes Secundarias
PRÓLOGO
En este libro CARLOS GÓMEZ FLORENTÍN nos presenta un detallado estudio sobre el período de estructuración del Paraguay liberal durante los treinta años siguientes a la finalización de la Guerra contra la Triple Alianza.
En este octavo volumen de la Gran Historia del Paraguay, el autor describe la dramática situación en la que se encontraba la nación, así mismo cuales fueron las primeras medidas para reconstruir el estado y volver a articular la sociedad y los medios de producción que fueron devastados por la guerra y la desolación por la hambruna que significó la desaparición de más del 50% de la población de la república.
Este joven historiador analiza con destreza el devenir político, el realineamiento de los grupos de poder bajo la sombra de las tropas de ocupación aliadas que se convirtieron en verdaderos virreyes de la política nacional.
No está demás señalar que el autor es un exponente destacado de la nueva generación de historiadores que contribuye con su formación y dedicación nuevas miradas a un período del que aún falta mucho por sacar a la luz para comprender de qué modo pudimos salir de las cenizas y cuáles fueron las características de la república liberal paraguaya.
Son sumamente interesantes las referencias al origen de los partidos políticos tradicionales paraguayos y las características de los mismos, así como también a las construcciones históricas que se hicieron sobre su conformación original. Además por la formación politológica del autor, el mismo puede ilustrarnos con claridad sobre los componentes ideológicos de los mismos.
La obra está dividida en cuatro apartados fundamentales el primero de los mismos se ocupa de explicar la reorganización de la nación, el segundo analiza la denominada "Pax Caballero", durante los gobiernos de Bernardino Caballero y Patricio Escobar, para luego en el tercer apartado dedicarse a describir y analizar los gobiernos que el autor denomina la "Tercera Vía" de la política paraguaya representada por los gobiernos de Juan G. González, Juan Bautista Egusquiza y Emilio Aceval. En el último apartado Carlos Gómez se refiere a aspectos como la cuestión económica, y el protagonismo de las mujeres en este período.
Por lo tanto no podemos dejar de recomendar una obra que nos permita comprender un proceso tan complejo y fundamental de la historia paraguaya con tanta claridad.
HERIB CABALLERO CAMPOS
INTRODUCCIÓN
La historia de la postguerra y el período de reconstrucción de la república del Paraguay se revela como una de las etapas más fascinantes de la historia del país. Si bien tradicionalmente fue poco investigado, este período ha sido traído a la luz en la última parte del siglo pasado a través del trabajo meritorio de un grupo de historiadores y cientistas sociales que consideró clave revelar la última etapa del siglo diecinueve para entender mejor el itinerario posterior de nuestra historia.
En general, existe coincidencia entre los distintos autores acerca de tres fundamentales cambios producidos en el Paraguay de la postguerra: primero, el país tuvo que ser reconstruido tras la devastación de la guerra; segundo, el período implicó la adopción de una constitución liberal con la consecuente gradual e incompleta liberalización de la política nacional; y tercero, con la adopción de reglas capitalistas, el sistema económico se abrió decididamente al sector privado. Ninguno de estos procesos fue hecho en un vacío histórico. Tanto los actores locales como los actores internacionales que jugaron un decisivo papel en este período reflejaron en sus acciones herencias históricas que influyeron en la implementación de una democracia liberal basada en un régimen capitalista. Esto tampoco supuso que el peso de la tradición simplemente de-terminara el desembarco fallido de la democracia liberal y del capitalismo en Paraguay. Todo lo contrario, los protagonistas de esta historia se adaptaron a las nuevas condiciones y respondieron inventivamente a los problemas que le presentó el escenario desolador del Paraguay de la postguerra. El interés de esta historia radica precisamente en la contraposición de lo nuevo y lo viejo, el Paraguay de la preguerra y el Paraguay de la postguerra, y en el itinerario resultante de esta dinámica interacción.
La simultaneidad de los procesos de reconstrucción, en lo económico, político y social, señala un momento singular en la historia del país en el cual todo estaba todavía por ser escrito. Esto hace de este momento histórico un laboratorio privilegiado para explorar el pasado del Paraguay, con la ventaja de mirar hacia atrás con conocimiento del desenlace posterior de la historia del país. La analogía con el reciente período de transición, si bien forzada, puede resultar estimulante si se tiene en cuenta que el período estudiado en este trabajo fue también un período de transición. Como tal, hubo múltiples diferencias entre los resultados buscados y los logros obtenidos. En este sentido, tal vez esta historia pueda iluminar los desajustes y los desencuentros que limitaron el proceso de transición a un régimen democrático capitalista a fines del siglo diecinueve. Muchos de los cuales seguramente continúan limitando el propio funcionamiento democrático de la república en el inicio del siglo veintiuno.
Este trabajo está dividido en cuatro capítulos. El primero comprende la reorganización del país tras el cataclismo de la guerra, la negociación de los términos de la pacificación definitiva con los gobiernos aliados, brasileño, argentino, y uruguayo, y el consecuente retiro de las fuerzas de ocupación, la implementación de una constitución de corte liberal, el establecimiento de un sistema capitalista, las luchas de facciones políticas por el poder, hasta la estabilización de un grupo de poder proto-colorado en el gobierno.
El segundo capítulo explora la pacificación del país bajo los regímenes de Caballero y Escobar, la venta masiva de tierras públicas y el establecimiento de capitales transnacionales en el país, y la institucionalización de lucha por el poder entre las facciones políticas a través de la fundación de los partidos políticos.
El tercer capítulo incluye el ascenso de un grupo moderado de colorados al poder, sus experiencias de gobiernos de coalición, la institucionalización del sistema bipartidista, la radicalización de las luchas entre los dos partidos políticos y el ascenso de un nuevo sector económico con intereses transnacionales y sus crecientes vínculos con la política nacional.
Por último, una cuarta sección resume los cambios sucedidos en el orden económico, el surgimiento gradual en el orden económico, el surgimiento gradual de nuevos actores sociales, y el rol de la mujer en la postguerra, con una breve conclusión.
EL PAÍS DEVASTADO
En enero de 1869 la bandera del imperio del Brasil ondeaba en el mástil del Palacio de López. La torre del palacio, símbolo del esplendor del modelo de desarrollo dirigido por el estado lopista, lucía todavía dañada por un cañonazo de la artillería brasileña. Las fuerzas armadas brasileñas habían tomado la ciudad sin encontrar resistencia. Las fuerzas armadas del gobierno de Francisco Solano López hacía tiempo estaban en fuga. Las fuerzas armadas argentinas acampaban en Campo Grande, apenas en las afueras de la ciudad. Un par de cientos soldados uruguayos completaban el régimen de ocupación establecido por la triunfante Triple Alianza. La población de Asunción, tras varios dolorosos años de lucha, estaba finalmente bajo régimen de ocupación. El gobierno estaba acéfalo y lo que restaba de las fuerzas armadas y del gobierno de López estaba en camino hacia su trágico final en Cerro Corá donde finalmente el Mariscal encontraría la muerte a manos de hombres del ejército brasileño recién el primero de marzo de 1870.
El régimen de ocupación supuso innumerables abusos principalmente de parte de las fuerzas brasileñas. Indefensos frente al poder militar del ejército invasor, mujeres principalmente, pero también infantes huérfanos y ancianos, y algunos pocos hombres adultos que pudieron salvarse de la catástrofe de la guerra, miraban sucederse los atropellos que incluían abusos sexuales, robos, saqueos, mutilaciones, golpes, e inclusive ejecuciones sumarias sin poder ejercer oposición alguna. Buena parte de la población se había refugiado en el interior creando la sensación para los invasores de haber llegado a una ciudad fantasma. El hambre y las enfermedades amenazaban la existencia de la población restante. Los cadáveres todavía sin sepultar se exhibían como un recordatorio del macabro desenlace de la guerra. Animales de carroña se aprovechaban de los cuerpos sin vida arrojados en los caminos de tierra mientras todavía podían sacar ventaja a los gusanos y a las moscas.
El impacto demográfico de la guerra ha sido objeto de intenso debate entre historiadores del Paraguay. Los porcentajes estimados van desde una pérdida del diez por ciento de la población hasta un setenta por ciento en los cálculos más elevados. Los cálculos acerca de la resultante relación entre la población masculina y la población femenina producida por la guerra tampoco encontraron consenso. Las cifras ofrecidas van desde una relación de diez mujeres por cada hombre hasta otras más bajas de tres mujeres por cada hombre.
En cualquiera de los casos, la verdad parece estar a medio camino entre los dos extremos. La pérdida demográfica para Paraguay después de la guerra probablemente estuvo en el orden del cincuenta por ciento de la población total. La relación entre los géneros fue posiblemente de un hombre por cada cinco mujeres. El resultado no deja de ser desolador. Un cálculo estimativo resulta en la pérdida de aproximadamente doscientos mil habitantes de los cuatrocientos mil que existían en Paraguay al momento de comenzar la guerra. La pérdida demográfica en definitiva no tiene parangón en el hemisferio y difícilmente sea superada por otros escenarios bélicos inclusive en el contexto de las guerras masivas del siglo veinte.
La pérdida humana acaso pueda solo ser superada por la dimensión material del daño ocasionado por la guerra. La maquinaria estatal del estado de los López fue barrida tras el largo conflicto. El gobierno estaba simplemente desierto. Aún peor, no existían instituciones gubernamentales que pudiesen articular la conducción política del país. El legado personalista de la conducción política del gobierno en la etapa previa a la guerra agravó la situación puesto que en ausencia de los líderes del pasado no había instrumentos institucionales que permitan la continuación del mismo a través del simple recambio de personas.
Si la situación en la capital era calamitosa, otro tanto ocurría en el interior del país. En esos años, la expansión territorial del país conservaba a grandes rasgos la estructura de ocupación territorial del período colonial. Centrada en Asunción, de espaldas al Chaco, la población se extendía en un semicírculo de aproximadamente 50 leguas que se expandía hacia el sureste en dirección a los límites del sur con la Argentina y del este con el Brasil. Pilar, Villa Rica y Encarnación eran los mayores poblados hacia el sur y la expansión hacia el norte no había producido todavía poblados del mismo porte. Podría decirse que la destrucción siguió la marcha de las fuerzas armadas lopistas en retirada. Trinidad, Itá, Itauguá y Luque estaban desiertas. La hambruna y las pestes habían asolado al campo y la gente batallaba por la supervivencia.
A nivel económico tampoco restaba gran cosa. Las industrias de bandera del régimen lopizta, la fundición de hierro, el arsenal, y el astillero desaparecieron a consecuencia de las acciones de las propias fuerzas armadas nacionales en retirada. Otro tanto ocurrió con el ferrocarril. En un nivel fundamental, la producción agrícola del país cayó dramáticamente. Las plantaciones de caòa de azúcar, maíz, arroz, algodón, café, mandioca, naranja, y tabaco fueron abandonadas por culpa del reclutamiento masivo para la guerra. Otro tanto ocurrió ron los yerbales. Es difícil poner cifras aproximadas al daño económico de la guerra. Lo que resulta innegable es que la producción económica cayó a niveles que ni siquiera podían satisfacer las necesidades de la mermada población restante tras la catástrofe de la guerra.
La gran dependencia del país en la producción agrícola hizo esta situación todavía más notoria. La fuerza laboral era siempre el principal factor detrás de los números de la productividad agrícola del país. La casi total inexistencia de mano de obra agrícola hizo que el campo ingresara en un estado de total parálisis. Si bien hubo pueblos que resultaron ilesos de las consecuencias de la guerra, la decadencia se contagió rápida-mente y alcanzó a estos poblados, que cayeron igualmente en la inercia productiva que caracterizó al escenario post-bélico del país.
La sangría poblacional tomó nuevas dimensiones con la fuga de compatriotas al exterior. Muchas mujeres prefirieron abandonar el país tras el retiro de las fuerzas armadas uruguayas que se llevaron consigo parte de la población femenina. Otros destinos fueron Corrientes en la vecina Argentina y Mato Grosso en el territorio brasileño. Sin embargo, el flujo poblacional también trajo muchos paraguayos radiados por el régimen lopizta que vieron en la guerra una oportunidad de cambio político para el Paraguay tras largos años de vida en el exilio. Entre estos hombres también hubo casos de retornos de personas que fueron enviadas en funciones diplomáticas o becados para realizar estudios a Europa. Esta mezcla de personas daría pie al movimiento reconstructor del Paraguay de la postguerra.
EL PARAGUAY SOCIAL DEL 1900
Los actores populares a menudo se tornan invisibles en esta narrativa desde la perspectiva de los actores de las elites políticas y económicas. En parte, Abente explica este fenómeno de la política paraguaya a partir de la rápida incorporación en condiciones de desigualdad de las clases populares a la política partidaria, en la cual jugaron un papel marginal solo como furgón de cola de las elites de los partidos tradicionales con base policlasista desde su propia formación. En esto, los sistemas de distribución de semillas y la recolección de productos del campo, articulada a través de los jefes políticos regionales, parece haber jugado un rol decisivo desactivando el potencial político de los sectores populares. Aún así, para historiadores como Milda Rivarola, en simultáneo con esta narrativa histórica desde el rol de las élites transcurría una historia vivida a contracorriente por los actores populares que participaban activamente en la construcción social del Paraguay.
Francisco Gaona rastreó el origen de las organizaciones populares del Paraguay a las sociedades de Socorro Mutuo de postguerra. Estas sociedades de ayuda a inmigrantes articularon las primeras expresiones solidarias colectivas que aspiraron a remediar los tremendos problemas sociales que castigaban a los actores populares. Entre estas sociedades, la sociedad de socorro mutuo de los obreros tipográficos se constituyó en la más activa en cuanto a la defensa de los derechos de los trabajadores. Conexiones transnacionales entre Buenos Aires y Asunción jugaron un papel clave al conectar un imaginario sindical entre los trabajadores de Argentina y Paraguay. En su origen, sin embargo, estas sociedades eran también policlasistas, de la misma manera que los partidos políticos, lo que impedía formular frentes puramente clasistas. La sociedad de tipógrafos fue la primera en formalizar un frente de profesionales trabajadores de los medios de prensa en mayo de 1886 con el objeto de defender intereses de clase. El gobierno de Juan Gualberto González le reconocería personería jurídica a la organización el 22 de mayo de 1891.
Las primeras críticas públicas de estos sectores estuvieron dirigidas a la explotación contenida en el régimen de conchabo.
Otras críticas estarían dirigidas a la explotación de los trabajadores domésticos. A partir de 1889, los obreros tipográficos comenzaron las primeras huelgas que aparecieron como herramientas de lucha para conseguir el reconocimiento de sus derechos laborales. Pronto los obreros ferroviarios seguirían la vía de la huelga como herramienta de negociación en la lucha por los derechos laborales. Otro tanto ocurrió luego con los obreros panaderos y tranviarios. Entre los panaderos destacó un grupo anarquista que aunque minúsculo fue particularmente ruidoso en 1892.
Siguieron las huelgas de sastres, costureras, peluqueros, mozos, trabajadores telegráficos y carpinteros en los siguientes años. En el mismo contexto fue creado el Colegio de Escribanos como herramienta para defender los derechos del gremio. Los maestros albañiles obtuvieron la reducción de la jornada laboral a ocho horas el 9 de noviembre de 1893. La crispación de los sectores populares también encontró eco en el campo donde hubo resistencia violenta a desocupaciones en la zona de Concepción. Ante estas circunstancias, los representantes patronales tuvieron que abrir largos procesos de negociación con los empleados de manera a llegar a acuerdos que permitan continuar el funcionamiento de sus empresas. En medio de esta agitación de los movimientos sociales emergentes, fue creada la Asociación General de los Trabajadores en 1897. El líder Cecilio Báez fue uno de los activos participantes de la asamblea fundadora. Un gremio de carpinteros fue fundado en 1900.
Entre los principales dirigentes gremiales de principio de siglo se destacaba el paraguayo Modesto Amarilla, el anarquista José Serrano, español de nacimiento, y el catalán socialista Juan Rovira. Otra sociedad de comercio fue fundada en 1901 reflejando el crecimiento de la organización laboral en Paraguay. La lucha de los diferentes sectores apuntaba al reconocimiento del descanso dominical y a la concesión de una caja de pensiones. Ambos conseguidos en 1902 como parte del esfuerzo del gobierno de Aceval para apaciguar los ánimos de los movimientos laborales.
Antes los hojalateros consiguieron reducir sus horas laborales a ocho en 1901. Maestros, profesores, y estudiantes hicieron huelgas en el 1902. Gaona inclusive hizo una lectura populista de la revolución de 1904, adjudicando la principal responsabilidad del levantamiento a los actores populares que reaccionaron a las recurrentes crisis económicas del tardío primer régimen colorado. Aunque estas conclusiones parecen exageradas, está claro que la movilización popular jugó un rol en los cambios políticos que caracterizaron la última etapa de los gobiernos colorados. Y más allá de posibles cooptaciones que la política partidaria haya podido hacer de los movimientos obreros, los sectores populares trataron de defender sus intereses y de articular organizaciones políticas que le otorguen representación política más acorde a sus propias expectativas.
LA MUJER DE LA POSTGUERRA
El papel de la mujer en la reconstrucción de la república después de la guerra fue fundamental para la pronta recuperación del país. Un caso obvio lo constituye el terreno educativo. Rosa Peña y Asunción Escalada fueron las primeras educadoras de la postguerra y pusieron escuelas en funcionamiento ya en 1870. Desde ese momento, las mujeres trabajaron en el retorno sistemático de la educación a todo el país. En 1874 consiguieron establecer secciones femeninas en el Colegio Nacional, fundado en 1872. A través de un proceso largo que incluyó la creación de la Escuela Graduada de Preceptores en 1890, bajo la dirección de Adela Speratti, institución que se transformaría en la Escuela Normal de Maestras en 1896, las mujeres educadoras consiguieron aumentar sensiblemente el número de estudiantes en las escuelas del país.
Las mujeres además tuvieron a su cargo la producción de alimentos, el trabajo agrícola, el mantenimiento de los animales, la reproducción de la especie, la reconstrucción de la familia, y la realización de los más diversos tipos de oficios requeridos por el Paraguay de la postguerra. Estas tareas no fueron nuevas para ellas. En gran medida, estas mujeres sobrevivientes de la guerra grande simplemente continuaron desempeñando roles clave en el mantenimiento de la república que comenzaron a jugar mucho antes de que llegue la postguerra. Como señaló la historiadora Barbara Potthast, el Paraguay de la postguerra fue engañosamente llamado el 'país de las mujeres' ya que esa frase no indicó una relación de poder favorable al sexo femenino que haga justicia a su amplia mayoría demográfica y a su rol dominante en la reconstrucción del país.
En este sentido, como señalara la historiadora Barbara Ganson, las mujeres a pesar de cargar con el peso de la reconstrucción del país no tuvieron acceso a los cargos de poder, o participación en igualdad de condiciones en el proceso político, carecieron de acceso a la educación superior, o siquiera al reconocimiento por su labor más allá de los actos honoríficos y la reciente glorificación de las 'Residentas' por parte de los gobiernos autoritarios de la segunda mitad del siglo veinte. Ciertamente, nada que pueda retribuir el haber sido víctima de los peores abusos durante el régimen de ocupación militar extranjera, que a menudo les supuso resistir famélicas violaciones, prostitución, y muerte en las calles de Asunción, luchando por obtener alimentos que mantengan con vida a sus pares, a los ancianos y los niños sobrevivientes. En parte, Potthast explica esta asimetría entre la colaboración femenina en la reconstrucción del país y su visibilidad en los lugares de poder por las continuidades que se registraron entre el Paraguay de la preguerra y el país de la postguerra.
Las mujeres habían sido grandes protagonistas de los actos de patriotismo registrados durante la última etapa del régimen de Francisco Solano López. Inclusive en la última etapa de la guerra, las mujeres hicieron la guerra suya y salieron a combatir al campo de batalla detrás de los hombres. Precisamente, esta posición subalterna fue la que no se modificó en el contexto de la guerra, y se mantuvo en el escenario de la postguerra.
Aunque las mujeres protagonizaron manifestaciones populares en el Paraguay convulsionado de la década de 1870, siempre lo hicieron en situación de inferioridad con relación a los hombres. Apenas los exiliados volvieron al país ocuparon los principales lugares de poder con total falta de reconocimiento al rol jugado por las mujeres. Peor aún, como explica Potthast, cuando las mujeres intentaron convertirse en activas participantes de la discusión política, los actores políticos liberales las censuraron recordando el visible rol político jugado por las mujeres en las últimas horas del lopizmo.
Al relacionar la participación femenina en la arena política con los peores defectos del autoritarismo de los López, los liberales del período constitucional se garantizaron su posición dominante en la política a costas de la abrumadora mayoría femenina de la población del país. Pronto las mujeres adoptaron la moral burguesa de fines del siglo diecinueve defendida por los liberales ilustrados a través de las publicaciones de la época. La mentalidad femenina tuvo que acomodarse forzosamente al discurso moralista y ya para 1886 el censo revelaba la profunda reorganización de la relación familiar, en la cual la mujer recuperaba su posición de reclusión al espacio privado de la familia monogámica.
Aunque la invisibilidad de la mujer en el espacio político pueda resultar engañosa, y la mujer en realidad haya participado mucho más activamente en las decisiones privadas y públicas, por ejemplo relativas a la educación de los hijos, las propias acciones de sus maridos, o en cuanto a sus propias elecciones privadas, también resulta innegable que el poder, que probablemente la mujer inclusive pudo ejercer por sí misma en el Paraguay de la postguerra, nunca fue compartido en igualdad de condiciones por hombres y mujeres.
CONCLUSIÓN
El Paraguay de principios de 1900 presentaba una realidad radicalmente distinta del país devastado que emergió de la guerra. De la mano de los gobiernos colorados, el país recuperó una estructura política reconocible. Inclusive el reconocimiento y el mantenimiento de la soberanía política, si bien disminuidas por las lógicas diferencias de poder con los vecinos y también las políticas intervencionistas de distinto tinte que caracterizaron a los gobiernos de Brasil y Argentina en este período, pueden ser considerados logros parciales de este proceso. Si bien es cierto que el orden liberal fue imperfectamente aplicado, y la gestión política cayó en autoritarismos de diferentes grados, la realidad política era la de un país en proceso de liberalización política.
Los mecanismos democráticos se vieron frenados por la implementación sistemática del fraude o la directa exclusión de la oposición de los procesos electorales. La violencia fue aceptada como forma válida de cambio de poder por los actores de los dos partidos políticos. Tampoco se avanzó hacia la articulación de un régimen democrático de separación de poderes y el poder ejecutivo mantuvo un profundo control de la gestión judicial y también en gran medida del propio poder legislativo.
Otro tanto ocurrió en lo económico donde el rol de los actores privados fue decisivo en la acumulación de riquezas, ahora ya sin la mediación del estado. En este ámbito se registró una aguda internacionalización de la acumulación capitalista, ahora en buena parte controlada por corporaciones transnacionales que llegaron al país con las leyes de ventas de tierras públicas de 1883 y 1885. Como consecuencia de estos cambios, el Paraguay rural fue desplazado de las tierras fiscales y tuvo que insertarse en condición desfavorable en el nuevo orden económico. Probablemente la creciente intromisión del poder económico en el ámbito político fue otro de los puntos destacados de este período, un fenómeno que iría a tener graves consecuencias para la actividad gubernamental de principios de siglo veinte.
El Paraguay social también experimentó una profunda transformación durante esta etapa ya que la población se triplicó entre 1870 y 1900, generando un capital social desaventajado por la falta de servicios básicos como salud, educación, y fuentes de trabajo, pero también rico en juventud y en vitalidad. El proceso de crecimiento demográfico interno fue complementado por una pequeña pero activa inmigración que ayudó a dibujar un nuevo rostro social para el país. Si bien es cierto que actores clave como los sectores populares o las mujeres fueron dejados de lado por el proceso político elitista, es cierto también que ellos y ellas proporcionaron la fuerza de tracción de las grandes transformaciones del Paraguay de fines de siglo diecinueve. Entre estas deudas pendientes y la promesa de profundizar en las prácticas democráticas en el nuevo siglo el Paraguay inauguraría pronto una nueva época.
A menudo los autores han visto en la tradición autoritaria o en la 'psiquis autoritaria', y en la falta de una tradición democrática los límites de este proceso de transición del Paraguay de la postguerra. Como espero se haya podido ver en este recuento, la realidad se juega en las disputas políticas cotidianas que difícilmente reflejan de forma transparente esquemas conceptuales que además no están grabados en bronce.
La experiencia paraguaya en el terreno económico también muestra la flexibilidad de los actores sociales para ajustarse a las nuevas realidades y participar activamente en el proceso que introdujo un régimen abiertamente capitalista en el Paraguay. Finalmente, la inventiva y la tenacidad exhibida por los actores sociales que reconstruyeron el país sirven como ejemplo de la vitalidad que emerge en situaciones extremas y que puede revertir los escenarios más adversos. Mujeres y hombres emergieron de esta sociedad con dolorosas lecciones las cuales con certeza pueden iluminar nuestro presente.
FUENTES CONSULTADAS
FUENTES PRIMARIAS
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, General Bernardino Caballero, al abrir las sesiones del Congreso en 1881.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, General Bernardino Caballero, al abrir las sesiones del Congreso en 1883.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, General Bernardino Caballero, al abrir las sesiones del Congreso en 1884.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, General Bernardino Caballero, al abrir las sesiones del Congreso en 1885.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, General Patricio Escobar, al abrir las sesiones del Congreso en 1887.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, General Patricio Escobar, al abrir las sesiones del Congreso en 1888.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, Juan Gualberto González, al abrir las sesiones del Congreso en 1891.
-. Mensaje del Presidente de la República del Paraguay, Juan Gualberto González, al abrir las sesiones del Congreso en 1892.
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CONTENIDO
PRÓLOGO / INTRODUCCIÓN
-. LA RECONSTRUCCIÓN DEL PARAGUAY DE LA POSTGUERRA: El País Devastado / El Gobierno Provisorio / La Convención Constituyente / La Presidencia de Cirilo Antonio Rivarola / El Caso de los Empréstitos / La Negociación de la Paz. Primera Parte / El Ascenso de Juan Bautista Gill / La Presidencia de Juan Bautista Gill / La Negociación de la Paz. Segunda Parte / El Fin de la Presidencia de Juan Bautista Gill
-. EL NUEVO ORDEN POLÍTICO: La Presidencia de Cándido Bareiro / La Presidencia de Bernardino Caballero / La Venta de las Tierras Públicas y de los Yerbales del Estado / Proyectos de Colonización Europea / La Presidencia de Patricio Escobar / La Fundación de los Partidos Políticos / La Hegemonía Colorada y la Nueva Dinámica del Emergente Bipartidismo.
-. LA POLÍTICA DE CONCILIACIÓN Y LOS NUEVOS GRUPOS DE PODER ECONÓMICO: El 18 de Octubre de 1891 / El Pacto Político de los Generales / Egusquiza y la Tercera Vía / La Tercera Vía en Crisis
-. LA NUEVA DINÁMICA ECONÓMICA: El Paraguay Social del 1900 / La Mujer de la Postguerra
-. CONCLUSIÓN
-. EL AUTOR
-. FUENTES CONSULTADAS: Fuentes Primarias / Fuentes Secundarias
PRÓLOGO
En este libro CARLOS GÓMEZ FLORENTÍN nos presenta un detallado estudio sobre el período de estructuración del Paraguay liberal durante los treinta años siguientes a la finalización de la Guerra contra la Triple Alianza.
En este octavo volumen de la Gran Historia del Paraguay, el autor describe la dramática situación en la que se encontraba la nación, así mismo cuales fueron las primeras medidas para reconstruir el estado y volver a articular la sociedad y los medios de producción que fueron devastados por la guerra y la desolación por la hambruna que significó la desaparición de más del 50% de la población de la república.
Este joven historiador analiza con destreza el devenir político, el realineamiento de los grupos de poder bajo la sombra de las tropas de ocupación aliadas que se convirtieron en verdaderos virreyes de la política nacional.
No está demás señalar que el autor es un exponente destacado de la nueva generación de historiadores que contribuye con su formación y dedicación nuevas miradas a un período del que aún falta mucho por sacar a la luz para comprender de qué modo pudimos salir de las cenizas y cuáles fueron las características de la república liberal paraguaya.
Son sumamente interesantes las referencias al origen de los partidos políticos tradicionales paraguayos y las características de los mismos, así como también a las construcciones históricas que se hicieron sobre su conformación original. Además por la formación politológica del autor, el mismo puede ilustrarnos con claridad sobre los componentes ideológicos de los mismos.
La obra está dividida en cuatro apartados fundamentales el primero de los mismos se ocupa de explicar la reorganización de la nación, el segundo analiza la denominada "Pax Caballero", durante los gobiernos de Bernardino Caballero y Patricio Escobar, para luego en el tercer apartado dedicarse a describir y analizar los gobiernos que el autor denomina la "Tercera Vía" de la política paraguaya representada por los gobiernos de Juan G. González, Juan Bautista Egusquiza y Emilio Aceval. En el último apartado Carlos Gómez se refiere a aspectos como la cuestión económica, y el protagonismo de las mujeres en este período.
Por lo tanto no podemos dejar de recomendar una obra que nos permita comprender un proceso tan complejo y fundamental de la historia paraguaya con tanta claridad.
HERIB CABALLERO CAMPOS
INTRODUCCIÓN
La historia de la postguerra y el período de reconstrucción de la república del Paraguay se revela como una de las etapas más fascinantes de la historia del país. Si bien tradicionalmente fue poco investigado, este período ha sido traído a la luz en la última parte del siglo pasado a través del trabajo meritorio de un grupo de historiadores y cientistas sociales que consideró clave revelar la última etapa del siglo diecinueve para entender mejor el itinerario posterior de nuestra historia.
En general, existe coincidencia entre los distintos autores acerca de tres fundamentales cambios producidos en el Paraguay de la postguerra: primero, el país tuvo que ser reconstruido tras la devastación de la guerra; segundo, el período implicó la adopción de una constitución liberal con la consecuente gradual e incompleta liberalización de la política nacional; y tercero, con la adopción de reglas capitalistas, el sistema económico se abrió decididamente al sector privado. Ninguno de estos procesos fue hecho en un vacío histórico. Tanto los actores locales como los actores internacionales que jugaron un decisivo papel en este período reflejaron en sus acciones herencias históricas que influyeron en la implementación de una democracia liberal basada en un régimen capitalista. Esto tampoco supuso que el peso de la tradición simplemente de-terminara el desembarco fallido de la democracia liberal y del capitalismo en Paraguay. Todo lo contrario, los protagonistas de esta historia se adaptaron a las nuevas condiciones y respondieron inventivamente a los problemas que le presentó el escenario desolador del Paraguay de la postguerra. El interés de esta historia radica precisamente en la contraposición de lo nuevo y lo viejo, el Paraguay de la preguerra y el Paraguay de la postguerra, y en el itinerario resultante de esta dinámica interacción.
La simultaneidad de los procesos de reconstrucción, en lo económico, político y social, señala un momento singular en la historia del país en el cual todo estaba todavía por ser escrito. Esto hace de este momento histórico un laboratorio privilegiado para explorar el pasado del Paraguay, con la ventaja de mirar hacia atrás con conocimiento del desenlace posterior de la historia del país. La analogía con el reciente período de transición, si bien forzada, puede resultar estimulante si se tiene en cuenta que el período estudiado en este trabajo fue también un período de transición. Como tal, hubo múltiples diferencias entre los resultados buscados y los logros obtenidos. En este sentido, tal vez esta historia pueda iluminar los desajustes y los desencuentros que limitaron el proceso de transición a un régimen democrático capitalista a fines del siglo diecinueve. Muchos de los cuales seguramente continúan limitando el propio funcionamiento democrático de la república en el inicio del siglo veintiuno.
Este trabajo está dividido en cuatro capítulos. El primero comprende la reorganización del país tras el cataclismo de la guerra, la negociación de los términos de la pacificación definitiva con los gobiernos aliados, brasileño, argentino, y uruguayo, y el consecuente retiro de las fuerzas de ocupación, la implementación de una constitución de corte liberal, el establecimiento de un sistema capitalista, las luchas de facciones políticas por el poder, hasta la estabilización de un grupo de poder proto-colorado en el gobierno.
El segundo capítulo explora la pacificación del país bajo los regímenes de Caballero y Escobar, la venta masiva de tierras públicas y el establecimiento de capitales transnacionales en el país, y la institucionalización de lucha por el poder entre las facciones políticas a través de la fundación de los partidos políticos.
El tercer capítulo incluye el ascenso de un grupo moderado de colorados al poder, sus experiencias de gobiernos de coalición, la institucionalización del sistema bipartidista, la radicalización de las luchas entre los dos partidos políticos y el ascenso de un nuevo sector económico con intereses transnacionales y sus crecientes vínculos con la política nacional.
Por último, una cuarta sección resume los cambios sucedidos en el orden económico, el surgimiento gradual en el orden económico, el surgimiento gradual de nuevos actores sociales, y el rol de la mujer en la postguerra, con una breve conclusión.
EL PAÍS DEVASTADO
En enero de 1869 la bandera del imperio del Brasil ondeaba en el mástil del Palacio de López. La torre del palacio, símbolo del esplendor del modelo de desarrollo dirigido por el estado lopista, lucía todavía dañada por un cañonazo de la artillería brasileña. Las fuerzas armadas brasileñas habían tomado la ciudad sin encontrar resistencia. Las fuerzas armadas del gobierno de Francisco Solano López hacía tiempo estaban en fuga. Las fuerzas armadas argentinas acampaban en Campo Grande, apenas en las afueras de la ciudad. Un par de cientos soldados uruguayos completaban el régimen de ocupación establecido por la triunfante Triple Alianza. La población de Asunción, tras varios dolorosos años de lucha, estaba finalmente bajo régimen de ocupación. El gobierno estaba acéfalo y lo que restaba de las fuerzas armadas y del gobierno de López estaba en camino hacia su trágico final en Cerro Corá donde finalmente el Mariscal encontraría la muerte a manos de hombres del ejército brasileño recién el primero de marzo de 1870.
El régimen de ocupación supuso innumerables abusos principalmente de parte de las fuerzas brasileñas. Indefensos frente al poder militar del ejército invasor, mujeres principalmente, pero también infantes huérfanos y ancianos, y algunos pocos hombres adultos que pudieron salvarse de la catástrofe de la guerra, miraban sucederse los atropellos que incluían abusos sexuales, robos, saqueos, mutilaciones, golpes, e inclusive ejecuciones sumarias sin poder ejercer oposición alguna. Buena parte de la población se había refugiado en el interior creando la sensación para los invasores de haber llegado a una ciudad fantasma. El hambre y las enfermedades amenazaban la existencia de la población restante. Los cadáveres todavía sin sepultar se exhibían como un recordatorio del macabro desenlace de la guerra. Animales de carroña se aprovechaban de los cuerpos sin vida arrojados en los caminos de tierra mientras todavía podían sacar ventaja a los gusanos y a las moscas.
El impacto demográfico de la guerra ha sido objeto de intenso debate entre historiadores del Paraguay. Los porcentajes estimados van desde una pérdida del diez por ciento de la población hasta un setenta por ciento en los cálculos más elevados. Los cálculos acerca de la resultante relación entre la población masculina y la población femenina producida por la guerra tampoco encontraron consenso. Las cifras ofrecidas van desde una relación de diez mujeres por cada hombre hasta otras más bajas de tres mujeres por cada hombre.
En cualquiera de los casos, la verdad parece estar a medio camino entre los dos extremos. La pérdida demográfica para Paraguay después de la guerra probablemente estuvo en el orden del cincuenta por ciento de la población total. La relación entre los géneros fue posiblemente de un hombre por cada cinco mujeres. El resultado no deja de ser desolador. Un cálculo estimativo resulta en la pérdida de aproximadamente doscientos mil habitantes de los cuatrocientos mil que existían en Paraguay al momento de comenzar la guerra. La pérdida demográfica en definitiva no tiene parangón en el hemisferio y difícilmente sea superada por otros escenarios bélicos inclusive en el contexto de las guerras masivas del siglo veinte.
La pérdida humana acaso pueda solo ser superada por la dimensión material del daño ocasionado por la guerra. La maquinaria estatal del estado de los López fue barrida tras el largo conflicto. El gobierno estaba simplemente desierto. Aún peor, no existían instituciones gubernamentales que pudiesen articular la conducción política del país. El legado personalista de la conducción política del gobierno en la etapa previa a la guerra agravó la situación puesto que en ausencia de los líderes del pasado no había instrumentos institucionales que permitan la continuación del mismo a través del simple recambio de personas.
Si la situación en la capital era calamitosa, otro tanto ocurría en el interior del país. En esos años, la expansión territorial del país conservaba a grandes rasgos la estructura de ocupación territorial del período colonial. Centrada en Asunción, de espaldas al Chaco, la población se extendía en un semicírculo de aproximadamente 50 leguas que se expandía hacia el sureste en dirección a los límites del sur con la Argentina y del este con el Brasil. Pilar, Villa Rica y Encarnación eran los mayores poblados hacia el sur y la expansión hacia el norte no había producido todavía poblados del mismo porte. Podría decirse que la destrucción siguió la marcha de las fuerzas armadas lopistas en retirada. Trinidad, Itá, Itauguá y Luque estaban desiertas. La hambruna y las pestes habían asolado al campo y la gente batallaba por la supervivencia.
A nivel económico tampoco restaba gran cosa. Las industrias de bandera del régimen lopizta, la fundición de hierro, el arsenal, y el astillero desaparecieron a consecuencia de las acciones de las propias fuerzas armadas nacionales en retirada. Otro tanto ocurrió con el ferrocarril. En un nivel fundamental, la producción agrícola del país cayó dramáticamente. Las plantaciones de caòa de azúcar, maíz, arroz, algodón, café, mandioca, naranja, y tabaco fueron abandonadas por culpa del reclutamiento masivo para la guerra. Otro tanto ocurrió ron los yerbales. Es difícil poner cifras aproximadas al daño económico de la guerra. Lo que resulta innegable es que la producción económica cayó a niveles que ni siquiera podían satisfacer las necesidades de la mermada población restante tras la catástrofe de la guerra.
La gran dependencia del país en la producción agrícola hizo esta situación todavía más notoria. La fuerza laboral era siempre el principal factor detrás de los números de la productividad agrícola del país. La casi total inexistencia de mano de obra agrícola hizo que el campo ingresara en un estado de total parálisis. Si bien hubo pueblos que resultaron ilesos de las consecuencias de la guerra, la decadencia se contagió rápida-mente y alcanzó a estos poblados, que cayeron igualmente en la inercia productiva que caracterizó al escenario post-bélico del país.
La sangría poblacional tomó nuevas dimensiones con la fuga de compatriotas al exterior. Muchas mujeres prefirieron abandonar el país tras el retiro de las fuerzas armadas uruguayas que se llevaron consigo parte de la población femenina. Otros destinos fueron Corrientes en la vecina Argentina y Mato Grosso en el territorio brasileño. Sin embargo, el flujo poblacional también trajo muchos paraguayos radiados por el régimen lopizta que vieron en la guerra una oportunidad de cambio político para el Paraguay tras largos años de vida en el exilio. Entre estos hombres también hubo casos de retornos de personas que fueron enviadas en funciones diplomáticas o becados para realizar estudios a Europa. Esta mezcla de personas daría pie al movimiento reconstructor del Paraguay de la postguerra.
EL PARAGUAY SOCIAL DEL 1900
Los actores populares a menudo se tornan invisibles en esta narrativa desde la perspectiva de los actores de las elites políticas y económicas. En parte, Abente explica este fenómeno de la política paraguaya a partir de la rápida incorporación en condiciones de desigualdad de las clases populares a la política partidaria, en la cual jugaron un papel marginal solo como furgón de cola de las elites de los partidos tradicionales con base policlasista desde su propia formación. En esto, los sistemas de distribución de semillas y la recolección de productos del campo, articulada a través de los jefes políticos regionales, parece haber jugado un rol decisivo desactivando el potencial político de los sectores populares. Aún así, para historiadores como Milda Rivarola, en simultáneo con esta narrativa histórica desde el rol de las élites transcurría una historia vivida a contracorriente por los actores populares que participaban activamente en la construcción social del Paraguay.
Francisco Gaona rastreó el origen de las organizaciones populares del Paraguay a las sociedades de Socorro Mutuo de postguerra. Estas sociedades de ayuda a inmigrantes articularon las primeras expresiones solidarias colectivas que aspiraron a remediar los tremendos problemas sociales que castigaban a los actores populares. Entre estas sociedades, la sociedad de socorro mutuo de los obreros tipográficos se constituyó en la más activa en cuanto a la defensa de los derechos de los trabajadores. Conexiones transnacionales entre Buenos Aires y Asunción jugaron un papel clave al conectar un imaginario sindical entre los trabajadores de Argentina y Paraguay. En su origen, sin embargo, estas sociedades eran también policlasistas, de la misma manera que los partidos políticos, lo que impedía formular frentes puramente clasistas. La sociedad de tipógrafos fue la primera en formalizar un frente de profesionales trabajadores de los medios de prensa en mayo de 1886 con el objeto de defender intereses de clase. El gobierno de Juan Gualberto González le reconocería personería jurídica a la organización el 22 de mayo de 1891.
Las primeras críticas públicas de estos sectores estuvieron dirigidas a la explotación contenida en el régimen de conchabo.
Otras críticas estarían dirigidas a la explotación de los trabajadores domésticos. A partir de 1889, los obreros tipográficos comenzaron las primeras huelgas que aparecieron como herramientas de lucha para conseguir el reconocimiento de sus derechos laborales. Pronto los obreros ferroviarios seguirían la vía de la huelga como herramienta de negociación en la lucha por los derechos laborales. Otro tanto ocurrió luego con los obreros panaderos y tranviarios. Entre los panaderos destacó un grupo anarquista que aunque minúsculo fue particularmente ruidoso en 1892.
Siguieron las huelgas de sastres, costureras, peluqueros, mozos, trabajadores telegráficos y carpinteros en los siguientes años. En el mismo contexto fue creado el Colegio de Escribanos como herramienta para defender los derechos del gremio. Los maestros albañiles obtuvieron la reducción de la jornada laboral a ocho horas el 9 de noviembre de 1893. La crispación de los sectores populares también encontró eco en el campo donde hubo resistencia violenta a desocupaciones en la zona de Concepción. Ante estas circunstancias, los representantes patronales tuvieron que abrir largos procesos de negociación con los empleados de manera a llegar a acuerdos que permitan continuar el funcionamiento de sus empresas. En medio de esta agitación de los movimientos sociales emergentes, fue creada la Asociación General de los Trabajadores en 1897. El líder Cecilio Báez fue uno de los activos participantes de la asamblea fundadora. Un gremio de carpinteros fue fundado en 1900.
Entre los principales dirigentes gremiales de principio de siglo se destacaba el paraguayo Modesto Amarilla, el anarquista José Serrano, español de nacimiento, y el catalán socialista Juan Rovira. Otra sociedad de comercio fue fundada en 1901 reflejando el crecimiento de la organización laboral en Paraguay. La lucha de los diferentes sectores apuntaba al reconocimiento del descanso dominical y a la concesión de una caja de pensiones. Ambos conseguidos en 1902 como parte del esfuerzo del gobierno de Aceval para apaciguar los ánimos de los movimientos laborales.
Antes los hojalateros consiguieron reducir sus horas laborales a ocho en 1901. Maestros, profesores, y estudiantes hicieron huelgas en el 1902. Gaona inclusive hizo una lectura populista de la revolución de 1904, adjudicando la principal responsabilidad del levantamiento a los actores populares que reaccionaron a las recurrentes crisis económicas del tardío primer régimen colorado. Aunque estas conclusiones parecen exageradas, está claro que la movilización popular jugó un rol en los cambios políticos que caracterizaron la última etapa de los gobiernos colorados. Y más allá de posibles cooptaciones que la política partidaria haya podido hacer de los movimientos obreros, los sectores populares trataron de defender sus intereses y de articular organizaciones políticas que le otorguen representación política más acorde a sus propias expectativas.
LA MUJER DE LA POSTGUERRA
El papel de la mujer en la reconstrucción de la república después de la guerra fue fundamental para la pronta recuperación del país. Un caso obvio lo constituye el terreno educativo. Rosa Peña y Asunción Escalada fueron las primeras educadoras de la postguerra y pusieron escuelas en funcionamiento ya en 1870. Desde ese momento, las mujeres trabajaron en el retorno sistemático de la educación a todo el país. En 1874 consiguieron establecer secciones femeninas en el Colegio Nacional, fundado en 1872. A través de un proceso largo que incluyó la creación de la Escuela Graduada de Preceptores en 1890, bajo la dirección de Adela Speratti, institución que se transformaría en la Escuela Normal de Maestras en 1896, las mujeres educadoras consiguieron aumentar sensiblemente el número de estudiantes en las escuelas del país.
Las mujeres además tuvieron a su cargo la producción de alimentos, el trabajo agrícola, el mantenimiento de los animales, la reproducción de la especie, la reconstrucción de la familia, y la realización de los más diversos tipos de oficios requeridos por el Paraguay de la postguerra. Estas tareas no fueron nuevas para ellas. En gran medida, estas mujeres sobrevivientes de la guerra grande simplemente continuaron desempeñando roles clave en el mantenimiento de la república que comenzaron a jugar mucho antes de que llegue la postguerra. Como señaló la historiadora Barbara Potthast, el Paraguay de la postguerra fue engañosamente llamado el 'país de las mujeres' ya que esa frase no indicó una relación de poder favorable al sexo femenino que haga justicia a su amplia mayoría demográfica y a su rol dominante en la reconstrucción del país.
En este sentido, como señalara la historiadora Barbara Ganson, las mujeres a pesar de cargar con el peso de la reconstrucción del país no tuvieron acceso a los cargos de poder, o participación en igualdad de condiciones en el proceso político, carecieron de acceso a la educación superior, o siquiera al reconocimiento por su labor más allá de los actos honoríficos y la reciente glorificación de las 'Residentas' por parte de los gobiernos autoritarios de la segunda mitad del siglo veinte. Ciertamente, nada que pueda retribuir el haber sido víctima de los peores abusos durante el régimen de ocupación militar extranjera, que a menudo les supuso resistir famélicas violaciones, prostitución, y muerte en las calles de Asunción, luchando por obtener alimentos que mantengan con vida a sus pares, a los ancianos y los niños sobrevivientes. En parte, Potthast explica esta asimetría entre la colaboración femenina en la reconstrucción del país y su visibilidad en los lugares de poder por las continuidades que se registraron entre el Paraguay de la preguerra y el país de la postguerra.
Las mujeres habían sido grandes protagonistas de los actos de patriotismo registrados durante la última etapa del régimen de Francisco Solano López. Inclusive en la última etapa de la guerra, las mujeres hicieron la guerra suya y salieron a combatir al campo de batalla detrás de los hombres. Precisamente, esta posición subalterna fue la que no se modificó en el contexto de la guerra, y se mantuvo en el escenario de la postguerra.
Aunque las mujeres protagonizaron manifestaciones populares en el Paraguay convulsionado de la década de 1870, siempre lo hicieron en situación de inferioridad con relación a los hombres. Apenas los exiliados volvieron al país ocuparon los principales lugares de poder con total falta de reconocimiento al rol jugado por las mujeres. Peor aún, como explica Potthast, cuando las mujeres intentaron convertirse en activas participantes de la discusión política, los actores políticos liberales las censuraron recordando el visible rol político jugado por las mujeres en las últimas horas del lopizmo.
Al relacionar la participación femenina en la arena política con los peores defectos del autoritarismo de los López, los liberales del período constitucional se garantizaron su posición dominante en la política a costas de la abrumadora mayoría femenina de la población del país. Pronto las mujeres adoptaron la moral burguesa de fines del siglo diecinueve defendida por los liberales ilustrados a través de las publicaciones de la época. La mentalidad femenina tuvo que acomodarse forzosamente al discurso moralista y ya para 1886 el censo revelaba la profunda reorganización de la relación familiar, en la cual la mujer recuperaba su posición de reclusión al espacio privado de la familia monogámica.
Aunque la invisibilidad de la mujer en el espacio político pueda resultar engañosa, y la mujer en realidad haya participado mucho más activamente en las decisiones privadas y públicas, por ejemplo relativas a la educación de los hijos, las propias acciones de sus maridos, o en cuanto a sus propias elecciones privadas, también resulta innegable que el poder, que probablemente la mujer inclusive pudo ejercer por sí misma en el Paraguay de la postguerra, nunca fue compartido en igualdad de condiciones por hombres y mujeres.
CONCLUSIÓN
El Paraguay de principios de 1900 presentaba una realidad radicalmente distinta del país devastado que emergió de la guerra. De la mano de los gobiernos colorados, el país recuperó una estructura política reconocible. Inclusive el reconocimiento y el mantenimiento de la soberanía política, si bien disminuidas por las lógicas diferencias de poder con los vecinos y también las políticas intervencionistas de distinto tinte que caracterizaron a los gobiernos de Brasil y Argentina en este período, pueden ser considerados logros parciales de este proceso. Si bien es cierto que el orden liberal fue imperfectamente aplicado, y la gestión política cayó en autoritarismos de diferentes grados, la realidad política era la de un país en proceso de liberalización política.
Los mecanismos democráticos se vieron frenados por la implementación sistemática del fraude o la directa exclusión de la oposición de los procesos electorales. La violencia fue aceptada como forma válida de cambio de poder por los actores de los dos partidos políticos. Tampoco se avanzó hacia la articulación de un régimen democrático de separación de poderes y el poder ejecutivo mantuvo un profundo control de la gestión judicial y también en gran medida del propio poder legislativo.
Otro tanto ocurrió en lo económico donde el rol de los actores privados fue decisivo en la acumulación de riquezas, ahora ya sin la mediación del estado. En este ámbito se registró una aguda internacionalización de la acumulación capitalista, ahora en buena parte controlada por corporaciones transnacionales que llegaron al país con las leyes de ventas de tierras públicas de 1883 y 1885. Como consecuencia de estos cambios, el Paraguay rural fue desplazado de las tierras fiscales y tuvo que insertarse en condición desfavorable en el nuevo orden económico. Probablemente la creciente intromisión del poder económico en el ámbito político fue otro de los puntos destacados de este período, un fenómeno que iría a tener graves consecuencias para la actividad gubernamental de principios de siglo veinte.
El Paraguay social también experimentó una profunda transformación durante esta etapa ya que la población se triplicó entre 1870 y 1900, generando un capital social desaventajado por la falta de servicios básicos como salud, educación, y fuentes de trabajo, pero también rico en juventud y en vitalidad. El proceso de crecimiento demográfico interno fue complementado por una pequeña pero activa inmigración que ayudó a dibujar un nuevo rostro social para el país. Si bien es cierto que actores clave como los sectores populares o las mujeres fueron dejados de lado por el proceso político elitista, es cierto también que ellos y ellas proporcionaron la fuerza de tracción de las grandes transformaciones del Paraguay de fines de siglo diecinueve. Entre estas deudas pendientes y la promesa de profundizar en las prácticas democráticas en el nuevo siglo el Paraguay inauguraría pronto una nueva época.
A menudo los autores han visto en la tradición autoritaria o en la 'psiquis autoritaria', y en la falta de una tradición democrática los límites de este proceso de transición del Paraguay de la postguerra. Como espero se haya podido ver en este recuento, la realidad se juega en las disputas políticas cotidianas que difícilmente reflejan de forma transparente esquemas conceptuales que además no están grabados en bronce.
La experiencia paraguaya en el terreno económico también muestra la flexibilidad de los actores sociales para ajustarse a las nuevas realidades y participar activamente en el proceso que introdujo un régimen abiertamente capitalista en el Paraguay. Finalmente, la inventiva y la tenacidad exhibida por los actores sociales que reconstruyeron el país sirven como ejemplo de la vitalidad que emerge en situaciones extremas y que puede revertir los escenarios más adversos. Mujeres y hombres emergieron de esta sociedad con dolorosas lecciones las cuales con certeza pueden iluminar nuestro presente.
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ARTÍCULOS SOBRE EL LIBRO EN ABC COLOR:
1.- Lopizmo y antilopizmo, la gran discordia después de la guerra, artículo en ABC COLOR.
Mañana domingo, con el ejemplar de ABC Color, aparecerá el octavo libro de la Colección La Gran Historia del Paraguay, de la Editorial El Lector. Se trata de “El Paraguay de la Post Guerra 1870-1900”, del historiador Carlos Gómez Florentín, quien actualmente está cursando su doctorado en Historia en Nueva York.
En esta parte de la entrevista que sostuvo con ABC, Gómez se refiere a la relación de los partidos Colorado y Liberal con la figura del Mariscal López y sobre los conflictos internos de la posguerra.
–Los partidos políticos son considerados herederos del lopizmo y del antilopizmo. ¿Hasta qué punto eso fue así?
–Existe una interpretación histórica que ve una continuación entre el lopizmo y el coloradismo y entre el antilopizmo y el liberalismo. Sin embargo, de acuerdo con los documentos del periodo, ese no fue el caso.
–¿Y cómo fue?
–En realidad, esta interpretación está basada en una media verdad, ya que es cierto que hubo lopiztas en el Partido Colorado, de la misma manera que hubo antilopiztas en el Partido Liberal. El problema es que también hubo lopiztas en el Partido Liberal de la misma manera que hubo antilopiztas en el Partido Colorado.
–En la Fundación del Partido Colorado hubo algunos antilopiztas.
–En realidad fue peor, hubo más antilopiztas en el Partido Colorado que en el Partido Liberal. Y no solo eso, sino que José Segundo Decoud, la figura más destacada del antilopizmo, fue el arquitecto del Partido Colorado.
–Entonces, las posturas respecto a la figura de López, anti o pro, no fueron patrimonios específicos de cada partido, como se dio a entender en algún momento de nuestra historia.
–En el fondo, el problema con estas explicaciones casi fundamentalistas que parten de la base de militancias políticas inalterables es precisamente que niegan la movilidad, el alto nivel de capricho político que había en la época, como existe todavía hoy sin duda, que llevaba a que los actores cambiaran de inclinación política sin mucho peso de conciencia. Lo que contaba finalmente era llegar al poder, y las dos inclinaciones, lopizmo y antilopizmo, convivieron en ambos partidos políticos desde el comienzo, algo que continuó por el resto del periodo.
–En cuanto a la reconformación política del Paraguay luego de los gobiernos de Caballero y Escobar, usted habla de una tercera vía. ¿Puede explicarnos en qué consiste?
–Esta “tercera vía” temprana a la paraguaya fue una suerte de gobierno de coalición formado por los sectores moderados de ambos partidos políticos, colorados y liberales, si bien con el predominio del Partido Colorado. Fue ciertamente la apuesta de los gobiernos colorados, de Juan Gualberto González en adelante, pasando por Juan Bautista Egusquiza hasta llegar a Emilio Aceval.
–Pero persistieron los conflictos.
–Lo que pasaba por esa época era que existía un alto grado de conflictividad política entre los sectores duros de ambos partidos, los caballeristas y escobaristas en el Partido Colorado, y los radicales en el Partido Liberal, fundamentalmente generado por la falta de apertura de los colorados en el gobierno hacia la participación política de los liberales. Esta falta de reconocimiento hacia los actores políticos liberales llevó a un estado de crispación política permanente, algo muy obvio en el caso de la fallida revolución liberal del 18 de octubre de 1891 por ejemplo, lo que hizo que la política careciera de gobernabilidad y estuviera constantemente amenazada por la violencia.
–¿Cuáles fueron los beneficios de la tercera vía?
–La tercera vía en principio creó una estructura de gobierno viable, más abierta a la participación de actores políticos y económicos plurales, y más permeable al cambio político. Hubo por primera vez liberales elegidos que fueron admitidos en el Congreso, hubo miembros del Partido Liberal trabajando en el gobierno y en control de la propia Corte Suprema de Justicia, claros indicadores de una realidad política más competitiva, más liberalizada de acuerdo a las prescripciones de la Constitución de 1870.
–Pero no existía un pluralismo político real.
–En los años 1890 no existió un pluralismo político como el que nos imaginamos en nuestros días, pero si hubo un cambio positivo en consideración a la estructura de poder más autoritaria ejercida por Caballero.
28 de Mayo de 2010
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2.- El Paraguay, un país que fue reconstruido por heroicas mujeres, artículo en ABC COLOR.
El Paraguay es un país cuya reconstrucción luego del holocausto del 70 se debió en gran parte a las mujeres, afirma Carlos Gómez Florentín, el joven historiador compatriota que está cursando su doctorado en Nueva York, autor de “El Paraguay de la Post Guerra 1870-1900”, el libro editado por El Lector y distribuido hoy con los ejemplares de ABC Color en el marco de la Colección La Gran Historia del Paraguay.
Este libro, el número 8 de la serie de 20 volúmenes que se publica semanalmente, es quizá uno de los más atractivos pues enfoca una época poco conocida y que fue esencial para que la nación superviviera como tal. Con un enfoque riguroso, amplio, visibilizando protagonismos olvidados (como el de las mujeres) Gómez Florentín redondea uno de los mejores libros de historia escritos últimamente. El mismo se refiere a las mujeres y a otros puntos en la última parte de la entrevista que mantuvo con él ABC Color.
–¿Cuál fue el rol de la mujer en la reconstrucción del país luego de la guerra?
–Sin dudas, las mujeres reconstruyeron la nación. Ellas fueron la gran mayoría de la población sobreviviente después de la catástrofe. Se habla de una relación de al menos cuatro mujeres por cada hombre. Los hombres eran niños, adolescentes o mayores de 60 años, con una escasa franja masculina entre esos dos extremos, compuesta por los exiliados llegados al país solo en las postrimerías del conflicto bélico.
–¿Qué trabajo les tocó hacer a las mujeres?
–Las mujeres fueron las grandes actoras económicas y sociales. La pregunta que requiere explicación para este periodo es por qué no ocurrió lo mismo en el plano político. Y secundariamente, ¿por qué con el tiempo fueron perdiendo ese protagonismo económico?
–¿Cómo se explica eso?
–Parte de la explicación radica en el rol jugado por los exiliados al reivindicar el sesgo machista de la ilustración a la paraguaya que introdujeron con la Constitución de 1870, que si bien negaba distinciones de raza, educación o bienes, excluía la participación femenina en la práctica cotidiana de la política, precisamente cuando la gran mayoría de la población paraguaya de la posguerra estaba constituida por mujeres.
–¿Pero tenían las mujeres algún tipo de poder en aquel tiempo?
–Las mujeres no se sometieron simplemente a un orden masculino, ejercieron poder desde espacios privados como el ámbito doméstico, por ejemplo, pero claramente fueron invisibilizadas del escenario político en un contexto en el cual uno podría incluso haberse imaginado una sociedad “amazónica” a la paraguaya, si se quiere, dada la gran mayoría femenina de la población de la posguerra.
–La venta de las tierras públicas sigue siendo uno de los puntos álgidos de la historia paraguaya: ¿qué ocurrió con dichas ventas?
–Todas las tierras del país fueron a subasta pública en dos operaciones, una en 1883 y otra en 1885, en ambos casos bajo la presidencia de Caballero, aunque las ventas seguirían durante la gestión de Escobar, y las consecuencias se sentirían hasta nuestros días inclusive.
–¿Qué ocurrió?
–Las tierras fiscales fueron puestas al alcance de los actores privados. Lo que pasó finalmente fue que personas primero y luego grupos inversores internacionales se quedaron con la mayor parte de las tierras del país. Con esto se internacionalizó la economía paraguaya y los grandes grupos económicos, los Casado, los Barthe, La Industrial Paraguaya, etc., se hicieron dueños de la mayor cantidad de tierras de la República. En este caso, como en el caso de los empréstitos, actores inescrupulosos, políticos y económicos, amasaron inmensos bienes públicos sin el necesario consentimiento del pueblo paraguayo.
–La venta de tierras públicas ¿trajo beneficios para el país?
–Por un lado, creó una burbuja económica ya que los ingresos de las ventas, fundamentalmente a instancias de los grupos políticos dominantes, se esparcieron en el país al menos como consumo, generando una demanda laboral artificial que fue reflejada en el auge de la construcción en Asunción a fines de los años 1880 y principios de los años 1890. Por otro lado, como dijeron los críticos más radicales de esta medida tales como Carlos Pastore, la venta de tierras públicas institucionalizó el latifundio en el Paraguay y expulsó a los campesinos paraguayos de las tierras que explotaban, en muchos casos propiedades no reclamadas o supuestamente propiedades fiscales. En el largo plazo, estos grupos económicos llegados al país con la venta de tierras públicas generarían beneficios económicos pero todo ello a espaldas del gobierno y a espaldas del país. Tanto los enfrentamientos como las alianzas políticas de fines del siglo XIX y más explícitamente, de principios de siglo XX, serían entre los actores políticos y los gigantescos conglomerados económicos internacionales que llegaron al país atraídos por las tierras fiscales.
–Por último, ¿cómo se encontraba nuestro país a comienzos del siglo XX?
–Era otro país muy distinto de aquel heredado de la posguerra. En esto los gobiernos colorados tuvieron mucho mérito al devolverle al país una fisionomía política más reconocible y al devolverle una estructura de gobierno limitada seguramente, pero también capaz de administrar mínimamente el país. En lo social también era otro. La población se había triplicado, yendo de poco más de 200.000 a aproximadamente 600.000 en tres décadas, con un componente de inmigrantes pequeño pero dinámico. En lo económico era un país internacionalizado, con capitales transnacionales operando al margen de la acción del Estado paraguayo. Algo que con el tiempo se convertiría en un obstáculo constante para la articulación de políticas de Estado autónomas.
29 de Mayo de 2010 - Fuente: www.abc.com.py
29 de Mayo de 2010 - Fuente: www.abc.com.py
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