HISTORIA DE LA
PROVINCIA DEL PARAGUAY
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
PROVINCIA DEL PARAGUAY
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Volumen III
Editorial: A. de Uribe y Compañía
Año: 1897
Versión digital:
TOMO TERCERO
HIPERVÍNCULOS
(Tomo III) LIBRO SEXTO (115 kb.)
(Tomo III) LIBRO SÉPTIMO (139 kb.)
(Tomno III) LIBRO OCTAVO (135 kb.)
CONTENIDO DEL TOMO TERCERO
(Tomo III) LIBRO SEXTO (115 kb.)
CAPÍTULO PRIMERO.– Lo que hicieron los Padres en varias regiones del Tucumán.
CAPÍTULO II. – De lo que acontecía en el reino de Chile.
CAPÍTULO III.– De algunos hechos que ocurrieron en el Guairá.
CAPÍTULO IV.– De la predicación del Apóstol Santo Tomás en la América meridional.
CAPÍTULO V.– De la primera Comunión de los neófitos.
CAPÍTULO VI.– Egregias virtudes de que estaban adornados los neófitos.
CAPÍTULO VII.– El P. Luis Valdivia lleva á cabo muchas cosas memorables.
CAPÍTULO VIII.– Misiones de la Compañía en las islas de Chiloé.
CAPÍTULO IX.– Costumbres de los chonos y de los huiliches.
CAPÍTULO X.– Los PP. Melchor Vanegas y Mateo Esteban navegan á las islas de los chonos.
CAPÍTULO XI.– Refiérense varias cosas que sucedieron en el Paraná.
CAPÍTULO XII.– Establécese la Compañía en Yaguapúa.
CAPÍTULO XIII.– Descripción de la provincia del Uruguay; su descubrimiento.
CAPÍTULO XIV.– El P. Roque González penetra en la provincia del Uruguay.
CAPÍTULO XV.– El P. Roque González funda la reducción llamada la Concepción.
CAPÍTULO XVI.– De lo que hizo el P. Gabriel Perlino (año 1620).
CAPÍTULO XVII.– Nárranse brevemente varios sucesos acaecidos en algunos Colegios.
CAPÍTULO XVIII.– Lo que hicieron los jesuitas en el valle de Calchaquí.
CAPÍTULO XIX.– El caudillo de los guaicurúes recibe el Bautismo.
CAPÍTULO XX.– De lo que llevaron á cabo los Padres en el Guairá.
CAPÍTULO XXI.– El P. Luis Valdivia se embarca par a Europa.
CAPÍTULO XXII.– Vejaciones y trabajos que sufrieron los jesuitas de Chile.
CAPÍTULO XXIII.– Cuestiones que hubo con motivo del Bautismo de los negros.
CAPÍTULO XXIV.– De lo que ocurría en el reino de Chile.
CAPÍTULO XXV.– De algunos sucesos del Paraná.
CAPÍTULO XXVI.– Obstáculos que impidieron la exploración del río Uruguay (año 1622).
CAPÍTULO XXVII.– Fl P. Roque González procura, aunque en vano, fundar una población en el Uruguay.
CAPÍTULO XXVIII.– Fúndase la reducción de Corpus Christi.
CAPÍTULO XXIX.– Trata el P. Cataldino de fundar una reducción en el Guairá.
CAPÍTULO XXX.– De la procuración del Padre Francisco Vázquez Trujillo.
CAPÍTULO XXXI.– Estado de la provincia.
(Tomo III) LIBRO SÉPTIMO (139 kb.)
CAPÍTULO PRIMERO.– Varios hechos que tuvieron lugar al comenzar el P. Nicolás Durán su cargo de Provincial.
CAPÍTULO II.– Vida y muerte del P. Juan Viana.
CAPÍTULO III.– Fiestas que hubo con motivo de la canonización de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier.
CAPÍTULO IV.– De varias cosas acontecidas en el reino de Chile.
CAPÍTULO V.– Vida y costumbres del Padre Melchor Vanegas.
CAPÍTULO VI.– De lo que hicieron los jesuitas en las islas de Chiloé.
CAPÍTULO VII.– Entrada que se hizo á los indios yaros.
CAPÍTULO VIII.– Son evangelizados los guaicurúes.
CAPÍTULO IX.– Lo que hacían en el Paraná los misioneros.
CAPÍTULO X.– De la Virgen que había en la reducción de Loreto.
CAPÍTULO XI.– Vida y muerte del P. Juan Vaseo.
CAPÍTULO XII.– Fundación del pueblo de San Francisco Javier en el país de los itirambetas.
CAPÍTULO XIII.– Siete compañeros del Padre Ruiz de Montoya son asesinados en el país de los tayaobas.
CAPÍTULO XIV.– De otras cosas que sucedieron en el Guairá.
CAPÍTULO XV.– Fundación de un Colegio en la Rioja; lo que sucedía en el Tucumán (año 1624).
CAPÍTULO XVI.– Entrada que se hizo á los indios de Cuyo y muerte del P. Domingo González.
CAPÍTULO XVII.– Funda la Compañía el pueblo de Acaray.
CAPÍTULO XVIII.– Desaparecen algunos obstáculos que se oponían á la predicación del Evangelio en el Uruguay (año 1625).
CAPÍTULO XIX.– Vida y muerte del mago Juan Cuará.
CAPÍTULO XX.– Vida y muerte del P. Tomás Filds.
CAPÍTULO XXI.– Fúndase el pueblo de San José en el país de los tucutíes del Guairá.
CAPÍTULO XXII.– Del camino que descubrió el P. Antonio Ruiz y del aumento que tuvo el pueblo de San Javier.
CAPÍTULO XXIII.– Fundación del pueblo de la Encarnación en el Guairá.
CAPÍTULO XXIV.– Peligra en varios sitios del Guairá la existencia de los jesuitas.
CAPÍTULO XXV.– Es separado el reino de Chile de la provincia del Paraguay.
CAPÍTULO XXVI.– Primeros años del Padre Juan Romero; su noviciado, navegación á las Indias y primeros trabajos en el Perú.
CAPÍTULO XXVII.– Lo que hizo en varios lugares dé América y siendo Procurador en Roma.
CAPÍTULO XXVIII.– Otras buenas obras y virtudes del P. Juan Romero.
CAPÍTULO XXIX.– Celébrase una Congregación provincial; el P. Gaspar Sobrino se embarca para España.
CAPÍTULO XXX.– Fundación de Iguazúa.
CAPÍTULO XXXI.– Fundación de San Nicolás en el Uruguay, con la tribu de los piratines.
CAPÍTULO XXXII.– El P. Roque González explora la parte inferior del Uruguay.
CAPÍTULO XXXIII.– EI P. Nicolás Durán visita el Guairá.
CAPÍTULO XXIV.– El P. Nicolás Durán recorre el Guairá.
CAPÍTULO XXXV.– El P. Nicolás Durán visita el Paraná.
CAPÍTULO XXXVI.– A pesar de varios tumultos acaecidos en el Uruguay, la Compañía funda dos poblaciones.
CAPÍTULO XXXVII.– De las cosas que sucedieron en el Yapeyú.
(Tomno III) LIBRO OCTAVO (135 kb.)
CAPÍTULO PRIMERO.– Ultimos años del Padre Diego de Torres.
CAPÍTULO II.– El P. Roque González echa los cimientos de un pueblo cerca del Ibicuí.
CAPÍTULO III.– Los bárbaros turban la paz en la Purificación.
CAPÍTULO IV.– Fundación de la Candelaria, que antes se llamaba reducción de Caasapaminí.
CAPÍTULO V.– De lo que sucedía entre los de Iguazúa.
CAPÍTULO VI.– Muere el P. Miguel de Sotomayor.
CAPÍTULO VII.– Cosas extraordinarias que sucedieron en la Asunción.
CAPÍTULO VIII.– Fundación de San Pablo en el Guairá.
CAPÍTULO IX.– Echanse los cimientos de una población en los dominios de Tayaoba.
CAPÍTULO X.– El nuevo pueblo es devastado por la guerra.
CAPÍTULO XI.– Ceremonias de los antropófagos al inmolar sus cautivos.
CAPÍTULO XII.– Fundación del pueblo de los Arcángeles en el país de Tayaoba.
CAPÍTULO XIII.– Frústrase la expedición á los pueblos del campo.
CAPÍTULO XIV.– De otras cosas acontecidas en el Guairá.
CAPÍTULO XV.– Expedición al Chaco.
CAPÍTULO XVI.– De la procuración del Padre Gaspar Sobrino.
CAPÍTULO XVII.– Peligro que corrieron los misioneros nuevamente idos.
CAPÍTULO XVIII.– Del P. Gaspar Sobrino.
CAPÍTULO XIX.– Reconcílianse con la religión cristiana los indios del Caró y Livi.
CAPÍTULO XX.– El P. Roque González funda el pueblo de la Asunción en el país de Livi.
CAPÍTULO XXI.– Fúndase en Caró la reducción de los Santos.
CAPÍTULO XXII.– Los indios conspiran contra los misioneros.
CAPÍTULO XXIII.– Martirio de los PP. Roque González y Alonso Rodríguez.
CAPÍTULO XXIV.– Lo que sucedió después de esto.
CAPÍTULO XXV.– El corazón del P. González habla milagrosamente.
CAPÍTULO XXVI.– Recóbranse los cadáveres de los misioneros.
CAPÍTULO XXVII.– Los indios del Caró intentan matar al P. Romero.
CAPÍTULO XXVIII.– Martirio del P. Castillo.
CAPÍTULO XXIX.– Lo que hizo Niezú después del martirio del P. Castillo.
CAPÍTULO XXX.– Los indios corren á Piratini para asesinar los misioneros.
CAPÍTULO XXXI. – Castigo que recibieron los de Livi.
CAPÍTULO XXXII.– Son castigados los indios del Caró.
CAPÍTULO XXXIII.– Son puestos en salvo los restos mortales de los misioneros asesinados.
CAPÍTULO XXXIV.– Vida y virtudes del P. Roque González.
CAPÍTULO XXXV. – Vida del P. Alonso Rodríguez.
CAPÍTULO XXXVI.– Virtudes del P. Juan del Castillo.
CAPÍTULO XXXVII.– Predican los misioneros á los gualachíes y se funda en el país de éstos el pueblo de la Concepción.
CAPÍTULO XXXVIII.– Procúrase la conversión de Guiraverá.
CAPÍTULO XXXIX. – Invasión de los mamelUCOS.
CAPÍTULO XL.– Fundación de los pueblos de San Miguel y San Antonio.
CAPÍTULO XLI.– Fúndase la reducción de Santo Tomás.
CAPÍTULO XLII.– Altérase el orden en Buenos Aires.
CAPÍTULO XLIII.– Vida del P. Nicolás Durán Mastrilli.
HIPERVÍNCULOS
(Tomo III) LIBRO SEXTO (115 kb.)
(Tomo III) LIBRO SÉPTIMO (139 kb.)
(Tomno III) LIBRO OCTAVO (135 kb.)
CONTENIDO DEL TOMO TERCERO
(Tomo III) LIBRO SEXTO (115 kb.)
CAPÍTULO PRIMERO.– Lo que hicieron los Padres en varias regiones del Tucumán.
CAPÍTULO II. – De lo que acontecía en el reino de Chile.
CAPÍTULO III.– De algunos hechos que ocurrieron en el Guairá.
CAPÍTULO IV.– De la predicación del Apóstol Santo Tomás en la América meridional.
CAPÍTULO V.– De la primera Comunión de los neófitos.
CAPÍTULO VI.– Egregias virtudes de que estaban adornados los neófitos.
CAPÍTULO VII.– El P. Luis Valdivia lleva á cabo muchas cosas memorables.
CAPÍTULO VIII.– Misiones de la Compañía en las islas de Chiloé.
CAPÍTULO IX.– Costumbres de los chonos y de los huiliches.
CAPÍTULO X.– Los PP. Melchor Vanegas y Mateo Esteban navegan á las islas de los chonos.
CAPÍTULO XI.– Refiérense varias cosas que sucedieron en el Paraná.
CAPÍTULO XII.– Establécese la Compañía en Yaguapúa.
CAPÍTULO XIII.– Descripción de la provincia del Uruguay; su descubrimiento.
CAPÍTULO XIV.– El P. Roque González penetra en la provincia del Uruguay.
CAPÍTULO XV.– El P. Roque González funda la reducción llamada la Concepción.
CAPÍTULO XVI.– De lo que hizo el P. Gabriel Perlino (año 1620).
CAPÍTULO XVII.– Nárranse brevemente varios sucesos acaecidos en algunos Colegios.
CAPÍTULO XVIII.– Lo que hicieron los jesuitas en el valle de Calchaquí.
CAPÍTULO XIX.– El caudillo de los guaicurúes recibe el Bautismo.
CAPÍTULO XX.– De lo que llevaron á cabo los Padres en el Guairá.
CAPÍTULO XXI.– El P. Luis Valdivia se embarca par a Europa.
CAPÍTULO XXII.– Vejaciones y trabajos que sufrieron los jesuitas de Chile.
CAPÍTULO XXIII.– Cuestiones que hubo con motivo del Bautismo de los negros.
CAPÍTULO XXIV.– De lo que ocurría en el reino de Chile.
CAPÍTULO XXV.– De algunos sucesos del Paraná.
CAPÍTULO XXVI.– Obstáculos que impidieron la exploración del río Uruguay (año 1622).
CAPÍTULO XXVII.– Fl P. Roque González procura, aunque en vano, fundar una población en el Uruguay.
CAPÍTULO XXVIII.– Fúndase la reducción de Corpus Christi.
CAPÍTULO XXIX.– Trata el P. Cataldino de fundar una reducción en el Guairá.
CAPÍTULO XXX.– De la procuración del Padre Francisco Vázquez Trujillo.
CAPÍTULO XXXI.– Estado de la provincia.
(Tomo III) LIBRO SÉPTIMO (139 kb.)
CAPÍTULO PRIMERO.– Varios hechos que tuvieron lugar al comenzar el P. Nicolás Durán su cargo de Provincial.
CAPÍTULO II.– Vida y muerte del P. Juan Viana.
CAPÍTULO III.– Fiestas que hubo con motivo de la canonización de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier.
CAPÍTULO IV.– De varias cosas acontecidas en el reino de Chile.
CAPÍTULO V.– Vida y costumbres del Padre Melchor Vanegas.
CAPÍTULO VI.– De lo que hicieron los jesuitas en las islas de Chiloé.
CAPÍTULO VII.– Entrada que se hizo á los indios yaros.
CAPÍTULO VIII.– Son evangelizados los guaicurúes.
CAPÍTULO IX.– Lo que hacían en el Paraná los misioneros.
CAPÍTULO X.– De la Virgen que había en la reducción de Loreto.
CAPÍTULO XI.– Vida y muerte del P. Juan Vaseo.
CAPÍTULO XII.– Fundación del pueblo de San Francisco Javier en el país de los itirambetas.
CAPÍTULO XIII.– Siete compañeros del Padre Ruiz de Montoya son asesinados en el país de los tayaobas.
CAPÍTULO XIV.– De otras cosas que sucedieron en el Guairá.
CAPÍTULO XV.– Fundación de un Colegio en la Rioja; lo que sucedía en el Tucumán (año 1624).
CAPÍTULO XVI.– Entrada que se hizo á los indios de Cuyo y muerte del P. Domingo González.
CAPÍTULO XVII.– Funda la Compañía el pueblo de Acaray.
CAPÍTULO XVIII.– Desaparecen algunos obstáculos que se oponían á la predicación del Evangelio en el Uruguay (año 1625).
CAPÍTULO XIX.– Vida y muerte del mago Juan Cuará.
CAPÍTULO XX.– Vida y muerte del P. Tomás Filds.
CAPÍTULO XXI.– Fúndase el pueblo de San José en el país de los tucutíes del Guairá.
CAPÍTULO XXII.– Del camino que descubrió el P. Antonio Ruiz y del aumento que tuvo el pueblo de San Javier.
CAPÍTULO XXIII.– Fundación del pueblo de la Encarnación en el Guairá.
CAPÍTULO XXIV.– Peligra en varios sitios del Guairá la existencia de los jesuitas.
CAPÍTULO XXV.– Es separado el reino de Chile de la provincia del Paraguay.
CAPÍTULO XXVI.– Primeros años del Padre Juan Romero; su noviciado, navegación á las Indias y primeros trabajos en el Perú.
CAPÍTULO XXVII.– Lo que hizo en varios lugares dé América y siendo Procurador en Roma.
CAPÍTULO XXVIII.– Otras buenas obras y virtudes del P. Juan Romero.
CAPÍTULO XXIX.– Celébrase una Congregación provincial; el P. Gaspar Sobrino se embarca para España.
CAPÍTULO XXX.– Fundación de Iguazúa.
CAPÍTULO XXXI.– Fundación de San Nicolás en el Uruguay, con la tribu de los piratines.
CAPÍTULO XXXII.– El P. Roque González explora la parte inferior del Uruguay.
CAPÍTULO XXXIII.– EI P. Nicolás Durán visita el Guairá.
CAPÍTULO XXIV.– El P. Nicolás Durán recorre el Guairá.
CAPÍTULO XXXV.– El P. Nicolás Durán visita el Paraná.
CAPÍTULO XXXVI.– A pesar de varios tumultos acaecidos en el Uruguay, la Compañía funda dos poblaciones.
CAPÍTULO XXXVII.– De las cosas que sucedieron en el Yapeyú.
(Tomno III) LIBRO OCTAVO (135 kb.)
CAPÍTULO PRIMERO.– Ultimos años del Padre Diego de Torres.
CAPÍTULO II.– El P. Roque González echa los cimientos de un pueblo cerca del Ibicuí.
CAPÍTULO III.– Los bárbaros turban la paz en la Purificación.
CAPÍTULO IV.– Fundación de la Candelaria, que antes se llamaba reducción de Caasapaminí.
CAPÍTULO V.– De lo que sucedía entre los de Iguazúa.
CAPÍTULO VI.– Muere el P. Miguel de Sotomayor.
CAPÍTULO VII.– Cosas extraordinarias que sucedieron en la Asunción.
CAPÍTULO VIII.– Fundación de San Pablo en el Guairá.
CAPÍTULO IX.– Echanse los cimientos de una población en los dominios de Tayaoba.
CAPÍTULO X.– El nuevo pueblo es devastado por la guerra.
CAPÍTULO XI.– Ceremonias de los antropófagos al inmolar sus cautivos.
CAPÍTULO XII.– Fundación del pueblo de los Arcángeles en el país de Tayaoba.
CAPÍTULO XIII.– Frústrase la expedición á los pueblos del campo.
CAPÍTULO XIV.– De otras cosas acontecidas en el Guairá.
CAPÍTULO XV.– Expedición al Chaco.
CAPÍTULO XVI.– De la procuración del Padre Gaspar Sobrino.
CAPÍTULO XVII.– Peligro que corrieron los misioneros nuevamente idos.
CAPÍTULO XVIII.– Del P. Gaspar Sobrino.
CAPÍTULO XIX.– Reconcílianse con la religión cristiana los indios del Caró y Livi.
CAPÍTULO XX.– El P. Roque González funda el pueblo de la Asunción en el país de Livi.
CAPÍTULO XXI.– Fúndase en Caró la reducción de los Santos.
CAPÍTULO XXII.– Los indios conspiran contra los misioneros.
CAPÍTULO XXIII.– Martirio de los PP. Roque González y Alonso Rodríguez.
CAPÍTULO XXIV.– Lo que sucedió después de esto.
CAPÍTULO XXV.– El corazón del P. González habla milagrosamente.
CAPÍTULO XXVI.– Recóbranse los cadáveres de los misioneros.
CAPÍTULO XXVII.– Los indios del Caró intentan matar al P. Romero.
CAPÍTULO XXVIII.– Martirio del P. Castillo.
CAPÍTULO XXIX.– Lo que hizo Niezú después del martirio del P. Castillo.
CAPÍTULO XXX.– Los indios corren á Piratini para asesinar los misioneros.
CAPÍTULO XXXI. – Castigo que recibieron los de Livi.
CAPÍTULO XXXII.– Son castigados los indios del Caró.
CAPÍTULO XXXIII.– Son puestos en salvo los restos mortales de los misioneros asesinados.
CAPÍTULO XXXIV.– Vida y virtudes del P. Roque González.
CAPÍTULO XXXV. – Vida del P. Alonso Rodríguez.
CAPÍTULO XXXVI.– Virtudes del P. Juan del Castillo.
CAPÍTULO XXXVII.– Predican los misioneros á los gualachíes y se funda en el país de éstos el pueblo de la Concepción.
CAPÍTULO XXXVIII.– Procúrase la conversión de Guiraverá.
CAPÍTULO XXXIX. – Invasión de los mamelUCOS.
CAPÍTULO XL.– Fundación de los pueblos de San Miguel y San Antonio.
CAPÍTULO XLI.– Fúndase la reducción de Santo Tomás.
CAPÍTULO XLII.– Altérase el orden en Buenos Aires.
CAPÍTULO XLIII.– Vida del P. Nicolás Durán Mastrilli.
//
TOMO TERCERO
LIBRO OCTAVO
CAPÍTULO II
EL P. ROQUE GONZÁLEZ ECHA LOS CIMIENTOS DE UN PUEBLO CERCA DEL IBICUÍ
** El río Ibicuí desemboca en el Uruguay á cien leguas de Buenos Aires, frente á la orilla del Yapeyú. Interesaba mucho la conversión de los indios que moraban en sus márgenes, para así más fácilmente procurar la de los que habitaban en el vasto país que limitan el Uruguay por un lado y por otro el Atlántico. A fin de conseguirla, el P. González, con grave peligro de su vida, subió por el Ibicuí en compañía de escaso número de remeros, y recorridas cuarenta leguas llegó á las tierras de Tabaca, poderoso cacique, de por quien fue muy bien recibido; halló el asunto menos espinoso de lo que creía en un principio, pues Tabaca, no solamente recibió el Evangelio, mas también congregó tal multitud de indios, que bastaban á llenar un pueblo. Con tan buenos auspicios, derribóse un árbol secular, y de con su tronco se hizo una cruz; como fuera muy pesada, ayudaron á erigirla con presteza mujeres y muchachos, pues los hombres solos no podían. Después se construyó una iglesia provisional, y fueron señalados los solaras de las casas y bautizados los niños. El P. González consagró el nuevo pueblo á Nuestra Señora de la Purificación con toda solemnidad; prometió enviar un sacerdote de la Compañía y se embarcó otra vez en el Uruguay, porque su empresa lo exigía.
CAPÍTULO III
LOS BÁRBAROS TURBAN LA PAZ EN LA PURIFICACIÓN.
** Tan luego como partió el P. González, se conjuraron los habitantes del interior; tomaron las armas, y creyendo que dicho religioso todavía estaba en la aldea de Tabaca, se dirigieron á ella para darle muerte y demoler las obras; en efecto, acudieron en grande número, derribaron la cruz, quemaron el templo y amenazaron á los conversos. Después de esto acordaron ir contra los del Yapeyú. Llegaron tan funestas noticias muy pronto á los PP. Romero y González y se esparcieron por todo el Uruguay. Consideró el P. González que no era tiempo de vacilar; volvió al pueblo de los Reyes, y llevando consigo al P. Romero navegó por el Ibicuí hacia arriba, aunque los yapeyués intentaron disuadirle en vista del peligro á que exponía su vida. A las veinte leguas tornaron los exploradores diciendo que si pasaba más adelante perecería indudablemente. Entonces se puso en oración; luego dispuso que regresara á los Reyes el P. Romero, y fué con algunos indios al pueblo destruído. Allí supo que la destrucción del lugar sucedió mientras Tabaca y otros caciques vecinos estaban ausentes, aunque no hubieran podido combatir á enemigo tan poderoso como acudió. No paró aquí la abnegación del P. Roque González; llamó á los caciques del interior, y ya con dádivas, ya con palabras severas, aunque opusieron bastante resistencia, consiguió que lo llevaran al Tape, región famosa más tarde por lo que en ella hicieron los misioneros. Recorrió á su gusto el Tape, y solicitó de los bárbaros que se recogieran en un pueblo. En esto supo cómo los indios del interior habían resuelto quitarle la vida y corrían á ponerlo por obra; los caciques pudieron resistir la primera acometida de los enemigos; pero aumentándose el número de éstos, acudió el P. González á los recursos de su ingenio; tomó un libro y una sierra que llevaba para fabricar cruces; cuando tal vieron los exploradores del ejército adversario, volaron á los suyos, diciendo que el misionero tenía en las manos un instrumento férreo y dentado, con el que podía descabezar fácilmente muchos hombres, y un libro en cuyas hojas sabía conocer las cosas más secretas. Oído esto por los bárbaros, se llenaron de terror y huyeron. Exploró la tierra el P. González, y no obstante que temía la algo de la inconstancia de los indios, con propósito de volver más adelante, regresó al Uruguay.
CAPÍTULO IV
FUNDACIÓN DE LA CANDELARIA, QUE ANTES SE LLAMABA REDUCCIÓN DE CAASAPAMINÍ.
** No pasaron muchos meses sin que el Padre González emprendiera una expedición de más favorable éxito. Gracias á las indicaciones de un cacique supo que más arriba del Piratini había un paraje llamado Caasapiminí, ventajoso por su posición para edificar en él un pueblo; además los habitantes de las cercanías estaban dispuestos á recibir el Evangelio si se les predicaba. Fué el P. González á dicho lugar y echó los cimientos de la nueva población el día de la Purificación. Dejó por Rector al P. Romero; en el primer año se redujeron tres mil indios; según consta de auténticos documentos, han sido bautizadas hasta hoy más de siete mil personas.
CAPÍTULO V
DE LO QUE SUCEDÍA ENTRE LOS DE IGUAZÚA.
** El hambre hacía estragos en Iguazúa, y los misioneros que vivían en Santa María la Mayor sufrieron no leves privaciones; gran parte de los indios se fué á los bosques, de donde, con gran trabajo, volvió cuatrocientos al pueblo el P. Claudio Ruyer. Otros permanecieron en los montes; allí un tigre mordió á una muchacha; sabedor de esto el P. Ruyer, preparó un lazo tan habilmente, que la fiera cayó en él á la noche siguiente, con aplauso de los índios fugitivos, que regresaron á la población y en lo sucesivo admiraron la astucia del misionero para la caza de animales feroces. Por entonces los catecúmenos de Iguazúa hicieron una excursión contra sus antiguos enemigos, de los que cautivaron bastantes; decapitaron á varios en venganza de las pasadas guerras, y sintiendo renacer el gusto por la carne humana, destinaron otros á banquetes antropofágicos, los que prohibió el P. Ruiz con ánimo resuelto; en cambio mandó dar libertad á los prisioneros y atar á los que habían inmolado algunos de éstos. Al lado de tales indios caníbales había otros de mejores sentimientos, de los que en un año recibieron el Bautismo mil ciento cinco en Iguazúa, y algunos centenares en varios pueblos del Paraná; muchos neófitos daban ejemplos de altas virtudes. En San Ignacio los niños azotaban sus carnes hasta derramar sangre. El día de la Pasión caminaba uno con el rostro descolorido y llorando; le preguntaron la causa de esto, y respondió que lo hacía en recuerdo de lo que padeció el Señor.
EL P. ROQUE GONZÁLEZ ECHA LOS CIMIENTOS DE UN PUEBLO CERCA DEL IBICUÍ
** El río Ibicuí desemboca en el Uruguay á cien leguas de Buenos Aires, frente á la orilla del Yapeyú. Interesaba mucho la conversión de los indios que moraban en sus márgenes, para así más fácilmente procurar la de los que habitaban en el vasto país que limitan el Uruguay por un lado y por otro el Atlántico. A fin de conseguirla, el P. González, con grave peligro de su vida, subió por el Ibicuí en compañía de escaso número de remeros, y recorridas cuarenta leguas llegó á las tierras de Tabaca, poderoso cacique, de por quien fue muy bien recibido; halló el asunto menos espinoso de lo que creía en un principio, pues Tabaca, no solamente recibió el Evangelio, mas también congregó tal multitud de indios, que bastaban á llenar un pueblo. Con tan buenos auspicios, derribóse un árbol secular, y de con su tronco se hizo una cruz; como fuera muy pesada, ayudaron á erigirla con presteza mujeres y muchachos, pues los hombres solos no podían. Después se construyó una iglesia provisional, y fueron señalados los solaras de las casas y bautizados los niños. El P. González consagró el nuevo pueblo á Nuestra Señora de la Purificación con toda solemnidad; prometió enviar un sacerdote de la Compañía y se embarcó otra vez en el Uruguay, porque su empresa lo exigía.
CAPÍTULO III
LOS BÁRBAROS TURBAN LA PAZ EN LA PURIFICACIÓN.
** Tan luego como partió el P. González, se conjuraron los habitantes del interior; tomaron las armas, y creyendo que dicho religioso todavía estaba en la aldea de Tabaca, se dirigieron á ella para darle muerte y demoler las obras; en efecto, acudieron en grande número, derribaron la cruz, quemaron el templo y amenazaron á los conversos. Después de esto acordaron ir contra los del Yapeyú. Llegaron tan funestas noticias muy pronto á los PP. Romero y González y se esparcieron por todo el Uruguay. Consideró el P. González que no era tiempo de vacilar; volvió al pueblo de los Reyes, y llevando consigo al P. Romero navegó por el Ibicuí hacia arriba, aunque los yapeyués intentaron disuadirle en vista del peligro á que exponía su vida. A las veinte leguas tornaron los exploradores diciendo que si pasaba más adelante perecería indudablemente. Entonces se puso en oración; luego dispuso que regresara á los Reyes el P. Romero, y fué con algunos indios al pueblo destruído. Allí supo que la destrucción del lugar sucedió mientras Tabaca y otros caciques vecinos estaban ausentes, aunque no hubieran podido combatir á enemigo tan poderoso como acudió. No paró aquí la abnegación del P. Roque González; llamó á los caciques del interior, y ya con dádivas, ya con palabras severas, aunque opusieron bastante resistencia, consiguió que lo llevaran al Tape, región famosa más tarde por lo que en ella hicieron los misioneros. Recorrió á su gusto el Tape, y solicitó de los bárbaros que se recogieran en un pueblo. En esto supo cómo los indios del interior habían resuelto quitarle la vida y corrían á ponerlo por obra; los caciques pudieron resistir la primera acometida de los enemigos; pero aumentándose el número de éstos, acudió el P. González á los recursos de su ingenio; tomó un libro y una sierra que llevaba para fabricar cruces; cuando tal vieron los exploradores del ejército adversario, volaron á los suyos, diciendo que el misionero tenía en las manos un instrumento férreo y dentado, con el que podía descabezar fácilmente muchos hombres, y un libro en cuyas hojas sabía conocer las cosas más secretas. Oído esto por los bárbaros, se llenaron de terror y huyeron. Exploró la tierra el P. González, y no obstante que temía la algo de la inconstancia de los indios, con propósito de volver más adelante, regresó al Uruguay.
CAPÍTULO IV
FUNDACIÓN DE LA CANDELARIA, QUE ANTES SE LLAMABA REDUCCIÓN DE CAASAPAMINÍ.
** No pasaron muchos meses sin que el Padre González emprendiera una expedición de más favorable éxito. Gracias á las indicaciones de un cacique supo que más arriba del Piratini había un paraje llamado Caasapiminí, ventajoso por su posición para edificar en él un pueblo; además los habitantes de las cercanías estaban dispuestos á recibir el Evangelio si se les predicaba. Fué el P. González á dicho lugar y echó los cimientos de la nueva población el día de la Purificación. Dejó por Rector al P. Romero; en el primer año se redujeron tres mil indios; según consta de auténticos documentos, han sido bautizadas hasta hoy más de siete mil personas.
CAPÍTULO V
DE LO QUE SUCEDÍA ENTRE LOS DE IGUAZÚA.
** El hambre hacía estragos en Iguazúa, y los misioneros que vivían en Santa María la Mayor sufrieron no leves privaciones; gran parte de los indios se fué á los bosques, de donde, con gran trabajo, volvió cuatrocientos al pueblo el P. Claudio Ruyer. Otros permanecieron en los montes; allí un tigre mordió á una muchacha; sabedor de esto el P. Ruyer, preparó un lazo tan habilmente, que la fiera cayó en él á la noche siguiente, con aplauso de los índios fugitivos, que regresaron á la población y en lo sucesivo admiraron la astucia del misionero para la caza de animales feroces. Por entonces los catecúmenos de Iguazúa hicieron una excursión contra sus antiguos enemigos, de los que cautivaron bastantes; decapitaron á varios en venganza de las pasadas guerras, y sintiendo renacer el gusto por la carne humana, destinaron otros á banquetes antropofágicos, los que prohibió el P. Ruiz con ánimo resuelto; en cambio mandó dar libertad á los prisioneros y atar á los que habían inmolado algunos de éstos. Al lado de tales indios caníbales había otros de mejores sentimientos, de los que en un año recibieron el Bautismo mil ciento cinco en Iguazúa, y algunos centenares en varios pueblos del Paraná; muchos neófitos daban ejemplos de altas virtudes. En San Ignacio los niños azotaban sus carnes hasta derramar sangre. El día de la Pasión caminaba uno con el rostro descolorido y llorando; le preguntaron la causa de esto, y respondió que lo hacía en recuerdo de lo que padeció el Señor.
//
CAPÍTULO XXXIV
VIDA Y VIRTUDES DEL P. ROQUE GONZÁLEZ.
Nació, según consta de auténticos documentos, en la ciudad de la Asunción, de padres nobles; desde su niñez fué sumamente piadoso, y de carácter tan grave, que su presencia reprimía la ligereza de sus compañeros. En su juventud se dedicó al estudio de las letras, y conservó la inocencia. Cuando celebró la primera misa, el pueblo quiso que llevara en las manos una palma, signo de virginidad; pero él¡ modestamente, rehusó hacerlo. Elevado al sacerdocio, fué cura de dos poblaciones. Volvió después á su patria; por designación de los ciudadanos, ejerció el cargo de párroco, y por cierto que con notable fama. Tanto lo apreciaba el Obispo, que teniendo éste necesidad de ausentarse, le encomendó el gobierno de la diócesis. Huyendo de los honores, entró en la Compañía, porque sabía que á los hijos de ella les estaba prohibido el recibir cualquier dignidad; contaba entonces más de cuarenta años. Siendo novicio, lo enviaron al país de los guaicurúes, y trabajó con celo, si bien con escaso fruto; luego pasó al Paraná, donde fundó las reducciones de Itapúa y Yaguapúa. Merced á su constancia, convirtió á la fe católica millares de gentiles en el Uruguay; le deben su existencia los pueblos de Ibitiracúa, Piratini, Yaguaraiti, Yapeyú, Caasapamini, Livi y Caró. Habiendo extendido los dominios de Cristo, alcanzó la púrpura del martirio á los sesenta años de su edad. En todo era admirable; de genio agradable y severo á la par, de modo que su amabilidad se avenía con la autoridad y hacía que todos le buscasen. Esforzado en acometer por la gloria de Cristo empresas difíciles, y de hierro para los trabajos. Se abstenía, no ya de cosas de placer, sino del sueño y alimento necesarios. Armonizaba la actividad externa con la meditación, como pocos lo han conseguido. Mientras gobernó las misiones del Uruguay y del Paraguay, mandaba más con los ejemplos que con palabras. Era obedientísimo, aun á costa de su reputación. Dió prueba de la grandeza de su ánimo en no ser jamás arrogante ó presuntuoso, á pesar de que llevó á cabo notables hazañas por el servicio de Dios. Hablaba con elegancia el idioma guaraní. Si era preciso, la dulzura de sus discursos se convertía en energía. Con tales virtudes ganó el cielo y la bendición de la posteridad; se desveló por la gloria del Omnipotente; siempre anheló sufrir; fué humildísimo y cuantos le conocían lo consideraban como un santo. En la Compañía tenía hechos solemnemente los tres votos.
VIDA Y VIRTUDES DEL P. ROQUE GONZÁLEZ.
Nació, según consta de auténticos documentos, en la ciudad de la Asunción, de padres nobles; desde su niñez fué sumamente piadoso, y de carácter tan grave, que su presencia reprimía la ligereza de sus compañeros. En su juventud se dedicó al estudio de las letras, y conservó la inocencia. Cuando celebró la primera misa, el pueblo quiso que llevara en las manos una palma, signo de virginidad; pero él¡ modestamente, rehusó hacerlo. Elevado al sacerdocio, fué cura de dos poblaciones. Volvió después á su patria; por designación de los ciudadanos, ejerció el cargo de párroco, y por cierto que con notable fama. Tanto lo apreciaba el Obispo, que teniendo éste necesidad de ausentarse, le encomendó el gobierno de la diócesis. Huyendo de los honores, entró en la Compañía, porque sabía que á los hijos de ella les estaba prohibido el recibir cualquier dignidad; contaba entonces más de cuarenta años. Siendo novicio, lo enviaron al país de los guaicurúes, y trabajó con celo, si bien con escaso fruto; luego pasó al Paraná, donde fundó las reducciones de Itapúa y Yaguapúa. Merced á su constancia, convirtió á la fe católica millares de gentiles en el Uruguay; le deben su existencia los pueblos de Ibitiracúa, Piratini, Yaguaraiti, Yapeyú, Caasapamini, Livi y Caró. Habiendo extendido los dominios de Cristo, alcanzó la púrpura del martirio á los sesenta años de su edad. En todo era admirable; de genio agradable y severo á la par, de modo que su amabilidad se avenía con la autoridad y hacía que todos le buscasen. Esforzado en acometer por la gloria de Cristo empresas difíciles, y de hierro para los trabajos. Se abstenía, no ya de cosas de placer, sino del sueño y alimento necesarios. Armonizaba la actividad externa con la meditación, como pocos lo han conseguido. Mientras gobernó las misiones del Uruguay y del Paraguay, mandaba más con los ejemplos que con palabras. Era obedientísimo, aun á costa de su reputación. Dió prueba de la grandeza de su ánimo en no ser jamás arrogante ó presuntuoso, á pesar de que llevó á cabo notables hazañas por el servicio de Dios. Hablaba con elegancia el idioma guaraní. Si era preciso, la dulzura de sus discursos se convertía en energía. Con tales virtudes ganó el cielo y la bendición de la posteridad; se desveló por la gloria del Omnipotente; siempre anheló sufrir; fué humildísimo y cuantos le conocían lo consideraban como un santo. En la Compañía tenía hechos solemnemente los tres votos.
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