LA CAMPAÑA DE SAAVEDRA
Autor:
Autor:
.
LA CAMPAÑA DE SAAVEDRA
La batalla del fortín Saavedra se convirtió en el segundo hito en la historia militar de la Guerra del Chaco cuyos resultados repercutieron desfavorablemente sobre la conducción paraguaya, pues esta se vio obligada a soportar la avalancha enemiga durante casi un año. Solo la creación de nuevas unidades permitirá al ejército paraguayo retomar la iniciativa, que ya no parara hasta la terminación del conflicto bélico.
Retirados los bolivianos de Alihuatá, el 26 de octubre los paraguayos ocuparon este punto sin luchar, rebautizándolo Mayor Ruperto Zenteno. Encontraron unas edificaciones destruidas por el fuego. La ocupación de este punto permitió a las fuerzas paraguayas establecer contacto con el destacamento Irrazabal, del fortín Nanawa, donde estaba conformándose la V División de Infantería.
Una apreciación errónea de Estigarribia ayudó a las tropas bolivianas, que se vieron libradas de una implacable persecución paraguaya. Efectivamente, el comando paraguayo calculaba que en la zona del fortín Fernández había más de 1.000 hombres que podrían poner en riesgo a sus tropas, por lo que desvió a la I DI y la IV DI sobre dicho fortín y Platanillos y ordeno a la II DI quedarse en Arce, en posición defensiva. Pero, en realidad, los bolivianos no contaban con poco más de 200 combatientes distribuidos en cinco puntos aislados. Para tomar Fernández y Platanillos el coronel Estigarribia ordeno la formación de un destacamento a cargo del mayor Tranquilino Ortiz Cabral, comandante del RC2 "Coronel Toledo", que sin luchar capturó el fortín el 30 de octubre, rebautizándolo como Dr. Luis Alberto de Herrera, repúblico uruguayo amigo del Paraguay.
Días más tarde, el Teniente coronel Carlos J. Fernández, al mando de la I División de Infantería, luego de algunas horas de combate, ocupó el fortín Platanillos, rebautizándolo Teniente Acosta. Este fortín era, al igual que Arce, uno de los principales centros de enlace del sistema de fortines bolivianos, porque estaba unido a Camacho, al norte; Arce, al este; Muñoz, al sur, y Ballivian, al oeste. Los bolivianos se habían retirado hasta Campo Jurado (actualmente llamado Joel Estigarribia), pasando por La China y Cabezón.
La perdida de Platanillos ponía en serio riesgo la suerte de otros fortines de los alrededores, como Jayucubas, Bolívar y Loa, que fueron evacuados y ocupados por el ejército paraguayo, y rebautizados como Capitán Serebriakov, Teniente Jara Troche y Teniente Carlos Aristigueta, respectivamente. Mientras tanto, en el ejército boliviano se dieron algunos cambios de comandos.
Al tener noticias que fuerzas paraguayas operaban sobre el camino a Saavedra, los bolivianos se establecieron al borde del extenso pajonal, esperando la llegada de las tropas paraguayas, ubicado a siete kilómetros del fortín Saavedra, en dirección a Alihuatá, donde se extendía un largo pajonal en cuyo borde boscoso del sur los bolivianos cavaron trincheras y se parapetaron con unos 400 hombres que quedaban de la IV División boliviana (más de 2.000 habían desertado), a los que fueron sumándose los conscriptos reclutados y movilizados recientemente por el ejército boliviano, totalizando unos 1.500 hombres, apoyados por la batería "Rivera", de dos cañones Schneider de 75 mm.
Los paraguayos, por su parte, comenzaron a avanzar sobre Saavedra con algunas escaramuzas contra avanzadas bolivianas. El RI3 "Corrales", avanzó por el camino Alihuatá (Zenteno)-Saavedra, enviando patrullas de reconocimiento del terreno, instalándose en el borde boscoso, al norte del cañadón.
El primer contacto serio con los bolivianos se realiza el 7 de noviembre. Al clarear de ese día, el R12 continúo su aproximación infiltrando pequeñas fracciones a causa de que el terreno en esa parte era completamente limpio, aparte de que el fuego boliviano era bastante eficaz. En todo el día apenas pudo ganar unos 50 metros de terreno en el ala sur. El RC3 en cambio fue prácticamente inmovilizado por el fuego de la defensa boliviana que se reveló en toda su potencia empleando numerosas armas automáticas.
Por su parte el R14, que actuaba en el centro del dispositivo de ataque, logro avanzar significativamente, posibilitando al R12 progresar hasta unos 1.500 metros, sin encontrar resistencia. Los días siguientes, el R13 "Corrales" -con 900 hombres- ataco el centro luego las alas derecha e izquierda del dispositivo de defensa boliviano.
Si esta unidad hubiese sido apoyada por la II DI era segura su victoria sobre los 800 hombres que el Teniente Coronel boliviano Bilbao Rioja tenía bajo su mando. Un segundo ataque, a cargo de tres divisiones en el punto decisivo tuvo el inconveniente de que las fuerzas de ataque no fueron suficientes. La utilización de la división de reserva hubiera sido efectiva y determinante. La certera intervención de la batería "Rivera" frustro un asalto a la bayoneta que se preparaba sigilosamente, pero los paraguayos lograron acercarse peligrosamente a las posiciones bolivianas. Mientras tanto, salía de Zenteno el resto de la II DI paraguaya con el RI "2 de Mayo" a la cabeza, para reforzar al R13 "Corrales".
Por su parte, el Teniente coronel Bilbao Rioja dispuso que el regimiento boliviano Murguia encabezase una maniobra de envolvimiento del ala derecha paraguaya, saliendo a su retaguardia en el camino Saavedra-Zenteno. En esta operación también se involucro a varios regimientos, mientras que algunas unidades hacían el amarramiento atacando frontalmente desde sus trincheras, apoyados por los grupos de artillería y la participación de la aviación boliviana. El contraataque boliviano causo momentos de confusión entre los combatientes paraguayos, obligando a un batallón a replegarse desordenadamente. Pronto vino la reacción paraguaya y los bolivianos, del regimiento Murguia, tuvieron que replegarse hasta una zona boscosa. Otros regimientos bolivianos realizaron furibundos ataques, pero, debido a la denodada resistencia paraguaya a pesar de las infiltraciones enemigas en sus posiciones y de los fuegos de metralla de la aviación boliviana, al caer la tarde, ante la carencia de reservas nuevas, se replegaron sobre sus posiciones iníciales.
El hecho de haber paralizado la ofensiva paraguaya fue de suma importancia para el ejército boliviano, pues significaba un aliciente para la recuperación de la moral de sus tropas.
Algunos días después, los bolivianos recibieron un fuerte refuerzo y el 16 de noviembre las fuerzas paraguayas realizaron un nuevo y potente ataque contra el sector central del dispositivo boliviano, pero nuevamente fueron rechazados. La intención del comando paraguayo era desalojar a los bolivianos del este del camino, fijando al enemigo en el centro y en el ala derecha, intentando romper su frente suroeste.
Si bien las tropas paraguayas combatieron denodadamente, la guerra se estabilizo en las trincheras, bajo el asedio de la artillería y el fuego y bombardeo de la aviación boliviana, que duro varios días, con el consiguiente desgaste y desmoralización de las tropas, además del agotamiento de los víveres por las dificultades de aprovisionamiento.
SAAVEDRA
Para conjurar la situación, el coronel José Félix Estigarribia planifico una nueva maniobra envolvente. Su objetivo era apoderarse del fortín Saavedra con el propósito de provocar la caída de toda la serie de fortines bolivianos del sur hasta el Pilcomayo.
Para ello, atacara con tres divisiones, teniendo a una cuarta como reserva. Dos divisiones rodearían al ala izquierda de la línea boliviana hasta llegar al camino Saavedra-Muñoz, aniquilando de paso a las fuerzas bolivianas que defendían el sector Saavedra-Masamaclay.
En la noche del 30 de noviembre la I División paraguaya inicio su marcha, llegando al amanecer a Puesto Montano, donde descubrió un reten boliviano. Esto significo que, en vez de rebasar el despliegue boliviano, las fuerzas paraguayas chocaran con su extremo izquierdo. Prontamente los bolivianos tomaron las medidas con el objetivo de detener el envolvimiento paraguayo, apoyado por la artillería y la participación de tanques de guerra, desatándose una sangrienta batalla que duró varios días, con numerosas bajas en el sector paraguayo, quedando sus regimientos, en menos de una semana, diezmados y exhaustos. Un contraataque boliviano paralizó totalmente la acometida de la división paraguaya. Igualmente, en otros sectores, los paraguayos encontraron una férrea defensa boliviana que paralizó sus movimientos. Estigarribia dispuso que la V División, con base en Nanawa, atacara Masamaclay, pero su actuación no fue decisiva.
El 5 de diciembre, el general alemán Hans Kundt llegó a La Paz, convocado por el gobierno para asumir la dirección del ejército boliviano. Nombrado General en Jefe del Ejercito en campaña, fue dotado de amplios poderes, que no fueron dados a sus predecesores, los generales Osorio y Lanza. Este entregó el cargo al recién llegado, el 6 de diciembre de 1932.
El mismo día de su llegada a La Paz, Kundt ordenó el repliegue inmediato del ejército boliviano, para evitar ser cercado por los paraguayos en Saavedra, pero la formidable resistencia que en ese momento estaba realizando el ejército boliviano hizo que reviera su orden inicial.
El coronel Enrique Peñaranda reasumió la comandancia de la IV División boliviana. Mientras tanto, la batalla seguía su curso, con los combatientes posicionados a distancias no mayores de entre 100 y 300 metros.
El 10 de diciembre, las fuerzas paraguayas acometieron nuevamente contra las posiciones bolivianas intentando vanamente romper el frente defensivo boliviano, llegando, en algunos casos, a apenas 30 metros de las trincheras enemigas.
Mientras los defensores bolivianos del Kilómetro 7 seguían combatiendo denodadamente, el 15 de diciembre perdieron a uno de los más apreciados jefes, el mayor Germán Jordán, de descollante actuación en importantes acciones anteriores, muerto a causa de una bala perdida. Desde ese día, ese extenso pajonal, tan férreamente atacado por los paraguayos y defendido por los bolivianos, fue bautizado en su homenaje con el nombre de Campo Jordán.
Los defensores bolivianos captaron las intenciones del comando paraguayo de atacar Saavedra por el norte y el sur, flanquear el Kilómetro 7 para cortar el camino a Muñoz, encerrar a las divisiones IV y VII bolivianas y luego hacer una convergencia sobre Muñoz. Por razones logísticas, el comando paraguayo se vio obligado a reagrupar sus fuerzas, pero preparando un ataque general a fondo antes de que la estación de lluvias frustrara las operaciones.
El extremo cansancio de sus hombres, las dificultades de aprovisionamiento y las enfermedades que agravaban la situación del ejército paraguayo, la poca efectiva ofensiva contra las defensas bolivianas, así como el riesgo que representaba la caída de Platanillos en poder de los bolivianos, decidió a Estigarribia a volver a la defensiva, fortificando sus posiciones, preparándose para retomar la iniciativa en la primera oportunidad. Mientras, para enfrentar al II Cuerpo de Ejército boliviano, el comando paraguayo también dispuso la organización de su II Cuerpo de Ejército.
La tregua que el Papa Pio XI obtuvo para los combatientes por Navidad, fue aprovechada por los paraguayos para posicionarse a ambos costados del camino Saavedra-Zenteno, en el Kilómetro 12. Pasada esta pausa, las acciones se reanudaron con singular violencia, especialmente en los últimos días del año, tal que el empuje de los regimientos bolivianos obligó a las tropas paraguayas a replegar sus flancos hasta el Kilómetro 9.
Debido a las importantes bajas, el comando boliviano ordenó el repliegue, pero el ataque paraguayo hizo imposible cumplir totalmente dicha disposición hasta varias horas después, bajo la protección de una torrencial lluvia, retirándose hasta sus trincheras del Kilómetro 7. La batalla en defensa del fortín Saavedra se extendió por varios días mas, sin definir ningún resultado a favor de uno a otro ejercito, pero tuvo proyecciones hacia otros hechos de armas igualmente importantes, que tuvieron lugar poco después, obligando al ejército paraguayo a reformular su actuación en la defensa del territorio disputado. Algunas de las acciones realizadas paralelamente a la batalla contra las posiciones bolivianas de Saavedra, que tuvo su punto central en el Kilómetro 7, fueron el combate del fortín Las Lagunas (4-6 de diciembre); la retoma boliviana del fortín Platanillos (13 de diciembre); la retoma boliviana del fortín Loa (14 de diciembre), la retoma boliviana del fortín Bolívar (21 de diciembre) y la toma boliviana del fortín General Duarte (30 de diciembre de 1932).
LA CAMPAÑA DE SAAVEDRA
La batalla del fortín Saavedra se convirtió en el segundo hito en la historia militar de la Guerra del Chaco cuyos resultados repercutieron desfavorablemente sobre la conducción paraguaya, pues esta se vio obligada a soportar la avalancha enemiga durante casi un año. Solo la creación de nuevas unidades permitirá al ejército paraguayo retomar la iniciativa, que ya no parara hasta la terminación del conflicto bélico.
Retirados los bolivianos de Alihuatá, el 26 de octubre los paraguayos ocuparon este punto sin luchar, rebautizándolo Mayor Ruperto Zenteno. Encontraron unas edificaciones destruidas por el fuego. La ocupación de este punto permitió a las fuerzas paraguayas establecer contacto con el destacamento Irrazabal, del fortín Nanawa, donde estaba conformándose la V División de Infantería.
Una apreciación errónea de Estigarribia ayudó a las tropas bolivianas, que se vieron libradas de una implacable persecución paraguaya. Efectivamente, el comando paraguayo calculaba que en la zona del fortín Fernández había más de 1.000 hombres que podrían poner en riesgo a sus tropas, por lo que desvió a la I DI y la IV DI sobre dicho fortín y Platanillos y ordeno a la II DI quedarse en Arce, en posición defensiva. Pero, en realidad, los bolivianos no contaban con poco más de 200 combatientes distribuidos en cinco puntos aislados. Para tomar Fernández y Platanillos el coronel Estigarribia ordeno la formación de un destacamento a cargo del mayor Tranquilino Ortiz Cabral, comandante del RC2 "Coronel Toledo", que sin luchar capturó el fortín el 30 de octubre, rebautizándolo como Dr. Luis Alberto de Herrera, repúblico uruguayo amigo del Paraguay.
Días más tarde, el Teniente coronel Carlos J. Fernández, al mando de la I División de Infantería, luego de algunas horas de combate, ocupó el fortín Platanillos, rebautizándolo Teniente Acosta. Este fortín era, al igual que Arce, uno de los principales centros de enlace del sistema de fortines bolivianos, porque estaba unido a Camacho, al norte; Arce, al este; Muñoz, al sur, y Ballivian, al oeste. Los bolivianos se habían retirado hasta Campo Jurado (actualmente llamado Joel Estigarribia), pasando por La China y Cabezón.
La perdida de Platanillos ponía en serio riesgo la suerte de otros fortines de los alrededores, como Jayucubas, Bolívar y Loa, que fueron evacuados y ocupados por el ejército paraguayo, y rebautizados como Capitán Serebriakov, Teniente Jara Troche y Teniente Carlos Aristigueta, respectivamente. Mientras tanto, en el ejército boliviano se dieron algunos cambios de comandos.
Al tener noticias que fuerzas paraguayas operaban sobre el camino a Saavedra, los bolivianos se establecieron al borde del extenso pajonal, esperando la llegada de las tropas paraguayas, ubicado a siete kilómetros del fortín Saavedra, en dirección a Alihuatá, donde se extendía un largo pajonal en cuyo borde boscoso del sur los bolivianos cavaron trincheras y se parapetaron con unos 400 hombres que quedaban de la IV División boliviana (más de 2.000 habían desertado), a los que fueron sumándose los conscriptos reclutados y movilizados recientemente por el ejército boliviano, totalizando unos 1.500 hombres, apoyados por la batería "Rivera", de dos cañones Schneider de 75 mm.
Los paraguayos, por su parte, comenzaron a avanzar sobre Saavedra con algunas escaramuzas contra avanzadas bolivianas. El RI3 "Corrales", avanzó por el camino Alihuatá (Zenteno)-Saavedra, enviando patrullas de reconocimiento del terreno, instalándose en el borde boscoso, al norte del cañadón.
El primer contacto serio con los bolivianos se realiza el 7 de noviembre. Al clarear de ese día, el R12 continúo su aproximación infiltrando pequeñas fracciones a causa de que el terreno en esa parte era completamente limpio, aparte de que el fuego boliviano era bastante eficaz. En todo el día apenas pudo ganar unos 50 metros de terreno en el ala sur. El RC3 en cambio fue prácticamente inmovilizado por el fuego de la defensa boliviana que se reveló en toda su potencia empleando numerosas armas automáticas.
Por su parte el R14, que actuaba en el centro del dispositivo de ataque, logro avanzar significativamente, posibilitando al R12 progresar hasta unos 1.500 metros, sin encontrar resistencia. Los días siguientes, el R13 "Corrales" -con 900 hombres- ataco el centro luego las alas derecha e izquierda del dispositivo de defensa boliviano.
Si esta unidad hubiese sido apoyada por la II DI era segura su victoria sobre los 800 hombres que el Teniente Coronel boliviano Bilbao Rioja tenía bajo su mando. Un segundo ataque, a cargo de tres divisiones en el punto decisivo tuvo el inconveniente de que las fuerzas de ataque no fueron suficientes. La utilización de la división de reserva hubiera sido efectiva y determinante. La certera intervención de la batería "Rivera" frustro un asalto a la bayoneta que se preparaba sigilosamente, pero los paraguayos lograron acercarse peligrosamente a las posiciones bolivianas. Mientras tanto, salía de Zenteno el resto de la II DI paraguaya con el RI "2 de Mayo" a la cabeza, para reforzar al R13 "Corrales".
Por su parte, el Teniente coronel Bilbao Rioja dispuso que el regimiento boliviano Murguia encabezase una maniobra de envolvimiento del ala derecha paraguaya, saliendo a su retaguardia en el camino Saavedra-Zenteno. En esta operación también se involucro a varios regimientos, mientras que algunas unidades hacían el amarramiento atacando frontalmente desde sus trincheras, apoyados por los grupos de artillería y la participación de la aviación boliviana. El contraataque boliviano causo momentos de confusión entre los combatientes paraguayos, obligando a un batallón a replegarse desordenadamente. Pronto vino la reacción paraguaya y los bolivianos, del regimiento Murguia, tuvieron que replegarse hasta una zona boscosa. Otros regimientos bolivianos realizaron furibundos ataques, pero, debido a la denodada resistencia paraguaya a pesar de las infiltraciones enemigas en sus posiciones y de los fuegos de metralla de la aviación boliviana, al caer la tarde, ante la carencia de reservas nuevas, se replegaron sobre sus posiciones iníciales.
El hecho de haber paralizado la ofensiva paraguaya fue de suma importancia para el ejército boliviano, pues significaba un aliciente para la recuperación de la moral de sus tropas.
Algunos días después, los bolivianos recibieron un fuerte refuerzo y el 16 de noviembre las fuerzas paraguayas realizaron un nuevo y potente ataque contra el sector central del dispositivo boliviano, pero nuevamente fueron rechazados. La intención del comando paraguayo era desalojar a los bolivianos del este del camino, fijando al enemigo en el centro y en el ala derecha, intentando romper su frente suroeste.
Si bien las tropas paraguayas combatieron denodadamente, la guerra se estabilizo en las trincheras, bajo el asedio de la artillería y el fuego y bombardeo de la aviación boliviana, que duro varios días, con el consiguiente desgaste y desmoralización de las tropas, además del agotamiento de los víveres por las dificultades de aprovisionamiento.
SAAVEDRA
Para conjurar la situación, el coronel José Félix Estigarribia planifico una nueva maniobra envolvente. Su objetivo era apoderarse del fortín Saavedra con el propósito de provocar la caída de toda la serie de fortines bolivianos del sur hasta el Pilcomayo.
Para ello, atacara con tres divisiones, teniendo a una cuarta como reserva. Dos divisiones rodearían al ala izquierda de la línea boliviana hasta llegar al camino Saavedra-Muñoz, aniquilando de paso a las fuerzas bolivianas que defendían el sector Saavedra-Masamaclay.
En la noche del 30 de noviembre la I División paraguaya inicio su marcha, llegando al amanecer a Puesto Montano, donde descubrió un reten boliviano. Esto significo que, en vez de rebasar el despliegue boliviano, las fuerzas paraguayas chocaran con su extremo izquierdo. Prontamente los bolivianos tomaron las medidas con el objetivo de detener el envolvimiento paraguayo, apoyado por la artillería y la participación de tanques de guerra, desatándose una sangrienta batalla que duró varios días, con numerosas bajas en el sector paraguayo, quedando sus regimientos, en menos de una semana, diezmados y exhaustos. Un contraataque boliviano paralizó totalmente la acometida de la división paraguaya. Igualmente, en otros sectores, los paraguayos encontraron una férrea defensa boliviana que paralizó sus movimientos. Estigarribia dispuso que la V División, con base en Nanawa, atacara Masamaclay, pero su actuación no fue decisiva.
El 5 de diciembre, el general alemán Hans Kundt llegó a La Paz, convocado por el gobierno para asumir la dirección del ejército boliviano. Nombrado General en Jefe del Ejercito en campaña, fue dotado de amplios poderes, que no fueron dados a sus predecesores, los generales Osorio y Lanza. Este entregó el cargo al recién llegado, el 6 de diciembre de 1932.
El mismo día de su llegada a La Paz, Kundt ordenó el repliegue inmediato del ejército boliviano, para evitar ser cercado por los paraguayos en Saavedra, pero la formidable resistencia que en ese momento estaba realizando el ejército boliviano hizo que reviera su orden inicial.
El coronel Enrique Peñaranda reasumió la comandancia de la IV División boliviana. Mientras tanto, la batalla seguía su curso, con los combatientes posicionados a distancias no mayores de entre 100 y 300 metros.
El 10 de diciembre, las fuerzas paraguayas acometieron nuevamente contra las posiciones bolivianas intentando vanamente romper el frente defensivo boliviano, llegando, en algunos casos, a apenas 30 metros de las trincheras enemigas.
Mientras los defensores bolivianos del Kilómetro 7 seguían combatiendo denodadamente, el 15 de diciembre perdieron a uno de los más apreciados jefes, el mayor Germán Jordán, de descollante actuación en importantes acciones anteriores, muerto a causa de una bala perdida. Desde ese día, ese extenso pajonal, tan férreamente atacado por los paraguayos y defendido por los bolivianos, fue bautizado en su homenaje con el nombre de Campo Jordán.
Los defensores bolivianos captaron las intenciones del comando paraguayo de atacar Saavedra por el norte y el sur, flanquear el Kilómetro 7 para cortar el camino a Muñoz, encerrar a las divisiones IV y VII bolivianas y luego hacer una convergencia sobre Muñoz. Por razones logísticas, el comando paraguayo se vio obligado a reagrupar sus fuerzas, pero preparando un ataque general a fondo antes de que la estación de lluvias frustrara las operaciones.
El extremo cansancio de sus hombres, las dificultades de aprovisionamiento y las enfermedades que agravaban la situación del ejército paraguayo, la poca efectiva ofensiva contra las defensas bolivianas, así como el riesgo que representaba la caída de Platanillos en poder de los bolivianos, decidió a Estigarribia a volver a la defensiva, fortificando sus posiciones, preparándose para retomar la iniciativa en la primera oportunidad. Mientras, para enfrentar al II Cuerpo de Ejército boliviano, el comando paraguayo también dispuso la organización de su II Cuerpo de Ejército.
La tregua que el Papa Pio XI obtuvo para los combatientes por Navidad, fue aprovechada por los paraguayos para posicionarse a ambos costados del camino Saavedra-Zenteno, en el Kilómetro 12. Pasada esta pausa, las acciones se reanudaron con singular violencia, especialmente en los últimos días del año, tal que el empuje de los regimientos bolivianos obligó a las tropas paraguayas a replegar sus flancos hasta el Kilómetro 9.
Debido a las importantes bajas, el comando boliviano ordenó el repliegue, pero el ataque paraguayo hizo imposible cumplir totalmente dicha disposición hasta varias horas después, bajo la protección de una torrencial lluvia, retirándose hasta sus trincheras del Kilómetro 7. La batalla en defensa del fortín Saavedra se extendió por varios días mas, sin definir ningún resultado a favor de uno a otro ejercito, pero tuvo proyecciones hacia otros hechos de armas igualmente importantes, que tuvieron lugar poco después, obligando al ejército paraguayo a reformular su actuación en la defensa del territorio disputado. Algunas de las acciones realizadas paralelamente a la batalla contra las posiciones bolivianas de Saavedra, que tuvo su punto central en el Kilómetro 7, fueron el combate del fortín Las Lagunas (4-6 de diciembre); la retoma boliviana del fortín Platanillos (13 de diciembre); la retoma boliviana del fortín Loa (14 de diciembre), la retoma boliviana del fortín Bolívar (21 de diciembre) y la toma boliviana del fortín General Duarte (30 de diciembre de 1932).
.
Fuente:
Autor: LUIS VERÓN
© Editorial El Lector
Asunción – Paraguay
Amplio resumen de autores y obras
de la Literatura Paraguaya.
Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario