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viernes, 30 de julio de 2010

MARIANO ANTONIO MOLAS - DESCRIPCIÓN HISTÓRICA DE LA ANTIGUA PROVINCIA DEL PARAGUAY / Edición digital: BIBLIOTECA VIRTAL DEL PARAGUAY


DESCRIPCIÓN HISTÓRICA
DE LA ANTIGUA PROVINCIA
DEL PARAGUAY.
Autor: MARIANO ANTONIO MOLAS
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Prefacio y notas de
OSCAR FERREIRO
Tercera edición,
EDICIONES NIZZA
Asunción - Paraguay, 1957.
Versión digital (pdf):
INDICE:
Aclaración
Introducción
Carta-introducción a la primera edición
I. Descripción geográfica
II. Población y pueblos. Clima y orografía
III. La lucha con el indio
IV. Agricultura y alimentación
V. La Dictadura
VI. Maderas y yerba-mate
VII. Comercio exterior
VIII. La Fauna
IX. La Independencia
X. El Congreso del 24 de Julio
XI. Paraguarí y Tacuarí
XII. Negociación Belgrano - Cabañas
XIII. La Revolución del 14 y 15 de Mayo
XIV. El Congreso del 17 de Junio
XV. La Nota del 20 de Julio a Buenos Aires

ACLARACION
Damos esta edición respetando la versión original del libro de Molas, publicada en 1868 en la ciudad de Buenos Aires.
Para facilitar la lectura hemos dividido la obra en quince capítulos, colocando asimismo algunos subtítulos.
Suprimimos el apéndice de la edición original que trae documentos que han sido publicados en muchas obras. Respecto al "Clamor de un Paraguayo", por muchas razones, creemos que no pertenece a Molas.
Don Angel Justiniano Carranza en sus notas a Molas ha incurrido en bastantes errores e inexactitudes. Las salvamos bajo el acápite de: notas de la tercera edición.

INTRODUCCIÓN

Se da hoy a la estampa una nueva edición de la Descripción de la Antigua Provincia del Paraguay, la única obra nacional que ha quedado del período dictatorial 1814-1840.
Su autor, Mariano Antonio Molas, nació en Asunción el 5 de setiembre de 1780. Sus padres fueron Pedro José Molas y María Ursula de la Costa. Hizo sus primeros estudios en esta ciudad y en la de Buenos Aires a donde se trasladó muy joven. Allí se incorporó al importante estudio del doctor Juan José Castelli. Regresó al país en vísperas de los sucesos de Mayo.
Amigo y compañero de los jefes de la revolución del 14 y 15 de mayo unió a ellos su destino. En el congreso del 17 de junio tuvo actuación brillante; fue en dicha asamblea vocero de los patriotas. Propugnó la constitución de la Primera Junta, lanzó la idea de la confederación y sostuvo "que cualquier americano de nacimiento pudiere ocupar cargos públicos en el Paraguay". Su voto fue compartido por la casi unanimidad de los representantes.
Fue amigo político del Dr. Francia y actuó a su lado de 1811 hasta 1816. En el congreso de 1813 apoyó el nombre de Francia para el Consulado, y en el de 1814 para la dictadura temporal. Dos años más tarde, en la asamblea de 1816, se opuso a la dictadura perpetua, y desde entonces se separó de su antiguo correligionario.
Se retiró a la vida privada consagrándose a la tarea profesional. Intervino en muchos pleitos y procesos. Fue el abogado de los señores Berges y Flota, acaudalados comerciantes españoles procesados por el Dictador. En 1828 se hizo cargo de la defensa del joven Urdapilleta, acusado de homicidio casual. El Dr. Francia lo acusó de haber falseado pruebas del sumario y lo mandó detener.
Permaneció en la prisión doce años; consagróse durante ellos al estudio y a las traducciones del francés. En 1838 y 1839 preparó los originales de la Descripción Esta obra es de valor por los innumerables y ciertos datos – muchos de ellos sacados del informe del gobernador Alós y de las obras de Azara – que ofrece sobre nuestro país, su tierra, sus ríos, sus costumbres, sus riquezas.
Infelizmente Molas no tocó sino muy de paso acontecimientos como la revolución del 14 y 15 de mayo, en los cuales fue actor o los vivió de cerca. Pero a pesar de ello su libro es rico en datos y recuerdos de una época de la cual han quedado muy escasos testimonios.
A la muerte del Dictador en 1840, Molas recuperó la libertad. Poco tiempo después se trasladó a vivir a la Villa de Pilar, y allí falleció en 1844, dejando a sus hijos y a sus conciudadanos, como única herencia, las páginas de la Descripción Histórica de la Antigua Provincia del Paraguay.

CARTA - INTRODUCCION A LA PRIMERA EDICIÓN
Señores doctores Vicente G. Quesada y Miguel Navarro Viola.
Amigos y compañeros:
Notando con placer que hace mucho tiempo que en la Sección de Historia de la importante publicación que regentan, sólo aparecen trabajos inéditos, y cada vez más empeñado en su mejor éxito acompaño ahora ese manuscrito de mi colección, que tiene por título – "Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay" para que si ustedes lo juzgan de interés, le den cabida en las páginas, de la "La Revista de Buenos Aires" que con laudable ahínco (y unánime aplauso de los argentinos), acopia preciosos datos que el historiador futuro tendrá necesariamente que consultar.
Este trabajo, debido a la pluma del ciudadano paraguayo Mariano Antonio Molas, fue compuesto en la mazmorra en que le sumió por largos años el bárbaro Francia, y a pesar de su concisión (lo que lo hace adaptable a la índole del enunciado periódico), entra en algunos detalles interesantes sobre la revolución pacífica que se operó en el Paraguay contra las autoridades reales, la noche del 14 de mayo de 1811.
El señor Luciano Recalde, tomó una copia del original con el objeto de que se insertara en las columnas de "El Grito Paraguayo", el cual apenas logró registrar algunos fragmentos: de consiguiente, casi en su totalidad es enteramente nuevo.
Mi idea primitiva fue anotarlo con detención. Mas las tareas de la profesión por una parte y el deseo de que no se pierda el momento oportuno de su publicación por otra, me han hecho renunciar mi plan, dejándole únicamente las acotaciones que le puse al recorrerlo en años anteriores, pero sin alterar no obstante su originalidad.
Molas, nació en la Asunción por el año 1787. Hizo sus estudios en Buenos Aires y practicó el derecho con nuestro famoso doctor Castelli.
Imbuido en las nuevas ideas que hicieron germinar las invasiones inglesas, a su regreso al Paraguay, se enlazó en la conocida familia de Montiel y desde entonces tomó parte en la cosa pública a punto de haber sido uno de los que colaboró con más entusiasmo desde la primera aurora de la revolución.
En el congreso celebrado en la ciudad de su nacimiento el 18 de junio de 1811, se mandó tener por acuerdo y determinación de aquella soberana asamblea, su voto porque se separase del gobierno al coronel D. Bernardo de Velazco y demás empleados españoles, por su vergonzosa conducta en Paraguarí, debiendo ser subrogado aquél, por una junta gubernativa compuesta de cinco individuos y un secretario.
En el seno de aquella asamblea popular se levantó su voz decidida y enérgica, pidiendo la unión con Buenos Aires y la abolición del impuesto que con el nombre de sisa y arbitrios se cobraba entonces sobre la yerba mate.
El tribuno de 1811, durante la dictadura sombría del doctor Francia, rinde servicios de importancia a la humanidad afligida por aquel monstruo.
Aun recuerdan los habitantes de Asunción al caloroso defensor de la inocencia de los señores Berges y Flotá cuya ruina había jurado el dictador.
Confinados en un calabozo húmedo y mortífero, era allí donde iba el animoso Molas a tomar datos para la confección de su defensa. Nadie podrá hacerse una idea aproximada de lo que valía este paso en aquella época de sangre y de luto.
Empero, los sacrificios del generoso abogado en pro de sus protegidos no se esterilizaron y bien pronto los vio compensados cuando aquellos infelices españoles fueron devueltos a la luz y a su familia.
El malvado Francia, para quien la honradez ni la virtud misma, eran vallas suficientes para detener el ímpetu de su ira, no respetó las luces ni las canas de Molas, y muy luego, con motivo de la defensa que intentó hacer de los señores Urdapilleta en el proceso que se les seguía por un homicidio casual, lo redujo a prisión en la que permaneció hasta el fallecimiento del dictador acaecido el domingo 20 de setiembre de 1840, circunstancia que libró a aquéllos de una muerte segura.
Sin embargo, ni sus honorables antecedentes ni sus dilatados servicios bastaron para sustraerlo al olvido, y al finalizar el año de 1844, doblaba su cabeza sobre el sepulcro, pobre y oscurecido, sin dejar en la tierra sino las hojas dispersas de este libro que recogidas por una mano piadosa si logra ver la luz pública, será como la única herencia del peregrino que cerró sus ojos pensando en la patria y maldiciendo su fatal estrella.
Hecha esta digresión con el propósito de introducir al historiador paraguayo, concluiré felicitando a ustedes con todas las veras del corazón por el brillante porvenir de La Revista que al propio tiempo que da gloria y crédito a sus directores, honra al país en el exterior, haciendo conocer el estado aventajado que alcanzan las bellas letras entre nosotros.
Queda de Uds., etc.
Angel. J. Carranza
Diciembre, 1865

I – DESCRIPCION GEOGRAFICA

La Provincia del Paraguay, antes capital del Río de la Plata, se dividió en el año 1620, quedando ambos gobiernos independientes hasta el establecimiento del Virreinato de Buenos Aires. El nombre de la capital de esta Provincia es el de la Asunción, patrona titular, y se halla a los 25º 16’ y 40".
Fue poblada esta ciudad por don Juan de Salazar y Espinosa el año 1537 (1), siendo sus primeros descubridores, pacificadores y pobladores de los más nobles y distinguidos de España.
Su iglesia fue erigida en la catedral en el año de 1547, por bula de la Santidad de Paulo 3º. En 304 años que subsiste su obispado ha tenido con el Ilustrísimo Señor Fray Pedro García de Panés, franciscano, andaluz (que falleció el día 14 de octubre de 1838, de 81 años de edad y 30 de episcopado, siendo depositado su cadáver en la Catedral), el número de 35 obispos, de los cuales aunque 18 jamás se posesionaron ni gobernaron, los otros 17 la rigieron con celo y espíritu apostólico. Se han celebrado en ella dos famosos Sínodos por los Ilustrísimos Señores Fray Martín Ignacio de Loyola, franciscano, sobrino del gran patriarca Loyola: el primero, el año de 1603 y el segundo el de 1631 por el Ilustrísimo Señor Fray Cristóbal de Aresti, benedictino, decimocuarto obispo de esta diócesis; pero de los dos no existen más que algunos fragmentos del primero, habiendo corrido la misma suerte la Instrucción de Confesores, sabia, docta y prudente, formada por el vigilante celo de dicho señor Loyola con arreglo a las locales circunstancias de este país.
Se comprende esta provincia entre los 20º y 27’ de latitud austral, y entre los ríos Paraná y Paraguay por lo que corresponde a la longitud geográfica. Sus límites, empezando en la confluencia de ambos ríos siguen la medianía del Paraná hasta que se le incorpora el río Ygarupá poco al occidente del pueblo Candelaria y continúan por el dicho Ygarupá hasta unírsele el río Guazupisoró [1] y por éste hasta su origen que se halla en la lomada más alta que sigue desde el pueblo Santa Ana para el sur y de aquí por lo más alto de las tierras que median entre el Paraná y Uruguay hasta donde encabezan los ríos Pepirí y San Antonio, bajando por este hasta el río Yguazú [2] o Curitiba, y por este al Paraná, siguiendo arriba hasta el Salto Grande, llamado del Guayrá [Guairá]; de aquí entran por el río Igatimi hasta su origen y de allí hasta el río Paraguay.
Los referidos linderos son, por la parte Sudeste y Norte: por el Occidente no hay límite asignado y como hasta ahora carece de posesiones radicales en el gran Chaco, puede tenerse por actual límite al río Paraguay. Confina esta provincia desde la confluencia de los ríos Paraná y Paraguay hasta pasado el pueblo Ytatí con el distrito de Corrientes; y desde allí adonde encabezan los ríos Pepirí y San Antonio, con los pueblos de Misiones de la Intendencia de Buenos Aires en el gobierno Español, que ahora están destruidos. Los demás confines hasta el río Paraguay, esto es por el Este y Norte, son de portugueses, pero respecto a esto no hay señalado ni demarcado lindero fijo al Norte.
El río Paraguay, primitivo y verdadero Río de la Plata, nace a los 14º 20’ latitud austral, de una sierra llamada del Paraguay, donde se hallan algunas minas de los portugueses; su curso es al sur, y el más bien acondicionado del mundo, porque desde la latitud de 16º 15’ hasta la de 27º 24’ en que desemboca en el Paraná perdiendo su nombre, no tiene catarata ni arrecife que embarace su navegación. Su álveo es unido y profundo, y su caudal según experiencias hechas en esta capital, compone 26 Pó (río de Italia), suponiendo a este en el estado en que hizo las experiencias Riccioli; y al del Paraguay en el estado más pobre y bajo que se ha visto desde que hay memoria en los ancianos, y en que sólo fluía en cada hora 212.281.607 pies cúbicos franceses de agua que pesa cada uno 70 libras.
El río Paraná, nace a los 17º de latitud austral, en la jurisdicción de la ciudad de Mariana; corre al principio al Oeste, luego tuerce al Sur hasta el pueblo de Candelaria, en que vuelve al Oeste hasta unirse al Paraguay, y de allí sigue al Sur hasta desembocar en el Océano. Aunque su cauce es angosto y profundo hasta Candelaria, en adelante es dilatado y lleno de innumerables islas y grandes bancos de arena que dificultan su navegación.
Tiene un arrecife que llaman el Salto, frente al pueblo de San Cosme, que lo suben las embarcaciones en las crecientes medias; hay otro mayor y más famoso en 24º 4 ½' de latitud, que es intransitable, por cuyo motivo la navegación de este río es más expuesta que la del anterior, y sólo se prolonga hasta los montes llamados Tacurupucú [3] donde, se ven las ruinas del pueblo de Loreto, que se trasladó abajo a la banda del Sur del Paraná. No se puede dar una idea del caudal de este río, pero seguramente compone muchos ríos como el del Paraguay.

LA CAPITAL Y LAS VILLAS
La situación de esta ciudad de la Asunción, es sumamente desigual y trabajosa por razón de que su piso es muy arenoso: está lleno de zanjas que vienen de los suburbios y tienen arruinados muchos edificios, no siendo menos los que ha causado el mismo río en sus desbordes, como sucedió con la primera Iglesia Catedral, que estaba edificada en donde ahora es Lucha, y con el antiguo convento e iglesia de franciscanos, cuyas ruinas apenas se distinguen en el barrio que llaman de Sanguinas, sobre la ribera, y si los Jesuitas no hubiesen hecho la muralla al Costado de su colegio, ni sus ruinas se vieran hoy.
En la presente época de 1840, está la ciudad mejor edificada y ordenada, bien que en perjuicio de muchos de sus vecinos propietarios antiguos a quienes se les derribaron sus casas y se les despojaron de sus sitios y solares sin compensación alguna: tiene calles rectificadas de Sur a Norte, y de Este a Oeste, de que antes carecía pues no tenía más que callejones zanjosos y una sola calle principal tortuosa que salía al campo; pero si no se levanta una fuerte muralla a lo largo de la ribera, volverían a zanjarse las calles que bajan al río, como ya se esta experimentando con los rapidísimos raudales que vienen de arriba o de los suburbios de la parte Sur.
Se comprenden dentro de esta provincia siete villas de numeroso vecindario. Primera, la villa intitulada San Isidro de Curuguatí [Curuguaty]. La fundación de ella en el lugar donde ahora está, que es la tercera, se aprobó por real cédula dada en San Lorenzo en 31 de Agosto de 1721 y está a 24º 28’ y 21". En su primera fundación en el Guairá por los conquistadores españoles, se denominaba Ciudad Real del Guairá. (Véase la "Historia Argentina" de Ruy Díaz de Guzmán.)
La segunda, es Villa Rica del Espíritu Santo. Está a 25º 49’ 21" según el paraje donde hoy se halla, con real aprobación en virtud de Real cédula dada en Buen-Retiro en 12 de Marzo de 1701, en el lugar llamado Ibitiruzú [Ybytyruzú] a donde se mudó el año de 1682 del paraje nombrado Espinillo, en que se pobló segunda vez, trasladada del Guairá, sitio de su primera fundación por los conquistadores españoles, y cuyo territorio lo desampararon conservando la denominación gentílica o nacional de Guaireños, por haberlo desolado los Mamelucos de San Pablo con cuatro pueblos de indios originarios de encomiendas. (Véase la historia del Deán Funes).
La tercera, denominada Villa Real de la Concepción, fundada por el gobernador D. Agustín Fernando de Pinedo, que después pasó a ser presidente de Charcas. Ocurrida la Independencia de la América de la denominación de España, se le dio sólo el título de Villa de la Concepción. Dista de la Asunción 80 leguas y está situada sobre el río Paraguay aguas arriba a los 23º y 32’. Su territorio por ahora se extiende al Norte hasta el río Apa: al Sur hasta Ipané [Ypané] y al Este hasta las Cordilleras que dividen las tierras desiertas del Paraná. Fue fundada el año de 1772 con gente forzada, pero a poco tiempo se aumentó su población de tal manera, que llegó a ser el emporio del Paraguay.
El rápido adelantamiento de sus primeros pobladores, la fertilidad de sus terrenos, la fecundidad de sus hermosos campos, y la abundancia de sus muchas y apreciables producciones, atrajeron la concurrencia de las gentes que volaron a multiplicar su vecindario, estableciéndose en ella con sus familias y haciendas, no sólo de los paraguayos pobres y pudientes, sino también de los europeos, y de los demás naturales de las Provincias del Río de la Plata. El incremento progresivo del tráfico de su comercio, principalmente en el ramo de la yerba mate la hizo célebre y rica, hasta que el dictador Francia cerró nuestro comercio y comunicaciones con las Provincias de abajo, privando enteramente la navegación y extracción de los frutos y demás artículos de comercio del país, con la bárbara idea de empobrecernos para esclavizarnos.
De esta anti-política conducta del Gobierno, resultó la ruina de aquel comercio y de los vecinos de la Villa que quedaron pobres por las frecuentes irrupciones y robos que ejecutaron en sus ganados los Bayaes [4] asociados con los Portugueses de Guachie desde el año de 1813, dejando despoblado de sus opulentas estancias y de habitantes, muertos por dichos indios, todo el territorio de entre los dos ríos Apa y Aquidabánigui, reduciéndose su población hasta la banda Norte de este río.
La 4º es San Pedro de Ycuamandiyú [5] (pozo de algodón), situada sobre una lomada alta y despejada, a 44 cuerdas (2) al norte del río Jejuy [Jejuí], y 4 o 5 leguas del río Paraguay. Su territorio al Norte, llega hasta el río Ypane que lo divide de Concepción: al Este hasta las Cordilleras: al Sur el expresado río Jejuy [Jejuí] [6], en que entran embarcaciones pequeñas a conducir las producciones de esta villa hasta su desembocadura en el río Paraguay donde quedan los buques de mayor porte a recibir los cargamentos de yerba, de miel de caña, que se cosecha con abundancia y otros artículos de agricultura, para lo que son feraces sus terrenos así como fecundos sus campos en ganado.
La villa de Ycuamandiyú, la fundó Don N. Ferreira, natural del Paraguay, con otros paisanos que voluntariamente quisieron acompañarle con sus familias en tiempo que D. Pedro Melo de Portugal gobernaba a esta Provincia por los años 1780. Dista de la Asunción 50 leguas.
La quinta, es la villa del Rosario de Cuarepotí. Está situada sobre la orilla oriental del Río Paraguay, a los 24º 23’ y 25" en distancia de treinta cuadras del dicho río y 35 leguas de la Asunción. Su territorio al Norte llega hasta el río Jejuy [Jejuí], que lo divide de Ycuamandiyú: al sur hasta el río Manduvirá [Manduvirâ]: al este hasta el estero Aguapei [Aguapey], que es el límite de Curuguatí [Curuguaty].
La 6ª es Villa Franca o de Remolinos, fundada por el gobernador D. Agustín Fernando de Pinedo sobre el río Paraguay a distancia de 34 leguas de la Asunción en la costa abajo; la cual de resultas de haberse anegado en una inundación que hubo el año 1825 de los campos de costa abajo a causa de las exorbitantes crecientes de las lagunas de Igpoá [Ypoá], Caañabé, Susubii [Suruviy], y Tevicuarí [Tebicuary], se trasladó al paraje nombrado Los Yesos 2 ½ leguas más abajo de la primitiva población: desde entonces se le intituló Villa Franca. Su distrito al sur llega hasta Tevicuarí [Tebicuary]: al este hasta el río Negro que nace en la laguna Ygpoá [Ypoá] y desagua en Tevicuarí [Tebicuary]: al norte el paraje nombrado Zanjita, que es el divisorio del partido del Saladillo, cuya jurisdicción a norte se extiende hasta el río Surubii [Suruviy] límite divisorio del territorio de la Villeta. Los terrenos en Villa Franca son fértiles en frutos de agricultura: producen mucho algodón, caña dulce, maíz, mandioca, etc.; son también fecundos para la cría de ganados: pero expuestos a perecer de inundaciones como sucedió en la que hubo el año de 1825 ya recordado.
La 7ª es la Villa del Pilar de Neembucú que está a los 27º 52’ 2" sobre el río Paraguay y Neembucú, que nace de los grandes esteros de Neembucú y Yacaré y desagua en el del Paraguay, en cuya confluencia está situada dicha Villa. Fue fundada por el gobernador D. Pedro Melo de Portugal por los años 1780 a 1781 con gente voluntaria a distancia de 50 leguas de la Asunción. Confina con Corrientes, y la divide de aquella comarca el gran río Paraná que dista del Pilar 20 leguas poco más o menos. Sus límites al Norte, el río Tevicuarí [Tebicuary], al nordeste el Río Aguarai [Aguaray] y al este confina con los terrenos del Pueblo de San Ignacio-Guazú.
Tiene la Villa del Pilar un comandante militar. El cuerpo municipal se compone de 2 alcaldes ordinarios y un síndico procurador del común, un defensor de pobres y otro de menores. Sus campos en su mayor parte son bajos y nemorosos. Son fecundos en ganado vacuno, equino y lanar. Sus campiñas fértiles en frutos de agricultura. Su principal ramo de comercio consiste en maderas de construcciones y en palmas de que abunda.
Se contienen dentro de sus límites, seis curatos, a saber: el de la Villa, el de San Juan Bautista, el de Guazú-cuá, el de Laureles, el de Yebebiri [Yabebyry] en la costa arriba del Paraná donde la Villa del Pilar confina con los Pueblos de Santiago y San Cosme, y el 6º es el de Pedro González que antes correspondía a la jurisdicción de Corrientes, y después de la emancipación de la América de la dominación española, en virtud del tratado solemne celebrado por el gobierno del Paraguay el 12 de Octubre de 1811 con el de Buenos Aires, se declaró expresamente que siendo límite divisorio entre Paraguay y Corrientes el lecho del Paraná, el partido de Pedro González pertenecía a la Villa del Pilar como parte integrante de su territorio. A los primeros pobladores del Pilar se les asignaron solares en propiedad y se les repartieron los campos por merced para estancias de ganados. Desde el establecimiento de esta Villa cesaron las frecuentes invasiones de los indios del Chaco, que antes se internaban hasta los pueblos de San Ignacio, Santa María, y el partido de Quiquió [Quyquyhó]y Quindi [Quiindy], y robaban a su salvo, teniendo a los vecinos en continuas alarmas.

II – POBLACION Y PUEBLOS. CLIMA Y OROGRAFIA

En la provincia del Paraguay, se comprenden tres pueblos de mulatos libres, y 14 de indios; estos son los siguientes:
1 El pueblo de Ypane, trasladado del territorio de la Villa Real al paraje donde hoy se halla, a los grados 25º 27’ 44"
2 Guarambaré, trasladado también V. Real 25º 29’ 48"
3 El pueblo Itá, originario del lugar donde se halla. 25º 30’ 30"
4 Yaguaron, trasladado de la Cordillerita 25º 33’ 20"
5 San Lorenzo de los Altos, trasladado de Tapua 25º 16’ 6"
6 Atirá [Atyrá], trasladado del territorio de Villa Real 25º 16’ 45"
7 Tobatí, que primero estuvo sobre el río Tobatirí 25º 16’ 16’*
8 Itapé, que primero estuvo donde ahora está Atirá [Atyrá]. 25º 51’ 59"
9 Caazapá, reducción y fundación de Fray Luis de Bolaños 26º 9’ 54"
10 Yutí [Yuty], reducción y fundación del mismo Fray Luis Bolaños 26º 36’ 5"
11 San Juan Nepomuceno de los Charabanás transmigrados voluntariamente de los territorios portugueses, por los años de 1798; fundado por Don Lázaro de Rivera, gobernador entonces del Paraguay 26º
12 San Joaquín, pueblo de los Jesuitas antiguos 25º 1’ 47"
13 San Estanislao, fundación moderna de los Jesuitas 24º 38’ 31"
14 Nuestra Señora de Belén sobre el río Ypané a la banda del norte distancia de 5 leguas de Concepción; fue el último pueblo que fundaron los Jesuitas con algunos indios de los pueblos de Misiones a los que se agregaron otros indios Tape fugitivos.

En todos los expresados, hay un doctrinero con el titulo de cura, extendiéndose su ministerio pastoral a administrar los sacramentos y el pasto Espiritual de la palabra a los arrendatarios de las tierras de los pueblos con los que se forma una feligresía medianamente pingüe. Estos feligreses foráneos, pagan congrua al cura a que se ha dado el nombre de primicias, fuera de los derechos u obtenciones parroquiales de entierros, casamientos, bautismos, sermones y misas; a excepción de los indios que nada en particular pagan, sino que el pueblo, de las cajas de comunidad, les satisface o debe satisfacer la cantidad de 100 pesos anuales, fuera de los sermones (aún que sin fruto) que llegan a predicar en las festividades de los Santos Patrones del pueblo y en Semana Santa, por los cuales se les paga aparte: bien que son pocos o muy raros los sermones que oyen los indios en sus pueblos, siendo la predicación el primer deber del cura, como sucesores de los {12} discípulos de Jesucristo; pero es a lo que menos atiende el doctrinero. Los 100 pesos que en calidad de sueldo se le paga se llama sínodo: además se le pone un indio chacarero, una cocinera, una lavandera y un joven que le sirva, suministrándole los alimentos sibarios.
Fuera de los referidos pueblos y con motivo del establecimiento de las ocho Intendencias en que se dividió el Virreinato de Buenos Aires, el año de 1782, se agregaron a estas del Paraguay trece pueblos de las Misiones ex- jesuitas que se comprendían en el distrito de su obispado, de acá y allende del río Paraná, y son los siguientes:
1 San Ignacio Guazú, que primero estuvo en la costa del Paraná, y se trasladó al lugar en que ahora está a los grados 26º 5’ 25"
2 Santa María de Fe, trasladado de los Itatines, jurisdicción de Jerez 26º 45' 12''
3 Santa Rosa, colonia dé Santa María 26º 53' 9''
4 Santiago, trasladado de los Itatines del territorio de Jerez 27º 8' 40''
5 San Cosme, trasladado de la otra banda del Paraná, donde estuvo primero a dos leguas de Candelaria arriba 27º 18' 55''
6 El pueblo de Itapua, originario 26º 20' 16''
7 El pueblo de Jesús, trasladado de las costas del río Mondaí [Monday] 27º 2' 35''
8 Santísima Trinidad, colonia de S. Carlos 27º 2' 35''
Los restantes cinco pueblos de allende el Paraná son los siguientes, pero están destruidos y no se ven más que sus ruinas y escombros:
9 Candelaria, trasladada de Curuguatí [Curuguaty] 27º 26' 47''
10 Santa Ana 27º 23' 45''
11 Loreto, trasladado del Tacurupucú o del Guairá 27º 19' 28''
12 San Ignacio-mirí, trasladado del Guairá 27º 14' 52''
13 El pueblo de Corpus, colonia del pueblo Itapúa 27º 7’ 25"

PUEBLOS DE MULATOS
1. El de la Emboscada, arriba de la Cordillera, sobre el río Paraguay, fundado por el gobernador don Rafael de la Moneda, por los años de 1741 a 1742 con mulatos libres: desde su fundación cesaron los Bayaes [Mbayáes] de invadir esta provincia.
2. El de Areguá, sobre la laguna Ypacaraí, que estaba a cargo y servicio de los religiosos Mercedarios, que mantenían allí un capellán y chacarero, de que subsistían.
3. El de Tabapí [Tavapy] que en su mayor parte se componía de esclavatura perteneciente y propia de la comunidad religiosa de los Dominicos: ésta poseía en propiedad los campos que los circundan en que mantenían una opulenta estancia de ganados y una multitud de arrendatarios que pagaban a la comunidad arrendamientos anuales. El pueblo estaba a cargo de un religioso capellán; éste era el gobernador y administrador de sus temporalidades, pero dependiente del Prior de la orden.
El año de 1820 con motivo de la extinción de las instituciones o comunidades religiosas, se secuestraron todos los bienes de ellas, y se aplicaron al Estado, secularizándose sus individuos. De estos tres pueblos, sólo el de la Emboscada tiene Cura propio con feligresía foránea que se compone de los arrendatarios. El de Areguá se comprende en la feligresía de Itahuguá [Itaguá], y el de Tabapí [Tavapy] en la de Carapeguá.

LAS PARROQUIAS
Fuera de los antedichos pueblos de indios, que cada uno tiene su cura doctrinero con feligresía foránea compuesta de pardos y blancos, hay en la provincia 55 parroquias, inclusas las tres de la Capital, de numerosa feligresía; de manera que agregadas aquéllas a éstas, contiene el obispado del Paraguay 78 parroquias y son las siguientes:

DE LA COSTA ABAJO
1. La Catedral.
2. La Anunciación o Encarnación del hijo de Dios, que antes fue Iglesia de los Dominicos, y con la extinción de las comunidades religiosas, se trasladó a ella e sagrario del antiguo templo de la Encarnación, que se derribó con motivo de la rectificación de calles.
3. San Roque.
4. La Recoleta erigida en curato por el Dictador Francia.
5. Lambaré.
6. Ñembi [Ñemby] o Frontera.
7. Villeta.
8. Saladillo.
9. Villafranca o Remolinos.
10. El Pilar o Ñeembucú.
11. Pedro González.
12. Laureles.
13. San Juan Bautista.
14. Guazucuá.
15. Yabebirí [Yabebyry].
16. San Lorenzo del Campo Grande, hacienda que fue de los Jesuitas.
17. Capiatá, parroquia antigua.
18. Itahuguá [Itaguá].
19. Pirayú o Capilla de Gayoso.
20. Paraguary [Paraguarí], erigido en convento después de a expulsión de los Jesuitas cuya hacienda fue.
21. Ibicuy [Ybycuí].
22. Quiquihó.
23. Mbuyapei [Mbuyapey].
24. Carapeguá.
25. Acahay.
26. San Lorenzo de Quiindi [Quiindy].
27. Caápucú [Caapucú].
28. Ibitimí [Ybytimí].
29. Villa-Rica.
30. Acanguazú o Capilla de Borja
31. Hiati.
32. San Pedro, sucursal de Bobí.
33. Cangó o Bobí.

DE LA COSTA ARRIBA
34. Luque
35. Tapua o Limpio
36. Caacupé o Capilla de los Milagros
37. Piribebuy o Capilla Guazú
38. Barrero grande, San Roque en la Cordillera
39. Caraguatai [Caraguatay] de la cordillera
40. Urundei [Urunde’y] o Capilla de Duarte
41. Carihí, capilla de San José de los Arroyos
42. Los Ajos
43. Yhú
44. Carimbatai
45. Villa de Curuguatí [Curuguaty]
46. Cuarepoti
47. San José de Yetití [Yetyty]
48. Ytacurubí [Itacurubí]
49. Capilla, de Valenzuela en los Naranjos
50. Villa de Icuamandiyú [Ycuamandyyú] [Ver nota Ed. Dig. 5]
51. Lima
52. Tacuati
53. Villa de Concepción
54. Yhú
55. Horqueta
Cada Parroquia de las expresadas, se considera ya un Partido, aunque en rigor no debe llamarse tal según el espíritu de las leyes; pero cada una tiene un juez comisionado del go-..... ta [7] la cantidad de cincuenta pesos en lo civil, y en lo criminal instruir sumarios, aprehender reos, remitirlos al juzgado que corresponda y cuidar que los vecinos cultiven sus tierras; extendiéndose también su jurisdicción a perseguir a los vagos y mal entretenidos. Los tales partidos comprenden bajo de otros diferentes, valles y cañadas pobladas, agregadas a cada uno de los curatos referidos.

CLIMA
El temperamento de los terrenos que se comprenden en la jurisdicción y territorio del Paraguay, es benigno y suave como lo comprueba la general sanidad de sus moradores, causa porque muchas familias principales habitan en sus haciendas de campo.
En toda la comprensión de la cordillera es donde se goza de más salud, porque los vientos y aires corren allí más puros y con más desembarazo, y las aguas son más saludables tanto para el beber como para el baño. La cruzan y riegan cristalinos arroyos, grandes y perennes que fertilizan sus campiñas.
Empieza la cordillera desde el río Paraguay, paraje nombrado Arecutacuá, sigue al Sur hasta Paraguay donde se halla el célebre cerro de Sto. Tomás, llamado así por un salón cuadrilongo y aposento que hay en el medio del cerro, obra de la naturaleza, del cual se dice y por una tradición constante trasmitida de los indígenas a los conquistadores de esta vasta región, se cree que fue la habitación del Apóstol Santo Tomás, de quien dieron noticia los indios Tupis del Brasil a los primeros europeos que arribaron a aquellas costas y entraron en sus tierra y vinieron por ellas al Paraguay, haber predicado el Evangelio a sus progenitores y enseñándoles el uso de la yerba mate, a la que los indios que habitan los inmensos montes de los desiertos del Paraná y a quienes les damos la denominación común y genérica de Caiguá en guaraní, llaman Sto. Tomás Caá. De Paraguay tuerce esta misma cordillera, y girando al Este por espacio de 4 leguas hasta el Guaimí-Sapucay, vuelve a girar hacia el Sur hasta el Tebicuarí [Tebicuary], donde termina. Con carretas se sube a ella por cuatro partes, a saber: por el Salado, por Atirá [Atyrá], por Ezcurra y por Guaimí-Sapucay. Para subirla a caballo hay varios pasos. Se divide también desde el camino que entra en Ybicuí y sale al partido de Ibitimí [Ybytimí]: la de la parte del Sur hasta el Tebicuarí [Tebicuary] se denomina Cordillera: en esta hay algunos yerbales en que se elaboran hasta 200 o 300 arrobas de yerba mate.
Se contienen en ellas varios potreros de pasto para invernadas de ganado pero carecen de barrero, y en el verano abunda de sabandijas, por lo que el rejunte de esta estación, se sacan de los potreros los ganados que se han tenido en ellos durante el invierno: la que cae al Norte, es la cordillera grande que divide los campos de Pirayú, que son Bajos y los más amenos de la Provincia. El número de leguas que ocupa la cordillera de Norte a Sur, es decir del Río Paraguay al de Tebicuary debe ser de 46 poco más o menos y su extensión desde su faldas occidentales hasta la cordillera de Terecañi [Terecañy] o de Igatimi [Ygatymí] de 94 aproximadamente.
El número de leguas que ocupa todo el territorio de la Provincia, así lo poblado como lo que no está, y poseen los Indios salvajes, por un cómputo prudencial, asciende a 300 leguas más o menos desde el Paraná, paso de la Candelaria, hasta los establecimientos brasileros o hasta Guachié, aunque estos limítrofes quieren que el río Jejuí sea o sirva de línea divisoria de uno y otro territorio, lo que nunca podrá serlo.
Según la escasa población que se ve desde el Paraná hasta el río Aquidabanigui, hasta donde actualmente llega la de la Concepción, se calcula (por falta de un censo exacto que tendrá la provincia del Paraguay el número de trescientos doce mil habitantes, más o menos. (3)

III – LA LUCHA CON EL INDIO

Como la Provincia está rodeada de indios bárbaros, enemigos irreconciliables nuestros, que con sus frecuentes incursiones y depredaciones la tenían acosada, se cubrieron de guardias o presidios las dos orillas del río, y éstos son:
Costa abajo Oriental
1. Curupaiti [Curupaity].
2. Jumaita [Humaitá]. (4)
3. Tayí [Tajy].
4. Tacuaras.
5. Herradura.
6. Villa Franca.
7. Mortero.
8. Lobato.
9. Ñundiaí.
10. Ibiocá [Ybyocá].
11. Angostura.
12. Villeta.
13. San Antonio.
14. Lambaré.
.
COSTA ARRIBA
15. Castillo.
16. Peñón.
17. Arecutacuá.
18. Mandubirá.
19. Ipitá [Ypytá].
20. Cuarepotí.
21. Potrero-porá [Potrero-põra].
22. Pedernal.
23. El fuerte San Carlos sobre la margen Sur del Apa.

LOS SIGUIENTES A LA BANDA DEL CHACO
El fuerte Formoso.
Orange.
Monte Claro.
Santa Elena. (5)
Con esos presidios o guardias se han contenido los indios del Chaco de invadir a esta provincia, y tal beneficio le debemos al dictador Francia, que ordenó a los oficiales o jefes de dichos fuertes no diesen cuartel a ningún indio que quisiese acercarse; en efecto, muchos de ellos que llegaban, murieron o fueron pasados a cuchillo. El erario nacional en nada contribuyó para estos fuertes.
El temperamento de este país, hablando generalmente, es cálido, pero soportable y sano; la constelación del cielo es suave y benigna. En la Capital no se experimenta mayor frío, que cuando corren los vientos Sur y Sudeste; en igual conformidad es más grato en la campaña en donde no se siente tanto el rigor del calor, como asimismo en los pueblos de Misiones, a excepción de la Villa de Caruguaty, tanto por los casi diarias nieblas, como por estar situada entre montes. (6)

RÍOS Y LAGOS
En toda la extensión de la provincia, no se ven desigualdades de mayor consideración; pero sí muchos bajos y bañados que hacen incómodos los caminos. En la campaña hay multitud de arroyos y lagunas pantanosas, que crecen en tiempo de lluvia, las cuales no se expresan, por no ser permanentes, a excepción de dos lagunas: la llamada Tapaicuá o Iparacai [Ypacaraí], que se halla en los confines del valle Pirayú y tendrá dos leguas de ancho por tres de largo; y cuyo baño es tan saludable para los sifilíticos como la hoja y corteza del Caa-roba [Ka’a rova] o jacarandá, y la de Ipoá [Ypoa], circundada de pantanosos esteros intransitables que la hacen inaccesible; ella viene a ser el depósito de las aguas de Caañabé, y se desagua por el río Negro al Tebicuarí [Tebicuary]. El nombre propio y primitivo de la primera laguna es Tapaicuá, pero se le ha dado común y generalmente la denominación de Ipacaraí [Ypacaraí], que en idioma castellano quiere decir "laguna conjurada", o por el sentido literal la agua bendita; porque entre la gente vulgar corre una antigua noticia, aunque vaga, que el venerable F. Luis de Bolaños, religioso santo de la orden Franciscana, que en tiempos de la conquista predicó el Evangelio a los indígenas gentiles de esta región, los catequizó y redujo a la fe católica, formando pueblos de ellos, de los cuales subsisten dos, a saber: Caazapá y Yuti [Yuty], en los que residía de ordinario hasta que pasó a Buenos Aires, en cuyo convento murió santamente, y se conserva su cadáver embalsamado bajo el altar mayor de aquel templo. El era catalán, y compañero de San Francisco Solano; éste anduvo todo el Perú bajo y alto, predicando el Evangelio, y Bolaños todo el Paraguay; conjuró la dicha laguna Tapaicuá, con motivo de haber anegado a un pueblo de Indios que se hallaba inmediato a ella, y cuyos habitantes se habían encenagado en el pecado nefando, quedándole desde entonces el nombre de Ipacaraí [Ypacaraí]. (7)
Atraviesan la Provincia dos ríos navegables en tiempo de crecientes, además de otros muchos que son menores; el uno es el Jejui (8), fondable desde más allá de Curuguatí [Curuguaty]. Por él bajan de esta Villa jangadas de madera de que abunda, y piraguas de varios portes, cargadas de yerba mate, que es el principal ramo de su comercio, aunque no es de la mejor calidad ni la más apreciable, como la de "Caremá", que está al sur de Curuguatí [Curuguaty], a la banda de allende de los ríos Mondaí [Monday] y Acaraí [Acaray], que después de un largo y rapidísimo curso por inmensas y fragosas montañas desaguan en el Paraná, entre Tacurupucú y el pueblo de Trinidad.
El otro río navegable y mayor que el primero es el Tebicuarí [Tebicuary] (9), que trae su origen del cerro de Villa Rica, llamado Ibitiruzú [Ybytyruzú]; le tributan varios ríos fondables, y después de haber corrido más de cien leguas del este a poniente, entra en el río Paraguay, en el paraje nombrado Tacuaras. En sus crecientes extraordinarias, riega hasta una y más leguas de campaña. Desde más arriba de Yuti [Yuty] salen y navegan por este río grandes jangadas de madera y piraguas cargadas de yerba mate y maderas que se conducían hasta Buenos Aires.
Regularmente en toda la campaña se encuentran fuentes perennes de agua cristalina y saludable de la que usan las gentes, y aun en la ciudad se varía la del río con la de los pozos que los hay permanentes y aseados, y de mejor gusto que la de aquél.

TRIBIS INDÍGENAS
Desde el Paraná hasta las fuentes de Igatimi, costas de Jejuí, inmediaciones de Curuguatí [Curuguaty], San Joaquín y San Estanislao, habitan indios salvajes de diferentes tribus, pero de un mismo idioma con poca variación. Desde las cabeceras de Igatimi poco al occidente, hasta el río Paraguay, está ocupado de los Bayaes-Guazú [8], que tienen su mansión en este territorio, y en el Itapucú, donde hoy está el fuerte Olimpo, en otro tiempo Borbón. Pero desde el año 1813 se retiraron estos indios a Guachié.
Además de esas naciones, que sobre poco más o menos están al Este y Norte, hay otras por el Oeste y banda del Chaco que incomodaban sobremanera, y tenían en continua alarma a la provincia; pero han cesado desde que se erigieron los mencionados cuatro presidios o fuertes del Chaco, donde no se les da cuartel.
La nación Payaguá, que en otro tiempo era de río arriba, habita hoy y tiene su ordinaria mansión sobre la orilla oriental del río, desde el Pilar hasta Concepción, en hordas y aduares, que frecuentemente trasladan de un sitio a otro; estos indios fueron los más traidores y aleves en tiempo de la conquista, y nunca se han dedicado a la agricultura sino a la pesca, cortes de madera para leña, paja y peletería de que proveen a los vecinos de la ciudad a cambio de comestibles, dinero y aguardiente a que son aficionados; se ocupaban también en conducir en sus canoas, a los negociantes a Concepción, en cuyo manejo y construcción están ejercitados y diestros. En estos últimos tiempos se han dedicado asimismo a trabajar en los salinares, y hacen sus cocimientos, y las mujeres en fabricar tiestos, que son más fuertes y durables que los que se trabajan en el pueblo del Itá; pero a pesar del roce y trato diario con los cristianos, se mantienen obstinados en su gentilismo y viciosas costumbres. Son fraudulentos, ladrones y borrachos. (10)
Los Guanáes, vasallos y tributarios, en calidad de esclavos de los Bayáes [Mbaja], habitan en el Chaco, entre las latitudes 22º a 22 ½º. El cacique principal de ellos se llamaba Enijedi; por lo regular tienen guerra con los Layana, que se hallan sobre el paso del río Abbá [Ava], cuyo cacique principal se denominaba Suica, y es la primera toldería de los Cambáes o Napidriguis, que se trasladaron a un pueblito llamado Nicuateguidi, que ellos mismos formaron sobre la boca del Abbá [Ava].
A ésta se sigue otra toldería que se nombra, de los Equiniquinan, a cuyo cacique principal llaman Cabalí, hermanada con la segunda de Echoatadis. La cuarta parcialidad es de los Etilinas, retirada y metida hacia el occidente e inmediata a las reducciones de los Chiquitos; el cacique principal de ellos se intitula Choy.
La última toldería, que en rigor debe llamarse la primera, se denomina de los Nequicaelini, paralela con el pueblo que fue de Nuestra Señora del Refugio de Eguivilichigo, cuyo cacique se llamaba Taraigá.
Por la misma banda occidental del río Paraguay, rumbo al Este, hay una nación a quien los Bayáes [Mbaja] llaman Ninaguigla, gente la más bárbara y salvaje; muy numerosa, y de un idioma sumamente difícil.
Los Lenguas (11), quienes los Bayáes [Mbaja] llaman Enimagas, están al sur de los Guanaes. Los Guaicurú al sur de los Lenguas; siguen a éstos los Enimagas, Machicuis y Laayes, llegando todos ellos hasta poco más al sur de esta ciudad a los 25 ½ grados de latitud; y continuando para el sur siguen los M’bocobies, Tobas (12), Pitilagas y Abipones (13), que se internan y dilatan hasta Santa Fe. Estas naciones son las más inmediatas que por acá se conocen por las guerras y asaltos con que inquietaban a esta provincia.
Las costumbres de todas las referidas naciones son bárbaras. Los Laaiguas creen en un sólo Dios y en la religión cristiana, veneran a la cruz, y creen que hay infierno. Estos han dado noticia que entre ellos quedó un jesuita, que vivió ya en estado de chochera hasta este siglo; es verosímil que hubiese sido uno de los dos curas del pueblo de Belén; por que cuando la expulsión de los jesuitas sólo a uno se condujo de aquel pueblo, y preguntado por el compañero, dio razón que había entrado en los montes a reducir a los salvajes.
De los Bayáes [Mbaja] se tiene noticia que conocen a Dios con el atributo de Creador y le nombran en su idioma Conoenatagodí; pero no le dan culto alguno. Tienen la inhumana costumbre como también los Guanás, de sofocar el feto en el vientre de la madre, o matar a la criatura después de nacida y conservar un casal, cuyo abuso lo han minorado. De todas las naciones bárbaras, esta es la de más policía. Su idioma es claro suave y elegante, fácil de escribirse y hablar. (14)
Entre los referidos linderos con las posesiones y establecimientos brasileños, hay muchas tierras ocupadas de bosques y bárbaros, por cuyo respecto no tiene la provincia comunicación alguna con dichos establecimientos, ni por otra parte que por la del sur con Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y demás provincias argentinas.
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